jueves, 18 de noviembre de 2010

Capitulo 3- EAM

Capitulo 3
Las horas se le estaban pasando con suma lentitud. Sentía que hacía más de una eternidad que estaba sentada en aquel pupitre y el instituto no terminaba. Faltaban solo dos horas para que todas sus actividades terminaran, dos horas para recuperar su tonto teléfono….dos horas para volver a ver a Edward. Miró con ansiedad la ventana, que daba justo a la entrada del colegio, esperando ver en cualquier momento el Volvo plateado apareciera.
Suspiró al ver que no estaba. Como tic nervioso, golpeó rítmicamente el cuaderno con su lápiz haciendo un sonido enfermizo, que solo a ella molestaba. Alice, quien estaba en el pupitre de atrás, le picó la espalda con su propio lápiz, para llamar la atención.
-Cálmate- susurró bruscamente.
-Si estuvieras en mi lugar estarías peor- le susurró de vuelta.
-Exageras-le palmeó el hombro y volvió a prestar a tención a la clase.
Bella intentaba comprender que era lo que su profesor de matemáticas explicaba con tanto empeño y concentración. Pero no podía, su mente estaba en otra parte, en algo más importante que una tonta clase de números. Cada dos minutos miraba el reloj y sentía sus manos sudar cuando veía que en cualquier momento el timbre sonaría.
Miró hacia la ventana, pero la entrada seguía despejada de cualquier auto plateado. El golpeteo se volvía cada vez más fuerte, tanto que sus compañeros de alrededor la miraba con curiosidad y molestia. Cuando el timbre sonó pegó un salto y guardó todas sus cosas precipitadamente en su mochila. Fue la primera en salir, prácticamente corría por los pasillos atestados de alumnos.
-¡Espera, Bella!- escuchó que le gritaba Alice, sin embargo ella siguió caminando.
Sintió como los delgados dedos de Alice la tomaban por el antebrazo y la hacía detener.
-Tienes que tranquilizarte-le dijo agitada por la carrera.
-No puedo evitarlo.
-Solo tienes que respirar hondo-le aconsejo-. Vamos, respira conmigo- sugirió mientras tomaba una gran cantidad de aire.
Bella la miró como si estuviera loca. Tomó aire y lo soltó lentamente junto a su amiga.
-No funciona- le hizo saber, pues se sentía más ansiosa.
-Tienes que respirar más veces- rodó los ojos-. Intenta aparentar despreocupada, de ese modo no lo ahuyentarás.
-No entiendo porque estoy tan nerviosa- admitió con pánico, secando sus manos en la pollera.
-Porque te gusta-dijo con obviedad-. Ahora ve, aparenta despreocupada, te devuelve el teléfono y le pides que te lleve al estudio.
-Ok, despreocupada, teléfono, que me lleve al estudio…-caminó más tranquila mientras salía del edificio- ¡¿Qué?-chilló al caer en la cuenta de sus palabras.
-Yo no puedo, lo lamento- la miró con tristeza y corrió hacia su auto-. Te llamaré en la noche- gritó desde su auto y salió pitando fuera del aparcamiento.
Bella quedó perpleja ante el desplante de su amiga. Sacudió la cabeza y caminó con deliberada lentitud hacia la entrada del colegio. A cada paso sentía como su corazón palpitaba más fuerte y rápido, igual que su respiración. Su estómago se había encogido y en su garganta se había formado un enorme nudo.
Su respiración se paró, al igual que su corazón, cuando lo vio apoyado sobre su auto de manera sexi. Tan sexi. Tenía unos anteojos negros que le sentaban de maravilla, parecía una estrella de cine. A pesar de que cubrían sus ojos, supo cuando estos se posaron en ella.
-Hola-la saludó con voz seductora que hizo que se derritiera.
Bella no podía abrir la boca para decir nada, y se regañó mentalmente por ser tan estúpida y tan niña. Fue en ese momento cuando alguien chocó contra ella. Su mochila cayó y sus cosas se esparcieron por el suelo junto con las de otra persona.
-Tenías que ser tu, Swan-gruñó una voz que ella conocía tan bien, Jane.
-Deberías fijarte por donde caminas- le secundó Jessica, otra perrita faldera.
-¿O porque eres modelo te crees que puedes pasar por donde quieras?- cuestionó Lauren.
Bella las ignoró y se agachó a recoger sus cosas. Por haber estado tan ansiosa, había dejado la mochila abierta y las sus pertenencias había volado. Con un suspiro se puso a guardar sus pertenencias en la mochila.
-¡Cuidado!-chilló Jane arrebatándole un CD que había recogido por error-. No tomes cosas que no te pertenecen.
Cerró los ojos y contó hasta diez para no tener que contestarle a la niña con cuerpo de una preescolar.
-¿No tienes suficiente dinero que andas robando de los demás?- se burló Jessica.
-¿Acaso tus padres no te enseñaron no robar?- atacó Lauren con desdén- Ups, cierto que no tienes.
Las risitas tontas se extendieron a su alrededor. Eso no lo soportó, tiró la mochila al suelo y se puso de pie encarando al trío de rubias.
-Me enseñaron a no ser una zorra como ustedes- dijo en voz baja acechando a Jane-. Al menos yo tengo el cuerpo de una mujer y no el de una niña de diez años- sonrió socarronamente cuando vio que Jane se ponía colorada de furia-. Tengo respeto por mí misma, como mis padres me enseñaron. Al parecer los suyos se saltaron esa parte.
-¡Perra!- chilló Jane y se abalanzó Bella.
Pero no llegó muy lejos ya que una mano pálida la tomó de la muñeca y la alejó con un poco de brusquedad.
-¿Algún problema con mi novia?- preguntó Edward apretando el frágil brazo.
-¡Ella empezó!-la defendió Jessica, ya que las otras dos habían quedado deslumbradas.
-Yo no lo vi así- la miró por sobre sus lentes y soltó a la chica-. Mocosas- las rebajó y se agachó para terminar de recoger las cosas de Bella.
Se coló la mochila al hombro y tomó la mano de Bella, llevándola hacia su auto. En ningún momento se giró a ver a las niñas. Le abrió la puerta a Bella y entró a su auto, luego arrancó, largándose lejos del instituto.
-Gracias- murmuró Bella apenada.
-¿Quiénes eran?-preguntó sin verla.
-Unas chicas del instituto-bufó y se reacomodó en el asiento-. Desde que se enteraron de…algunas cosas, no paran de molestarme-suspiró cansada.
-¿Por qué eres modelo?-inquirió mirándola de reojo.
-¿Cómo lo sabes?- se sorprendió un poco.
-Te vi en un par de revistas-se encogió de hombros-. Te ves bien- le sonrió de costado.
Bella se sonrojó y miró hacia otro lado. Edward se rió y siguió manejando. Ambos se sumergieron en un silencio en el que estaban cómodos, ninguno tenía la necesidad de decir nada. Pero Bella se dio cuenta de la situación…
-¿A dónde vamos?-preguntó un poco intimidada.
-No tengo idea- admitió y ambos se soltaron a reír tontamente.
-Pues…yo si- se mordió el labio. Edward la miró de forma interrogativa-. Tengo una sesión en…-consultó su reloj-, media hora. Necesito que me lleves, si puedes claro.
-¿Tienes que trabajar?- la miró directo a los ojos.
-Si- asintió enérgicamente.
-¿Dónde es?-preguntó emocionado de ir a una sesión y ver a Bella toda sexy.
-No recuerdo-se rascó la cabeza-. La dirección está en mi teléfono. Ahí anoto todo.
-Bien- lo sacó del bolsillo y hurgó la agenda y comprobó el día y la hora, encontró la dirección, guardó el aparato y condujo.
-Mmm ¿Edward?-le llamó con voz pequeñita.
-¿Si?
-¿Me puedes devolver el teléfono?- estiró su mano con la palma hacia arriba.
-No- le sonrió de modo torcido y la ignoró el resto del viaje. Bella estaba demasiado cohibida y avergonzada con pedirle el teléfono. Tantas molestias que Edward se tomaba con ella, no era justo que le pidiera un error suyo, pero…. ¡Ese era su teléfono! ¡Se lo tenía que devolver cuando ella se lo pedía!
Estaba a punto de ordenarle que se lo devolviera, cuando notó que ya habían llegado al edificio donde trabajaría. Luego vio como Edward le abría la puerta con una sonrisa burlona en el rostro.
-Te tengo una propuesta- le comentó mientras la conducía dentro del lugar.
-¿Qué propuesta?-preguntó recelosa.
-Tranquila, no es nada malo- la tranquilizó-. Te daré tu teléfono si aceptas cenar conmigo.
Bella quedó estática en su lugar, perpleja por la preposición. Edward se rió y la entró en el ascensor.
-Tienes hasta que termines de trabajar para contestarme- le sonrió de lado, nublando aun más la mente de Bella-. Si no, ve pensando en otro celular nuevo.
Y allí estaba ella, sintiéndose como si flotara. No tenía ni idea de que responderle. Sinceramente ella quería aceptar, después de todas las molestias que él se había tomado con ella. Además era solo una cena, no era como si se fueran a acostar o algo parecido. De solo imaginarse a Edward sobre ella, sudado, sonrojado y desnudo…. Sacudió su cabeza y salió del ascensor cuando este se detuvo.
Mientras que Edward rezaba porque ella aceptara, si lo hacía, el resto era pan comido. Un par de elogios, unas pocas insinuaciones, un beso para terminar la noche y eso sería suficiente para tenerla en su cama. Ya se la podía imaginar en su cama, debajo de él, sonrojada, despeinada…. Le daría a la chica el mejor sexo de su vida, e iba a hacerlo tan duro que lo recodaría para toda la vida.
Bella habló con la secretaria y esta le dio el permiso para entrar al estudio. Este estaba decorado con una pantalla negra y unos reflectores apuntando hacia el centro. Unas personas miraban la cámara y arreglaban uno que otro detalle. Había muchas personas, maquillistas, vestuaristas, estudiantes que iban a ser una de esas dos cosas…
Ella siguió caminando, consciente de que Edward la seguía, hasta una mujer de contextura pequeña, cabello rubio atado en una cola de caballo, hablando seriamente con otra mujer que sostenía un vestido.
-Buenas tardes, Erin-saludó Bella.
-¡Bella, cariño!- la tomó por los brazos y beso ambas mejillas-. Mi mejor modelo.
-No es para tanto- se sonrojó haciendo que todos soltaran una risita.
-Me alegra saber que no soy el único que lo piensa- dijo Edward haciéndose notar.
El estudio quedó en silencio, todos observaron al hombre y al reconocerlo se pusieron pálidos. Segundos después todo era un caos, la gente había dejado de hacer sus respectivos trabajos para atenderlo, ofreciéndole algo para tomar, comida, un asiento.
-Señor Cullen-jadeó Erin soltando a Bella.
-Hola, Erin- saludó apropiadamente-. Tiempo sin verte.
-Señor Cullen-suspiró sonriendo como tonta-¿A qué debo el honor de su visita?
-Acompaño a una amiga- señaló a Bella, esta lo miraba confundida.
-Bella, no sabía que era amiga del Señor Cullen- las palabras salieron con cierto rencor hacia la chica.
-Yo tampoco-susurró haciendo que Edward riera.
-Me gustaría ver el trabajo de Bella- se acercó a Erin-. Si haces un buen trabajo, quizás te contrate- su voz sonó ronca y pudo ver como los ojos de Erin se tornaban nublosos. Completamente deslumbrada.
-S-si- asintió y giró sobre sus talones.
-¿Qué fue eso?- le preguntó Bella cuando quedaron solos.
-¿Qué cosa?
-¿Eso?-señaló con su mano todo el estudio, y luego a Erin, quien daba seria y duramente instrucciones al personal.
-Oh, nada de lo que debas preocuparte- palmeó con el dedo índice la nariz de Bella y se sentó en uno de los sillones que había. Automáticamente fue rodeado de mujeres.
-¡Bella!- la llamaron, interrumpiendo su ida hacia Edward. Este la saludó con una sonrisa socarrona.
Suspiró y fue hacia Erin, quien discutía con una vestuarista sobre un vestido. La podre chica parecía a punto de ahorcarla.
-Se va a poner esto, junto a esos zapatos y…-se estiró y sacó una cinta roja- esto.
-Pero…esa no era la ropa que iba a ponerse- le discutió la joven.
-No importa, ahora será esto- le entrecerró los ojos y quitó la ropa de sus manos-. Toma, Bella. Ve a vestirte.
Bella miró a Erin, aquella mujer amable, divertida y maternal se había transformado en una mujer rígida y seria. Obsesionada con su trabajo, o más bien por Edward. Le dio una mirada a Edward, que tenía gesto cansado de tanta atención. Dejó la mochila y caminó hacia les vestuarios.
Mientras tanto Edward le decía por décima vez a una muchacha morocha que no necesitaba nada. Suspiró cuando la chica se marcho con los hombros encorvados. Siempre era lo mismo a donde fuera, lo molestaban en todos lados, no importaba si era de manera inconsciente, siempre le molestó estar rodeado de demasiada gente.
-Erin- la llamó cuando ella pasó junto a él.
-Dígame- sus ojos brillaron de emoción.
-¿Hace cuanto Bella trabaja de esto?-preguntó sin rodeos.
Erin pareció sorprendida, pues no esperaba que Edward le preguntara sobre su amiga.
-Bueno…-se rascó el mentón recordando-. No hace mucho que trabajo con ella. Hace unos seis meses.
-Hace poco- susurró para sí mismo.
-No, creo que ella lleva más tiempo en esto- Erin si lo había escuchado-. A mí me la mandaron de una agencia, cuando vi su currículum decía 15 años.
-Muy pequeña-dijo él, ahora, sorprendido- ¿Sus padres la dejaron de tan temprana edad?
-Bella no habla mucho de sus padres- miró hacia los lados y se acercó a Edward para susurrar-. Según dicen los rumores, ella falsificó las firmas de sus padres y lo está haciendo a escondidas.
-Erin, Bella ya esta lista- le dijo una chica.
Erin se enderezó y le dio a Edward una sonrisa cómplice mientras se retiraba hacia donde Bella la esperaba. Él quedo sopesando en las palabras de Erin, por alguna razón él no veía a Bella falsificando firmas y escondiendo a sus padres en lo que hacía durante medio tiempo. Era ilógico. Sobre todo por la hora a la que llegó la última vez.
Sus padres no la habían llamado, cuando un tal Jacob se había cansado de marcar al número. Y Alice…. ¿acaso sus padres no se preocupaban por su hija? ¿No les importara que llegara a altas horas de la noche? ¿No la cuestionaban cuando llegaba con ropa nueva todas las semanas?
-Edward- Erin lo sacó de sus cavilaciones. Levantó la cabeza y tuvo que apretar la mandíbula para que esta no callera- ¿Así está bien?
Bella se veía hermosa. Metida dentro de un vestido negro strapless, bien ajustado arriba, remarcando sus pechos, y caída suelta hasta medio muslo. Sus piernas estaban a la vista, largas, finas y contorneadas. Otro esfuerzo para no babear. Llevaba unos zapatos de tacón rojos, junto con una chaquetilla esta la cintura color roja.
Se cabello estaba más peinado, en suaves bucles que descansaban en sus hombros. Nuevamente sus labios estaban de un color rojo intenso. En ese preciso instante se le cruzó por la cabeza un pensamiento morboso… yo puedo ponerlos igual de rojos.
-Sí, así esta perfecta- arrastró la última palabra y comió con los ojos a Bella
Esta se cohibió un poco, pues estar bajo el escrutinio de Edward la hacía ponerse nerviosa y ansiosa.
-De acuerdo ¡Empecemos!- ordenó Erin y todos comenzaron a trabajar.
Edward se acomodó aun más en el sillón y observó el trabajo de Bella. Estaba justo frente a él, posando y exhibiendo su cuerpo naturalmente, lo que la hacía verse sumamente sexi. Escuchaba como Erin le daba instrucciones de cómo ponerse, pero él solo miraba a Bella, no escuchaba otra cosa.
Por otro lado, Bella se sentía torpe, sentía que su cuerpo no se movía como ella quería. También sentía los ojos constantes de Edward sobre ella, peor para sentirse cómoda. Nunca antes había tenido espectadores, que no fueran los mismos del trabajo, Alice o Jacob. Sin poder evitarle miró a Edward y quedó enganchada a los ojos esmeraldas.
Su cuerpo se relajó y comenzó a posar para él, solo a él. Edward sintió su pantalón pequeño ante la ardiente y penetrante mirada de Bella. Ya no sabía si iba a poder aguantar hasta después de la cena para poder probarla.
Para su desilusión, y alivio, la sesión termino y se llevaron a Bella para que se cambiara de ropa. De inmediato se puso en pie y casi corrió hacia donde Erin estaba checando las fotos tomadas en el monitor de una PC.
-Quiero que me des un par de esas-le ordenó.
-¿Qué? Quiero decir-carraspeo-. Estas son para la revista People, no creo que me dejen darle…
-Erin- la calló levantando la mano-. Si te pido un par, quiero que me las des. Te pagaré por ellas.
-De acuerdo- asintió no muy convencida.
-No te preocupes, antes hablaré con ellos- le puso una mano en el hombro y lo apretó ligeramente- ¿Esa ropa se la darán?- señaló hacia el vestidor.
-Sí, es por el trabajo duro que hace- asintió.
-Genial- se acercó al vestidor y tocó levemente-. No te cambies de ropa- murmuró contra la puerta-. A menos que no quieras tu teléfono.
La puerta se abrió y Bella quedó a pocos centímetros de Edward.
-¿Cómo se que solo será una cena y no un intento de llevarme a la cama?- murmuró un poco molesta. Eso tomó por sorpresa a Edward.
-¿Qué te hace pensar eso?- le preguntó el tratando de disimular el hecho de lo atrapara.
-Por la forma en la que me mirabas- frunció el ceño y se acercó más a Edward-. Podía verlo en tus ojos, los mismos con los que todos los hombres me miran.
-¿No crees que estas siendo un poco perseguida?-alzó una ceja molesto.
-¿No crees que estas siendo un poco idiota?- se cruzó de brazos.
Ambos clavaron la mirada en los ojos del otro. Edward estaba impresionado por la nueva actitud de Bella. No esperaba verla a la defensiva, tan perspicaz. Eso le hacía encenderse aun más por ella. Mientras que Bella se sentía molesta, furiosa, indignada. Ella había esperado otra cosa de Edward, se lo imaginaba un caballero, amable y gentil. Pero solo era otro hombre más, que no veía más allá de su físico.
-Sabes, puedes quedarte con mi teléfono- descruzó los brazos y volvió a entrar al vestuario.
-Espera- apoyó su mano en la puerta antes que se cerrara y se deslizó dentro, cerrándola detrás de él-. No sé porque actúas de ese modo conmigo, Bella- intentó sonar inocente, pues no quería arruinar una buena noche-. He sido demasiado bueno contigo, cuando has cometidos los errores- le recordó y se sintió orgulloso cuando ella se sonrojó, bajando la cabeza.
-Lo hiciste porque querías- le devolvió-. Yo te dije claramente que no era necesario. También te lo pedí de buena gana a que me devolvieras el teléfono-apretó los puños y rechinó los dientes-. Eres un…
-Ok, basta- se pasó una mano por el cabello-. Estamos discutiendo sin sentido- se acercó a ella y tomó sus manos, esta era la última técnica que tenía…jamás había pasado por algo parecido, una mujer no se le negaba-. Eres hermosa, Bella- murmuró con voz ronca-. Es imposible que no te mirara mientras trabajabas. Debería de ser gay si tuviera que ignorarte- a eso último Bella soltó una sonrisita.
-¿De verdad no intentaras acostarte conmigo?- lo miró suplicante, formando un involuntario puchero.
-Claro que no- sonó tan verdadera la mentira que hasta él mismo se la creyó-. No te cambies, así estás perfecta.
Bella se sonrojó y asintió. Edward le devolvió la sonrisa radiante y la jaló fuera del vestuario. Tomó la mochila de ella, junto con el bolso con su ropa de colegio, y se despidió rápidamente del personal. Afuera ya era de noche, pues eran las siete, hora de comer.
Nunca antes una mujer se le había resistido en lo más mínimo. Sabía que Bella no se le resistía, pero la niña era tenaz e intentaba alejarse de él. Pero lo que ella no sabía era que él era tan o peor de tenaz de que ella y haría lo que estuviera en sus manos para tenerla una, únicamente, noche un su cama.
Bella no iba a ser la excepción, en nada.

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