Capitulo 9
-¡¿Estas en donde?- gritó la vocecita de Alice al otro lado de la línea.-En la casa de Edward- susurró mirando por sobre su hombro, Edward estaba pidiendo comida por teléfono.
Luego de pasar parte del medio día en el sillón entre besos y caricias juguetonas, luego de ello habían salido a caminar un poco, habían desayunado tarde por lo que a la hora del almuerzo no tenían ganas de comer. Edward la había llevado a uno de los parques que había cerca de donde vivía, habían pasado la tarde caminando y charlando.
El tiempo pasaba relativamente deprisa cuando estaban juntos, para cuando se dieron cuenta la tarde había caído y sus estómagos estaban rugiendo por algo de comer. Edward los llevó nuevamente hacia su casa, estuvieron discutiendo por quien cocinaría, pero esta vez Edward había ganado y como él no sabía cocinar terminó llamando a un repartidor.
-¿Desde cuándo?- inquirió Alice molesta.
-Desde la mañana- susurró aun más bajo.
Alejó el teléfono de su oreja justo al tiempo que su amiga comenzaba a maldecirla y propinarle improperios a todo pulmón. Hasta Edward la había escuchado ya que le dirigió una mirada interrogante.
-Cálmate- pidió cuando los gritos disminuyeron.
-Eres muy mala amiga, Bella- lloriqueó-. Yo que me tomo la molestia en volver a juntarlos- ahora su voz sonaba dura y completamente ofendida- ¿Sabes por lo que tuve que pasar?- Bella iba a contestar pero Alice se auto contestó-. No, no lo sabes.
-Alice…
-Tú no tuviste que ponerte toda melosa con Mike Newton, tampoco tuviste que soportar que llenara tu cara de gérmenes Newtonianos.
-¿Newtonianos?- se rió.
-Tampoco tuviste que robarles esas entradas a tu padre- siguió ignorando a Bella-. Solo tuviste que poner tu presencia…
-Obligadamente-bufó-. Tú no eres la única que lo pasó mal. Al menos no tienes dentro de tu sistema la saliva de Mike- a ese comentario Edward se giró a mirarla enfadado. Ella le sacudió la mano restándole importancia, mientras le daba la espalda.
-Bien, estamos a mano- se rindió suspirando- ¿A qué se debe tu honorable llamado?
-Necesito…- bajo la voz-… que vayas a mi casa y traigas mi uniforme, mi mochila y mi neceser.
Se produjo un largo silencio, solo se escuchaban las respiraciones de ambas, pero la de Alice se hacía cada vez más agitada. Bella se la podía imaginar temblando de la emoción como un volcán a punto de estallar.
-¿Dormirás allí?- preguntó con calma aunque su voz temblando por la emoción la delataba.
-Sí.
-¿Están saliendo?- volvió a preguntar con esa calma.
-Aun no, pero no estamos muy lejos- admitió sintiendo la calidez expandirse por su pecho
Unos brazos le rodearon la cintura mientras la empujaban a un duro y musculoso pecho. El mentón de Edward se recargó en su hombro mientras pegaba su oído en el teléfono para escuchar que era lo que hablaban las chicas.
-¡Estoy tan feliz por ti, Bella!- chilló Alice desde el otro lado-. Mi plan funcionó, claro que también gracias a la ayuda de Emmett…
-¿Emmett?- preguntaron ambos interrumpiéndola
-¡Oh! ¿Está Edward escuchando?
-No- contestó él con una sonrisa.
-Menos mal, así no sabría lo mucho que me desagrada cuando escuchan conversaciones privadas- dijo con sarcasmo.
-Créeme que lo sabe, por eso no interrumpe- le siguió tomando el pelo.
-Como sea- se rió-. Estaré ahí con tus cosas, Bella.
Alice colgó el teléfono antes de que Bella pudiera despedirse o siquiera decirle algo. Se miraron a los ojos confundidos mientras armaban el rompecabezas en sus cabezas. Alice había sido la que estaba detrás de todo ello. He ahí la invitación de Mike a Bella y la insistencia de Heidi con Edward, también se explicaba por qué el hermano de Edward le había casi llorado para que aceptara las entradas al parque.
Chasqueando la lengua se apartó de Bella, ahora entendía todo. Emmett le había dicho a Heidi que le abriera sus piernas solo para tener una tonta cita en el parque, pero ella no recibiría nada a cambio de ello, solo una salida con él y un polvo. Alice le había convencido al niñato ése a que invitara a Bella en la cita. El único propósito para todo ello era juntarlos, en algún momento ellos se iban a topar en aquel parque…
-Bastante ingeniosa tu amiga- admitió muy a su pesar.
-No conozco ningún plan que le haya salido mal- ase rió entre dientes, en cierto modo se sentía agradecida, porque gracias a ese plan ella estaba ahora en la casa de Edward y estaban intentando tener una relación.
-Parece apostar todo por el todo- se sentó en su sillón.
-Según ella dice que puede ver el futuro, por eso se apuesta con los ojos cerrados- se encogió de hombros, ya no dudaría más de su amiga.
-¿Hace cuanto conoces a Alice?- preguntó curioso de su amistad con la niña.
-Desde que íbamos a la secundaria- contestó sentándose a su lado-. Era mi primer día en el instituto nuevo, luego de mudarnos de Phoenix- sonrió con melancolía-. Todos me miraban y cuchicheaban cuando pasaban por mi lado, en la clase de lengua me senté al final solo para así tratar de evitar las miradas, al menos que quisieran ganarse un regaño del profesor- Edward tomó su mano y le dio un suave apretón-. Fue ahí cuando la conocí, comenzó a hablarme y a seguirme a todas partes y no paraba de hablar- se rió-. Desde ese día no nos hemos separado- dijo orgullosa.
-Parece buena chica- asintió.
-Lo es- bajó su miraba a la mano de Edward, se puso a jugar con sus dedos antes de hablar, no quería mirarlo a los ojos-. Ella estuvo conmigo desde que mis padres murieron. Al igual que Jacob.
Edward abrió su boca para preguntarle lo que había ocurrido con sus padres, cuando el celular de Bella comenzó a sonar. Ella se levantó de un salto.
-Es Alice- dijo al ver el identificador de llamada-. Iré abajo a recibir las cosas- se inclinó para depositar un pequeño beso antes de salir disparada por la puerta.
Corrió hacia el ascensor y presionó el botón repetidas veces. Su teléfono había dejado de sonar, y eso la ponía aun más ansiosa. Se debatía si bajar por las escaleras y por el ascensor. Sabía de primera mano que Alice detestaba esperar, pero tendría que hacerlo porque no tenía intenciones de arriesgar su vida en las escaleras. Para su suerte el ascensor bajó rápidamente, quizás porque se encontraba en el cuarto piso.
Apenas las puertas se abrieron ella salió disparada hacia la entrada donde el portero le abrió la puerta con una agradable sonrisa. Casi tropieza en el último escalón donde el Porsche estaba estacionado y Alice recargada en la puerta.
-¿Por qué tardabas tanto?- preguntó arqueando una ceja- ¿Acaso Edward no te soltaba?
-Muy graciosa- dijo con sarcasmo antes de abrazarla fuertemente-. Gracias- murmuró apretujándola más.
-Sabes que haré todo por ti- le devolvió el abrazo-. Todo para ver a mi amiga feliz.
-Eres la mejor, Alice- dijo al borde de las lágrimas.
-Lo sé- se encogió de hombros mientras le besaba la mejilla-. Ahora, tienes que contarme todo- sus ojos azules brillaron con intensidad.
-¿Qué quieres saber?- preguntó tontamente.
-No puedo creer que estén tan avanzados- dijo dando saltitos.
-Solo nos estamos conociendo- dijo por decima vez rodando los ojos.
-Ese "Solo nos estamos conociendo" no trata de dormir juntos- le picó con un dedo dándole una mirada pícara.
-Solo dormiremos, Alice- se sonrojó violentamente.
-Seguro- rodó los ojos-. Solo esperen a estar en la misma cama y con poca ropa- movió sus cejas de forma subjetiva.
-En fin- cortó Bella, no quería meterse en ese terreno con Alice- ¿Trajiste mis cosas?
-Para eso me llamaste- puso los ojos en blanco y fue hacia la puerta donde anteriormente se había apoyado, la abrió y sacó dos bolsos del asiento.
Se lo tendió a Bella, quien corroboró si estaban todas sus cosas. Su uniforme, sus libros y el neceser para el baño.
-Supongo que no te vendré a buscar- dijo Alice con un pronunciado puchero.
-No, Edward me llevará- se rió Bella, pero así como apareció se esfumó cuando recordó un detalle- ¿Tuviste problemas?
-Bueno… en realidad, no- le dijo no muy segura.
-¿Qué pasó?- preguntó con miedo.
-Me preguntó por ti- suspiró-. Le dije que venías a mi casa a dormir ya que tenía un trabajo que presentar mañana.
-¿Te creyó?
-Si- suspiró negando con la cabeza-. Pero se le veía no muy convencido, él piensa que estas aquí, lo cual no está para nada errado, pero le convencí de que te estabas bañando en mi casa…
-Dios- pasó una mano por sus cabellos temblando de solo imaginar lo que Jacob haría si se enterara de que le estaba mintiendo-. El de seguro esta sospechando.
A veces su amigo era demasiado sobre protector, se tomaba el papel de hermano mayor demasiado enserio, en algunos momentos le agradaba pero en otros realmente la exasperaban, ciertamente como todo un hermano mayor.
-Sí, lo hace- le respondió encogiéndose de hombros-. Pero cuando me preguntó por qué tú supuestamente me contaste se cortó a si mismo diciendo que no quería saberlo, no realmente.
-Qué raro- dijo en un murmullo sin entender la actitud de su amigo.
-Solo a ti te parece raro cuando es más que obvio- masculló Edward detrás de ella.
La voz en su oído la asustó de tal manera que pegó un salto. Estaba a punto de escupir su corazón el cual martilleaba a toda velocidad vertiginosa. Con una mano en su pecho se giró para encontrar a Edward parado detrás de ella con los brazos cruzados y el seño sombrío.
-Se te da bien escuchar las conversaciones privadas- bromeó Alice mirando de arriba abajo a Edward.
-Un placer conocerte personalmente, Alice- le sonrió Edward de manera encantadora mientras estiraba su mano hacia la duende
-Igualmente, Edward- le devolvió la sonrisa y el apretón de manos, luego se giró hacia Bella-. Aprobado, definitivamente- dijo guiñándole el ojo, a lo que Bella se rió nerviosamente.
-¿Te quedaras a cenar?- preguntó Edward tomando las pertenencias de Bella.
-¿Realmente quieres que me quede o solo le haces para quedar bien con ella?- arqueó una ceja señalando a Bella.
-Eres su mejor amiga- le bromeó encogiéndose de hombros.
-Vaya, que sincero- halagó sarcásticamente-. Pero debo declinar, no quiero ser un mal tercio.
-Oh, bueno… es una lástima- dijo con fingida pena.
-Ya basta- se rió Bella golpeando juguetonamente el brazo de Edward-. Gracias, Alice- agradeció nuevamente.
-Estoy para esto y más- le guiñó el ojo y caminó hacia el asiento del conductor-. Por cierto- se detuvo y miró a Edward-. Recuerda usar protección, te aconsejo que los saques del baño antes de ir a dormir.
-No es necesario- pasó un brazo por la cintura de Bella-. Están en la mesita de noche, he perdido varias erecciones de ir y venir del baño- sonrió ampliamente cuando Alice subió a su auto riendo a sonoras carcajadas.
Las ruedas de Alice rechinaron en el asfalto y se marchó a gran velocidad del lugar. Bella no podía cerrar su boca ante lo que había escuchado, en pocas palabras a ella no le sorprendía eso de Alice, ella siempre hacía comentarios de ese tipo, por lo que al pasar el tiempo ella se había terminado acostumbrando. Pero lo que no podía creer era lo que Edward había dicho. Se giró lentamente hacia él, quien la contemplaba con una enorme sonrisa.
-¿Qué?- preguntó con falsa inocencia-. Solo digo la verdad.
-¿Has perdido varias?- cuestionó de brazos cruzados.
-Realmente no lo quieres saber- le advirtió antes de atraerla hacia sus brazos y besarla profundamente.
Obviamente era para distraerla de aquellas preguntas que estaba formulando en contra su voluntad. Y ella estaba agradecida de que él la besara para distraerla, no quería entrar en el terreno de las mujeres de Edward, ella ya tenía una idea bastante clara de la cantidad y la calidad de ellas.
-¿Qué haces aquí?- preguntó entre besos-. Iba a venir por mis cosas y luego subiría.
-Lo sé- se separó de ella-. Pero nuestra cena estar por llegar y bajé a esperarla, además de que moría por conocer a Alice.
Bella se rió y se refugió en los brazos de Edward quien la apretó fuertemente mientras esperaban a que el repartidor llegara. Este no tardó mucho, llego cinco minutos después de Alice se marchara. Le entregó la entrega a Bella mientras Edward pagaba, luego subieron ambos nuevamente al departamento.
Dejaron la comida en la cocina y Edward la condujo hacia su habitación donde le enseñó el baño interno y donde podría poner sus cosas. La dejó unos minutos sola para que inspeccionara y se acomodara, mientras el preparaba la mesa para que cenaran.
Una vez que la puerta se cerró detrás de él, Bella suspiró soñadoramente mientras miraba la enorme habitación. Las paredes de un color manteca y los pisos alfombrados por una alfombra negra, la cual hacía juego con la colcha y sábanas de la cama, al igual que los muebles y las puertas del armario. Una enorme ventana a su izquierda iluminaba la habitación si a esta se le apagaban las luces. Había algunos cuadros, estantes con libros y algunas fotografías.
Inmediatamente se acercó a estas para ver a Edward en su mayoría con lo que parecía ser su familia. Los integrantes de estas le robaron el alientos todos eran igual e incluso más guapo que Edward. Un hombre rubio, alto, apuesto abrazando cariñosamente a una mujer de cabello oscuro, esbelta y hermosa muy parecida a Edward, ambos se veían amables sonriendo dulcemente a la cámara, de inmediato supo que esos eran los padres de Edward., Al lado de ellos estaba Edward quien tenía el cuello enrollado por un musculoso brazo de un hombre de enorme tamaño, una mirada risueña y pequeños hoyuelos en sus mejillas. Sonriendo supo que ese era el mayor, Emmett.
Miró otras fotografías donde salía Edward en festividades pasadas, siempre con su familia y don nuevos rostros, la chica que había aparecido durante la mañana y un muchacho igual a ella. Como Edward le había mencionado ella era la esposa de Emmett, pues había una foto donde salía la pareja recién cazada, Rosalie en los brazos de Emmett con el ramo en lo alto, con Edward y el, de seguro, hermano de Rosalie a cada lado de la pareja sonriendo.
Dejó el estante de las fotos y miró donde estaban los libros, pasó los dedos por los lomos sonriendo, a ella le encantaban los libros y siempre encontraba una cierta paz cuando los tocaba, leía todos los títulos, desde la medicina pasando por contabilidad, hasta algunas de las más románticas novelas, soltó una risita cuando leyó el titulo "Twiligth" de uno de los libros, así como el nombre de las secuelas. Edward había olvidado mencionarle anteriormente que le gustaban las historias románticas y triángulos amorosos entre los hombres lobos, vampiros y humanos.
Pero lo que más llamó su atención fue la biblia de pasta negra y letras doradas. Sin poder contenerse tomó el libro entre sus manos y lo abrió donde estaba señalado. No leyó ninguna pagina pues su atención fue tomada por la fotografía que estaba entre medio de ellas. Reconoció a Edward, era uno mucho más joven, uno de más o menos su edad, quizás unos años menos, sonriendo amplia y felizmente hacia la cámara sosteniendo un pequeño trofeo. A su lado había un hombre de más o menos la edad de treinta años, cabello rubio largo atado en una cola de caballo, alto, atractivo y unos potentes ojos azules, de facciones duras, pero suavizadas con una sonrisa sincera mientras sostenía un certificado.
Bella entrecerró sus ojos para leer lo que el papel decía, pero no podía, las letras eran demasiado pequeñas, pero alcanzó a leer 'piano' entre el titulo remarcado. Pregunta comenzaron a formularse en su cabeza y querían respuestas, ella quería ir y preguntarle a Edward quien era, pero sería demasiado inapropiado, ella estaba husmeando en la privacidad de él. Colocó la foto nuevamente en el libro y lo dejó en su lugar.
Mientras las preguntas revoloteaban por su cabeza se dirigió hacia el armario de Edward donde lo abrió e inspeccionó la ropa, sus camisas, camisetas, pantalones, sacos, poleras y demás. El amplio lugar tenía el olor de Edward, su perfume, tan masculino y seductor. Inconscientemente acercó una camisa a su nariz para olerla, aspirando el embriagador aroma. Recobró la compostura sintiéndose una acosadora, sonrojada salió del armario y fue hacia la cama donde estaban sus cosas.
Llevó el neceser al baño y luego se fue a la cocina donde Edward estaba sirviendo la comida en una mesa decorada con un mantel rojo vino y una rosa en un pequeño florero transparente. Algunas velas adornaban la cocina y la mesa.
-¿Qué es todo esto?- preguntó asombrada por todo el preparado.
-Pensé que te habías dormido- le bromeó dedicándole una cálida sonrisa-. Es nuestra cena.
-Pero… las velas, las flores- señaló cada cosa.
-Para darle un ambiente más romántico- se encogió de hombros mientras le corrían una silla para que ella se sentara.
-Gracias- le besó la mejilla y se sentó en su lugar.
Edward fue hacia la mesada donde estaban los platos, tomó los dos y los sirvió en la mesa. Bella arqueó una ceja al ver la comida, mientras mordía su labio para no reír. Edward intentó no reírse tampoco pero era un poco irónico el ambiente romántico con un pollo frito y papas fritas. Al momento de servir la bebida Bella soltó una carcajada cuando Edward destapó una cerveza.
-Esto es tan romántico- suspiró Bella.
-Los detalles salieron a último momento- dijo él fingiendo estar ofendido.
-Y me encanta- se inclinó en la mesa y le robó un beso.
Comieron en silencio, Edward disfrutaba del silencio, y más la compañía de Bella, quien le daba miradas por sobre sus pestañas mientras comía. Por otra parte Bella se sentía un poco curiosa por lo que había visto en el cuarto de Edward, a foto de aquel hombre con el que ambos alzaban unos premios, relacionados con el piano, que casualmente este estaba en la gran sala tapado de polvo.
Miraba de vez en cuando a Edward, quien le sonreía cada que lo hacía. Ella quería saber, pero no se atrevía a decirle, que pensaría él cuando le dijera que había estado husmeando en sus cosas. Dejó de comer y se recostó en la silla frotando su estomago.
-¿Satisfecha?- le preguntó Edward alejando su plato ya vacío.
-Mucho.
-Menos mal que no hay postre.
-De haberlo tendrías que haberme dicho antes.
Bella clavó sus ojos en los de Edward y antes de que se pudiera detener o pensar, las palabras fluyendo de sus labios.
-¿Tocas el piano?
Edward se tensó inmediatamente ante esa pregunta, pudo ver como delante de sus ojos caía un manto negro, sus facciones se endurecieron y su voz se volvió oscura y penetrante.
-No- contestó de modo cortante.
-Pero…
-Es solo un adorno- le cortó desviando la mirada-. Mi madre insistió en que quedaría bien en la sala.
La curiosidad de Bella picó aun más, por alguna razón la actitud y las palabras de Edward no la convencieron mucho. Sabía que se estaba metiendo en un terreno peligroso, sin embargo no pude detenerse, nuevamente.
-¿Por qué esta tan sucio?
-No lo limpio- gruñó y se levantó de su silla-. Disculpa debo ir al baño.
Bella le observó marcharse y pudo escuchar a Edward susurrar un 'los odio' antes de salir por la puerta. Se quedó perpleja por la actitud de Edward, no entendía que era lo que le había pasado, porque había reaccionado de esa manera ante sus preguntas. Se había puesto demasiado a la defensiva. Nuevamente la imagen de la foto bailó por su mente.
¿Acaso ese hombre que salía a su lado tenía algo que ver con que Edward odiara los pianos? Esa sola era una de las miles de preguntas que tenía, y estas aumentaron aun más ante la reacción de Edward. Suspirando se levantó de la silla y juntó los platos, luego se dispuso a lavarlos mientras esperaba a que Edward volviera. Pero los minutos pasaban y él no volvía.
Una vez que la cocina quedó limpia se secó las manos y fue a la sala, donde esperaría a Edward, para su sorpresa él ya estaba ahí sentado. Se acercó a paso vacilante, apenas entró al ambiente el aroma al cigarrillo golpeó su nariz. Se sentó a su lado y lo contempló, la imagen le devastaba por la tristeza de Edward en sus ojos.
Él estaba recostado en el sillón mirando el techo, ella se dio cuenta que hacía tiempo que estaba ahí y se preguntó si él realmente había ido al baño, pues el cigarrillo que descansaba en sus dedos estaba hasta la mitad consumido, pero no por había sido aspirado, más bien había sido prendido y nada más.
Ella se quedó ahí mirando con los nervios tirantes, se sentía que había cometido error al hablar con Edward de ese tema.
-Yo…
-Lamento haberte tratado de eso modo- se disculpó interrumpiendo las disculpas de ella.
-No entiendo- confesó estirando su mano para tocar el brazo de él, temiendo que él la rechazara.
-Tampoco quiero que lo hagas- movió su cabeza para encontrar sus ojos.
Bella se quedó sin aliento cuando vio el dolor en estos. Estiró sus brazos y lo acunó contra su pecho. Edward tiró el cigarrillo y la abrazó por la cintura atrayéndola hacia su cuerpo. Tenía deseos de llorar, pero no iba a hacerlo, no delante de ella.
-No quiero verte así- susurró ella acariciando el sedoso cabello- ¿Qué sucedió para que odies los pianos?
Edward apretó los dientes y la estrechó aún más a ella. No quería decírselo, no quería contarle algo de su pasado, algo que a él le causaba tanto dolor recordar. Él se había prometido y le había hecho prometer a su familia, que no le dirían nada a Bella con respecto a ello. Pero ahí se encontraba en brazos de ella abriendo y cerrando su boca sin saber si hablar o no.
-Si no quieres decirlo…
-Tenía quince años cuando mi maestro murió- dijo él con voz entrecortada-. Yo… le admiraba muchísimo, y por él quería ser el mejor pianista, pero…- tomó aire para soltar las palabras-…murió.
-Lo siento mucho- lo abrazó aun más fuerte y besó repetidamente su cabeza.
-No lo hagas- se retiró de su lugar y la miró con reproche-. No sientas la muerte de él, no le conocías…
-Lo siento por que puedo verlo en tus ojos- le acarició las mejillas-. Me duele verte sufrir a ti.
-No lo hagas- tomó su rostro entre sus grandes manos y clavó su vista-. No debes sentir ni mi dolor ni condolencias por aquel hombre…
-¿Por qué?- preguntó completamente confundida.
-Por qué no las merecemos.
Sus palabras quemaron al igual que sus ojos, él realmente no quería que ella sintiera pena y solidaridad hacia ellos, y ella no entendía porque. Podía notar el tono de censura en sus palabras, en sus ojos, en todo. Quería seguir preguntando, quería saber cómo había muerto, pero sabía que no debía de preguntar más. El pasado de Edward era como un campo minado y ella debía ser cuidadosa con lo que preguntaba. Acababa de pisar una bomba y no era necesario pisar otra de nuevo, no si Edward iba a mirarla con aquellos ojos llenos de dolor y tristeza.
-Olvídate de esto ¿sí?- le preguntó él apoyando su frente con la de ella.
Bella asintió solo para complacerlo, pero estaba lejos de querer olvidar algo que le era tan intrigante y que Edward se esforzaba para que ella no le presionara.
Sus pensamientos se esfumaron cuando los labios de Edward se posaron sobre los suyos. Cerró los ojos y se dejó guiar por él, dejando que él tomara el control del beso, el cual se ponía cada vez más fogoso. Se encontró recostándose a sí misma en el sillón y atrayendo a Edward con ella, abrió sus piernas para que él se acomodara entre ella. Soltó un gemido cuando las manos de él se abrieron paso bajo su camisa, rozando la piel con la de ella, quemando donde tocaba.
-Detenme, Bella- pidió él mordisqueando su lóbulo-.. Si no lo haces no podré detenerme.
Ella quiso decirle que se detuviera, pero aquella voz ronca suspirando en su oído la hacía encenderse aun más. Arqueó su espalda cuando las manos de Edward llegaron al contorno de su sostén. Él había abordado a su cuello donde lo lamió y succiono a su antojo, arrancándole gemidos. Pronto se dio cuenta del balanceo que hacía con sus caderas, las cuales se encontraban con las de Edward en un golpe bastante sensual.
Su respiración quedó atrapada en su garganta cuando las manos de Edward se metieron debajo de su sostén y comenzaron a masajear sus pechos, pellizcando sus pezones. Su cabeza comenzó a dar vueltas mientras le gritaba su conciencia que se detuviera, pero ella hacía oídos sordos. Su cuerpo estaba en llamas y el único que podía calmarlas y controlarlas era la persona que estaba besando su escote.
-Bella- escuchó que Edward le dijo, pero ella estaba demasiado concentrada en las sensaciones que él provocaba.
Su cuerpo reacciono cuando sintió una mano adentrarse en su pantalón. Automáticamente se sentó empujando a Edward. Su respiración era agitada y escuchaba la sangre zumbar en sus oídos. Acomodó su cabello y su ropa, podía sentir su sostén arriba de sus pechos. Mientras lo acomodaba escuchó la risita de Edward, y al poco tiempo ella se estaba riendo también, pero su risa rayaba a la histeria.
-Ya hemos tentado demasiado al deseo por un día- dijo él entre risas tendiendo una mano hacia Bella-. Vamos a dormir.
Ella asintió y tomó su mano, dejándose jalar hacia los brazos de él. Edward los llevó a su habitación en un silencio incomodo, por lo menos por parte de ella. Notaba a Edward demasiado calmado, sin un ápice de vergüenza o incomodidad. Estaba tranquilo, tanto que la asustaba, en cierto modo. Se detuvieron en medio del cuarto, mientras él desarmaba la cama para ellos.
-Umm… mis cosas están en el baño, iré a cambiarme- dijo incomoda.
-Todo tuyo- le señaló la puerta con una sonrisa.
Ella asintió y se metió al cuarto del baño lo más rápido que sus pies podían. Cerró la puerta tras ella y se recargó en la puerta sintiendo sus emociones marearla hasta el punto de no poder estar de pie. Era increíble de cómo la noche había comenzado con una cena romántica, pasando por un una discusión sobre el pasado de Edward, hasta terminar en casi los dos desnudos en el sillón de la sala teniendo sexo desenfrenado.
Juntó sus rodillas contra su pecho y escondió su cabeza entre ellas intentando detener el mareo que se hizo aun peor. No podía creer que no tuviera control sobre su cuerpo, que tampoco haya escuchado su mente cuando esta le advirtió que no continuase, o cuando Edward se lo dijo. Ella simplemente se sentía poseía por aquel fuego que prometía quemarla si no lo apaciguaba. Pero el único que podía hacerlo era Edward, él era el que la hacía arder y el que la haría calmar.
Se sentía avergonzada pero a la vez se sentía deseosa y atractiva. Anteriormente a ella le hubiese molestado que algún hombre pensara de ella de esa manera, que fuera para lo único que la quisiera, pero desde que había conocido a Edward ella quería compartirse a él, sabía que si ella se entregaba a él, él no la abandonaría. Ella podía ver el cariño y ternura con la que Edward le miraba y eso le hacía entregarse a él en cuerpo y alma. Pero por otra parte ella se sentía completamente avergonzada ante lo primitiva que se volvía cuando él la tocaba o besaba.
Suspirando de alivio al notar que su mareo se había pasado y había recobrado el control de sus emociones, se puso de pie decidida a cambiarse de ropa. Se puso su pijama, cepilló su cabello que estaba sumamente despeinado y sus dientes. Tomó su neceser y se detuvo en la puerta con la perilla en las manos. El mareo había vuelto, y su estómago se alojó en sus pies.
-Dios- murmuró apoyando su cabeza en la puerta-. Voy a dormir con él- lloriqueó patéticamente.
Se separó de la puerta y comenzó a caminar por el pequeño baño.
-Tienes que tranquilizarte- se dijo a sí misma-. Solo dormirán, Edward lo prometió- respiró profundamente y abrió la puerta de un tirón.
Edward levantó la vista del papel que tenía en sus manos, había quedado absorto en sus recuerdos que le sobresaltó la salida de Bella. Guardó el papel en la mesita de noche y se giró para observar a una estática Bella en la puerta del baño. Sonriendo se levantó de la cama y se dirigió a ella, quien retrocedió un paso con una mirada de desconfianza. Parecía una gatita asustada y desconfiada de todo el mundo.
Él le estiró una mano cuando había alcanzado el umbral del baño y Bella se había metido adentro de nuevo.
-Vamos, Bella- dijo ya un poco irritado- ¿O quieres que te saque a la fuerza?
-No te atreverías- le entrecerró los ojos.
No hubo necesidad de contestarle, simplemente entró al cuarto de baño y la cargó a su desnudo hombro. Él sabía que ella actuaba de ese modo por la anterior escena que había compartido en su sillón, y se había sacado su camisa para dormir sin ella a propósito, aunque él en realidad dormía sin ropa de la cintura para arriba.
Bella pataleó y lucho contra él, pero no tenía tanta fuerza como él. La tiró a la cama, ahora ella se reía sin control. Edward la contempló unos segundos antes de colocarse sobre ella y besarla larga e intensamente, esta vez no había lujuria de por medio. Se separó de ella y repartió besos por todo su rostro haciendo que ella se riera.
-Vamos a dormir- le propuso y la metió dentro de las sabanas, acomodándola sobre su pecho.
Se quedaron unos minutos en silencio simplemente sintiendo el cuerpo del otro y el tranquilo silencio.
-¿Edward?- le llamó ella mirándolo a los ojos.
-Dime.
-Tu… me contaste algo doloroso de tu vida- dijo ella con ojos triste. Él se tensó nuevamente, no quería tocar ese tema con ella.
-Si- asintió.
-Bueno… estuve pensando que, sería justo que yo te contara el accidente de mis padres- confesó incorporándose un poco más en la cama.
-No es necesario, Bella- intentó detenerla, pero en su interior él sentía curiosidad con saber que le había pasado a sus padres.
-Ya te dije, es justo- le tomó una mano y entrelazó sus dedos, tomó aire y se dispuso a contar su historia-. Mis padres estaban pasando por la etapa de las peleas a causa de mi padre. Él pasaba la mayor parte del tiempo trabajando, solo llegaba a la casa para comer o dormir, luego no sabíamos de él durante todo el día.
-¿En que trabajaba?- le preguntó Edward.
-Era policía- contestó orgullosa de la profesión de su padre-. Él trabajaba tan duro para que le ascendieran, y lo logró, se convirtió en el jefe de policía de Seattle.
-Espera- le detuvo recordando de pronto algo- ¿Tu padre era Charlie Swan?- preguntó incrédulo.
-Sip- asintió ella.
-Y tu madre Reneé Swan, la pareja que llegó al hospital luego del accidente automovilístico- recordó que ese día su padre había vuelto a su casa con tristeza e impotencia por no haber podido salvar a la pareja que había sufrido un accidente.
-Así es- miró al techo intentando huir de la mirada de Edward-. Yo… le había aconsejado a mi padre que llevara de viaje a mi madre en modo de reconciliación ya que ella quería divorciarse y mi padre le pidió una segunda oportunidad. Él había venido una noche a pedirme consejos y yo… le ofrecí que la llevara a unas minis vacaciones al Caribe- sus ojos picaron a causa de las lágrimas que comenzaban a acumularse en sus ojos-. Ellos partieron una noche lluviosa hacia el aeropuerto y llegaban tarde a su vuelo…- sollozo involuntariamente.
Edward la atrajo hacia sus brazos y la meció acariciando sus cabellos y besando su cabeza. No era necesario que continuara hablando, él ya sabía lo que seguía. Al día siguiente del fatídico accidente, en todos los titulares de los diarios había salido la noticia del horrible accidente de tráfico del jefe de policía de Seattle y su esposa. Había viajado a gran velocidad y la intensa lluvia no les había dejado ver bien, ellos se habría podido salvar del camión si no hubiera estado lloviendo, las ruedas patinaron y ellos se estrellaron.
El padre de Edward había tenido que salir de urgencia dejando a la familia en medio de una cena para atenderlos, pero no pudo hacer nada, la pareja estaba en estado grave y no habían sobrevivido.
-Realmente no era necesario que me contaras esto- dijo él abrazándola más fuerte.
-Quería hacerlo, te lo debía- dijo con voz entrecortada.
-No me debes nada, Bella- le levantó el rostro con sus dedos y le obligó a mirarle. Sus ojos rojos y tristes le partieron el alma-. Te quiero- confesó antes de poder detenerse.
Bella abrió los ojos sorprendida por la confesión. Edward también se había sorprendido por sus propias palabras, pero estas habían surgido luego de mirarla y de pasar el día con ella. Esos eran los sentimientos que él tenía en esos momentos y que a cada instante crecían aun más.
-Yo también te quiero- sollozó ella antes de besarle.
Edward sonrió contra sus labios y luego la acomodó nuevamente entre sus brazos. Al poco tiempo Bella se había quedado dormida y él le siguió luego de besarle la frente y prometerle nunca dejarla.
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