jueves, 18 de noviembre de 2010

cap4-mva

-Capitulo 4-
BELLA POV
-Aunque no debes de contestar ahora- se sentó derecho-. Puedes pensarlo mientras estas en tus clases.
Apretó un botón que hizo que la puerta se abriera, se movió hacia atrás y recogió mis cosas.
-¿Tengo alguna opción?-pregunte aturdida, sus ojos me había dejado atontada.
-Piénsalo tu misma- sus labios se estiraron hacia un costado, formando una perfecta y seductora sonrisa torcida.
No se cuanto tiempo paso desde que había bajado de auto y me metí a clases. Estaba abrumada, estupefacta, por lo deslumbrante que era ese hombre, además no podía concentrarme en otra cosa que no fuera en la decisión que debo tomar. Y estaba en grandes aprietos, si acepto, es como aceptar a ser la sirvienta de Angela, ella jamás me dejaría tranquila. Y si no acepto, me perseguirán de por vida, haciéndola imposible y, quizás, corta.
Lleve mis manos a mi cabeza, enterrando los dedos en mi cabello. Estaba teniendo una visión de lo que sería si aceptaba. Ya me imaginaba a mí con un traje de mucama, tirada en el suelo con una cubeta de agua y un sepillo, restregando los suelos, mientras Angela se reía sádicamente al lado de Edward. Sacudí frenéticamente mi cabeza, tratando de despejar esa horrible imagen.
Necesitaba el dinero, pero no quiero ese trabajo. Pero si no acepto no podré vivir en paz.
-Hola, Bella- me llamo Jessica, la parlanchina.
-Hola, Jessica- salude con voz cansina.
-Oye ¿Quién es?- pregunto sumamente interesada. En esta clase había decidido sentarse a mi lado.
-¿Quién es quien?-le mire confundida.
-El tipo del Volvo plateado ¿Quién más?
-¡¿Qué?-grite golpeando la mesa y poniéndome de pie.
-¿Pasa algo señorita Swan?-pregunto el profesor de calculo, muy molesto.
-Solo… que no entendí lo que esta explicando- me excuse sentándome de nuevo, esquivando la mirada de mis compañeros-. Estoy un poco sensible.
-Así que tienes novio nuevo- canturreo Jessica una vez que el profesor se puso a hablar de nuevo-. Al parecer este es rico.
-Primero que nada, esto no es de tu incumbencia- le mire finito-. Segundo no es mi novio, es el novio de Angela.
-¡¿Qué? ¡Pero si ella…!-comenzó a chillar pero le pise el pie para que se callara, no quería que me expulsaran de la clase- ¿no que ella era lesbiana?- dijo en cuchicheo.
-Sus gustos cambiaron- me encogí de hombros, intentando restarle importancia.
-Eso es raro…-frunció el ceño, luego me miro de forma socarrona- ¿Le estas tomando prestado el novio?
-¿Acaso piensas que soy una puta que andas detrás de los novios de las demás?- alzo una ceja y me miro incrédula-. De acuerdo, lo soy, pero no se lo quitare a ella. No de nuevo- lo último me lo dije para mi misma.
-Entonces… ¿Qué hacías en su auto?- al parecer lo que le había dicho no le era información suficiente.
-Cosas de trabajo, pero como te había dicho antes, eso no es de tu incumbencia.
Para mi suerte, y desgracia, la última hora de mis clases se había terminado. Jessica no dijo nada más, se largo del aula como si nada hubiera pasado. Yo me tarde más tiempo de lo normal acomodando mis pertenencias. Tenía miedo de que al salir me lo encontrara esperándome en la entrada. Y aunque me escondiera, ese bastardo me encontraría y tendría que darle mi respuesta, que lamentablemente ya esta decidida.
El aliento se quedo atorado en mi garganta cuando vi a Edward apoyado en su auto, con un cigarrillo en los labios y los lentes de sol. Se veía de maravilla, como toda una estrella de cine. Suspire y camine hacia él. Edward se enderezo e hizo una leve inclinación en modo de saludo, luego tiro el cigarrillo.
-¿Y bien?- pregunto al ver que yo no decía nada.
Tome una gran bocanada de aire, abrí mi boca y…
-Acepto- sabía que esto iba a terminar mal, demasiado mal. Pero no podía perder mi departamento, e ir a vivir con Jacob.
Edward sonrió ampliamente dejando a la vista su centellante dentadura. Como no sonreír si había conseguido lo que quería.
-Sabía que aceptarías- dijo con burla.
-No tenía muchas opciones- me encogí de hombros-. Si rechazaba la oferta me perseguirían de por vida.
-Eres muy inteligente- halago-. Eso me gusta.
-Como sea. También poniendo presión me ayudaba a elegir- dije con sarcasmo.
-¿Presión?-se hizo el inocente.
-¡Oh, por favor!- dije exasperada-. Estuviste aquí todo el día presionándome.
-Tómalo como quieras.
-Y no solo eso, ahora toda la universidad anda diciendo que eres mi novio y no se que otras payasadas- demonios, necesitaba un cigarrillo.
-Me importa muy poco- metió su mano en el saco y sacó una etiqueta de cigarrillos, tomo uno y lo poso en sus labios mientras lo encendía con un encendedor que parecía de oro.
Estaba deseando con todas mis fuerzas ser ese cigarrillo y perderme entre sus labios, que me succionara tal y como lo hacia con ese pequeño paquete de nicotina. Este hombre había sido creado a los deseos de una mujer. Apartó la mirada de su cigarrillo y me miro, tuve que recobrar la compostura, ya que me había quedado boquiabierta y casi babeando.
-¿Fumas?- pregunto con una sonrisa.
-Por supuesto- saque el cigarrillo de sus labios y los lleve a los míos, dando una calada- mmm...-murmure mirando el cigarro entre mis dedos.
-¿Qué?
-Esto se lo considera un beso indirecto- él se rió con una fuerte carcajada. Una sonrisa se escapó de mis labios y me percate de lo que estaba haciendo.
Amistad con el enemigo, dijo una voz en mi cabeza.
-¿Puedo quedármelo?
-Seguro- asintió con la cabeza, aun con esa sonrisa que doblaba mis rodillas.
-Gracias- gire sobre mis talones y me dispuse a caminar hacia mi departamento. Alejándome a toda prisa de él.
-¿Dónde crees que vas?-su voz sonó tan dura que me pare en seco.
-A mi casa- le dije con cierta obviedad.
-Aun no hemos terminado de hablar- sus cejas se perdían dentro de sus lentes.
-¿Sobre?
-El horario y toda esa mierda- sacudió su mano en modo de desinterés.
-Solo dime la hora, la dirección y el día y estaré allí.
-Te lo diré solo si vienes conmigo- se giro y abrió la puerta del copiloto.
-¿Ir a donde?- pregunte con recelo.
-A tu casa ¿A dónde más?-contesto con la misma obviedad que yo había empleado antes- ¿Me harías el honor?
-De acuerdo- acepte halagada y con miedo.
-Definitivamente, eres muy inteligente, Isabella- ronroneó en mi oído cuando pase por su lado para entrar en el auto.
Mis piernas se aflojaron y tuve que sostenerme del techo del auto para no caer al suelo. Me gire para decirle algo, pero él ya estaba caminando hacia su puerta, con una sonrisa pintada en la cara ¡Este hombre esta jugando conmigo! Entre al auto y cerré con, más fuerza de la necesaria, la puerta. Sin esperar un segundo, Edward puso en marcha su flamante auto.
-¿Cómo serás los horarios?- pregunte girando mi cuerpo para dejar mis cosas en el asiento de atrás.
-Mañana tienes clases a la tarde, por lo tanto entraras a trabajar a las siente de la mañana- freno en un semáforo-. Los días que tengas clases a la mañana, entraras a trabajar a penas salgas de la universidad, hasta cierta hora de la noche.
-Eso se llama explotar al empleado ¿sabes?- dije cruzándome de brazos.
-Para nada. Te estoy haciendo un favor- me miro de reojo-. No encontraras ningún empleo con estos beneficios.
-Cielos, me siento sumamente afortunada- dije con sarcasmo.
-Ahora que vamos a ser empleada y jefe ahí un par de cosas que debes saber- dio la última calada al cigarrillo y lo tiro por la ventanilla.
-¿Tratarte con respeto?-murmure con picardía.
-Eso es lo primordial- me sonrió-. Pero ahí ciertas cosas que…
-Déjame adivinar-me lleve un dedo al mentón, fingiendo pensar. Le vi fruncir el ceño a la calle, abrió la boca para decir algo, pero le interrumpí-. No te gusta repetir las cosas dos veces.
-Muy bien- refunfuño-. Otra cosa, es la más importante…
-Odias que te interrumpan- apretó el volante, reí por lo bajo- ¿tanto te molesta?
-Mucho-replicó entre dientes.
-No lo volveré a hacer- dije aun riendo.
-Espero que así sea- bufo-. También soy un tipo de poca paciencia y muy detallista.
Le di la última calada a mi cigarrillo y le imite tirándolo por la ventanilla. De repente el auto se sumió en silencio, las palabras sobraban ¿Por qué me sentía tan cómoda con este tipo a mi alrededor?, me pregunte. Si no mal recordaba él me había estrangulado y poco le faltó para matarme…Entonces ¿Por qué?
Por más que buscara respuestas en mi cabeza no encontraba nada, él solo era un extraño, que de un día para el otro se convirtió en mi jefe y chofer. Sonreí y negué con la cabeza, luego la apoye en el marco de la puerta, dejando que el aire alejara todos mis pensamientos y dejara mi mente en blanco.
Cerré los ojos y deje que cada músculo mi cuerpo se relajara. La inconciencia me estaba reclamando. Últimamente no estaba durmiendo como se debía, entre Jacob y los estudios las horas de sueño se estaban reduciendo y ahora me estaban pasando factura.
El coche freno y todo mi cuerpo se puso en alerta, con un poco de pánico mire fuera del coche. Me sorprendí al ver la puerta del edificio donde vivía y suspire con alivio.
-¿Cómo sabes donde vivo?- pregunte molesta, me gire para verlo y mi me atragante cuando le vi tan cerca de mi.
-Estas despierta- susurro y su aliento choco contra mi cara, su olor era delicioso y podía estar segura de que sabría aun mejor si lo probaba- Pensé que te habías dormido.
Sus palabras me trajeron a la realidad, estaba demasiado hipnotizada con sus labios, tanto que no me percate que me había acercado, inconcientemente. Tome aire y me aleje de él.
-No contestaste mi pregunta- me removí en el asiento y tome mis libros.
-No tengo por que contestarla- se había quitado los lentes y me estaba perturbando con su mirada.
-Puedo denunciarte por acosarme- le amenacé, pero mi voz no sonó para nada amenazante.
-Inténtalo- me reto, acercándose más a mi, sus ojos viajaban de mis ojos a mis labios, hasta que se detuvo en mis labios.
Ladeó la cabeza un poco y rozo mis labios, cerré mis ojos y una imagen se planto en mi cerebro. La imagen de Angela llorando y gritándome que lo había echo de nuevo, traicionarla.
-Angela…-susurre abriendo los ojos y le vi como fruncía sus cejas-. Angela…-volví a repetir.
Se aparto de mi como si tuviera alguna peste, se inclino hacia la guantera* y sacó una pequeña tarjeta, me la entrego y con voz dura espetó.
-Ni se te ocurra llegar tarde.
Sin encontrar mi voz, asentí y me baje del auto, no alcancé a poner los dos pies en el cordón y cerrar la puerta, que el auto se había puesto en marcha saliendo a toda velocidad por las calles.
Genial, dijo con sarcasmo mi mente, Le hiciste enojar. Suspire y mire la pequeña tarjeta que me había dado "Corporación Cullen", decía en grande con letras elegantes, debajo con la misma caligrafía, un poco mas fina, decía Jefe: Edward Cullen.
-Así que es un Cullen- me dije en voz alta. El edificio quedaba al frente del Central Park.
Guarde la tarjetilla en el bolsillo trasero de mis pantalones y me dirigí hacia mi departamento, fruncí el ceño cuando vi a alguien recostado en mi puerta.
-¿Qué haces aquí Jacob?- la pregunta salio de mis labios con un deje de frustración, no es que me molestara que él estuviera aquí, pero hoy había sido un día demasiado largo y quería estar sola.
-Suenas molesta- me envaro y me miro con recelo- ¿no quieres que este aquí?
-Lo lamento. Estoy un poco cansada, no quise descargarme contigo- me disculpe y me dirigí hacia la puerta, metí la llave en la cerradura y la abrí.
Entre al departamento y comencé a encender las luces, dejé la puerta abierta, siendo conciente de que Jacob entraría detrás de mí. Sabía para lo que había venido, a algo a lo que yo no me podía negar, pero con un poquito de voluntad lo haría.
-Escuche los rumores de hoy- ¡Genial! Antes del sexo iba a corroborar si esas estupideces eran ciertas.
-No son ciertas- aclare de inmediato-. Son unos idiotas los que lo comenzaron.
-Eso es por que todos te conocen.
-¿Qué insinúas, Jacob?- pregunte molesta, fulminándolo con la mirada.
-¡Vamos! No te molestes- se acerco rápidamente a mi y me rodeó la cintura con sus brazos-. Es solo que me puse un poco celoso- la última palabra la susurro en mi oído.
-No se por que lo estas- murmure contra su pecho-. Tu y yo no somos nada- eso último lo hizo tensar y yo aproveche para zafarme de sus brazos, para así huir a la cocina.
-Si que estas molesta- murmuro-. Pero no te sueles molestar por ese tipo de cosas- puso sus manos en mi cintura y me obligo a encararlo. Apoyo sus manos en la mesada, a casa lado de mi cuerpo, impidiendo que pudiera escapar- ¿Qué fue lo que te paso?- preguntó serio.
-Jacob…-refregué mi cara con las manos, en modo de cansancio. Todo esto me estaba cansando, no tenía por que estar dándole explicaciones a él de todo lo que pasaba en mi vida.
-No pasa nada- dije entre dientes, aun con las manos en mi cara.
-¿Entonces por que estas tan molesta?- presionó.
-Por cosas que me pasan a mi, Jacob- le mire ceñuda-. Cosas de las cuales no te puedo contar- se alejo de mi, dándome mi espacio.
-Pensé que éramos amigos- susurro.
-Y lo somos- dije un poco más calmada-. Pero te preocupas y te pones posesivo…
-¡Me preocupo por que me importas!- golpeó la pequeña mesa y esta se partió un poco, Genial, ahora tendré que comprar una mesa, pensé mirando la victima, luego volví a mirar a Jacob- ¡¿Acaso no recuerdas lo que te paso?- volvió a gritar señalando mi cuello.
-Jake, te recuerdo que estas en mi casa. Por lo tanto, no grites ni maltrates mis muebles- sus rasgos se suavizaron un poco, pero aun estaba molesto-. Lo que me paso- señale mi cuello-. Te dije que lo tenía merecido. Punto. No se discute más.
Me gire de nuevo para preparar la mi cena, aunque con todo esto, mi estomago se había cerrado. Era un gran nudo que ni siquiera me dejaba respirar.
-Ya no te gusto ¿verdad?- susurro Jake.
Su pregunta me tomo desprevenida, me gire y mi corazón se contrajo al verlo triste. Me acerque a él y acaricie su mejilla.
-¿Por qué preguntas eso?
-Ya ni me llamas, si yo no te busco, tu no te acuerdas de mi- me abrazo escondió su cara en mi cabello-. No recurres a mi cuando tienes un problema o quieres hablar. Me rechazas- suspiro- ¿encontraste a otro?
-Creo…-le abrace y acaricie su ancha espada-…creo que estoy cambiando- eso era verdad-. Y te equivocas, no tengo a ningún hombre en mi mente- mentirosa- ni mujer- agregué haciendo que él se riera.
-Pero algún día lo estará- se puso derecho, estaba serio de repente- Y yo quiero ser ese hombre- enfatizo la palabra yo mientras me miraba decidido.
-Por favor, Jacob- huí de su mirada que se estaba volviendo suplicante-. Ya hemos hablado de esto- volví a reposarme contra la mesada-. Escucha, quiero un tiempo para mí ¿si?- le mire a los ojos-. Tengo muchas cosas en la cabeza y si seguimos con esto nos….- sacudí la cabeza, corrigiendo mis palabras-…te voy a terminar lastimando. Y es lo que menos deseo.
-De acuerdo- en su mirada de podía notar el daño que le estaba haciendo y me golpee mentalmente-. Será mejor que me vaya- camino hacia la pequeña sala.
Lo seguí con pasos lentos, viendo como recogía sus cosas y caminaba hacia la puerta, sin siquiera mirarme.
-Jacob- le llame, él se detuvo frente a la puerta, ahora abierta- ¿seguimos siendo amigos?
-Ahora yo también tengo cosas en las cuales pensar- se giro, tiro sus cosas y se acerco a mi, limpiando una lágrima.
Oh, genial, estaba llorando. También me dolía el pecho. Lleve mis manos a la cara ahogando mis sollozos.
-Lo siento mucho- dije con voz estrangulada- Te quiero- eso era verdad.
-Y yo a ti te amo- susurro contra mis cabellos, luego los beso y beso mis mejillas empapadas-. En menos de lo que te imagines, estaré por aquí de nuevo.
-Gracias- murmure cuando le vi salir por la puerta, me sonrió triste, antes de despedirse.
-Nos vemos- saludo y desapareció.
Camine hacia el zaparrastroso sillón y tome uno de los desgastados y deformados cojines, tome una buena bocanada de aire, hundí mi cara en el cojín y grite con todas mis fuerzas, desahogando toda mi frustración, tristeza y odio.
Un solo grito no fue suficiente, seguí gritando y gritando…hasta que mi garganta quedo destrozada y no pude siquiera gemir de dolor.
Me tire en el sillón y contemple el techo, contando las grietas y salpicaduras de la vieja pintura, hasta que Morfeo me reclamo y gustosa caí en sus brazos.

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