jueves, 18 de noviembre de 2010

Capitulo 10- EAM

Capitulo 10
Eran las 6:30 de la mañana cuando el despertador comenzó a sonar, con el peculiar sonido chirriante que se colaba hasta lo más profundo de los sueños arrancándote de ellos sin piedad. Edward abrazó aun más fuerte el cuerpo de Bella, hundiendo su cara en la nuca de ella y gruñendo bajo. No tenía deseos de levantarse, no cuando hacía menos de dos horas que había conciliado el sueño.
Después de que Bella se durmiera él se había quedado mirándola y al poco tiempo ella había comenzado a hablar en sueños. Había sido realmente entretenido y adorable escucharla llamarlo en sueños y confesarle sus sentimientos. Había pasado la mayor parte de la noche observándola, cuando ella había dejado de hablar, en forma definitiva, el se durmió y eso había sido alrededor de las cinco de la mañana.
Levantó una mano y golpeo el ruidoso aparato tirándolo al suelo en un fuerte estruendo. Se acomodó bajo las sabanas y cerró unos minutos los ojos, absorbiendo el aroma y el calor de Bella, no quería levantarse, no quería romper la comodidad en la que estaba o despertarla a ella, que se veía sumamente pacífica. Pero lamentablemente hoy era el comienzo de la semana y ambos debían ir a cumplir sus tareas.
-Bella- la llamó acariciando la tersa mejilla de ella con su nariz-. Despierta- susurró contra su labio.
Ella se removió y giró en sus brazos. Abrió un somnoliento ojo y le miró con cierta irritación, luego volvió a cerrarlo y escondió su rostro en el pecho de Edward. Este se rió y la atrajo más a su cuerpo, le agradaba saber que ella no quería levantarse.
-Bella- volvió a llamarla.
-No quiero- gruñó ella entrelazando sus piernas.
-Debes ir al instituto y yo a trabajar- se rió.
-No me importa- rebatió de mala gana.
-Qué más quisiera yo que nos quedáramos como estamos- suspiró el besando el tope de su cabeza-. Pero tenemos responsabilidades- dijo con amargura.
Ahora fue el turno de ella para reírse.
-Ni que tuviéramos un hijo- se carcajeó y se sonrojó de inmediato al reparar sus palabras.
-Cierto, pero tenemos responsabilidades peores, el trabajo y la escuela- ambas profesiones salieron de su boca como si fueran malas palabras-. Al menos un hijo te prohíbe ir a trabajar.
-Buenos días- saludó ella besando ligeramente los labios de Edward.
-Muy buenos días- le devolvió el saludo.
Bella se desperezó en la cama sintiendo sus extremidades sonar por pasar tanto tiempo relajadas. Se sentó en la cama y observó la habitación, extrañamente se sentía familiarizada con ella, era como si siempre hubiera estado despertando en ese lugar.
-¿Cómo dormiste?- le preguntó Edward apoyándose en el respaldo de la cama, dejando su pecho al descubierto.
-De maravilla- contestó ella, pero no sabía si era hacia la pregunta de Edward o hacia la perfecta vista que tenía de él. Sacudiendo su cabeza le devolvió la pregunta- ¿Y tú?
-Mejor que nunca- en parte era verdad y en parte mentira, pero no era necesario decirle algo tan vergonzoso como "oh, no dormí, solo te observé a ti mientras hablabas en sueños y me decías lo mucho que me quieres". Era mejor mantenerse callado, tampoco quería que a ella le diera una combustión espontanea a causa de la sangre en su cabeza.
-¿Puedo usar tu baño?- pidió tímidamente haciendo que Edward pusiera los ojos en blanco.
-Sabes que sí- besó su mejilla-. Yo prepararé el desayuno.
-¿No era que no sabes cocinar?- preguntó alzando una ceja.
-Sera comestible, lo prometo- se rió y se bajó de la cama.
Bella le observó marcharse, sin perder de vista la bien formada espalda de Edward. Desde lo amplios hombros, recorriendo su columna hasta terminar en la espalda baja. Ese hombre era realmente sensual, despedía sexualidad y masculinidad por cada poro de su piel y prometía hacerte pasar una de las mejores noches de tu vida. Y ella casi lo comprobaba la noche anterior. Suspirando se levantó de la cama y la acomodó antes de tomar su bien merecido baño para despertar por completo.
Abrió la ducha y se metió debajo del chorro de agua suspirando aliviada del agua cayendo sobre su cuerpo. Le destensaba los músculos adormecidos y recuperaba su lívido. De pronto se percató de donde estaba, en la ducha de Edward, donde él tomaba sus baños. Cerrando sus ojos se pudo imaginar a Edward desnudo tomando un baño caliente. Se salpicó agua en su cara y se regañó a sí misma por estar imaginando aquellas cosas. No entendía que era lo que le estaba pasando, ella no era de ese tipo de chicas que lo único que tenían en mente era un hombre sexi que las complaciera en todo lo que sus fantasías prometían. Ella era más centrada, ella tenía mentas en su mente, sin embargo ahora ella no podía pensar en otra cosa que no fuera e cuerpo de Edward sobre el suyo, sus labios recorriendo su piel, sus manos…
-Basta- exclamó agitada, luego se giró para abrir el agua fría.
Conteniendo el aliento para no soltar un chillido, aguanto el frío de agua mientras cada gota sacaba el calor de su cuerpo y mente. Terminó de lavar su cuerpo y salió del baño, en la cama estaban sus ropas para el instituto, se vistió, se secó el cabello y luego salió de la habitación hacia la cocina. Pasando por la sala donde el sol entraba de lleno iluminando la estancia. Al entrar en la cocina se encontró a Edward dándole la espalda mientras él cocinaba concentrado. Caminó en puntillas hasta colocarse detrás de él, quería tomarle por sorpresa, pero el tiro le salió por la culata. Edward se giró a tiempo para sorprenderla a ella quien soltó un gritito asustada.
Edward la rodeó con sus brazos, manteniéndola cerca, enterrando su cabeza en el cabello medio húmedo de Bella. Aspiró hondamente sintiendo su cabeza girar al dulce olor a fresas tan frescas, luego le susurró al oído.
-Puedo olerte desde la sala- ronroneó depositando un ligero beso debajo de su oreja, sonriendo satisfecho a estremecimiento de ella.
-Edward- medio gimió y se aclaró la garganta-. Los huevos- le advirtió.
Edward se separó de ella de inmediato recordando la comida que aun tenía en el fuego.
-¿Te ayudo en algo?- le preguntó Bella.
-No, solo siéntate- pidió dedicándole una sonrisa.
Ella asintió y se sentó en la mesa observando que Edward ya se había vestido. Tenía puesto una camisa blanca con una corbata azul, unos pantalones de color petróleo y en la silla de él, había un saco del mismo color. Se veía demasiado guapo y aparentaba tener más edad, pero el cabello desordenado le daba ese aire juvenil que lo caracterizaba. No se podía imaginar a Edward de otro modo, sin ese cabello no sería él.
Edward les sirvió el desayuno y se sentó en la mesa a comer y ver el periódico. Como todas.
-¿Qué harás hoy?- preguntó Bella curiosa.
-Bueno…- dejó de lado el periódico mientras pensaba-. Hoy va a ser un día demasiado agitado. Tengo unos asuntos que atender en el trabajo.
-Ya veo…- suspiró ella picoteando su comida.
Edward la contempló entre divertido y enternecido, ella quería pasar tiempo con él, como lo deseaba también, pero ahora tenía cosas que hacer, trabajo que terminar. Había llevado trabajo atrasado a su casa para adelantarlo durante el fin de semana, ya que nunca se había imaginado que se encontraría de nuevo con ella. Sus papeles habían terminado en el estudio que estaba al lado de su habitación y ahí quedaron durante los últimos dos días. También debía de contratar a una secretaria nueva, ya que no podía seguir con Heidi en un mismo ambiente, la mujer lo volvería loco y acosaría por abandonarla en el parque. Se sorprendía que no le hubiera estado llamando a su celular. Aunque eso no lo podía saber, no había tocado su teléfono durante su estadía con Bella.
-Si quieres, nos podemos juntar para almorzar- sugirió queriendo animar a Bella.
-No podemos salir del instituto- le sonrió en modo de disculpas- Además, ahora que lo pienso, tengo deberes que terminar y pedir apuntes para los finales de exámenes.
-Entonces… te paso a buscar.
-Tampoco creo que pueda- se encogió en su asiento-. Alice tiene pensado secuestrarme para que le cuente todo y tengo que volver para encargarme de Jacob.
Al escuchar el nombre de aquel moreno frunció el ceño.
-¿Por qué debes de darle explicaciones a él?- inquirió con voz profunda y molesta.
-Ya te dije- se mordió el labio para no reír-. Él es como mi hermano, y suele hacerme los mismos escándalos que uno real, ya me escapé de él anoche, otro día más y es capaz de llamar al FBI para que me busquen.
Edward bufó y picó, con más fuerza de la necesaria, la comida antes de metérsela a la boca. Bella juraría haber escuchado los dietes de él morder el tenedor. Intentó no reírse para no molestarlo aun más de lo que estaba. Era obvio que él estaba celoso, pero no tenía de que, Jacob era como su hermano, él no quería nada con ella, no en ese plano sentimental. Terminaron de comer y él seguía con cara sombría, antes de que se levantara de su asiento, ella se sentó en sus piernas y le rodeó el cuello con sus brazos.
-No tienes por qué sentirte celoso- murmuró.
-No es lo único que me preocupa- suspiró abrazándola-. Jacob no me preocupa mucho porque sé que me elijarás a mi- dijo de manera posesiva y superior haciendo que Bella riera-. Me importa que no pueda verte hasta quizás mañana.
Ella se separó un poco antes de inclinarse y besarle dulcemente, se había vuelto adicta a esos labios y definitivamente lo extrañaría durante todo el día. Edward le lamió las labios pidiéndole que los abriera, obedeciendo ella lo hizo y gimió ante el contacto de sus lenguas enrollándose. Edward la besaba con tanta posesividad y pasión que le quitaba el aliento, haciendo que su cabeza diera vueltas. Le devolvió el beso lo más pasional que pudo, pero le era imposible tratar de estar a la altura de él, quien parecía querer comérsela.
Sus dedos estaban presionados sobre los cabellos broncíneos de Edward, atrayéndolo hacia ella, queriendo fundirse con él. Aquel sentimiento tan irracional, que la atacó anteriormente, la poseyó de nuevo. Quería arrancar esa camisa, tirarla por sobre su hombro y sacias esa hambre del cuerpo de él.
Pero demasiado pronto, para su gusto, Edward se separó, poniendo un alto entre ellos. Uniendo sus frentes trataron de regularizar sus respiraciones el ritmo de su corazón.
-Me siento como un adolescente hormonal- se quejó Edward.
-Eso fue ofensivo- le regañó ella poniéndose en pie-. Ya tenemos que irnos.
-A sus órdenes- le hizo un saludo militar y limpió los platos mientras Bella buscaba sus pertenencias.
Tomó su mochila y su neceser, caminó por la habitación y sintió opresión en su pecho al saber que se tenía que marchar. Se sentía estúpida, pues no era la última vez que vendría, pero el problema era que no quería marcharse, no quería volver a su casa, quería volver a esta. Quería compartir con Edward este lugar.
Sintiéndose más tonta que antes, salió del cuarto, encontrando a Edward en la entrada de su casa con un maletín y saco en mano.
-¿Lista?
-Lista- asintió.
Él la tomó de la mano y la guió hacia donde estaba su auto. En el camino hacia el instituto ellos no dijeron nada, solo mantuvieron entrelazadas sus manos. Edward aparcó en la entrada del instituto y se giró para encararla. Ella miraba por la ventanilla, podía ver como varios estudiantes miraban intrigados el auto e intentaban con disimulo ver dentro de este, pero al tener los vidrios pintados les era imposible ¿Qué pensarían ellos al verla bajar a ella de aquel auto? Nuevamente sería como el primer día, habría susurros y murmullos por todos lados cuando ella caminara. Se crearían rumores estúpidos y la molestarían hasta el cansancio.
-¿Pasa algo?- le preguntó Edward.
-Nada- mintió y él lo supo-. Solo que no quiero irme- no era del todo mentira, pero no era necesario preocuparlo a él por cosas internas.
-Encontraré un momento para que nos veamos. Aunque sean unos minutos.- le prometió besando el dorso de su mano.
-Esperaré hasta entonces- sonrió ella inclinándose para besarle.
Él acunó su rostro en sus manos antes de besarla lenta y abrasadoramente. Con reticencia se separó de ella, si la besaba un segundo más le sería imposible dejarla marchar. Se sentía tan débil, frágil, y todo por las emociones que lo dominaban hasta doblegarlo.
-Que tengas un buen día- dijo ella tomando sus cosas y abriendo la puerta del auto.
-Igual para ti- le sonrió.
El tiempo parecía haberse detenido, los alumnos se quedaron quietos y se giraron a mirarla, muchos abrieron sus bocas asombrados de verla a ella bajar para lego girarse y comenzar a cotillear. Ya podía imaginarse de los rumores "La modelo huerfana de la escuela encontró a un súper empresario para mantenerla"
-Buenos días, Bella- la voz de su amiga fue un alivio para ella.
-Buenos días, Alice- le saludó de vuelta.
Bella se giró para darse cuenta de que Edward ya se había marchado. Suspirando emprendió camino hacia el edificio, sabiendo que Alice le pisaba los talones. Las miradas se hicieron más intensas y molestas. La miraban sin vergüenza y la apuntaban sin ser discretos. Abrió su casillero de un tirón y guardó su neceser golpeándolo.
-¿Por qué tan enojada?- preguntó Alice arqueando una ceja. Luego su mirada se volvía maliciosa- ¿Acaso Edward no te atendió como promete? ¿U olvido los preservativos en el baño?
Bella le tapó la boca cuando su amiga comenzó a reír a carcajadas limpias atrayendo la atención de varios alumnos que caminaban por el pasillo. Colorada le hizo señas de que dejara de reírse, Alice se rió un poco más antes de controlarse y calmarse.
-Ya.
-El problema no es Edward- aclaró y se apresuró a contestar cuando Alice abrió su boca-. El problema son ellos- miró a su alrededor-. Otra vez comienzan los rumores- suspiró abatida mientras se recostaba contra los casilleros.
-Bella, a estas alturas deberías de no preocuparte por ellos- le palmeó el hombro-. Mientras que tú sepas la verdad, los demás pueden creer lo que quieran.
-Lo sé- dijo con voz cansina-. Es solo que es tan molesto.
-Sip. Pero ahora tienes una deuda que saldar conmigo- entrelazó su brazo con el de su amiga y caminaron por el pasillo.
-¿Qué quieres saber?- preguntó sonriendo.
-Absolutamente todo.
Antes de que pudiera comenzar a hablar, al doblar una esquina, se chocaron con un grupo de estudiantes, todos hombres. De no ser porque iba con Alice hubiera caído al suelo.
-Bella- ella reconoció la voz de inmediato, el miedo y la culpa la embargaron pues no estaba preparada para encontrarse con esa persona.
-Mike- susurró con pánico.
-Hey ¿Cómo te encuentras?- preguntó con preocupación-. El otro día te marchaste en tal mal estado que me quedé preocupado.
-Yo…- balbuceo y buscó la mirada a su amiga, ella se encogió de hombros sin saber que decir.
¡Increíble! Alice Brandon no sabía que decir. Eso era sumamente extraño y alarmante, se maldijo a si misma de no tener una cámara para grabarla.
-Lamento mucho eso- se disculpó escondiendo su cara.
-Me importa que te encuentres bien- dijo él con voz conciliadora extrañando a las dos muchachas.
-Gracias por preocuparte- le sonrió-. Prometo que te recompensaré.
-Se que lo harás- sus ojos brillaron con malicia por solo un segundo antes de volver a esa mirada picara y preocupada-. Nos vemos luego, chicas.
Sin esperar a que ella dijera algo, él se unió a su grupo de amigos y se marcharon a sus respectivas aulas, riendo y bromeando entre ellos, dejándolas completamente atónicas y con sus bocas por el suelo
-Ok, eso fue extraño- dijo Alice saliendo de su aturdimiento.
-Realmente no esperaba esto- dijo sorprendida.
-¿Qué esperabas?
-Que me ignorara o que me regañara- se rascó la cabeza-. No que se comportara así.
-Bueno… quizás el chico maduro en este fin de semana- se encogió de hombros.
-Sí, quizás tengas razón- pero ella no estaba del todo convencida. Ella había notado algo raro en la mirada de Mike al igual que esa preocupación hacia su persona.
-O a lo mejor no le interesabas tanto como aparentaba.
-Como sea- le restó importancia y dejó el tema de Mike de lado, no era algo que le preocupara, si el chico no aparentaba estar molesto entonces ella no tenía nada que ver con él.
.
Las manecillas del reloj parecían retroceder en vez de avanzar. El poco trabajo con el que había comenzado se duplicó en cuestión de minutos y sentía que estaba trabajando solo en aquel edificio ¿Cómo era posible que en unos días el trabajo se cuadruplicara? ¿Acaso los manager de modelos y los mobiliarios no tomaban descanso? Miró el reloj de la pared y suspiró cansadamente mientras tiraba los papeles sobre el escritorio mientras se recargaba sobre su silla.
Cerró sus ojos y se dejó volar por unos minutos, se sentía cansado. El no haber dormido le estaba pasando factura, sentía su cuerpo pesado y débil, no tenía secretaria que le trajera café y tantos papeles no le ayudaban mucho. Su celular comenzó a sonar y vibrar dentro de su pantalón. Con un gruñido lo sacó y observó quien era. Si no eral alguien importante tendría que llamar en otro momento ya que no se encontraba de ánimos para más trabajo por teléfono. Pero su día se alegró al notar que era Bella el que lo llamaba. Apretó el botón de aceptar la llamada y se colocó el teléfono en el oído.
-Hola- saludó con más efusividad de la necesaria.
-Hola- la dulce y suave voz de Bella le devolvió la fuerza que había perdido durante la mañana- ¿Estas ocupado?
-Para ti, nunca.
-Genial- se rió-. Me alegra saber que acaparo tus horas de trabajo y soy importante.
-Acaparas todo mi tiempo y obviamente eres importante- dijo él sabiendo que ella se sonrojaría ante esas palabras- ¿Qué haces?
-Esperando a que Alice traiga mí almuerzo- podía escuchar el sonido de bullicio detrás de la voz de Bella-. Espero no estar interrumpiendo el tuyo.
-Para nada, no he parado ni para comer- dijo cansado.
-Te escuchas cansado- dijo Bella preocupada- ¿Has dormido bien anoche?
-Anoche fue la mejor de todas y claro que he dormido bien- mintió en lo último- Es solo el trabajo que me tiene abatido y… el no tenerte conmigo.
Escuchó a Bella reírse del otro lado de la línea, una risita de pena.
-Yo también te extraño- le respondió ella.
Con todas sus fuerzas deseo poder tenerla ahí para poder besarla. Realmente la extrañaba de tal modo que le dolía. Estaba a punto de decirle cuanto la quería cuando la puerta de su oficina se abrió fuertemente asustándolo.
-¡Hermano!- gritó Emmett entrando por la puerta- ¡Vamos a comer!
-¿Quién es?- preguntó Bella
-Mi hermano- gruñó y tapó el teléfono de modo que Bella no escuchara- ¿Acaso no sabes tocar antes de entrar? Estoy al teléfono.
-Cuanto lo siento- dijo sarcásticamente- ¿Quién es? ¿Bella? ¡Hola, Bella!- gritó en su oído.
-¡Emmett!- gritó alejando a su hermano, quien quería arrebatarle el teléfono de las manos.
Ambos comenzaron a pelear como niños por el móvil que volaba de mano en mano, junto con golpes e insultos hacia sus personas. En un momento el teléfono voló por sobre el escritorio aterrizando sobre el alfombrado suelo. Ambos adultos se miraron y se tiraron al suelo comenzando otra pelea, pero claramente la gano Emmett, quien era más fuerte que Edward.
-¿Hola?- saludó infantilmente, luego frunció el ceño.
-¿Qué sucede?- preguntó Edward arrebatando su móvil.
-Se está riendo- dijo el grandulón sin entender nada.
Edward atrajo el aparato hacia su oído y escuchó la alegre carcajada de Bella, una sonrisa se formó en sus labios y disfrutó del sonido, era tan fluido, tan cantarina y alegre, que le hacía sentirse en paz, como si su alma flotara tranquilamente luego de escucharla. No fue consciente de su hermano, solamente se dejo embobar por Bella.
-Dios- dijo ella entre risas-. Ustedes dos son geniales- la escuchó tomar aire intentando calmar el ataque de risa.
-Me gusta su risa- le confesó completamente serio.
-Gracias- susurró ella apenada.
Siguieron charlando durante el resto del almuerzo de ella, bromeando y diciéndose cursilerías a las que ambos no se cansarían nunca de decir. Tanto Emmett como Alice bufaban ante el tonto romanticismo de la pareja, y de vez en cuando, les molestaban por ello. Por lo que Bella había salido al patio de la escuela para poder hablar más tranquila. Pero solo duró unos minutos la conversación ya que el timbre de fin de almuerzo había sonado.
-Lo siento, debo volver a clases- suspiró desganada.
-Ok, entonces hablamos más tarde- le contestó también abatido-. Te quiero.
-Yo más- contestó feliz antes de cortar la llamada.
Apretó el teléfono contra su pecho, sonriendo tontamente, mientras caminaba por el pasillo hacia su próxima clase. Se sentía flotar, todo, repentinamente, era color de rosa. El amor era maravilloso, se dijo a sí misma. En uno de los pasillos se encontró con Mike, quien venía en sentido contrario al de ella. Le sonrió educadamente y siguió su camino.
Bella estaba realmente sorprendida por la actitud tranquila del muchacho, conociéndolo, el no se estaba comportando como una adolescente de su edad. Se comportaba demasiado maduro, como si no le importase la cita. Se encogió de hombro y siguió brincando hacia su aula, pensando únicamente en Edward.
.
Mike Newton caminaba con la sangre hirviendo hacia la sala de música. Allí lo estaban esperando para trazar el plan que marcaba a Isabella Swan por el resto de su vida. Aquella joven lo había dejado plantado, ¡a él! ¿Acaso eso era normal?
¡No!, grito en su mente, ¡A mí nadie me deja plantado! Apretando los puños, prácticamente, pateo la puerta del salón, asustando a las mujeres que estaban dentro.
-Parece que alguien esta de mal humor- le sonrió socarronamente Lauren, quien balanceaba sus piernas sobre el piano.
-Cállate- le espetó entre dientes, al tiempo que cerraba las puertas detrás de él.
Jessica se levantó de un salto del banco y saltó a los brazos de Mike antes de estampar su boca en la de él, para un beso hambriento. Él sonrió ante la efusividad de la chica y le respondió al beso apretándola contra él.
-Consíganse un cuarto- bufó Jane, luego soltó una arcada cuando Jessica se montó a Mike delante de sus ojos-. Esto es asqueroso.
-Ya lo conseguimos- le dedicó una sonrisa burlona.
Jessica gimió fuertemente cuando Mike la penetró de una sola estocada. Tanto Lauren como Jane, asqueadas por la situación, se levantaron de sus puestos y se dirigieron hacia la puerta para marcharse. Pero antes de que Jane saliera, Mike la detuvo.
-¿Cómo van las cosas?- preguntó él mirando por sobre el hombro de Jessica.
-Ya está todo arreglado- dijo Jane sin mirarlo-. Ahora solo falta darles el día y ellos vendrán.
-Perfecto- susurró cuando la chica se hubo marchado.
Podría cobrar venganza por semejante humillación que había pasado el sábado por la tarde. Él realmente se había preocupado por Isabella, la había visto mal y quería acompañarla, pero aquella mujer, Heidi, le había dicho que ella no se sentía mal, que ella se estaba desasiendo de él, para ir con ese otro.
Mike no le había creído, pero Heidi le mostro que ella no estaba mintiendo. Al final le había mostrado como Bella caminaba de la mano con el otro tipo, el jefe de Heidi. Tanto el cómo Heidi se sentían humillados, se les habían reído en la cara. Heidi fue una tonta, se había dejado consolar con Mike, le había llevado a su apartamento y la había tomado, como toda puta se conformaba con lo que tenía al lado. Pero Mike estaba lejos de estar conformado, él quería ver a Isabella sufrir, humillada, destruida, vulnerable, deshonrada.
Esa era la única manera en la que él se sentiría mejor. Así recuperaría su reputación.

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