viernes, 19 de noviembre de 2010

Cap1-R

Reencarnación
-Capitulo 1: Introducción-
Edward Pov.
¿Quien diría que una enfermedad me terminaría separando del amor de mi vida?
Pues lo dirían las personas que tienen una muy mala suerte. Entre esas personas me encuentro yo, Edward Anthony Masen, un joven eterno vampiro.
En 1918, cuando era humano, nos diagnosticaron a mi familia, prometida y a mi, que teníamos una enfermedad; La gripe Española, la cual estaba arrasando, por aquel entonces, a Chicago y uno que otro estado. Automáticamente nos internaron en la zona de cuarentena, aun recuerdo la enorme sala, llena de personas agonizando, muriendo y cada cinco minutos sacaban de a tres cadáveres, sin contar la cantidad de gente que entraba.
El Doctor Cullen, nos llevo hasta nuestras camas, pedí una entre medio de mi prometida y mi madre, él lo tomo como una ultima petición y acepto. El primero en dejarme fue mi padre, recuerdo que llore todo ese día junto a mi madre, la cual estaba devastada y parecía que ella era la siguiente.
Varios días pasaron y mi condición empeoraba rápidamente, recuerdo a mi madre llorando a un lado de mi cama rezando y rogando a los cielos de que alguien me salvara, mire a mi novia que tenia los ojos cerrados, la respiración agitada, el flequillo pegado a su frente a causa del sudor y sus mejillas que estaban mas sonrojadas que de costumbre, la llame, sabía que mi tiempo se estaba acabando y necesitaba hablar con ella por última vez, tardo un poco en contestar.
-Amor, te prometo que esto no nos va a separar, en esta vida no nos fue como queríamos, pero te prometo que en la próxima será mucho mejor, voy a esperar y te voy a buscar, lo juro.
-No te despidas, por favor- aun recuerdo sus ojos chocolates opacados y levemente desenfocados por la fiebre con una capa cristalina a causa de las lágrimas.
-Tú también promételo.
-Lo prometo-mi muerto corazón todavía se rompe al recordarla llorar.
-Te amo- le dije con la verdad y en un intento de animarla, pero su llanto no seso, mas bien aumento.
-Te amo, Edward.
Luego de eso todo se volvió negro y caliente, la ponzoñosa de Carlisle me quemo todo mis órganos, incluso mi corazón, pero no quemo mis sentimientos ni recuerdos. Cuando abrí los ojos a mi nueva vida, me encontraba en una casa desconocida, era de Carlisle, recuerdo que el me contó todo, lo que él era y en lo que me había convertido, debo reconocer que al principio no lo creí, pero me dijo que mi madre, mas o menos, se había enterado de lo que era y le pidió que me salvara, fue cuando caí en cuenta de que no sabía lo que les había pasado a ella y a mi novia, para mi buen suerte-nótese el sarcasmo- me comunico que ambas habían fallecido un día después de mi. Le grite y casi intente golpearlo por no haberla salvado a ella, no es que mi madre no me importara, pero mi amor era mucho más importante para si en ese momento y lo sigue siendo ahora.
Han pasado 90 años y mi padre aun sigue disculpándose por no haberla convertido, pero yo ya no le guardo rencor, de hecho me ahorro no morir y olvidarla. Aun la espero y la busco, todos los años viajo a Chicago a visitar su tumba y la de mis padres, suelo pasar días sentado hablando con ella, recordándola y pidiéndole que regrese a mi.
Viaje a Alaska en busca de familia de vampiros, que ya no éramos Carlisle y yo, se sumo Esme, mi nueva madre y su eterna esposa, también Rosalie, Emmett, Alice y Jasper, mis hermanos. Pero el aquelarre de Denali me dijo que ellos habían partido a Forks, Washington, por un supuesto intercambio de trabajo de Carlisle, por suerte me había dejado mi auto, me despedí del aquelarre y partí a ese pueblo.
Para nuestra suerte era un pequeño pueblo, encapotado con gruesas nubes, la mayor parte del año llovía, por lo que el clima siempre era frío y húmedo, sin duda la cuidad perfecta para los Cullen.
Luego de mi llegada e instalarme en la nueva casa, nos toco ir al instituto, lo que mas odiaba eran esos malditos edificios atestados de adolescente con las hormonas revoloteadas, mentes pervertidas, tanto los alumnos como los profesores, pero sin duda lo que mas odiaba era ser el centro de atención. Siempre era lo mismo cuando llegábamos a una nueva ciudad, los molestos e interminables y comentarios miradas por parte de todos, en especial la parte de mis hermanos que estaban juntos, muchas veces deseé poder tener un botón de apagado para dejar de escuchar los pensamientos de todos, pero eso era imposible.
Hoy la escuela estaba un tanto ansiosa e inquieta, por lo que escuchaba en los pasillos- y en las mentes- una nueva alumna iba a ingresar al instituto, era la tan nombrada hija del jefe de policía, Charlie Swan. Era la hora del almuerzo y por una vez no éramos el centro de atención y eso a Rosalie le molestaba un poco, más bien le molestaba que una humana le robara la atención. De pronto la imagen de una chica de cabello castaño, con unas ligeras hondas y unos hermoso ojos color chocolate me golpearon la mente, sin duda los recuerdos me estaban haciendo una mala jugada, pero no fue así, ella entro a la cafetería.
-Bella…- su nombre se me escapo y mi muerto corazón, claro que literalmente, volvió a latir de dicha al verla. Estuve a punto de lanzarme sobre ella, cuando la vi de la mano y sonriendo con mi peor enemigo.

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