jueves, 18 de noviembre de 2010

Capitulo 11

Capitulo 11
Los días habían transcurrido con lentitud y aburrimiento. La universidad, los estudios, los trabajos y el no ver a Bella le alteraba y molestaba muchísimo a Jacob. En lo que iba del mes solo había logrado cruzársela en dos ocasiones y ninguna había tenido el tiempo suficiente como para poder sentarse y hablar tranquilamente. Ella también se encontraba ocupada, sus estudios, los últimos preparativos para el final del instituto. El trabajo de ella, y ahora nuevo novio.
Aunque no había hablado con ella, si la había visto, y en varias ocasiones la había visto subirse a un volvo plateado. Este se estacionaba todos los días en la entrada del edificio, la buscaba o la dejaba. Cada vez que lo veía tenía deseos de saltar por la ventana y reventarle la cabeza a ese estirado que ella había conocido.
Se arrepentía de no poder terminar sus estudios antes de que ese la encontrara y la reclamara. Por eso mismo se mantenía escondido en su apartamento, para poder estudiar, terminar su carrera y poder confesarse a Bella. Se animaba día tras día diciendo que pronto llegaría el día. Que cuando él le confesara sus sentimientos, ella se daría cuenta de que son el uno para el otro y dejaría al chico actual.
Sí, eso le animaba enormemente… pero estaba la espinilla al costado de que mientras él estuviera concentrado en sus estudios, ese estaría con Bella… Enojado consigo mismo subió pisando fuerte los últimos escalones…
-¡Jake!- le llamó esa voz que él tanto adoraba.
Emocionado giró por sobre sus talones, y se arrepintió al instante. Allí, a unos cuantos escalones más abajo, se encontraba Bella con la mano unida a ese hombre que ella le había comentado anteriormente.
-¿Qué?- gruñó sin despegar la vista del tipo.
El tipo le frunció el ceño y apretó la mano de Bella. De inmediato él la miro y se golpeó mentalmente por las facciones de la chica.
-Bella, lo siento…
-Estas molesto- dijo ella soltando la mano de Edward mientras subía un peldaño.
-Cansado- mintió tratando de aligerar el semblante de Bella-. Tiempo sin verte- le reprochó.
-Lamento eso, Jake. Lo que paso…
-Realmente estoy muy cansado- le interrumpió desordenándole el cabello, mientras obligaba a sus labios estirarse en una sonrisa amistosa-. Tengo trabajos por hacer, ya sabes, cosas de la facultad.
Sin darle tiempo a que ella le dijera algo, terminó de subir las escaleras y se perdió de la vista de la pareja. Ahora mismo iba más mentalizado en recuperarla.
.
Bella había quedado petrificada en los escalones al ver la huída de su vecino y mejor amigo. Él estaba molesto y ella estaba segura del porque. Más bien sabía que la culpable era ella. Lo había abandonado. Ya casi ni pasaba tiempo en su casa.
Desde que Edward había aparecido en su vida, ella se había olvidado por completo de los demás. En su mente no cabía otra persona que no fuera Edward. Él siempre estaba en sus pensamientos y no tenía deseos de sacarlo.
-¿Bella?- preguntó la voz aterciopelada de su, no aun, novio.
Ella cerró los ojos saboreando el sonido de aquella hermosa voz y lo bien que sonaba su nombre de esos labios. Un escalofrío le recorrió el cuerpo al tiempo que la mano de Edward se posaba en su espalda baja.
-¿Todo bien?- le susurró al oído.
Con él a su lado, tocándola y hablándola de aquella manera no había forma de que algo estuviera mal. Con solo la presencia de Edward ella se sentía mucho mejor.
-Él está muy molesto conmigo- dijo cuando recordó el roce con Jacob.
-Se le pasará- le animó besando el tope de su cabeza.
Bella sonrió radiante y se colgó del cuello de Edward. Él entendió de inmediato lo que ella quería. Sin hacerla esperar unió sus labios y la besó larga y tiernamente, del modo que sabía que la había derretirse en sus brazos. Él casi se rió a carcajadas cuando el cuerpo de Bella se aflojó en sus brazos y soltaba un pequeño gemido. A ella realmente le gustaba que la besaba. Y él estaba dispuesto a hacerlo todas las veces necesarias, él no pondría resistencia. Ya que él también amaba besarla.
Disminuyendo la velocidad de sus labios se apartó de ella dándole un tierno beso en la punta de la nariz. Bella se rió y tomó la mano de Edward tirándolo hacia su apartamento. Al pasar por la puerta del vecino, no pudo evitar recordar la actitud de su amigo. Suspirando abrió la puerta y dejó entrar a Edward.
-Permiso, voy al baño- dijo Edward besándole la mejilla.
Bella asintió y fue hacia la sala, donde se recostó en su sillón. Ella había obrado mal en este último tiempo. Había estado tan concentrada en Edward que se había olvidado de casi todo lo demás. Los pocos minutos que tenía libre los pasaba con Edward y cuando encontraba un día libre no pensaba en otra persona con quien pasarlo.
La escuela se estaba volviendo tediosa, los exámenes era los últimos y los profesores no tenían piedad de ellos. El trabajo se estaba haciendo demandante. Ahora que se acercaba la época del verano tenía muchas propuestas de trabajo. Diferentes marcas de trajes de baño la estaban llamando para pedir que fuera su modelo, la cual sabía que le pagarían bien. Gracias a todos esos contratiempos no tenía ni siquiera un segundo para ella misma. Dedicaba ese segundo a Edward.
Y gracias a ello había descuidado a su mejor amigo. Y este ahora la odiaba.
-Mierda- masculló recostándose en su sillón.
-Si te preocupas tanto, deberías de ir y hablar con él- dijo Edward muy cerca de su oído.
Pegando un pequeño salto se giró para contemplar a Edward rodear el sillón y sentarse a su lado. Él se sentó y le rodeó los hombros con un brazo, atrayéndola hacia él.
-Tú lo viste, estaba enojado- dijo apoyando la cabeza en el hombro de Edward-. Además de estar ocupado con los estudios…
-Yo creo que si realmente te quiere, se hará un tiempo en su agenda para atenderte- la consoló acariciándole hombro.
-Yo le quiero… y no me hice un tiempo para atenderlo- replicó ella viéndole a los ojos-. Todo mi tiempo está dedicado a ti- murmuró sonrojándose.
-Igual que el mío- le sonrió Edward abrazándola fuertemente-. Pero insisto, deberías de ir ahora y hablar.
-No creo que sea buena idea- dijo ella insegura-. Además, debo de ayudarte a preparar la cena…
-No pongas excusas, Isabella- la regañó y se levantó del sillón, levantándola con él-. Ahora ve mientras yo quemo tu cocina.
No le dio tiempo para rebatir nada, cuando intentó hacerlo la sacó fuera del apartamento y le cerró la puerta en la cara. Sin poder evitarlo soltó una risita ante el comportamiento de Edward. Tan amable y tierno con ella. Se preocupaba y la ayudaba con sus problemas. Lo que ella tenía que hacer era ir y hablar con su amigo para demostrar agradecimiento hacia los sentimientos de Edward.
Tomando aire camino los pocos metros que separaban una puerta de otra y se detuvo frente a la de su compañero. No podía escuchar nada adentro, por lo que se cuestiono si había alguien…quizás así podría volver luego, cuando juntara más coraje.
Negó con la cabeza alejando esa idea tentadora, tenía que aclarar los tantos con su amigo, era ahora. Tenía que aprovechar que la valentía la sostenía débilmente.
Levantó una mano y golpeó suavemente la puerta. Pudo escuchar una maldición amortiguada por la puerta, varias cosas caer al suelo y luego los pasos apresurados del inquilino acercándose a la puerta. Esta se abrió de un tirón, asustándola momentáneamente.
-Bella…- suspiró Jacob cuando su vista se clavó en los asustados ojos marrones de ella.
-Tenemos que hablar- dijo ella empujándolo y entrando en el apartamento.
-Por supuesto que no estoy ocupado, ¿Quieres pasar?- preguntó con sarcasmo cerrando la puerta fuertemente.
-Déjate de bromas, Jacob- bramó ella mientras entraba en la sala.
Para su sorpresa él realmente estaba estudiando. Había libros y hojas esparcidas por toda la mesa, al igual que en el suelo y el sillón. Parecía que el chico había estado estudiando por varios días. Y fuertemente.
-Lamento interrumpirte- dijo ya más clamada-. Lamento haberte ignorado todo este tiempo…
-Bella, suficiente- le detuvo él acercándose a ella-. Realmente tengo que estudiar- señalo los papeles esparcidos-. Estoy teniendo algunas complicaciones con mis clases. Pero podemos hablar en otro momento, prometo ir a buscarte cuando yo este descopado.
-Prometo que no tomara mucho- rogó ella acercándose a él y tomando una de sus manos-. Perdóname, Jake.
-Te perdono- dijo secamente. Aunque le estaba costando trabajo no rendirse a la mirada suplicante de Bella.
-¡Mientes!- Exclamó pateando el suelo.
-Por favor, Bella- suspiró él atrayéndola a sus brazos-. Hablemos otro día.
Ella simplemente asintió dentro del pétreo abrazo, lo envolvió con sus brazos y salió del apartamento tan rápido como pudo. En realidad no quería que Jacob la viera llorar, tampoco quería que Edward la viera en aquel estado. Por lo que entró a su apartamento con sigilo y se dejó derrumbar en el suelo.
Lloró en silencio y se maldijo por ser tan mala amiga. Pero realmente no podía evitarlo, ella quería tanto a Edward que no existía otra persona que no fuera él. Tampoco lo culpaba, se culpaba a si misma por no saber dividir su corazón con las personas que quería.
Era tan débil, tan llorona. Ella siempre estaba en apuros y siempre la rescataban de sus más oscuros agujeros. Y jamás había devuelto el favor como debía.
-¿Bella?- la llamó la voz de Edward desde su cocina.
Sintiéndose con miedo y vergüenza, se encogió en su lugar y tapó sus oídos tratando de serle indiferente a la voz de Edward. Tratando de calmar esa ansia de correr a sus brazos cuando lo escuchaba o veía. Tenía que encontrar una manera de despegarse un poco de él…
-¡Bella!- gritó ahora entre sorprendido y asustado.
El pequeño cuerpo de Bella temblaba por los sollozos y podía escuchar pequeños quejidos que se escapaban de su apretada garganta. Ella quería gritar de frustración y dolor. De inmediato se acercó a ella y la sostuvo en sus brazos.
En cuanto él la toco, ella deslizó sus brazos con ansiedad y desesperación por el cuello de Edward, abrazándolo con fuerza mientras rompía a llorar desconsoladamente.
Era un hecho, se dijo Edward, lo iba a matar. Descuartizaría a ese tal Jacob por haberla lastimado de esa manera. Le despellejaría vivo y disfrutaría de verlo sufrir. Pero lo haría cuando Bella se calmara, cuando ella estuviera más tranquila y sonriendo para él.
-No voy a preguntar nada. Puedo imaginarlo- dijo él acariciando el largo y suave cabello de Bella.
-Jacob me odia- dijo con voz quebrada y ronca.
-El no te odia, cariño- suspiró pesadamente.
-No puedes opinar si no le has visto- dijo ella entre hipidos.
-Si lo he visto y sé que él jamás podrá odiarte- gruñó sabiendo perfectamente los sentimientos de aquel tipo.
Con solo verlo una vez había notado lo enamorado que estaba de Bella. Aquel papel de hermano mayor que hacía solo era una fachada para estar cerca de su Bella. Y ella que era tan ingenua y buena jamás le había visto de otro modo. Pero él sí. Sus ojos habían mostrado el desprecio e ira que sentía al saber que Bella era de él.
-¿Cómo estás tan seguro de eso?- preguntó ella levantando la vista.
-Solo lo sé- se encogió de hombros mientras sus manos apartaban el cabello pegado a sus mejillas por las lagrimas y sus dedos limpiaban las mejillas.
-¿Crees que me perdonará?- preguntó como niña pequeña buscando consolación.
-Por supuesto que lo hará- le sonrió tranquilizándola mientras besaba la punta de su nariz haciendo que ella sonriera tristemente-. Y si no lo hace… él se pierde tu amistad.
-Jake es como un hermano para mí, no quiero perderlo…- frunció el ceño.
-Y no vas a hacerlo, cariño- suspiró cansadamente-. Mejor vamos a cenar ¿sí?
-De acuerdo- aceptó levantándose del suelo.
Le tendió una mano a Edward para levantarlo del suelo, él la aceptó con una sonrisa torcida. Cuando estuvo de pié tiró de su mano para apretarla en un fuerte abrazo. Inclino su cabeza hacia adelante para apoderarse de los labios de Bella. Ella soltó un pequeño gemido de sorpresa, pero rápidamente se acomodó al beso.
-Te quiero- dijo él pegando su frente en la de la menor.
-Igual yo- sonrió ella perdiéndose en esos ojos esmeraldas.
Edward sonrió ampliamente y le dio un rápido beso. Entrelazó sus dedos llevándola a la cocina, donde la mesa ya se encontraba preparada y la cena lista para ser servida. Como el caballero que era le corrió la silla para que se sentara. Sirvió la comida e intentó hacer la velada relajante y animada para Bella.
Él podía notar lo dolida y triste que ella se encontraba. Cada minuto que pasaba se controlaba más para no ir y partirle la cabeza a ese idiota de "mejor amigo de Bella". No importaba quien fuera, él no iba a permitir que el humor de su –no aun- novia se viera afectado por un pendejo que se encontraba enamorado de ella. De todos modos hablaría con el pendejo para aclarar las cosas. Tenía que hacerse notar y decir con palabras, o golpes, que Bella era suya y no se la daría a nadie. Pero eso sería cuando Bella cayera dormida…
Y no tuvo que esperar mucho para eso. En cuanto terminaron la cena ellos se dirigieron al living para ver una película. En menos de diez minutos la niña se quedó profundamente dormida en su regazo. Él sabía que no dudaría mucho después de haber estado llorando. Conocía a Bella, casi hasta la perfección. Sabía que cuando ella lloraba mucho caía rendida al sueño.
Intentando no despertarla la tomó en brazos y la llevó hasta su habitación. Corrió las colchas y depositó a Bella en su cama. Se sentó y comenzó a quitar las convers de la chica, esta se removió un poco y abrió sus pesados ojos.
-¿Edward?- le llamó con voz pastosa.
-Aquí estoy, amor- dijo inclinándose para que ella le viera.
-No te vayas- pidió con voz somnolienta.
-Iré a guardar mi auto y vuelvo- le mintió besando su frente.
Ella simplemente asintió y volvió a caer en el sueño. Edward se rió y terminó de acomodarla. Comprobó que todo estuviera en orden y se marchó del apartamento con paso decidido hacia donde vivía Jacob.
Sin molestarse en ser sutil, comenzó a golpear la puerta fuertemente, en caso de que él muchacho estuviera durmiendo. Pudo escuchar gruñidos y gritos antes de que la puerta se abriera bruscamente. Sin pedir permiso entró empujando al inquilino.
-¿Qué demonios?- se sobresaltó mirando al intruso- ¿Quién eres y que mierda…? Oh…- la pregunta murió al ver el rostro inexpresivo de Edward- ¿Qué quieres?- preguntó cerrando la puerta y cruzándose de brazos.
-Te lo advierto, pendejo- ahora sus facciones cambiaron drásticamente.
Los pelos de la nuca de Jacob, se erizaron al tener un mal presentimiento de lo que Edward podría hacer. Sintió que su piel se ponía de gallina cuando esos ojos verdes, fríos como el hielo se posaron en los suyos. Inmediatamente supo que Edward había hecho algo en el pasado para tener esa mirada tan perturbarte y amenazadora. Una mirada de un acecino. Eso lo espantó aun más. No por él. Para ser sinceros le importaba una mierda si a él le pasaba algo o no. Le importaba que un tipo tan peligroso como ese, estuviera con Bella.
-No, yo te lo advierto- dijo amenazadoramente-. Deberías de alejarte de Bella, no creo que a ella le agrade saber que esta con un acecino.
Para su sorpresa Edward comenzó a carcajearse de manera macabra. A cada segundo le daba más miedo que Bella permaneciera con él.
-¿Cómo estás tan seguro de lo que dices?- preguntó con suficiencia mientras arqueaba una ceja.
-Solo hay que verte los ojos- señaló-. Brillan de manera sicótica. Al parecer te gusta la sangre, sanguijuela.
-Mucho- asintió y se rió cuando Jacob se estremeció violentamente-. Pero ten por algo seguro. A Bella no les gustan los chuchos- dijo con suficiencia.
-Eso no lo sabes- se puso a la defensiva.
-Sí lo sé- se acercó un paso-. Ella te ve como su hermano, nada más. Me quiere a mí.
-¡Solo porque no sabe lo que siento por ella!- gritó mientras se abalanzaba hacia Edward.
Este no hiso nada cuando Jacob lo tomó por la camisa y lo estampó contra una pared. Sintió el gusto de la sangre dentro de su boca, pues había mordido su mejilla para no soltar un improperio.
-Y si lo supiera no cambiaría las cosas. Ella me seguiría queriendo a mí- dijo tranquilamente.
-¡No!- rigió Jacob volviendo a golpearlo.
Le estaba cabreando que Edward no hiciera nada para defenderse y lo provocara con palabras. Entonces lo comprendió. Lo estampó una vez más contra la pared y se alejó antes de seguirle dañando.
-Si eres tan inteligente te darás cuenta de que ella no siente nada por ti, ni aunque le confieses tus sentimientos. Ella se espantará cuando lo escuche. Y creo que preferirás ser su amigo a no ser nada- le molestó Edward limpiando un poco de sangre de su boca.
-Si ella no va a ser mía, entonces tampoco va a ser tuya- sentenció intentando calmarse- ¿Tú crees que ella va a estar tan cómoda con un acecino a su lado?
Jacob notó como el miedo y el dolor bailando por los ojos de Edward en solo un segundo antes de que él desviara la mirada. Esa era una ventaja para Jacob. Ese secreto que había descubierto le daría el poder de hacer que Bella se apartara y corriera a sus brazos. Como siempre tuvo que ser.
-No, no lo va a estar- habló Edward interrumpiendo sus pensamientos. Luego se giró para mirarlo-. Pero eso no me preocupa, porque ella jamás se va a enterar.
-¿Amenazándome sutilmente?- sonrió triunfante.
-Tómalo como quieras- se encogió de hombros-. Mientras no te metas en mi relación con Bella.
-Ella es mi amiga y la mujer que amo- frunció el ceño-. Ni sueñes que me quedaré de brazos cruzados viendo como se besa y acuesta con un acecino.
-Si la amas tanto no la harías llorar como lo hiciste hace un par de horas- gruñó.
Esta vez fue el turno de Jacob sentirse mal y desviar la mirada.
-¿Tienes una leve idea de lo destrozada y triste que se encontraba al pensar que la odias por no dedicarte tiempo?- le preguntó enojado al recordar a Bella llorando.
Jacob no dijo nada, simplemente se sentó en su sillón. Él si era consciente de lo que le había hecho. Él sabía que ella se había marchado con las lágrimas a punto de desbordar sus ojos. Quiso ir tras ella, pero se contuvo, sus estudios estaban primero para luego poder tener una relación tranquila con ella.
-Sabes de lo que soy capaz, Jacob- dijo con voz sombría-. Te lo advierto. Ella vuelve a llorar por tu culpa y te juro que no pensaré dos veces en mandarte al otro mundo.
-Y yo te juro que antes Bella se enterará de lo que eres- gruñó fieramente.
Edward no dijo nada, simplemente se dignó a salir de aquel departamento. No podía soportar estar otro minuto más cerca de ese chucho y contenerse. Realmente quería romperte la cara por lo que le había hecho pasar a Bella, incluyendo que supiera un secreto suyo. El más importante de todos. El que él había estado guardando con tanto recelo.
Estaba seguro que Jacob le diría a Bella la verdad. Y ella quizás no le creyera de ante mano, pero si comenzaría a dudar e intentaría averiguar si lo que decía era verdad. Y él no podría ocultarlo. No porque no quisiera, si no porque ya no podría.
En cuanto ese tema salía a la luz él se sentía acorralado y peor sería cuando ella lo interrogara. Él no podría fingir como si fuera mentira, terminaría diciendo la verdad y eso significaba perderla para siempre.
Aterrado ante la idea y tratando de alejarla de su mente, entró nuevamente en el departamento de Bella. El lugar estaba en silencio. Dejó las llaves en un pequeño tazón y apagó las luces. Caminó hacia la habitación de ella, sus suaves ronquidos flotaban por el lugar al igual que su esencia.
Caminó hacia ella, estaba pacíficamente dormida, no tenía idea de lo que él había ido a hacer. No tenía idea de su pasado. Del pecado que él había cometido hacía ya tanto tiempo. Se sentó en la cama y la observó por un largo rato. Acariciando su suave rostro, delineando sus facciones. Sus pómulos, nariz, labios, cejas…
-Edward…- susurró ella entre sueños.
Su pecho se oprimió. Él no quería perder esto. No quería perderla a ella. E iba a intentar no hacerlo. Si Jacob abría la boca él lo desmentiría, como el buen actor que podía llegar a ser.
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El despertador comenzó a sonar sacándola de su sueño. Nuevamente se encontraba soñando con Edward. Ambos en un hermoso prado, pasando una tranquila tarde. Mientras ellos estaban abrazados y acariciándose mutuamente. Susurrándose lindas palabras…
Ahora ella podía abrir los ojos a la realidad y sentirse igual de feliz que en su sueño. Ella tenía a Edward en la vida real. Ella podía abrazarlo, besarlo y decirle bellas palabras como en sus sueños.
De hecho podía ahora mismo sentís su calor, su peso, su aroma. Él se encontraba detrás de ella. Abrazándola posesivamente. Ella giró entre sus brazos, quedando frente a él. Edward tenía una expresión seria en su rostro, malhumorada, como si estuviera teniendo un mal sueño. Queriendo borrar esa mueca del hermoso rostro de Edward, se acercó y comenzó a besarle.
Lentamente, lamiendo sus labios para luego chuparlos suavemente. Soltó un gritito de sorpresa cuando las manos de Edward se metieron debajo de su camiseta y la giró para quedar sobre ella. Sin darle tiempo a nada capturó sus labios y la besó largamente. Abriendo sus labios con su lengua.
Bella atrapó su cara entre sus manos y lo apartó cuando sus pulmones reclamaban aire.
-Buenos días- saludó ella agitadamente.
-Muy buenos días- le devolvió el saludo.
Le abrió sus piernas y se acomodó entre ella, sintiendo ese pequeño calor en su parte intima. No lo hacía por sentirse lujurioso, simplemente por comodidad. Ella lo abrazó con sus piernas mientras sus manos acariciaban su cabello rebelde. Por las mañanas tanto su cabello como el de Edward era un niño de pájaros que competían por ver quién era el más despeinado.
-¿Cómo dormiste?- preguntó Edward jugando con un mechón de pelo.
-Bien ¿y tú?
-Bien- suspiró abrazándola fuertemente.
Bella no estaba muy convencida de que así fuera. Minutos antes ella le había visto como si tuviera una pesadilla.
-¿Seguro?- preguntó buscando su mirada.
-Seguro, amor- depositó un casto beso en su cuello.
En realidad no quería decirle que había estado teniendo pesadillas toda la noche. Había soñado en las mil y un formas en que Bella saldría corriendo a los brazos de Jacob cuando este le contara la verdad. Él había intentado decirle los motivos por lo que lo había hecho, pero ella le había gritado que era un acecino y que no quería verlo jamás. Cuando estaba a punto de amanecer él había logrado conciliar un sueño tranquilo. Sin embargo no dormía del todo. Fue consciente del momento en que Bella había despertado, cuando lo había besado y todo.
-Bella, hay algo que quiero preguntarte- se apartó un poco, para poder sentarse en la cama.
-Dime- le animó ella sentándose también.
Edward respiró profundamente y tomó sus manos. Luego la miró a los ojos, y pudo notar como ella se mordía el labio inferior por la ansiedad. Sabía que ella estaba pensando en cualquier cosa menos en lo que él le pediría.
-Llevamos ya un tiempo largo conociéndonos- comenzó torturándola. Ella asintió-. Creo que yo ya conozco todo de ti y tú de mí- apartó la mirada temiendo que estos nuevamente revelaran la verdad. Se sintió una basura.
Volvió a tomar aire antes de continuar hablando.
-¿Quieres ser mi novia?- preguntó suavemente.
Bella soltó el aire que había estado conteniendo sin darse cuenta. Ella abrió los ojos mientras una sonrisa se extendía por su cara.
-¡Sí!- chilló abalanzándose sobre Edward.
Este la atrapó entre sus brazos agradeciendo a los cielos por concederle una nueva oportunidad para ser feliz.
.
La mañana transcurrió tranquilamente, demasiado tranquila para su propio gusto. A pesar de que Edward le había pedido que fueran novios, y que ella aceptara. Sentía que algo estaba saliendo mal.
Desde que había entrado en el instituto había sentido que un nudo se formaba en su estomago. Como si hubiera comido piedras en el desayuno.
-Deberías de calmarte, Bella- le dijo Alice-. Tu vida está yendo de maravilla ¿Qué cosa mala podría pasar?
-No lo sé, Alice- suspiró mirando el aparcamiento-. Solo siento que algo no está yendo bien.
-Solo son imaginaciones tuyas- le palmeo el hombro-. Mira, tengo que marcharme. Llámame en cuanto salgas de la hora de Gimnasia.
-De acuerdo- asintió mientras venía a su amiga partir.
Intentó darse ánimos a si misma de que todo era cosa suya. Que nada estaba por salir mal. Caminó hacia los vestidores del gimnasio y se cambió de ropa. La clase transcurrió de manera normal. Lo único nuevo era que el profesor le pidió que guardara los balones de baloncesto en el depósito.
-Cuando termines, Swan. Le entregas la llave al rector ¿queda claro?- preguntó tendiéndole las llaves del gimnasio y el depósito.
-Seguro, Sr. Corey- asintió con una sonrisa-. No se preocupe, márchese antes de que su esposa le mate- se carcajeo cuando el hombre joven se sonrojó violetamente.
Se sentía tranquila de no ser la única que se sonrojaba como un tomate.
Su maestro asintió y salió corriendo. El hombre le había pedido el favor de que se encargara de cerrar todo el lugar y le diera la llave al rector. Su esposa estaba en trabajo de parto. Suspirando se puso en marcha de acomodar todo, cambiar y marcharse para encontrarse con Edward.
Podía notar como el sol cada vez bajaba más, dándole paso a la luna. Había demasiados balones y se encontraba ella sola acomodándolo todo. Una vez que hubo terminado caminó hacia los vestidores para cambiar sus sudorosas y húmedas ropas por su limpia y seca.
-¿Tan pronto te vas, Bella?- preguntó una voz a sus espaldas, sobresaltándola.
Giró para enfrentar al intruso, tapando sus pechos con la camiseta.
-¿Mike?- preguntó con sorpresa- ¿Qué estás haciendo aquí?
-Me enteré que el profesor se había marchado y te había dejado a cargo de la limpieza- dijo con una sonrisa descarada mientras se acercaba a ella-. Pensé que tal vez… podría ayudarte- con descaro recorrió con la mirada los brazos desnudos de Bella, hasta sus piernas.
-Ya he terminado, gracias de todos modos. Ya puedes marcharte- dijo intentando no sonar nerviosa.
-Vamos, Bells- se carcajeo-. Aun tienes que limpiar otra cosa. Además traje un poco de ayuda.
Su respiración quedó atrapada en su garganta cuando dos tipos mayores entraron en el vestuario. No podía definir sus rostros, pues estos llevaban unos gorras que impedían verles. El miedo le golpeó fuertemente, oprimiendo su pecho, sintiendo vértigo. Tenía una pequeña idea de lo que le harían.
-Mike… por favor…- rogó retrocediendo.
-Chicos sean suave, ella es virgen- les palmeó los hombros a los tipos, quienes se lamieron los labios.
-Vírgenes, mis favoritas- habló uno comenzando a desabrochar su cinturón.
-Violar, mi pasatiempo favorito- contesto otro saltando hacia Bella, quien estaba a punto de soltar un grito de horror.
-Sean rápidos- les ordenó Mike y desapareció del vestuario cerrando la puerta fuertemente.

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