Capitulo 10
BELLA POVNo podía creer lo que tenía delante de mis ojos, y debajo de mi cuerpo. Estaba Jacob, mi amigo. No pude detenerme a pensarlo, me lacé a sus brazos y lo apreté fuertemente.
-Bella- susurró él atrapándome en esos brazos que tanto había extrañado.
-No puedo creer que estés de vuelta- lloriqueé en su hombro.
-¿Qué pasa, pequeña?- me separó un poco para verme a los ojos, intenté esquivarlo, pero él tomó mi rostro con una de sus manos, obligándome a mirarlo- ¿Por qué lloras?
-Oh, Jake- sollocé-. Esto apesta- bufé llorando peor que antes.
Lo sentí suspirar, luego el suelo desapareció y todo se volvió negro.
-Eres tan importante para mí- me susurró al oído, luego besó mi mejilla.
-Yo no sé qué haría sin ti-confesé sonrojada.
-Jamás te dejaré sola, nunca voy a dejarte- me prometió antes de volver a hacerme el amor.
Abrí mis ojos con dificultad, la luz me cegó por completo, por lo que solté un quejido y los tapé con mi brazo.
-¿Así que no tienes idea de lo que le paso?-bufó… ¿Edward?
-Sí, estaba corriendo, llorando y se desmayó- le gruño Jacob.
Me senté de golpe en el sillón, me arrepentí ya que la habitación empezó a dar vueltas. Caí de nuevo al las almohadas del sillón.
-Quédate quieta- me aconsejó la voz de Jasper- Solo hasta que pase el mareo.
Sentí algo húmedo y frío en mi frente, suspire solo de alivio. Abrí mis ojos y me encontré con el par azulado de Jasper, quien me sonreía tiernamente. A su lado se encontraba Emmett quien revolvió mi cabello, parecía aliviado.
-Que susto nos llevaste enana- sonrió y me tendió una mano para que me sentara.
Jasper se acercó y me ayudó también, el mareo aun no se iba del todo. No entendía que me había pasado. Me sentía como de gelatina, no estaba segura de si iba a poder caminar, si lo intentaba le daría una rápida visita al suelo.
-¡Bella!-exclamó Jacob acercándose a mí- ¿Cómo te sientes? ¿Qué paso?...-y así siguió con un millón de preguntas.
Solté una risita y tapé su boca con una de mis manos.
-Estoy bien, solo me descompense- le tranquilice, pero ni siquiera yo estaba segura del porque de mi desmayo.
-Aun estamos a tiempo de ir a un medico- me sugirió.
-Es verdad, no es normal que una persona se desmaye porque si- asintió Jasper.
-No es mala idea, Isabella- dijo fríamente mi jefe, quien se había acercado a nosotros, pero manteniéndose lejos.
-En verdad, ya estoy bien y no fue nada- les aseguré a todos.
-Sigue siendo así de testaruda y te cargo en mi hombro obligándote a ir a un hospital- me amenazó Emmett-. Tú elijes.
-Solo fue un desmayo, no es para tanto- se metió Angela-. Lo más probable es que haya sufrido una baja de presión, no sean tan dramáticos.
-Cierto- asentí con el ceño fruncido-. Por cierto, eres la menos indicada para hablar de dramatismo.
-Nadie te pidió tu opinión- me escupió.
-Lo mismo digo- le sonreí con burla.
-Lo siento, amor. Pero no soporto estar en la misma habitación que ella- se acercó a Edward y le planto un beso en los labios, que él no correspondió, solo me miraba a mí.
-Antes no te quejabas, ni me dejabas salir de la cama ¿recuerdas?- me burlé viendo como ella se volvía colorada y salía volando de la oficina.
-Ok, no entendí nada- dijo Emmett rascándose la cabeza.
-¿Lesbiana?- preguntó Jasper con sorpresa.
No pude evitar reírme, era gracioso las caras que ellos dos ponían. No se me había cruzado por la cabeza que ellos no sabían nada de mi relación con Angela, antes de esta.
-Solo me gusta probar cosas nuevas- me encogí de hombros e intenté ponerme de pié, pero mis piernas fallaron y volví al sillón de inmediato.
-Realmente pienso que tienes que ir a un medico- dijo Jacob preocupado.
-¿Cómo sabías que trabajo aquí?-pregunte intentando cambiar el tema. No quería ir a ningún médico.
No quería saber nada de hospitales, ni salas blancas con pasillos lustrosos y blancos, con habitaciones en donde había gente que le quedaba poco tiempo de vida. Para nada quería volver a uno de esos infiernos.
-Te alcé para llevarte a algún lado, pero entonces me encontré con él- señalo a Jasper- Y te metimos aquí dentro.
-Gracias- le sonreí.
-Me asustaste- acarició mi mejilla con sus dedos.
-Bueno, bueno, bueno… no sabíamos que la pequeña tuviera novio- la voz de Emmett resonó en el silencio que se había generado.
-No somos novios- me apresuré a decir viendo como Edward se daba la vuelta-. Solo somos amigos.
-Te puedes ir, Swan- dijo Edward sentándose en su escritorio-. No te necesito en esas condiciones.
-Estoy perfectamente bien- afirmé no muy convencida porque realmente no me sentía muy bien.
-Vuelve cuando te sientas mejor, mientras tanto tus días serán descontados.
-¡Eso es injusto!-gritó Jacob, poniéndose de pie.
-Yo soy su jefe, así que yo decido que hacer- demandó Edward sin mirarlo siquiera.
-Eres un maldito explotador- bramó apretando los puños.
-Pueden irse, tenemos trabajo que hacer- me miró y me estremecí, sus ojos eran fríos y molestos.
No entendía por qué, si íbamos al caso yo era quien debía de estar molesta, por todas las que me hacía pasar. Y estaba segura que mi desmayo había sido por su culpa, porque había estado pensando en él y en sus arrogantes pedidos, sus malditos juegos.
-Gracias- me levanté con lentitud, pero antes de caer Jacob me sostuvo.
Sin decir una palabra más, salí de esa asquerosa habitación.
.
-No logro entender cómo es que trabajas ahí- dijo Jake desde la cocina.
Hacía unos minutos que habíamos llegado a mi departamento, y él amablemente se había quedado a ayudarme, ya que decía que no me veía en condiciones de estar sola.
-La paga y el horario son buenos- aclare sentada en mi sillón.
En realidad la paga era una mierda, y el horario también, no tenía descanso a menos que no fuera a la noche. En ese momento Jacob salía de la cocina con dos tasas humeantes, de inmediato la pequeña sala se inundó de olor a café negro.
-Gracias-le sonreí cuando me entregó una taza. Junté mis piernas para dejarle sentar al otro lado del sillón.
Nos quedamos unos minutos en silencio, saboreando la cafeína y pensando en nuestros asuntos. Ahora que lo pensaba y miraba, hacía tiempo que no veía a Jacob, ni siquiera en la universidad. Era raro volver a tenerlo tan cerca y lo más raro es que ya no sentía nada de atracción física por él…
-Extrañaba este lugar- dijo de repente sacándome de mis pensamientos-. Te extrañaba a ti.
-Yo también te extrañé- le confesé, pues era verdad, últimamente me hacía mucha falta alguien como él.
-Pero estoy seguro que no de la manera en que yo lo hice- me miró con ojos tristes.
Suspiré y dejé la taza en la mesita ratona, me acerqué a él y apoyé mi cabeza en su hombro. Él también dejó la taza y pasó su brazo por mis hombros, apretándome a él.
-Realmente desearía poder enamorarme de ti- comencé con los ojos cerrados-. Pero no puedo enamorarme, ya no.
-¿Por qué?- me preguntó intrigado.
-Yo… hice una promesa a alguien- escondí mi cara en su cuello, intentando reprimir las lágrimas que amenazaban con salir.
Esta era la primera vez que hablaba de él con otra persona que no fuera mi familia o mi, ex, amiga. Era un tema del que quería dejar en el pasado, pero que a la vez no podía, ya que todos los días algo me hacía recordarlo. Y por más que intentara olvidarlo o ignorarlo, siempre, cualquier cosa me hacía tenerlo presente.
-¿A quién?- acarició mi hombro.
-A mi ex, él…-se me hizo un nudo en la garganta, me costaba respirar y ya podía sentir mi rostro mojado-. Él murió hace mucho tiempo- sollocé.
-Oh, Bella- me alzó, sentándome en su regazo.
Mientras yo lloraba, como hacía tiempo que no lo hacía por él, Jacob acariciaba mi cabello con infinita ternura.
-Lo siento mucho, pequeña- susurró contra mi cabello.
-Yo de verdad que le amaba y él a mí- lloriqueé sin despegarme de mi amigo-. Sin embargo me lo quitaron y de la peor manera, yo…-mi voz se cortó por el hipo-… no he podido olvidarlo, me siento que soy una asquerosa traidora.
-No te digas eso- me regañó dulcemente.
-Claro que lo soy, Jake- me enderecé y le miré a los ojos-. No eres el primero con el que he estado, ha habido muchos otros, pero… nada de amor.
-Bella, el pasado es pasado, no pueden avanzar hacia un futuro si te sigues lamentado de esa manera- secó mis lagrimas con sus dedos-. Algo me dice que no está para nada feliz de verte en este estado.
-Pero yo prometí solo amarlo a él, Jake- le dije con desesperación-. Sin embargo yo…voy y tengo sentimientos por otro.
-Bella, al corazón no lo puedes mandar, él hace lo que se plazca- sonrió de forma triste-. Sin embargo tu novio ya no está aquí…
-Él siempre está aquí- puse una mano en mi pecho, donde estaba mi corazón, dándole a entender lo que quería decir.
-Sé, Bella- suspiro-. Pero no de manera física, lo que quedan son recuerdos, y eso lo tienes que atesorar… pero debes seguir adelante.
Parpadeé sin entender muy bien sus palabras. Era verdad que solo quedaban lindos, y dolorosos, recuerdos….
-Estas son cosas que pasan- acarició mi mejilla-. Y todos pasamos por momentos tristes, dolorosos y peores de los que te pasan a ti, pero a la larga o a la corta esa tristeza es recompensada por una alegría tremenda.
No pude evitar soltar una risita, Jake tenía razón, las cosas se compensaban al final, en algún momento, lamentablemente el mío no había llegado aún. Pero Jacob era el adelanto de que sus palabras eran ciertas. Yo sin él seguiría siendo una cualquiera, que se acuesta con el primero que se le cruza.
-Gracias, Jake- volví a abrazarlo-. De verdad, de verdad quiero amarte más que como un amigo.
-Y yo realmente quiero que lo hagas, pero son cosas que no se pueden forzar- me abrazó y pude notar en el tono de su voz la angustia que sentía.
-Eres muy especial, Jake- me alejé y besé su mejilla.
-Lo sé- se pavoneó haciéndome soltar una carcajada-. Dime una cosa…
-¿Qué?
-¿Qué se traen tu y ese jefe tuyo?- me miró con ojos calculadores.
-Nada- mentí torpemente, podía sentir mis mejillas calientes.
-Son muy malos mentirosos, los dos- me acusó sentándome en el sofá-. Ese tipo no quitaba la mirada de ti cuando te llevé y la preocupación era muy notoria, a pesar de querer ocultársela a su novia.
-De todos modos, sea lo que sea, ya no lo haré más- aseguré no muy convencida.
-¿Perdón?- inquirió sin entender.
-Para Edward no soy más que un juego, capricho- de solo recordarlo me molestaba-. Además no pienso volver a lastimar a Angela, aunque ya no seamos amigas, no puedo… quitarle o mirarle al novio.
Jacob me miró con una ceja alzada. A pesar de que aparentaba estar normal, sin afectarle nada, podía ver en sus ojos que le dolían mis palabras. Le dolía que yo me fijara en otro que no fuera a él, cuando yo lo había conocido primero y había compartido varias noches.
Pero era hora de admitir que Edward Cullen se había calado hondo en mi corazón, no solo por su aspecto, también por su consuelo. En aquel momento en que estaba sufriendo, Edward me mostro un lado de él que estaba seguro que nadie conocía. Pero creo que nunca más volvería a ve a ese Edward, ahora se había convertido en un completo idiota.
-De todos modos…- se rasco la cabeza con cierta incomodo-, no quiero saber lo que tienes planeado hacer con otro hombre.
-Lo siento- me disculpe.
-¿Realmente sientes algo por ese tipo?- me miró con cierta repugnancia-. Es un estirado- criticó y yo no puede hacer más que soltarme a reír como loca.
No era de todo mentira lo que decía de Edward, pero en cierto modo algo me decía que él no era de esa manera.
.
A la mañana siguiente desperté con dolor de cabeza y los ojos me pesaban, eso de llorar me pasaba la factura. Hoy me tocaba trabajar a la mañana, por lo que había puesto el despertador. Me giré y moví el cuerpo de Jake, era la primera vez que dormíamos juntos sin tener nada de sexo, aunque el pobre parecía que lo quería.
-Jake…- lo moví-. Es hora de levantarnos.
-Déjame- gruñó metiendo su cabeza debajo de la almohada.
-Tienes clases- le dije con obviedad, sabía que era difícil de levantar.
-No me importa- su voz sonó amortiguada por la almohada.
Yo me reí y me metí al baño, me di una ducha rápida, me vestí y fui a la cocina a preparar el desayuno para los dos. Jake aun seguía acostado en la cama. Preparé unos cafés, más unas tostadas con mermelada. Mientras esperaba que el café terminara de hacerse, yo acomodaba la mesa, Jake apareció frotando sus ojos con un gruñido.
-Buenos días- saludé dejando una taza en la mesa.
-Aun es de noche- se quejó sentándose, mientras se rascaba la cabeza.
-Eres perezoso- me reí ante lo gruñón que era durante las mañanas.
-Solo a ti se te ocurre levantarte tan temprano- gruñó sorbiendo su café.
-Yo tengo que trabajar y tú tienes que ir a la universidad- me encogí de hombros.
-Creo que pediré cambio de horario- comentó completamente serio, arrancándome una carcajada.
Una vez que termináramos de desayunar, cada uno tomo sus cosas y se fue por su lado. Jake prometió pasarme a buscar a la salida de mi trabajo para llevarme a mis horas de estudio y luego cenaríamos juntos. Como en los viejos tiempos.
Realmente había extrañado a Jacob todo este tiempo. Había extrañado su compañía, su amistad y su cariño hacia mí. Suspiré abatida por aquello. Realmente quería amarlo, él se lo merecía, totalmente, se merecía que lo amara, sin embargo no podía forzar mis sentimientos. No ahora que parecían tener dueño. Un idiota egocéntrico que solo pensaba en mi como si fuera un juguete, uno con el que jugaría hasta que se cansara y luego, cuando estuviera maltrecho, me tiraría por otro juguete mas nuevo.
Edward Cullen eran la peor persona que pudiera haber conocido, sin embargo, me sentía atraída hacia él. En muchos sentidos. Era estúpido e irracional, pero lo sentía. Sentía cosas que me había prometido no sentir, no cuando yo ya tenía a alguien que ocuparía mi corazón para siempre. No era justo. No para James.
-Buenos días, señorita Swan- me saludó Giana desde su escritorio, con una amplia y cálida sonrisa.
-Buenos días, Giana- salude devolviéndole la sonrisa.
Admiraba a Giana en cierto modo, por trabajar en esta compañía sin haberse vuelto loca, por lo que me habían contado ella llevaba sus buenos diez años trabando sin un día de falta. Completamente eficiente. Yo llevaba apenas unos meses y tenía ganas de arrojarme por la ventaba del piso donde trabajaba. Sin contar que ya estaba loca por los descaros que tenía mi jefe.
Entre a la oficina y todo estaba a oscuras, al parecer nadie había llegado aún. Era común que tanto Edward como los demás empelados llegaran más tarde que yo. Ya que yo era quien tenía que limpiar el desorden que ellos dejaban para que al día siguiente ellos pudieran seguir ensuciando.
Cerré la puerta de tras de mí y encendí las luces, gire hacia los sillones y casi, casi, grito al ver un cuerpo desparramado en el sillón más grande. Me acerqué a pasos vacilantes hacia la persona. Estaba de espaldas a mí y la cabeza tapada por unos de los almohadones, por lo que no podía saber quién era. La pequeña mesa estaba abarrotada de botellas de cerveza, licores, vinos…y demás. Cuando estuve lo suficientemente cerca, tome una botella y saqué el almohadón. Suspiré aliviada al notar que era Edward quien estaba inconsciente.
-Edward- le moví.
Él murmuró algo antes de darse la vuelta y acostarse sobre su espalda. Volví a llamarlo y moverlo, solo que ahora me tomó de la mano y me tiró sobre él. Pasando sus brazos por mi cintura y apretarme contra su cuerpo. No podía negarlo, se sentía tan bien tenerlo tan cerca, que me abrazara tan posesivamente, que me hiciera creer que sentía algo por mi mas que si fuera un capricho.
-¿Qué estás haciendo aquí?- preguntó con voz ronca.
-Yo debería de preguntar eso- dije apoyando mi cabeza en su hombro, cerrando los ojos ante las delicadas caricias que proporcionaba en mi cabeza.
-¿Estas mejor?- susurró en mi oído ¡Dios!
-Sí, ya estoy mejor- intenté apartarme, había recordado que me desmayara el día anterior había sido a causa de él.
El hombre que estaba debajo de mí me había besado esa misma mañana de una forma que me había derretido en sus brazos, para que luego me dejara de lado y se fuera con su novia, y la besara de la misma forma, delante de mí, sin importarle nada. Había estado maldiciéndolo tolo el día y ahora estaba lo más pancha acostada con él como si nada hubiera pasado…
Pero no pude siquiera levantarme, ya que en un movimiento rápido nos cambio de posición, dejándome a mí abajo. Acorralada entre su cuerpo y los mullidos almohadones del sillón. Sus ojos se clavaron en los míos por un segundo. Un segundo que me quemó por completo, antes que de su boca se posara en la mía y me besara tiernamente. Mis manos se movieron solas hacia su cuello, donde los enredé y lo atraje aun más hacia mí.
Su aroma era intoxicante, y sus labios adictivos. Una vez que los probaba me era imposible alejarme. Su húmeda lengua se metió en mi boca buscando la mía, para así poder enredarse y tentarse juntas. Este hombre sabía cómo besar, sabía que era lo que una mujer quería y como lo quería. Obviamente por la amplia experiencia que tiene. Y que debe practicar con Angela. Mi conciencia era mala, muy mala. Pero tenía razón.
A duras penas corrí mi cara y alejé mis manos de su cabello.
-Ahora entiendo por qué poner tan reacia conmigo- bufó y se apartó de mí-. Debes de querer mucho a tu noviecito, por eso no aceptas estar conmigo.
-Jake no es mi novio- aclaré sentándome.
-¿Seguro?- dijo con sarcasmo-. Porque estoy seguro de que los novios se miran y preocupan como él lo hiso contigo.
Lo miré perpleja, no podía creer que estaba escuchando y viendo. A pesar de su tono arrogante y sarcástico, había un deje de celos. Y por más que no me mirara a los ojos podía notar como estos brillaban de ira. ¿Acaso estaba…?
-Celoso- dije en voz alta.
Edward me miró con ojos bien abiertos, luego se puso de pie, pero antes de que se marchara tomé su mano y le detuve.
-Estás celoso- afirmé. Podía sentir un extraño calor extenderse por mi pecho.
-No estoy celoso- retiró su mano con brusquedad, mientras caminaba hacia su escritorio y sacaba su cajilla de cigarrillos.
-¿Entonces por qué estas tan enojado?- pregunté presionándolo, aunque ya sabía la verdad.
Inhaló la nicotina y luego la soltó fulminándome con la mirada. De no ser porque estaban tan anonadada por el descubrimiento, me habría puesto a sudar y a retroceder por el miedo. Sin embargo no importara que hiciera, sabía que él estaba celoso y por alguna extraña razón, eso me ponía muy contenta. Edward se puso de pie y tiró el cigarrillo, se acercó lentamente hacia mí, como si fuera un depredador y yo su presa. Debía de sentirme asustada, pero estaba lejos de estarlo. Se detuvo a unos centímetros de mí, tomó mi barbilla entre sus dedos, demasiado fuerte, y acercó mi cara a la suya. Casi podíamos tocarnos.
-Escúchame bien, Bella- dijo lentamente-. Estar celoso implica dos cosas- señalo con sus dedos-. Primero, que me sienta menos que ese chucho apestoso- sus dedos se apretaron aun más fuerte-. Y segundo, que me sienta atraído hacia ti. Y no me siento de ninguna de esas maneras.
Algo dentro de mí se rompió y dolió bastante. Sus palabras eran duras, me habían lastimado.
-¿Entonces por qué me dijiste todas aquellas cosas?- mi voz salió temblorosa a causa de las emociones y me odie por ello- ¿Por qué quieres que este a tu lado si no sientes nada por mí?- quité su mano y lo empujé lejos de mí-. Si son así las cosas, entonces no te vuelvas a acercar a mi- mis ojos picaban gracias a las lágrimas que se habían acumulado.
Nos quedamos unos minutos mirándonos a los ojos. Él no me quería, él solo sentía por mi atracción, lujuria, nada más. Solo eso, un capricho. Y yo había comenzado a sentir cosas por él, por una basura como lo era. Este hombre, parado frente a mí, que me miraba tan fríamente, se había colado en mi corazón, desplazando a mi James. Lo había cambiado por el idiota más grande.
Sin poder detenerlo las lágrimas comenzaron a deslizarse por mis mejillas. Pero no lloraba por tristeza, estaba llorando de la rabia que tenía. Me sentía tan utilizada, tan humillada, tan estúpida. Tan traidora. Esto no me lo iba a poder perdonar nunca.
En ningún momento baje mi cabeza, lo miré a los ojos, esperando tontamente a ver un indicio de arrepentimiento o compasión por sus duras y crueles palabras. Pero lo único que veía era hielo. Indiferencia. Bien, si así iban a ser las cosas, que así fueran. Podría morirse y yo lo miraría de la misma manera.
.-.-.-.-.-.-.-.-.
Esa mañana transcurrió de manera normal, al menos con mis compañeros de trabajo, ya que no le había dirigido palabra ni miradas a Edward. Ni él tampoco a mí y muy poco me importaba. Yo también podía ser fría y cruel, y tenía pensado serlo sin importarme nada. Tanto Emmett como Jasper me habían preguntado si todo estaba bien. Les mentí, no era necesario decirles que su jefe me había pisoteado y escupido mi corazón. Cuando llegaron dijeron que nosotros estábamos demasiado tensos.-¿De verdad?- había preguntado inocentemente-. Pues está todo bien- mentí.
Y al parecer ellos me creyeron, o al menos eso quiero creer yo. No quería que nadie supiera que había tenido algo con Edward, aunque haya sido unos roces. Los únicos que parecían saber algo, ya que lo intuían, eran mis dos amigos. Emmett y Jasper. Pero no por ello les estaría contando mi vida privada. Además de que Edward no nos permitía hablar ni siquiera un minuto. Él los había regañado a ambos por preguntarme sobre mi nuevo novio.
Suspirando dejé de jugar con la comida de mi almuerzo. Me encontraba sentada en un restaurante cerca de la universidad. Jacob me había traído, pero se tuvo que marchar luego de recibir un llamado importante. Por lo que me encontraba sola con una ensalada y un jugo de naranja mirando las atestadas calles.
-Tenemos que hablar- dijo alguien que se sentó delante de mí.
-¿Qué haces aquí, Mike?- ni siquiera le mire.
-Parece que tu y el jefe han discutido- aunque no lo estuviera mirando podía sentir que se estaba riendo.
-Eso no es algo de lo que a ti te incumba- le miré un segundo antes de tomar mis cosas.
-Aun no puedes marcharte- dijo con tono autoritario.
-Tú no me dices que puedo o no hacer- le estreché la mirada y seguí juntando mis pertenencias.
-Tenemos cosas pendientes entre nosotros.
-Déjate de ir por las ramas y dime qué quieres- ya me estaba cansando.
-La chequera del jefe- dijo como quien comenta el clima.
Me sorprendía que este joven, quien trabajaba para el odioso de Edward, fuera tan frío y despreocupado a la hora de pedirme algo sumamente importante. El dinero era algo con lo que no se podía jugar, mucho menos en el trabajo de Edward, el valoraba demasiado el dinero y para él, quien quiera que le robara le arrancaría la vida sin vacilación. Y yo estaba por meter las manos en el fuego por un idiota enamorado. Si Mike y yo no devolvíamos el dinero en su debido tiempo, ambos estaríamos muertos antes de que terminara la semana.
-¿Cómo se que devolverás el dinero antes de que Edward lo note?- pregunté dejando mis cosas de lado.
-Fácil. Edward tiene que cobrar dentro de tres días una gran cantidad de dinero que le fue robado por el jefe de policía de esta ciudad. En esos tres días te dará la chequera a ti para que compruebes los números en caso de que se esté cobrando de nuevo.
-Ya lo tienes todo planeado- admiré lo bien, y estúpidamente, que trabajaba la mente de Mike.
-Por supuesto- se inclinó sobre la mesa-. Por eso me darás la chequera y yo te la devolveré antes de que tengas que cobrar el dinero y así Edward no se dará cuenta de nada.
-Aja, aunque aun no contestas mi pregunta.
-Eres demasiado curiosa, Isabella- bufó y se recostó en la silla.
-Solo por que de esto depende mi vida.
-No tienes nada de qué preocuparte, dame la chequera y espera hasta que te la devuelva, el dinero estará ahí, como si nunca hubiera salido nada- estiró su mano con la palma hacia arriba.
Yo me debatí si darle o no el dinero de Edward a este chico. Realmente apreciaba mi vida y sabia que me estaba metiendo en un terrible problema. Sin embargo quería vengarme de Edward, de todo lo que me había hecho pasar. De todo el daño que me había causado. Pero vengarme con el dinero no serviría de nada, él me mataría no cabía duda, pero no me importo en absoluto cuando dejé la chequera en la mano de Mike. Él la miró con ojos brillantes, desquiciados. Parecía un drogadicto con un poco de cocaína en las manos.
El me sonrió y me agradeció antes de marcharse. Dejándome a mi sola, como había estaba antes. Con mi comida y jugo intactos. Alejé el plato de mí, el apetito se había ido y las nauseas me invadieron.
Había cometido un terrible error. Uno grandísimo. Y estaba completamente arrepentida.
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