Capitulo 4
EDWARD POVMe encontraba sentado en el banquillo de mi piano, tocando mis composiciones. Últimamente me sentía un poco deprimido, una extraña sensación me oprimía el pecho., mi sentido psíquico me decía que algo malo iba a pasar, algo para toda la familia, pero iba a ser peor para mí.
Había hablado canalice respecto a eso, pero me aseguro que nada malo pasaría.
Ahora, con mayor pensaba en Bella, me estaba obsesionando con eso, pero algo no se cerraba. Cada vez que podía me iba al estudio de Carlisle a investigar, pero como siempre, no llegaba a nada. Tanto Esme como yo, nos regañábamos por seguir con lo mismo.
-Eso suena muy triste-dijo Esme a mis espaldas, no me había dado cuenta de lo triste y melancólico de mi composición.
Con un rápido movimiento cambie las notas improvisadas por la canción de Esme.
-Nunca me cansaré de escucharla-se sentó a mi lado, apoyó la cabeza en mi hombro y tarareo su canción al mismo tiempo que sonaba en el piano.
-¡Edward!-grito Alice desde la planta alta, no me sorprendí en lo más mínimo, ya que ella siempre gritaba de esa forma para asustarme.
-¿Qué sucede, Alice?-pregunto Esme preocupada.
En ese momento me gire a ver a mi hermana, quien tenía la cara desfigurada por el terror y el pánico.
-¿Qué pasa?-me acerque a ella, tenía la mirada perdida hacia algún lado y respiraba agitadamente.
-¡No lo se!...son visiones, varias…nos las entiendo… ¿Quién es ella? ¿Por qué hace eso?-murmuro las preguntas más para si misma.
-Tranquila-le pedí tomándola de los hombros y encaminándola hacia los sillones de la sala, donde estaban todos con cara de preocupación-. Muéstrame lo que viste.
Mi hermana obedeció y comenzó a reproducir las visiones en su cabeza.
Era una habitación oscura, pero se podía distinguir la silueta de una muchacha de cabello largo y ondulado, estaba de espaldas y se podía escuchar su respiración agitada, de repente unas manos blancas corrieron el cabello de la joven dejando descubierto su pálido cuello a la vista, las manos inclinaron un poco la cabeza da chica…la visión se corto y apareció otra, era la misma chica, estaba parada en un bosque, rodeada de vampiros, estos saltaron y ella se coloco en posición de ataque, nuevamente la visión se corto y apareció otra.
Era nuestra casa, consumiéndose en llamas, otra vez la misma joven apareció, estaba parada al frente de la casa, dándonos la espalda. Emmett, Rosalie y Jasper rápidamente la rodearon.
-Me vendieron…-la voz de la joven sonó distorsionada y entrecortada, por lo que no pude reconocerla.
Se giro hacia mí y sus ojos me miraron con odio y rabia, no entendí por que todos la miráramos sorprendidos. Las visiones se acabaron.
-¿Y bien?-pregunto ansioso Carlisle.
-Es demasiado raro…-murmure para mi misma.
-¿Qué es?-pregunto Esme preocupada.
-Se trata de una muchacha que va a ser transformada, si es que ya no fue transformada-volví a recordar las imágenes-. También la vimos entrenando y luego…
-Estaba quemando nuestra casa-continuo Alice, mirando hacia algún lado.
-¿Qué?-preguntaron todos.
-Estaba quemando la casa. Rosalie, Emmett y Jasper se prepararon para atacarla…
-Me vendieron…-dijo Alice repitiendo lo que la chica había dicho.
-¿Me vendieron?
-Eso fue lo que dijo la muchacha –les aclare.
-Que extraño…-murmuro Emmett.
-¿Cómo era?-pregunto Carlisle.
-En todas las visiones sale de espalda-dije-. Tiene el cabello largo y ondulado, castaño.
-¿Quién es el que la convierte?
-Tampoco pude ver eso, solo unas manos-suspire frustrado.
-Alguien esta jugando con mis visiones-dijo Alice mirándonos por primera vez-. Alguien me esta bloqueando.
-¿Cómo sería eso posible?-pregunto Esme.
-Vulturis-dijimos Carlisle y yo, mirándonos.
-¿Qué tienen que ver ellos?-pregunto Rosalie.
-Ellos adoptan a vampiros dotados-dijo Carlisle caminando por la sala, con una mano en su barbilla-. Lo mas seguro es que tengan una nueva adquisición y nos estén usando como conejillos de indias.
-Quizás…también sean ellos los que van a transformar a esa chica-opiné.
-Pero… ¿Qué tiene que ver con nosotros? ¿Por qué dijo que la vendimos?
-No lo se- dijo mi padre negando con la cabeza-. Pero iré ha hacerles una visita.
-¡Perfecto!-exclamo Emmett, poniéndose de pie-. Yo te acompaño.
-¡No!-grito Rosalie.
-Yo también iré-dijo Jasper- ¿Edward?
-No hace falta preguntarlo-sonreí junto a mis hermanos.
Esme y Alice se lanzaron a los brazos de sus esposos y comenzaron una discusión.
-Edward, Jasper, Emmett…-empezó a decir mi padre, pero le interrumpí antes.
-No te dejaremos ir solo- dije seriamente.
-Tampoco podemos dejarlas solas-miro a las chicas-. Si voy solo, volveré más rápido. En cambio si los llevo a ustedes- nos miro a Jasper y a mí-. Conocen a Aro, en especial tu Edward.
-Nunca sabrás que planean. Si voy contigo…
-Sabrán que algo busco-completo-. Si algo me llegara a pasar, Alice lo vería y si no, es por que algo traman.
Nos quedamos callados unos minutos pensando si estaba bien dejar ir a Carlisle, pero, lamentablemente, tenía razón en todo lo que había dicho.
-De acuerdo-acepte de mala gana.
-Si Eddie dice que está bien-fulmine a Emmett con la mirada, ante el estúpido apodo- Entonces…esta bien-acepto sonriendo y Rosalie suspiro aliviada.
-Aunque te pida ir, no me dejaras-dijo Jasper, cerrando los ojos molesto.
-Gracias-sonrió mi padre-. Me iré en unos días.
Con esas últimas palabras de mi padre, la charla dio por terminada.
No estaba para nada contento con lo decisión que había optado, yo también quería ir, no para ver a los Vulturis o pedir una pelea como lo haría Emmett, simplemente me quería asegurar que era lo que tramaban y que mi padre volviera.
-Me vendieron…
Las palabras de esa joven y las imágenes volvieron a mi mente ¿Quién era ella? ¿Por qué decía que la vendimos? ¿Acaso nos conocía?
Miles de preguntas se formularon en mi cabeza, pero ninguna tenía respuesta.
BELLA POV
Un mes había pasado desde que Aro me contó la verdad, me contó otras cosas con respecto a los vampiros, para nada comparados con los vampiros del mundo de Hollywood. Estos eran completamente diferentes, como que el sol no les hacía nada o que no les hacía falta dormir.
También me había comentado que estos vampiros poseían dones, un sexto sentido que tenían de humanos, que al convertirse se intensificaban y pasaban a ser un don. Aro me dijo que él poseía uno, y era el de leer las mentes, siempre y cuando tocara la piel del que estuviera leyendo.
Me confeso que a mi no me había matado por que yo también poseía un don, aun no sabían cual era y yo tampoco, pero me decía que no podía leer mi mente, que era como toparse con una pared y no podía derribarla.
Todos los días iba a la biblioteca donde estaba Aro, para que me contara cosas de su magnifica y rara vida, ahora ya no tenía miedo y él se veía complacido con que yo no intentara huir u otras cosas.
Le había comentado mi decisión y el prácticamente salto de alegría, de hecho ya había planificado el día y el lugar para hacerlo, lo único era que no le dije nada de mi venganza. Tenía pensado convertirme y salir corriendo en busca de ellos, pero Felix me dijo que no sería lo mejor, primero por que sería una neófito y no me permitirían salir, segundo, por que tenía que entrenar y tercero por que no dejaría que fuera sola a enfrentarme con siete vampiros.
Hablando de Felix, ahora me encontraba con él, caminando por los pasillos de la mano, como lo veníamos haciendo desde hace varios días.
Hoy era el tan esperado día. El día en que me convertirían en una vampiresa.
-Estás nerviosa- afirmo Felix
-Eso no puedes saberlo- contradije yo, haciendo que riera.
-Bella…tu corazón late de una forma, que parece que en cualquier momento reventara tu pecho-se siguió riendo.
-Estúpido sentido auditivo superdesarrollado-murmure bajito.
-Eso también lo escuche.
-Como sea-hice un gesto con la mano restándole importancia-. Es verdad, estoy nerviosa…muy nerviosa.
-Lo se y te entiendo- se paro y se giro hacia mi, acorralándome en una de las paredes, haciéndome sonrojar instantáneamente-. Definitivamente voy a extrañar esto- sonrió y paso, delicadamente, la punta de sus dedos en mis pómulos-. Pero, ¿sabes lo bueno de esto?
-¿Qué voy a vengar de mi mamá?-pregunte alzando una ceja.
-Aparte- tiro su cabeza hacia atrás y soltó una carcajada.
-¿entonces?- me miro unos segundos y luego acerco su cabeza a mi oído.
-Qué voy a ser el primero en enseñarte-susurro seductoramente, haciendo que mi cuerpo se estremeciera.
-¿Enseñarme que?-mi voz sonó temblorosa.
-Muchas cosas-se rió en mi cuello y lo beso ligeramente, haciendo que soltara un suspiro-. Mejor nos apuramos o Aro me regañara.
Sentía las piernas temblorosas y prácticamente tropezaba a cada paso. Felix tenía ese efecto en mí.
-Buenos días, Felix- saludo Gianna con una enorme sonrisa y, como siempre, me ignoro completamente
-Hola- dijo sin mirarla-. Bien, yo no puedo entrar, así que te dejo aquí.
-¿Cuándo te volveré a ver?-pregunte ansiosa y aforrándome más a su mano.
-Bueno días, señor Cullen-saludo Gianna…esperen ¿señor Cullen?
-Hola Gianna. Que gusto volver a verte.
Esa voz la conocía, la recordaba perfectamente. Me gire un poco para ver a Carlisle. Estaba igual, los doce años no le habían echo nada, y claro, si era un vampiro. Las lágrimas comenzaron a amontonarse en mis ojos, lo extrañaba, hacía tanto que no lo veía, seguía teniendo ese porte de elegancia, caballerosidad, de todo líder, y su sonrisa amable, tal y como lo había conocido hacia tantos años.
Él volvió su vista hacia nosotros, estaba ansiosa de que me viera y me reconociera, que me abrazara y me dijera cuanto me habían extrañado, pero antes de que sus ojos se toparan con los míos la capa de Felix de tapo la vista.
En ese momento caí en cuenta, yo no tenía que estar feliz de verlo, yo tenía que estar gritándole en la cara que era un acecino, que no se preocupaba por otra cosa que no fuera el mismo y su maldita familia.
Felix me pego más a su cuerpo y me envolvió mas en su capa, ahora entendía, no quería que Carlisle me reconociera.
-Hola, Carlisle-saludo cordialmente- Hace tiempo que no se te ve por esto lados ¿Qué te trae por aquí?
-Hola, Felix. Solo vengo a visitar a unos viejos amigos.
-Oh…lamento decir que el señor Aro no podrá atenderlo- dijo Gianna.
-¿No? ¿Por qué?
-Bueno, vera…- deje de escuchar ya que mis pies estaban flotando
-¿A dónde me llevas?-pregunte.
-A un lado donde no pueda escucharte ni olerte-la voz de Felix sonaba mordaz.
Me llevo volando unos segundos más hasta que se escucho la voz de Aro.
-Felix, puedes dejarla aquí- le ordeno.
-Si, amo-su agarre en mi cintura se hizo más fuerte junto con mi respiración-¿me permite un segundo?-prácticamente lo rogó.
-Claro-Aro sonrió con picardía y entro en la habitación.
-Tengo miedo-confesé a punto de llorar.
-Lo se- acuno mi cara entre sus manos y me obligo a mirarle-. Te estaré esperando, no quiero decir lo que te espera, pero…trata de mantener tu cabeza en otro lado ¿si?-con el ceño fruncido, al no entender lo que me decía, asentí-. Me voy a quedar a tu lado, aunque no me veas o sientas, pero voy a estar ahí y seré lo primero que veas cuando abras los ojos- me prometió, podía ver en sus ojos que él también estaba asustado.
Lo siguiente no lo espere, Felix había apoyado sus fríos labios sobre los míos, al principio fue un rose, pero luego lo intensifico un poco, delineando mi labio inferior con su lengua, no pensé un segundo más y abrí mi boca, dándole el acceso completo a ella.
Nuestras lenguas jugaron acompasadas, como si ya se conocieran. Las manos de Felix ahora descansaban en mi cintura, apretándola un poco, mientras que las mías estaban en su pecho. El aire comenzó a faltarme y parecía que él no notaba aquello, por lo que tuve que separar bruscamente mi cara. Apoye mi frente en su hombro y jadee, tomando todo el aire que podía.
-La próxima vez será mejor- susurro en mi oído y me enderezo-. Ya entenderás por que lo digo-me dio un corto beso y me abrió la puerta donde Aro me estaba esperando-. Te veo al rato-murmuro y yo entre en la oscura habitación.
Apenas puse un pie dentro de la habitación y la puerta se cerró detrás de mí, haciendo que saltara del susto.
-Me alegra que Felix, por fin, haya encontrado una compañera-dijo Aro y a pesar de no verle la cara, sabía que tenía una sonrisa.
-¿Por qué no prende la luz?-me atreví a preguntar.
-Querida- su voz sonaba ahora en mi oído-. De verdad, no te gustaría ver mi cara en estos momentos-sentí sus manos en mi cuello-. Prometo otro día contarte el por que.
Lo próximo que sentí fue sus labios y una fuerte punzada en mi cuello, reprimí un gritito, pero se escapo un quejido. Aro pasó sus manos por mi cintura, al momento en que yo sentía las piernas flaquear, apoye mis manos en los hombros de Aro, pero estas pronto se deslizaron a cada lado de mi cuerpo.
Ya no sentía mis brazos, ni mis piernas y sentía que la conciencia me abandonaba rápidamente, mis ojos se cerraban lentamente y solo fui conciente del ardor que se expandía por mi cuello.
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