viernes, 19 de noviembre de 2010

cap13

Capitulo 13: Nuestra primera vez (pasado)
BELLA POV
Decir que no estaba nerviosa, era ser la mentirosa del año. Era obvio que estaba nerviosa, pero bajo el cuerpo de Edward y las caricias que me propinaba, esos nerviosismos me dejaban de lado. También me sentía ansiosa y con mucho calor, a pesar del frío cuerpo de Edward.
Mis dedos no dejaban de moverse sobre la suave piel de su pecho, sus músculos se tensaban con cada movimiento suyo o toque mío, eso me animaba a seguir acariciándolo.
Solté un gemido un poco fuerte al sentir sus manos bajo mi desgastada remera, con cada caricia subía cada vez mas, ahora anhelaba que tocara mis pechos, pero de repente se tenso y se alejo de mí como si mi cuerpo tuviera quemara.
-¿Qué sucede?-pregunte sofocada y medio agitada, su abrupto alejamiento me había dejado desconcertada.
-No podemos hacerlo- negó con la cabeza y se puso a caminar por la habitación como si fuera un león enjaulado.
-¿Por qué no?- OK, estaba molesta, frustrada es la palabra adecuada.
-Ya te había dicho que por que no- no me miro, solo siguió caminando.
Me senté en la cama y baje mi remera que estaba a la altura de pechos, donde casi se veían.
-Lo estabas haciendo bien, ni siquiera me has lastimado- y era verdad, sus manos y labios me habían dado el mejor placer que haya podido experimentar alguna vez.
-No lo aremos aquí, Bella- me miro y se sentó a mi lado. Tomo mi mano y se la llevo a los labios-. Tu primera vez no será con Charlie a dos pasos de tu cuarto- sonrió torcidamente cuando mi cara se torno roja.
-Entonces vayamos a tu casa- propuse, sonaba desesperada, pero quería a Edward, ahora.
El negó con la cabeza y acarició mi cabello.
-Tampoco con Emmett a dos pasos de nosotros, o a un kilómetro de nosotros- soltó una risita y yo reí con él-. Va a ser especial, no así.
-Cualquier lugar es especial mientras seas tú con quien lo haga- acaricie su mejilla mientras susurraba.
-No, Bella- volvió a negar-. No me lo hagas más difícil de lo que ya es- me pidió con ojos suplicantes.
-No creo que te sea tan difícil- le reproche-. Te alejaste de mí como si fuera la peste- me cruce de brazos, mientras sentía una oleada de rechazo instalarse en mi cuerpo.
-¿Crees que para mi no es difícil?- inquirió arqueando una ceja.
En un segundo me tumbo nuevamente a la cama, poniéndose entre mis piernas, algo duro choco contra mi centro…oh.
-No tienes idea del deseo que tengo de tomarte aquí y ahora mismo-susurro en mi oído frotando se erección en mi centro, no pude reprimir el gemido que se escapo de mis labios ante la deliciosa fricción.
-Estas tan dispuesta a hacerlo, que no te importa donde o con quien estemos- sus embestidas eran lentas pero profundas, prácticamente podía imaginar lo que se llegaría a sentir.
-Edward…-gemí e instintivamente moví mis caderas contra las suyas.
-No me lo estas haciendo fácil, Bella- lloriqueo y se alejo-. Por favor, no me tientes.
-No pensaras dejarnos así de frustrados ¿verdad?- sabía que cuando Edward se negaba a algo, era imposible hacerlo cambiar de opinión y con respecto a este tema, tenía que buscar armas de donde no tuviera para doblar ese autocontrol.
-Algún día te lo compensare- sonrió y se acostó a mi lado.
-¿Y que hay de ti?- bien, estaba sonando desesperada.
-No te preocupes, los vampiros no sufrimos de bolas azules- se encogió de hombros…no pude evitarlo.
Comenzamos a reírnos a fuertes carcajadas, Edward tapó mi cara con una almohada para que no escuchara mi padre nuestras risas. Ese comentario aligero el ambiente de deseo, haciéndolo olvidar y dar paso al sueño. Bostece abiertamente mientras sentía mis ojos pesados.
-Ven, amor. Duérmete.
Me acurruque en su duro pecho mientras sus brazos se cerraban en mi cintura, una dulce melodía sonaba en el ambiente y la reconocí al instante…
-Cuando vayamos a tu casa ¿tocarías para mí?- pregunte ya adormilada.
-La recuerdas- sus brazos se apretaron a mí alrededor.
-Siempre- me sentía al borde de la inconciencia pero antes de rendirme a ella le confesé-. Te amo.
-Yo más- ese fue el último sonido que escuche y sus fríos labios en mis cabellos.
.
Mis padres habían salido a un viaje de negocios. Increíblemente, ya que no tenían uno hace muchos años, salieron de la casa a los besos y abrazos de la felicidad de recuperar dinero. Mientras dejaban su casa atrás junto a su hija y sus empleados.
-¿Estas triste, mi niña?- pregunto mi nana pasando un brazo por mis hombros, como intentando dar consuelo.
-Bromeas ¿verdad?- la mire con rebosante alegría- ¡Estamos solos! ¡Podemos hacer lo que queramos sin que nos estén regañando o mandando!
Mi nana me miro con incredulidad, pero ¿Qué esperaba? ¿Qué me sintiera mal por que ellos me abandonaban por unos días? Debía de estar loca. Gracias a sus caprichos no había visto a Edward hace una semana ¡Una semana! Todo por que el Joven Newton tenía más dinero que Edward.
Había hasta llegado a discutir con mi padre por el interés de los dos caballeros hacia mí, pero solo me importaba Edward, y eso ellos no lo entendían. Por eso estaba decidiendo seriamente escaparme con él.
-Isabella, no creo que eso sea bueno- dijo mi nana mientras preparaba una canasta para comprar alimentos.
-Por favor- rogué-. Necesito verlo, mis padres no me han dejado- comencé a juntar lagrimas en mis ojos mientras veía como mi nana se debatía en ayudarme o no-. Lo extraño mucho- tape mi rostro con mis manos y comencé a sollozar.
-De acuerdo, de acuerdo- accedió-. Iré a la casa Masen a entregarle el mensaje al joven Edward para que venga a verla.
-¡Oh, gracias, gracias!- me abalance a ella llenándola de besos.
-¡Es suficiente!- dijo entre risas-. Si me retienes no iré más rápido.
La solté y espere impacientemente a que mi enamorado golpeara mi ventana.
Los minutos pasaban y me sentía con los nervios a flor de piel. Stephanie se había marchado hacía una hora y no tenía noticias de Edward por ningún lado. La noche cayó y Stephanie me dijo que Edward no estaba en su casa, pero que le darían el mensaje.
Fue en ese momento que comencé a cavilar ¿Y si el ya no me amaba? ¿Y si había encontrado a otra chica que le daba lo que mis padres no me dejaban? ¿Y si se canso de venir a las escondidas? Así miles y miles de preguntas se formaron en mi cabeza y todas con la misma respuesta. Edward ya no me amaba.
No me había escrito ninguna carta, no había dejado ningún mensaje, nada. Él definitivamente se había cansado de mí, se había aburrido. Me senté en mi cama y me puse a llorar descontroladamente, hundiendo mi cara entre mis rodillas y abrazando mis piernas, sintiendo como mi corazón se desgarraba y la preocupación del no saber que hacer si él no estaba en mi vida.
Mi nana me llamo varias veces para ir a comer, pero yo me negué y pedí que nadie me molestara, para ello tuve que cerrar mi habitación con llave. Le prometí a mi nana que no me suicidaría, era demasiado cobarde para hacerlo, pero una opción tentativa.
Las horas pasaban y mis ojos aun lloraban.
-¿Bella?- su aterciopelada voz se escucho en el silencio sepulcral de mi cuarto.
Cerré los ojos fuertemente pensando que todo era producto de mi malvada mente.
-¿Amor, por que lloras?- volvió a hablar, pero solo me limite a hundirme más.
Todo se fue el demonio cuando unos fríos dedos tocaron la piel de mi brazo.
-¿Qué pasa, Bella?- volvió a preguntar y yo levante la vista para encontrarme con sus ojos verdes completamente preocupados.
-¿Edward?- solloce penosamente mientras extendía una mano a su rostro, sin creer que él estuviera ahí.
-Si, amor. Soy yo- sonrió de mi manera favorita y sin poder evitarlo me tire a sus brazos, sintiendo su calor y aroma.
Era él. Mi Edward, mí amando estaba en mi cuarto, conmigo, abrazándome. Había venido. Lo estreche en mis brazos y llore en su hombro mojando su camisa, pero a él no le importo ya que me consoló acariciando mi cabello y besando mi cabeza.
-Lamento mucho no haber venido antes- susurro contra mi cabello-. De verdad que lo lamento, no sabes cuanto te extrañe- me apretó más fuerte-. Pero tuve que salir con mi padre de viaje de negocios. Él no esta sintiéndose muy bien y mamá no puede dejar la casa, por lo que tuve que acompañarlo.
Asentí y me golpeé mentalmente por ser tan desconsiderada con respecto a su vida con su familia, yo no era la única en su vida. Pero aun así aun tenía una duda en mi cabeza que necesitaba ser aclarada rápidamente para poder volver a respirar con normalidad.
Levante mi cabeza de su pecho subiendo mi mano a su cuadrada mandíbula para que me mirara, una vez que nuestros ojos se conectaron tome aire y solté la pregunta con el corazón en la boca.
-Entonces… ¿aun me amas?
Un sin fin de expresiones se formaron en su cara, desde la sorpresa pasando por el desconcierto y terminando con…
-¡Estas loca!- grito enojado-. ¡Claro que te amo, Bella! ¿Por qué preguntas semejante estupidez?- me tomo por los hombros y me zarandeo un poco, como queriendo hacerme entender sus palabras- ¿Cómo llegaste a pensar que no lo hacía? Después de tantas veces que te lo he dicho ¿dudas de mí?
Edward estaba enojado, su expresión me daba miedo, pero el que me dijera que aun me amaba hacía que me sintiera tremendamente feliz. Hoy estaba un poco, demasiado, sensible ya que estaba llorando de nuevo.
-Y-yo…tu no venias, ni me escribías…pensé que ya no me amabas que te habías aburrido de mí- le dije sin mirarlo, apenada por el escándalo que me estaba haciendo.
Soltó el agarre de mis hombros y tomo mi rostro entre sus manos, obligándome a mirarlo.
-Jamás, escúchame bien. Jamás dejare de amarte- dijo completamente serio y con convicción-. Tu eres con la única con quien quiero estar, nada ni nadie nos va a separar y si no vine antes era porque no pude no por que no te amara- apretó su agarre-. Ni aunque tu no me ames me alejaras de ti.
Sin que me dejara contestarle me beso profundamente abrazándome con fuerza. Pase mis brazos alrededor de su cuello, ondulando mi cuerpo para que se pegara al suyo. Sus manos viajaron a mi espalda baja y me pego aun más a él, en ese momento deseé poder fundirme a él y nunca dejarlo.
-Te necesito- susurro contra mis labios al momento de separarnos para tomar aire-. Te deseo ahora, Bella.
Le mire sorprendida pero algo en mi me dijo que ahora era el momento, que estaba lista para ser suya, sin importar que tuviera que esperar a que nos casáramos.
-Yo también- dije con sinceridad.
Él me sonrió, se paro y camino hacia la puerta, quito la llave y saco la cabeza fuera de la puerta, la volvió a cerrar y se acercó a mi. Me miro unos segundos antes de tenderme la mano, la tome y medio me arrastre hasta la orilla, arrodillándome para quedar a su altura.
-¿Estas segura?- pregunto tocando mi rostro.
-Si- asentí no muy segura si mi voz había salido bien.
-¿No importa que no sea antes de que nos casemos?- inquirió y yo negué con la cabeza- ¿Tampoco que sea en un lugar especial?- negué un poco mas fuerte un poco exasperada por tantas preguntas-. Te pregunto por que una vez que empiece dudo mucho poder detenerme- su rostro se torno un poco colorado-. Pero si tú te sientes incómoda o te hago daño no dudes en decírmelo y pararemos enseguida.
-¿Siempre vas a hablar mucho antes de hacerlo?- le pregunte con diversión antes de tomarlo por la camisa y atraerlo a mis labios.
Lo sentí sonreír y posar sus manos en mi cintura. Mis manos se movieron a su cabello, enredando mis dedos en sus sedosas hebras cobrizas. El beso se hizo cada vez más demandante y las manos de Edward mas avariciosas, viajaban por mis costados, mis caderas mi espalda. Las mías picaban de querer hacer lo mismo, por que tome la iniciativa de meterlas entre nuestros cuerpos para sacar su camisa.
Desabroche su cinturón para sacar la camisa de adentro luego desabotoné uno a uno los botones con dedos temblorosos, deleitándome con el roce de su piel en mis dedos. Edward suspiro y tiro su cabeza hacia atrás, un impulso me llevo a besar su cuello que estaba tan expuesto. Delineé su longitud con mi lengua, degustando su sabor, sabiendo que su piel se convertiría en mi droga, en una que nunca iba a poder dejar y eso me hacía sentir orgullosa.
-Bella- gimió apretando mis caderas a las suyas, donde sentí su duro miembro presionando en mi bajo vientre.
Una vez que los botones estuvieron sueltos deslice mis manos por su pecho hasta descenderlas a su plano estomago y volver a subirlas hacia sus hombros, donde deslice su camisa lejos de su cuerpo. Mis ojos recorrieron su excelente torso perfectamente esculpido, no pude evitar mirar mas abajo donde sus pantalones retenían un hinchado miembro, la sola idea de que lo iba a tener dentro de mí hacía que mi cara se pusiera roja.
Edward levanto mi rostro con sus dedos, acarició mis mejillas y fundió nuestras bocas en otro delicioso, y roba lientos, beso. Sentí sus manos en mi espalda, donde estaba el cierre de mi vestido, con deliberada lentitud haciendo que prácticamente lloriqueara por querer que terminara de una vez. Una vez que lo bajo subió sus manos por mi espalda empujándolo el vestido hacia delante, donde cayo hasta mi cintura, luego, solo, bajo hasta mis rodillas.
Edward me tomo entre sus brazos y recostó contra la cama terminando de quitar mi vestido, aun me quedaba la ropa interior, estaba pensando seriamente en empezar a no usarla, ya que esta era muy holgada y grande y en cierto punto deseaba que fuera un poco más reveladora.
-No es justo que solo yo este medio desnudo- susurro contra mi oído, lamiéndolo y mordiéndolo.
Gemí ante la sensación y me retorcí en la cama. Sus manos quitaron se metieron dentro de mi enagua hasta llegar a los pequeños tirantes que tenía. Las retiro y me saco por la cabeza la enagua. Mis pecho quedaron al descubierto y sus ojos se clavaron en ellos, la vergüenza se apoderó de mi y mis manos volaron a tapar mi cuerpo.
-No te ocultes de mí, Bella- se rió e intento quitarme las manos, pero yo no se lo permití- Bella…-me llamo con una nota de advertencia en su voz.
-Es demasiado vergonzoso- intente esconder mi rostro entre mi hombro y el colchón, lo escuche reírse.
-Eres hermosa, no tienes que avergonzarte- susurro acariciando mi rostro mientras hacía que lo mirara-. Eres encantadora cuando te sonrojas- me beso fogosamente mientras sus manos retiraban las mías. Menudo tramposo.
Sus besos abandonaron mis labios para bajar a mi cuello, donde no se detuvo, siguió bajando por mi clavícula y mas abajo, sus labios rozaron la cima de mi pecho hasta llegar a mi pezón, donde primero le dio un tierno beso y luego lo chupo como si quisiera sacar algo de el. Su lengua se movía de forma circular alrededor del botón arrancándome gemidos. Sus manos no se quedaron quietas, una jugo con mi otro pecho, masajeándolo, apretándolo y pellizcándolo, mientras que su otra mano bajaba a quitar la última prenda.
Estaba completamente expuesta a Edward. Se levanto un poco y me miro con ojos cargados de deseo, tuve el impulso de taparme, pero Edward tomo mis manos y las subió por encima de mi cabeza.
-Eres tan hermosa, Bella- su voz sonaba con adoración y sus ojos me comprobaban que sus palabras eran ciertas-. Y eres solo mía.
Se abalanzó a mis labios y los devoró con desesperación. Sentía que mi centro estaba mojado y palpitaba, llamaba al miembro de Edward para llenarlo y sentirse completo. Edward me soltó y se saco lo que quedaba de sus ropas, quedando desnudo sobre mí. No pude evitar que mi vista bajara a ver su hombría. Casi pego un grito al ver su tamaño y me estaba preguntando seriamente si eso cabrería dentro.
Edward tomo mis piernas y las abrió para ponerse dentro de ellas, la punta de su pene tocaba el centro de mi sexo, se sentía tan placentero que pegue un pequeño grito de anticipación. Edward se rió y se acerco a mi oído.
-¿Estas lista?- pregunto dulcemente, estaba demasiado abrumada como para que de mi boca no saliera otra cosa que sonidos vergonzosos, por lo que asentí-. Te amo.
-Y yo a ti- balbuceé abrazándolo.
Edward se reacomodó y entro lentamente en mí, solté un jadeo y enterré mis uñas en sus hombros…
-Relájate- susurro antes de que me embistiera de una sola vez y un fuerte dolor se extendiera en mi parte baja.
Sin querer mordí el hombro de Edward y solloce de dolor, él beso mi cabello y se quedo completamente quieto, esperando a que mi cuerpo se acostumbrara a su intrusión. Una vez que el dolor ceso una oleada de placer me abrumo y comencé a mover mis caderas sobre su miembro.
Edward se apoyo en sus manos e envistió con un poco más de fuerza. Mis manos fueron a su rostro donde acaricié y quite los mechones de pelo que se pegaban en su sudada frente…
-Te amo- susurro entrecortadamente aumentando el ritmo de las embestidas.
-Te amo- confesé estirando mi cuello para poder besarlo, él entendió y se apoyo en sus codos para poder besarme.
Mis manos se enredaron en su cuello mientras nuestras caderas se chocaban frenéticamente. Los jadeos y gemidos llenaban la oscura habitación. Pegué mí frente a la suya y gemimos en la boca del otro, sin besarnos, solo rozando nuestros labios. Una burbuja se empezó a formar en mi vientre bajo, que con cada embestida se hinchaba más, amenazando con explotar con el mas delicioso de los placeres.
Centre mi vista en la cara de Edward, que de a poco se retorcía y eso me decía que él estaba tan cerca como yo.
-Vente conmigo, amor- murmuro y bajo una mano a mi clítoris, donde lo masajeo un par de veces antes de que explotara.
Grite fuertemente ante la sensación de placer y sentí como mis músculos internos se contraían y exprimían el miembro de Edward, un par de embestidas más y él exploto conmigo. Sus brazos no resistieron su peso, por lo que se dejo caer sobre mí, sin salir de mi interior. Nuestras respiraciones eran erráticas y aceleradas, nuestros corazones palpitaban al mismo tiempo y ritmo, nuestras pieles estaban mojadas igual que algunos de nuestros pelos.
-Estuvo increíble- murmure contra su cabello.
-Increíble es quedarse corto- me contesto besando mi cuello-. Eres asombrosa.
-Gracias- bese su empapada frente mientras el me miraba un tanto desconcertado por mi comentario.
-¿Por qué?- inquirió.
-Por amarme y estar conmigo- le mire y sonreí cuando me robo un beso.
-Entonces…gracias a ti también.
Nos quedamos abrazados por un rato más sintiendo como el sueño se apoderaba de mí. Entre sueños sentí como Edward salía de mi interior, sintiéndome vacía. Tomo las cobijas y nos tapo a ambos mientras me abrazaba y me recostaba en su hombro.
-¡Bella!- grito mi nana entrando en mi cuarto- ¡Oh cielos santos!- volvió a gritar y tanto Edward como yo soltamos risitas.
-¿Paso algo?- inquirió otra voz.
-¿La señorita esta bien?- dijo una voz masculina.
-E-e-eeh- tartamudeó mi dulce nana-. Ella esta perfectamente- nos sonrió y salio del cuarto volviéndolo a cerrar con llave.
-Buenas noches- le salude antes de caer inconciente y feliz.
-Muy buenas noches- me respondió besando el tope de mi cabeza.
Me senté de golpe en la cama respirando agitadamente y de repente con mucho calor. Mire a mí alrededor buscando aquella habitación grande, blanca, llena de grandes ventanales y muebles antiguos. Pero solo me tome con mi pequeño cuarto de la actualidad, lleno de ropa por todos lados, quien sabe si sucia. Unas manos tomaron las mías y me sobresalte.
-¿Estas bien?- su voz me hizo reaccionar que estaba en el presente.
-¿Edward?- pregunte como estúpida, pero aun así solo para cerciorarme de que realmente era él.
-Si, amor. Soy yo- una sonrisa se extendió por la cara de ambos…
-¡Un momento!- susurre exasperada- ¿Cómo sabes lo que estaba soñando?
-Bueno…-me arrastro hasta sus brazos-. Gemías, decías mi nombre y hablabas de algunas cosas que recuerdo a la perfección.
Sentí todo mi rostro arder, escondí mi cara en su cuello e inhale su perfume natural. Sus brazos se ciñeron a mi cintura y su cara se enterró en mi pelo.
-¿Le dirás a Charlie que no estas más con Jacob?-pregunto de la nada dejándome sorprendida.
-No lo se- me acurruqué más.
-¿Por qué?
-Por que a él le agradaba mucho Jacob y… quizás se moleste- era verdad, Jacob al ser hijo de Billy le tiene confianza por saber como es, pero si le presento a Edward, es normal que le mire con recelo.
-Deberías de hablar con él para que se vaya ablandando- acarició mi espalda y temblé ante la idea.
-Quizás- finalice la conversación.
Luego de eso volví a dormirme en sus brazos, sin volver a recordar el pasado, pero esperando volver a soñar y recordar mi vida con Edward.
Al día siguiente fuimos al colegio enterándonos de la noticia de que Jake no volvería a estudiar en el instituto de Forks, que ahora iría al de la reserva. Todos nuestros amigos se molestaron con él por haberlos abandonado sin decir nada. Edward me comentaba que la mayoría estaban molestos conmigo por haber cambiado a Jake por Edward. Pero no me importara lo que pensara la gente, yo y Jake sabíamos la verdad y así estábamos bien.
-¡Bella! ¿Te gustaría ir hoy casa?- pregunto una Alice muy emocionada, Jasper la tenía agarrada de la cintura para que esta no saltara del asiento.
-Tengo que hablar con Charlie, pero supongo que si- dije comiendo de mi manzana en el regazo de Edward.
-Oh, no te preocupes por eso- gesticulo con la mano restándole importancia-. Él aceptara- de repente dejo de moverse y se puso a jugar con la punta de su charola-. Solo debes presentarte con Edward como tu novio y luego me presentas a mí- lo dije todo rápidamente que me tomo un par de minutos ensamblar bien sus palabras.
-¡¿Estas loca?- grite golpeando la mesa, llamando la atención de toda la cafetería.
-Muchos me dicen eso, no entiendo por que- se fue al espacio y volvió-. En fin, solo debes de hacer eso y pasaras el mejor fin de semana te tu vida.
-¿Y que es lo bueno?- cuestione completamente iracunda- ¿Qué mi padre no intentara pegarle dos tiros a Edward?
-Lo pensara, créeme que lo ara. Pero todo estará bien- Tomo mi mano y gentilmente la apretó-. Me agradecerás MUCHO este fin de semana.
Me guiñó el ojo y salió de la cafetería como si estuviera en un escenario bailando.
.
-¡¿QUE ESTAS SALIENDO CON QUIEM?- grito a todo pulmón mi padre.
-Por favor no grites, él esta afuera…
-¡¿Y QUE PASO COB JACOB?- volvió a gritar.
-Bueno… nosotros… lo nuestro no dio para más y….
-¡¿Y?
-Cortamos- finalice agachando la cabeza, ya que en realidad había sido yo quien había cortado la relación.
-¿Y dices que el tal… Edmund esta afuera?- inquirió con desagrado tocando el cinturón de su pantalón.
-Primero que nada es Edward- corregí-. Y segundo…. Si te vas a poner en plan matón no te diré nada- amenacé.
-OK, OK… Tráelo- ordeno.
Suspire y fui en busca de Edward, que estaba aguantando la risa, tire de su cabello y le dije que parara de reírse, él solo beso mis labios y entro a la casa, al encuentro con un Jefe de policía, uno que no dudaría en desenfundar el arma y meterle cuatro balazos en la frente a mi novio vampiro.
Edward entro a la zaparrastrosa sala con pasos gráciles y despreocupados. Mi padre miro la pantalla y a mi novio en repetidas ocasiones, las aletas de sus narices se expandían constantemente y sus dedos tamborileaban en el cinturón del pantalón.
-Mucho gusto, Jefe Swan- saludo Edward con modesta educación estirando su mano para estrecharla con la de mi padre.
-Mucho gusto, Edward- saludo un poco retraído estrechando la mano fría de Edward. Respire tranquila al ver que dijo bien su nombre.
-Había venido solo para presentarme como el novio de Bella- mi sonrisa favorita adorno su perfecto rostro al mirarme unos segundos-. Espero que nos de su bendición.
Charlie lo miro un poco anonadado por la elegancia y educación de Edward, y lo anticuado de las palabras. Yo no sabía donde meterme para poder reírme a grandes carcajadas por la cara de mi papá. Estaba cien por ciento segura que en su cabeza estaba recordando el primer encuentro con Jake y su forma tan educada de decirle que éramos novios.
-Mientras Bella te acepte, por mi esta bien- mi padre sonrió y su rostro se volvió joven.
Me acerqué a él y le rodeé la cintura con mis brazos, plantando un beso en su mejilla. Lo vi sonrojarse y ponerse incomodo lo que provoco que una risita se escapara de mis labios. Pero esto no terminaba aquí.
-Padre, veras, este fin de semana Esme me invito a su casa…- vi como las expresiones bailaban por su rostro, pero antes de que me diera una negativa proseguí-. El doctor Cullen y sus hijos se irán de campamento ya que habrá buen clima, mientras que la Señora Cullen se quedara en casa, sería como una pijamada…
-Preferiría hablar con Esme- dijo mi padre y se sentó en el sillón a mirar sus tradicionales partidos.
Nos miramos con Edward y nos encogimos de hombros, sabiendo de ante mano que Esme convencería en la falsa pijamada.
Los días pasaron y pronto llego el ansiado fin de semana. Esme había hablado con mi padre personalmente y lo convenció, claro que antes deslumbrándolo un poco. Estaba en mi cuarto con Alice preparando mi bolso, ya que solo serían dos días, pero Alice estaba metida en mi closet buscando que llevaría.
-¡Por Dios Bella!- chilló aventando mi ropa al suelo-. ¿No tienes otra cosa que no sean vaqueros, remeras y poleras?- me miro con expresión seria.
-Lo siento, tenía ropa de verano, pero la deje en Phoenix- me encogí de hombros-. Estas exagerando, solo es un par de días, ni que fuera a quedarme todo un mes.
-No sabes de lo que hablas- me señalo con un dedo en modo amenazante y volvió a su tarea de tirar mi ropa-. Además con las visitas que tendremos…. Debes estas bellísima, se morirá.
Lo último lo dijo para si misma, pero mi curiosidad me pico e intente indagar que o quien iría este fin de semana.
-¿Y quien será el que me vera a la moda?- arqueé una ceja.
-Ten paciencia, hoy mismo se conocerán.
Luego de eso y maldecir al tener que ir a comprar nuevas ropas. Alice me entrego m neceser y… nada más. Me empujo por la puerta de casa y se despidió de Charlie alegando que me devolverían en una pieza.
Alice manejo como loca a la casa de los Cullen y en cuanto puse un pie en el amplio jardín ella salió disparada hacia el centro comercial…
-Bienvenida a casa, amor- me recibió Edward con un fuerte abrazo y un dulce beso-¿Haz logrado sacarle algo a Alice?- pregunto mientras subíamos las escaleras de la mano.
-Solo dijo que alguien vendría.
-Esta bloqueando su mente por lo que no se que piensa- se mostraba preocupado-. Por algún motivo no me agrada que lo haga.
-¿Pasará algo malo?- pregunte ahora preocupada.
-Si fuera algo malo, malo, nos lo diría- me aseguro-. Pero cuando es algo malo, divertido para ella, para algunos de nosotros, nos lo oculta.
-¿Qué piensas que sea?-inquirí entrando en su cuarto y sentándome en su… ¿cama?- ¿Qué es esto?- la señale.
-No tengo idea y…eso se llama cama- contesto divertido.
-¿Y para que es? Si tú no duermes.
-No es para mí- se sentó en ella-. Bueno…será para mí pero solo para dormir contigo- sonrió ampliamente.
-No era necesario- le reproche y me senté a su lado.
-Para ti lo mejor- tomo mi rostro entre sus pétreas manos y rozo sus labios con los míos.
Mi lengua delineo su labio inferior y él abrió su boca dejándome entrar. Ambas lenguas se acariciaron y masajearon felices de sentir a la otra. De a poco el pedo de Edward me fue empujando a recostarme en la cama. Enrolle mis brazos en su cuello y abrí mis piernas para que se acomodara mejor.
De repente la puerta se abrió de un golpe y una voz chillona rompió el momento.
-¡Eddie, cariño!
Tanto Edward como yo miramos hacia la puerta, para encontrar a una rubia, y hermosa, vampiresa.
Otra vez estuve segura de tres cosas.
Primero, Alice me las iba a pagar.
Segundo, Edward tenía algunas cosas que explicarme con respecto a esa vampira
Y tercero, a este ritmo, este no iba a ser el mejor fin de semana de mi vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario