Capitulo 7
BELLA POVMe aferré a la camisa de Edward como si mi vida dependiera de ello. Pero lo que en realidad dependía era de la poca cordura que tenía y que si no salía de ese lugar la perdería por un par de días…quizás meses.
-Bella, tranquila- tomo mis manos y me condujo a la cama de satén negro que no había notado-. Respira despacio- aconsejo y fue cuando me di cuenta de que estaba tan agitada como si hubiera corrido un kilómetro, pero en realidad sentía que me estaba ahogando y no encontraba el aire
Intente calmarme, pero solo lograba sentirme peor, como si me estuviera volviendo loca, sentía que la cabeza me daba vueltas, la boca seca, las manos me sudaban. Sentía que me estaba volviendo loca y eso solo significaba una cosa… estaba teniendo un ataque de pánico.
-Por favor, Edward- volví a rogar-. Sácame de aquí, ya no lo soporto- me abrace a mi misma de repente sentía mucho, mucho frío. Cerré mis ojos cuando unas incontrolables arcadas me amenazaban con hacerme devolver hasta mi primer comida.
De pronto sentí unas manos tomar mi cintura, me eleve un poco y me volví a sentar en un par de piernas. Una de esas manos se apoyo en mi cabeza, obligándola suavemente a recostarse sobre un hombro, mientras que la otra mano me acariciaba la espalda con deliberada lentitud. Escondí mi cara en su hombro y respire su esencia.
-Respira conmigo- susurro y me obligue a mi misma a concentrarme para igualar mi respiración a la suya.
Cerré mis ojos y seguí las silenciosas instrucciones. Sorprendentemente me calme a los pocos minutos, cuando solía hacerlo a las horas y gracias a medicamentos.
-Gracias- dije con sinceridad.
-Si dispusiera de un auto, créeme que ya te habría sacado de este lugar- sus dedos aun recorrían el camino de mi columna haciendo que me relajara cada vez más.-. Jasper tuvo que volver a la oficina, pero estará aquí a primera hora mañana ¿Podrás aguantar hasta entonces?- ladeo un poco la cabeza para poder mirarme.
-No lo se- conteste insegura.
-¿Te ayudan las distracciones?
Me incorpore para mirarlo confundida por lo que me había preguntado, en su rostro estaba pintada una sonrisa ladina que destilaba picardía. Antes de que pudiera pronunciar alguna palabra sus labios chocaron con los míos, una de sus manos se poso detrás de mi cabeza aferrándose con fuerza a mis cabellos mientras que la otra se posaba en mi espalda baja y presionaba con fuerza apegándome a su cuerpo, claramente estaba impidiéndome escapar. Extrañamente no sentía la necesidad de hacerlo por lo que simplemente acepte su propuesta de distraerme.
Enrolle mis brazos en su cuello y respondí el beso con desesperación, ansiedad y urgencia. Edward estaba complacido de mi reacción y de saber que no me escaparía, por lo que soltó su fuerte agarre de mi cabello y bajo ambas manos a mis caderas. Sin romper el beso coloque mis piernas a cada lado de las suyas, para estar más cómoda y de paso incitarlo un poco más, ya que me senté justo sobre su hinchada entrepierna, apoye mis manos en su pecho y con lentitud lo recosté en las almohadas.
Su lengua, caricias y cuerpo estaban logrando su cometido, no solo distraerme del pasado si no que también excitarme de sobremanera No sabía si era por la abstinencia o Edward sabía tocar a una mujer, pero sentía mi cuerpo completamente ardiendo. De repente Edward levanto sus caderas de modo que nuestros sexos se tocaran en la más deliciosa caricia provocando que soltara un vergonzoso gemido que jamás me había escuchado decir.
Lo mire con desaprobación a lo que el respondió con otra pequeña embestida, sonrió con satisfacción y arrogancia al escucharme gemir nuevamente, lo fulmine con la mirada antes de hablar roncamente.
-¿Sabes? A este juego lo podemos jugar los dos.
-¿Me estas amenazando, Swan?- arqueo una ceja sin quitar esa estúpida sonrisa.
Iba a responder cuando sentí sus manos en mi estomago, luego las subió hasta mis senos, donde los acarició suavemente sobre la tela del sostén. Mi cabeza cayo hacia atrás mientras mi espalda se arqueaba, pegando mi pecho aun más a las manos de Edward. Él se sentó y saco sus manos para poder sacarme la polera y la remera que traía, las tiro por alguna parte de la habitación. Mi cuerpo se estremeció ante el repentino cambio de temperatura, pero Edward pronto me calentó con sus caricias, aun sentado tomo mi cuello y lo lleno de besos húmedos.
Separé un poco mi cuerpo para poder arrancar la camisa de Edward, busque con frenesí sus labios para besarlo mientras sentía su piel contra la mía. Con mis dedos repasé cada uno de sus músculos, los cuales me gritaban que los besara y lamiera. Subí mis manos hasta sus hombros, aun maravillándome de su suavidad y hombría, lo sentí estremecerse.
-Esto era para ti- susurro en mí oído al tiempo que me tiraba a la cama y se posicionaba sobre mí.
Volvió a besarme mientras sus manos recorrían cada rincón de mi cuerpo, las deslizo por mi espalda hasta toparse con el broche de mi sostén, lo soltó y con sus dientes le corrió de mis pechos, dejándolos a la vista. Los miro por unos segundos, sus ojos brillaban y daba la sensación de que se los estaba comiendo sin siquiera tocarlos. Luego de unos segundos de observarlos se lanzo a ellos haciendo que soltara un pequeño gritito de éxtasis.
Una vez que termino de jugar con ellos volvió a mi boca, bajando las manos a donde estaba los botones de mi pantalón. Uno a uno los fue desabotonando, metió los dedos pulgares en la cinturilla del pantalón y de u dolo tirón los bajo. Con brusquedad separo mis piernas y se acomodo entre ellas, pegando su hinchado miembro en mi centro húmedo, me miro con picardía y comenzó a frotarse arrancándome gemidos. No me quede atrás me moví con él para dar mayor placer a lo que estábamos haciendo. Sonreí complaciente al escucharlo llamarme.
Estaba a punto de llegar a un hermoso y muy bien complacido orgasmo, cuando se detuvo por completo.
-Hasta aquí llega la previa- gruño en mi oído mientras bajaba su mano en mi lugar mas intimo-. Veamos que tenemos aquí.
Metió la mano dentro de mis bragas mientras sus dedos llegaban a mi centro.
-Mmm… estas bien mojada- ronroneo y sin previo aviso metió un dedo dentro.
Edward silenció mi grito con su boca.
-Recuerda que no estamos solos- me recordó pero yo a este punto no sabía ni en donde estábamos.
-Más- gemí refregándome en su dedo.
-Lo que quieras- murmuro y metió otro dedo moviendo ambos a un ritmo lento pero profundo.
A medida que se lo pedía el aumentaba el ritmo haciendo que me volviera loca, sin previo aviso llegue a un orgasmo al que no pude acallar el grito que solté, tanto Edward como yo reímos por lo pasado y nos preguntamos si su familia estaba tan dormida como para escucharme. Se reincorporo un poco para sacar sus dedos, se los llevo a la boca y los saboreo con morbosidad y sensualidad.
-Sabes bien- menciono como si nada, sentí mi cara arder por vergüenza a estar tan expuesta a él-. Quiero probarte con mi boca- susurro y mordió el lóbulo de mi oreja.
Fue bajando de a poco por mi cuerpo dejando un húmedo camino hasta llegar a la parte baja de mi vientre, levante un poco la cabeza para mirarle, él movió sus cejas de manera perversa haciendo que soltara una risita. Siguió besando hasta que lo sentí en mi centro, se separó un poco y subió mis piernas a sus hombros, para tener mayor comodidad, volvió a bajar separando los labios superiores con los dedos. Lo siguiente fue el detonante de un segundo orgasmo, subió su miraba a la mía mientras acercaba su lengua a mi clítoris, lleve una mano a mi boca para ahogar el grito de éxtasis y esperando a que mi cuerpo se calmara de los espasmos del places.
-Guau… eso fue rápido- se burlo Edward.
-Es la abstinencia- mentí jadeante.
-Seguro- rodó los ojos-. Me pregunto cuantas veces te are venir.
-Pruébame- gemí y sonreí cuando el gruño.
-En todos los sentidos, cariño- volvió su cabeza a mi centro y sin esperar a que me recuperara comenzó a besar mi interior con maestría.
Su lengua subía y baja, se metía y salía de mi interior haciendo que gimiera con intensidad y locura, a estas alturas tenía un almohadón en mi rostro para al menos disminuir el volumen de lo que Edward estaba provocando. Metió un dedo y lo movió al igual que su lengua, que estaba jugando con mi botón sensible. De repente Edward me quito el almohadón y metió en mi boca uno de sus dedos el cual chupe y mordí perdiéndome en sus ojos.
-Edward…-gemí quitando su dedo-. No aguanto…
-Por mi esta bien- su aliento choco contra mi humedad haciendo que me estremeciera mientras que su dedo aun salía y entraba.
Cerré los ojos y tome sus cabellos entre mis manos cuando el tercer orgasmo me golpeo con fuerza, intensidad y placer. Mi cuerpo se convulsionaba desesperado con las lamidas finales de Edward.
-Por favor…ya… no… más- intente decir, pero ni se que salía de mis labios. Ya que Edward no se detenía.
De nueva cuenta Edward volvió a tomarme con su boca llevándome a un cuarto orgasmo, ya no sentía las piernas, mucho menos el corazón que latía a la velocidad de las alas de un colibrí, me había dejado completamente agotada y seca. Subió arrastrándose hasta llegar a mi boca, donde me beso con lentitud y suavidad…casi con cariño. Era algo raro sentir mi propio sabor en su boca, pero era sensual y podría llegar a ser excitante si no fuera por que ya no tenía jugos para crear.
-¿Cómo te sientes?- pregunto acariciando mi mejilla.
-Seca- ¿esa era mi vos? ¿La que parecía de un hombre? Edward se rió de mi comentario.
-¿Rompí tu record?
-Definitivamente- sonreí, pues era verdad, nadie me había echo pasar del primer orgasmo.
Me levanto un poco para poder sacar las colchas de la cama, se acostó a mi lado mientras pegaba su cuerpo al mío, fue en ese momento que me di cuenta de que él no se había echo nada.
-Edward, déjame…
-No- respondió tangente-. Esto era para ti, no para mí.
-Pero…- intente volver a hablar pero me lo impidió.
-Ya duérmete, Bella- beso mi cabeza-. Mañana partiremos temprano.
-Si no estuviera tan cansada te bajaría eso- susurre contra su pecho, sintiendo como el sueño me vencía.
-Es un trato- le escuche decir a lo lejos.
.
Unos delicados besos me despertaron, abrí un ojo y me tope con los verdes de Edward, sonrió y apoyo su cabeza en su mano, mirándome con cierta extrañeza.
-Buenos días- saludo.
-Buenos días- le mire un tanto extrañada, realmente estaba raro.
-¿Cómo dormiste?- pregunto delineando con el dedo índice mis labios.
-De maravilla- no era mentira, realmente había dormido bien, sin pesadillas- ¿Y tu?
-Mejor- se encogió de hombros y se levanto de la cama, no sin antes darme un pequeño beso- Desayunaremos con mis padres mientras Jasper viene.
Le mire colocase la camisa y abotonarla mirando por el enorme ventanal de su habitación, gire para quedas de espaldas al colchón para apreciar el cuarto de Edward. Debía aceptar que estaba muy bien decorado, muebles negros, paredes blancas y electrodomésticos plateados, tenía una biblioteca que cubría toda una pared donde había una gran colección de libros y música.
-¿Bella?- me llamo y yo salí del trance.
-¿Si?- arqueo una ceja-. Lo siento, estaba distraída.
Se acerco a mí y se sentó a mi lado, los tres primeros botones de su camisa estaban sin prender aun, por lo que me dejaba ver su firme pecho. Trague en seco cuando recordé lo que habíamos…me había echo él.
-¿Qué es lo que piensas que te desconecta de la realidad?-susurro acariciando mi mejilla con gesto apesadumbrado. Es más, creo que esa pregunta se la hizo a si mismo.
-Nada, solo estaba admirando tu habitación- intente salirme del tema, pues sabía que era lo que quería saber.
-¿Y que pensabas anoche que no la apreciaste?- sondeo.
-Por favor- me senté en la cama y deje que la sabana cayera dejando la mitad de mi cuerpo desnudo-. Anoche me hiciste olvidar lo que me atormenta de este pueblo, por favor Edward- me acerque a él abrazándolo-. No quiero volver a recordarlo, no quiero sentir más dolor del que ya me causo.
Sentí mis ojos humedecer y los recuerdos aflorar en mi mente, de repente me sentía sucia, por… traicionarlo. Use el cuerpo de otro para obligarme a olvidarlo, para huir de sus recuerdos que a pesar de ser hermosos me eran causaban el efecto contrario…No lo has traicionado solo una vez, me recrimino una voz en mi cabeza.
-¿Me dirás algún día que es lo que pasa?- sus manos recorrieron mi espalda con delicadeza, algo extraño viniendo de Edward.
-No prometo nada- levante mi cabeza para perderme en sus bellos ojos, delineé su mandíbula con uno de mis dedos, luego me acerque y lo bese.
Me respondió con dulzura y amabilidad lo que me hizo sentir peor, utilizar a Edward para mi bienestar mental era… vergonzoso y asqueroso, pero esos sentimientos eran volcados hacia mi.
-Hijo, el desayuno esta servido- dijo su madre al otro lado de la puerta-. Oh y Jasper ya llego- informo y se escucho como caminaba por el pasillo.
-¿Desayunamos o nos vamos?-cuestiono contra mis labios.
Mi estomago gruño y Edward se rió quedamente.
-Puedo soportar unos minutos más- asegure y me puse a buscar mi ropa para poder vestirme e ir a desayunar.
Había encontrado todo, menos mis bragas, no las encontraba por ningún lado, desarme la cama pensado que podría estar entre medio de las sabanas, pero no encontré nada.
-¿Se te perdió algo?- escuche que pregunto desde el ventanal, me gire para mirarlo y lo encontré revoleando mi braga en un de sus largos dedos.
- Devuélvemela- extendí mi mano con la palma hacia arriba.
-Quítamelas- me reto y se las guardo en el bolsillo del pantalón.
-¿Debo recordarte que tu madre nos esta esperando para desayunar?- entrecerré los ojos de forma amenazadora.
-No es mi culpa que pierdas tu ropa interior- se encogió de hombros y camino a la puerta.
-¡Edward!- grite escandalizada por su niñería.
-Te la daré con una condición- se giro y sonrió con suficiencia, tenía mal espina a lo que diría-. Debes dejarme que yo te la ponga- soltó una risita por el doble sentido de las palabras.
-Vaya, pensé que ibas a pedirme algo peor- suspire aliviada.
-Ven- me llamo con un dedo y yo obedecí ya que quería mi ropa.
Me acuclillo y acerco las bragas a mis pies, donde me obligue a poner cada pie dentro de ellas. Una vez que esa tarea estuvo terminada, la fue subiendo lentamente, sus dedos se deslizaban en mi piel haciendo que se pusiera de gallina. Me miro desde abajo cuando las dejo en mis caderas, rozo con sus dedos mi centro. Se levanto y tomo el sostén de mis manos.
-Permiso- sonrió de costado mientras metía mis brazos en las tiras de sostén.
Luego acomodó las copas en mis pechos no sin antes besar sus sumas por sobre la tela, beso mi cuello mientras prendía el broche en mi espalda.
-Listo- se alejo y me miro de arriba abajo me pareció ver que sus verdes esmeraldas se oscurecieron un poco.
Me gire y procedí a cambiarme, sin importarme que él me mirara, me había echo sufrir y sabía que podría hacerlo yo también tentándolo, por lo que me puse la ropa con deliberada lentitud y con provocación.
-Listo- murmure pasando por su lado.
Bajamos las escaleras y nos encontramos con la familia desayunando alegremente. Esme y Carlisle hablaban con Jasper muy animadamente, mientras que Alice miraba su plato de comida jugando con ella. Edward Saludo a las mujeres con un beso en la cabeza y a los hombres con una palmeada en el hombro.
Me alegre de ver a Jasper, en cierto modo tenerlo a mi lado era reconfortante, lo salude con mas efusividad que los demás, ganándome una mirada de celos de Alice, quise reír pero eso sería demostrarle algo que no era.
-¿Volverás al trabajo, Bella?- pregunto Jasper bajito, que estaba sentado a mi lado.
-Si- suspire-. No veo otra salida, además de los horarios y el pago- volví a suspirar y tome un bocado de huevos revueltos.
-No te preocupes- apretó mi mano que estaba sobre la mesa-. Emmett y yo estaremos ahí para que Edward se comporte- me guiño un ojo comiendo.
-No veo que puedan hacer mucho si él es su jefe- le vi encogerse de hombros.
-Emmett es el mayor, así que quiera o no deberá hacerle caso.
Me atragante con la comida y comencé a toser sin poder respirar. Las manos de Edward y Jasper me golpearon con suavidad y Alice me entrego un baso con agua. Sentía mi cara roja cuando logre respirar mejor.
-¿No lo sabias?- cuestiono Jasper.
-Si, es solo que me gusta fingir ahogarme cuando finjo sorpresa- le conteste con sarcasmo y le fulmine con la mirada.
-Tú tampoco le dijiste nada- miro a Edward.
-Nunca pregunto- encogió los hombros mientras tomaba en sorbo de café.
Luego del desayuno nos despedimos de la familia de Edward, prometiendo que pronto volveríamos, aunque sabía que yo no volvería más a aquella casa, donde no pertenecía y mucho menos al pueblo, que tanto dolor me traía. Tanto Edward como Jasper me preguntaron si quería ir a casa a buscar mis pertenencias, puse cara de horror y rogué que no me llevaran ahí.
Un nuevo ataque de pánico me sacudió el cuerpo, pero Edward me sentó sobre sus piernas y me calmo como la noche pasada. De vez en cuando me preguntaba sobre el por que de mis ataques, yo solo le pedía que lo dejara pasar, que una vez que estuviéramos fuera del pueblo yo estaría mejor.
Y así fue, de vuelta a mi apartamento encontré una terrible calma que me parecía haber abandonado años. Mi refugio estaba como siempre, acogedor, un poco sucio por los días ausentes pero acogedor de todos modos. En solo una semana me puse al día con la casa y la universidad. Tuve que pedirle a Edward que me hiciera un certificado falso que acusara una enfermedad para que me dejaran hacer los exámenes que me había perdido.
Paso un mes donde las cosas habían vuelto a ser normales, y en cierto modo me frustraba. La universidad me daba cada vez mas tareas y trabajos los cuales me hacia permanecer despierta hasta altas horas de la noche. El trabajo se estaba volviendo intenso, en este mes los chicos de la oficina tenían mucho trabajo, entraban, salían y ensuciaban….pero eso no era en realidad lo que me ponía… celosa.
Edward estaba todos los días con Angela, en la maldita oficina, besándose como si no hubiera un mañana, metiéndose manos hasta por los ojos y lo que más, más molestaba….era la indiferencia de Edward hacia mi persona. Me trataba como si fuera… ¡aire! No me miraba y escasamente me hablaba.
-Menos mal que me querías a tu lado, pedazo de mierda- pensé mientras preparaba unas cervezas a Emmett, Mike y Seth. Mientras esperaba que el café se hiciera para Jasper y Sam.
Estaba acomodando las tazas y botellas en una bandeja, enfurruñada por el bipolar de Edward Cullen, cuando este entro a la cocina.
-¿Qué haces?-pregunto seriamente.
-Juego a las muñecas- dije con sarcasmo.
-Estas grande ya para eso, Isabella- sonrió con burla-. Déjalo. Nos vamos.
-¿Entonces me puedo ir a casa?- dije con esperanza hoy por fin podría dormir.
-¿Irte? Claro que no- espetó como si estuviera loca-. Vendrás con nosotros.
-Edward te había dicho que no quiero involucrarme de nuevo en ese trabajo que haces…- comencé a atajarme pero me interrumpió.
-Serás idiota-negó con la cabeza-. Iremos al bar de la oficina que esta en el subsuelo de este edificio- dijo con obviedad-. Emmett y Jasper…bueno todos, me rogaron que te llevara con nosotros. Vamos- me tomo por el ante brazo y me arrastro al ascensor.
Al salir los mire a todos buscando una explicación para que me invitaran, todos me miraron con suplica y murmuraron un "lo siento". Los mire con mas confusión pero ellos solo negaron con la cabeza. Nosotros dos tomamos el primer ascensor que estaba abierto.
-No quiero ir, si no voy a trabajar al menos déjame ir a mi casa- refunfuñe mirándolo con enojo.
-Te están invitando, no deberías de negarte- saco un cigarrillo y lo prendió.
-¿Y desde cuando el jefe hace caso al empleado?- me cruce de brazos.
-¿Por qué tan enojada, Isabella?- pregunto ignorando mi pregunta mientras exhalaba el humo que me golpeo de lleno la cara.
-Por nada- me gire y mire las puertas, que sentido tenía ponerme a discutir con un idiota que dice una cosa y luego termina haciendo otra.
De repente sentí sus brazos en mi cintura y su pecho en mi espalda.
-Las personas no se enojas por que si- susurro en mi oído mordiéndolo suavemente.
-Tampoco ignoran a los demás así por que si y luego pretenden volver a las andadas como si nada pasara- saque sus manos y prácticamente corrí hacia el otro lado del pequeño ascensor.
-Así que es por eso- sonrió y se giro a mirarme-. Pensé que no querías nada de mí.
-Pensé que querías que estuviera contigo costara lo que te costara- le recrimine.
Se rió a fuertes carcajadas y se acerco a mí acorralándome en la esquina del ascensor, que por cierto estaba demasiado lento. Hundió su cara en mi cuello e inhalo profundamente.
-Mi interés por ti esta en pie, Bella- repaso mi cuello con su nariz-. Lo que has visto han sido… una especie de pantalla o puesta en escena- su aliento pego de lleno en mi cuello, haciendo que mi piel se estremeciera.
-¿Puesta en escena?-inquirí sin entender. Él se enderezó un poco
-Me dijiste que no tenía corazón al dejar a Angela por ti- rodó los ojos y negó con la cabeza-. Así que me estoy haciendo el papel de de buen novio- nos miramos unos segundos y él rompió en fuertes carcajadas-. Lo hago para no romperle el corazón que es lo que a ti te preocupa, ya que a mi me importa un bledo. Por cierto no debería de importarte si ella esta conmigo solo para poder hacerte la vida imposible a ti….
Edward siguió hablando, pero yo no escuche nada más, aun estaba repitiendo sus palabras anteriores en mi cabeza, sin entender aun como un hombre como él se podía fijar en una mujer como yo, que claramente no tiene nada de especial, que es una más del montón. Por lo menos Angela es hija de una diseñadora de modas, ella tiene su algo especial…
-¿Por qué yo?- la pregunta se escapo de mis labios sin que yo lo quisiera.
-¿Qué?
-¿Qué es lo que tengo que te atrae?- mi vista se clavo en el suelo mientras una fuerte impotencia me invadía- ¿De tantas a quien puedes elegir…?
-Isabella…
Las puertas del ascensor se abrieron (ya era hora) y me escabullí de sus brazos, lo escuche llamarme pero le ignore mientras mis piernas se movían a una rapidez increíble. Sin proponérmelo un recuerdo acudió a mi cerebro….
-¿Por qué no me dejas en paz?- estaba molesta, este chico solo me molestaba, desde que había entrado en el instituto de Forks, y de eso hacía sus buenos cuatro años, lo único que hacía era burlarse.
-Hey, tranquila- levanto las manos en señal de rendición, pero no se lo veía en modo burlón-. Solo quería hablar contigo.
-¿Tu? ¿Hablar conmigo? ¿Seriamente?- no pude evitar soltar una pequeña carcajada.
Cerré mi casillero y camine hacia el estacionamientos, lo escuche llamarme, pero seguí como si nada. La lluvia caía fuertemente sobre el pueblito de Forks, no veía la hora de convencer a mis padres de irnos de aquí. Llegué a mi auto y me dispuse a abrirlo cuando una mano se interpuso y cerró la puerta.
-¿Solo puedes escucharme?- su aliento choco contra mi oído haciendo que me estremeciera.
-¿Qué?- me gire y me cruce de brazos.
-Bueno…yo…- se paso una mano por el cabello que de a poco se estaba empapando-. Pues, veras…tu…
-¿Yo que?- su vacilación me estaba aburriendo, quizás me estaba reteniendo para que algunos de sus compañeros me jugara alguna broma-. Mira, si estas intentando jugarme una broma, no es tu día de suerte…
-No es una broma- negó mirándome con seriedad-. Isabella, tú… me gustas mucho.
Las palabras salieron a borbotones de sus labios, su cara se había sonrojado un poco, sus manos estaban metidas en los bolsillos de los pantalones y miraba el suelo como si por primera vez se percatara de el. No pude evitarlo, comencé a reírme, histéricamente. Tanto que tuve que sostenerme de mi camioneta.
-¡Oye! Acabo de decirte lo que siento ¡Y tu te ríes!- me recrimino muy molesto.
-Lo siento…pero es…realmente gracioso…- le conteste entre carcajadas.
Lo próximo me tomo por desprevenida, jamás me imagine que algo así me pasara alguna vez, a mí. Me había tomado del brazo y me había jalado hacia él, para luego chocar sus labios con los míos en el beso más dulce que alguien me pudo dar y que jamás nadie le ganaría.
El capitán del equipo del colegio no solo estaba besando a una simplona estudiante si no que también estaba interesado en ella.
-¿Bella?- la voz de Jasper me saco de mis pensamientos.
-Ey, gracias por invitarme- dije un poco cabizbaja, pero intente sonar lo más normal que pude.
-Buenos…veras- se lo escuchaba un poco tenso, pero luego me miro y su tono se volvió preocupado- ¿Por qué lloras?- tomo mi rostro en sus manos, para obligarme a mirarlo.
No me había percatado que estaba llorando, sentía mis mejillas frías y mojadas. No entendía por que lo hacía, quizás era por el haberme permitido recordarlo a él o por que realmente me dolía las palabras y acciones de Edward.
-¿Qué te dijo Edward?- sonaba serio y molesto, limpió mis lágrimas con sus dedos.
-Nada, sigue ignorándome- mentí mientras susurraba, no quería que nadie me escuchara lo que estábamos hablando, en especial Emmett.
-¿y por eso lloras?- pregunto receloso y medio sorprendido.
-No lo se- me encogí de hombros-. Estoy próxima a mis días de periodo, quizás sea eso.
Jasper escruto mi rostro unos momentos tratando de descubrir mi mentira, al parecer se rindió ya que soltó un pausado suspiro. En ese momento se acerco Emmett…
-¿Interrumpo algo?- inquirió con burla intercalando mirandas entres Jasper y yo-. Si están por besarse no se detengan por mí.
Fue cuando me percate de que ambos estábamos muy cerca, prácticamente a punto de besarnos.
Me aleje un poco y mire el suelo, topándome con un par de lustrosos mocasines. Levante la cabeza rápidamente para encontrarme con los ojos verdes de mi jefe. Quien me miraba enojado, muy enojado.
-Hey, Jasper ¿Por qué las caras largas?- volvió a burlarse Emmett- ¿Bella te rechazo?
Sin despegar mi vista de Edward, mis ojos se abrieron desmesuradamente, él desvió su vista a Jasper y los entrecerró. Me sorprendió que Jasper le sostuviera la mirada. Se podía sentir la tensión en el aire, tanto que todos dejaron de hablar para mirarnos. Ambos estaban levemente inclinados hacia delante como esperando a que uno hiciera el primer movimiento para magullarse a golpes.
-¡Hey!- Emmett los golpeo en la espalda a ambos y les sonrió ampliamente-. No me harán hacer que mi linda Rose me espere ¿verdad?
Lo segundos se hicieron eternos, podía sentir mi frente empapada de un sudor frío y el corazón me palpitaba muy fuerte, tanto que hasta podía jurar que mi ropa se movía en ese lugar.
-No te preocupes, Emmett- Jasper fue el primero en hablar y enderezarse-. No los aremos esperar.
Miro por última vez a Edward y entro en las puertas negras seguido de los demás muchachos. Emmett se quedo mirando a Edward muy seriamente, luego me tomo por el brazo y me obligo a entrar a ese bar escondido.
-¡Bienvenidos!-chillaron un grupo de mujeres con unos trajes de camareras (demasiados cortos, debo añadir).
Cada una se abalanzo a un hombre diferente, como si ya se conocieran o algo así. Emmett prácticamente corrió y brinco a una despampanante rubia que parecía sacada de una revista Playboy antes que de un bar. Me quede parada en medio viendo como todos se sentaban en unos sillones de cuero negro, rodeando una mesa de vidrio, donde había bebidas y bocadillos.
Mi estomago rugió y me fue imposible contener el impulso de saltar a la mesa, por lo que tome rápidamente asiento al lado de alguien y me puse a comer, por el rabillo del ojo observe como Edward se sentaba en otro lugar y sacaba un cigarrillo. Decidí que era mejor ignorarlo y saciar mi apetito.
-Tú te sientas aquí, enana- murmuro Emmett mientras me cargaba en su hombro y me sentaba al lado de un muy despreocupado Edward.
Estuve a punto de rechistar, pero Emmett había desaparecido…junto a la rubia. Que coincidencia.
-¿Te gustaría probar algo diferente al menú?- susurro una joven al lado de Edward, mientras le prendía el cigarrillo.
Su voz era tan mocosa que hasta me dieron arcadas, por no decir que casi vomito hasta mi primer comida.
-No, gracias- contesto con palpable apatía.
La morena de piernas largas y esbeltas, cerró el encendedor con un fuerte estruendo y se alejo en busca de otro macho que si le prestara atención. Casi sentí lastima por ella, casi.
-¿Piensas comer hasta reventar?- murmuro soltando el humo.
-Es mi cuerpo- dije con simpleza.
-Terminaras redonda y nadie te querrá- el maldito comentario dolió, pero me importo una mierda.
-Al menos así me desharé de ti- sonreí ampliamente mientras engullía tres bocadillos de queso con un poco de salsa.
Los minutos pasaron y yo me sentía satisfecha, había comido y bebido hasta hartarme, claro que moderando el alcohol. Total todo iba a cuenta de Edward y él me había invitado. Mire a mí alrededor para ver que hacían los muchachos, todos, incluyendo a las camareras, se veían tensos y algunos temblaban.
-Edward esta borracho-susurro con cierto pánico una chica que estaba en las piernas de Sam.
Estaba por preguntar que era lo que sucedía cuando Edward se removió a mi lado y susurro…
-Me pican los colmillos- las palabras salieron arrastradas y pesadas.
De repente sus manos me agarraron de la cintura y me acercaron a él. Una de sus manos se fue a mi nuca y con sus dedos torció mi cabeza para un costado, sus ojos me miraban de manera perdida- Dah, esta borracho, idiota-. Sin previo aviso clavo sus dientes en mi cuello, y succiono con su boca como si quisiera chuparme la sangre.
Reaccioné y comencé a patalear para que me soltara, me esta mordiendo fuerte y estaba comenzando a dolerme. Edward ni se inmutaba a mis golpes, era como si su cuerpo estuviera anestesiado. Lamió donde había mordido y luego fue a otro punto. Mire a mis compañeros en busca de ayuda, pero todos miraban para otro lado…
¡Esos bastardos me habían vendido a propósito!
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