viernes, 19 de noviembre de 2010

cap17

Capitulo 17: Chicago
EDWARD POV
No tenía ni idea de cómo llevarme a Bella fuera del pueblo, por varios días, sin que Charlie preguntara o sospechara. Pero algo tenía que hacer para sacarla mientras los demás se ocupaban de estos vampiros que acechaban contra Forks. Por otra parte, me sentía emocionado de llevar a Bella al lugar donde nos conocimos por primera vez, caminar con ella de nuevo por aquellas calles, ese iba a ser un hermoso viaje.
-No tienes idea de cómo sacarla- me dijo Alice desde la puerta de mi cuarto.
-Ya le pedimos a Charlie que la dejara quedarse con nosotros el fin de semana- argumenté mientras abotonaba mi camisa-. Otro más no va a aceptar, y necesito sacarla de aquí.
-Estas exagerando con sacarla de la cuidad. Se sentó en la cama.
-Solo tomo medidas seguras.
-Seguro-rodó los ojos y se rió.
-¿Por qué no le dices que le pregunte a Reneé?- preguntó Esme entrando a mi cuarto.
-¿La madre de Bella?- la miré confundido.
-Claro- se sentó al lado de Alice quien intentaba mirar el fututo-. Le dicen que se quedaran el fin de semana.
-Pero quiero llevarla a Chicago, y ella también quiere- parecía un niño pequeño encaprichado con algo.
-Lo sé, cariño- se acercó y terminó de abotonar mi camisa-. Charlie pensará que Bella esta con su madre…
-Reneé aceptará fácilmente- terminó Alice con una enorme sonrisa.
-¿Estás segura?- la miré con receló y pude ver en su mente a la mamá de Bella saltando de emoción por el pequeño escape de su hija- ¿Cómo se te ocurrió eso, Esme?- la miré con picardía.
-Solo se me ocurrió-se encogió de hombros y salió de mi cuarto.
Terminé de arreglarme y salí a toda velocidad hacia la casa de Bella. Ella me estaba esperando sentada en las escaleras, se le notaba un tanto pensativa, no me escuchó venir, por lo que bajé del auto y caminé hacia ella. Cuando estuve en frente me miro y saltó a mis brazos.
-¿Paso algo?- le pregunte preocupado.
-Nada- me soltó y me sonrió ampliamente-. Solo pensaba en el viaje que haríamos.
-Oh- dije más relajado- ¿Tan concentrada estabas?- la tomé de la mano y la llevé hacia el auto.
-Pensaba en muchas cosas- se encogió de hombros y entró en el auto.
-¿Cómo ser?- le inste, no me gustaba no saber qué era lo que pasaba por su mente.
-En el viaje, en los sueños, en los vampiros…-numeró, lo último con voz tensa.
-¿Cómo van los sueños?-le pregunté ya que hacía tiempo que no me contaba de ellos.
-Desaparecieron- dijo con voz triste-. Simplemente ya no los tengo, quiero volver a tenerlos y saber más cosas de nosotros, pero…
-¿Desaparecieron?- la miré intrigado- ¿Dónde quedaste?
-Desde la primera vez que lo hicimos- murmuró apenada-. Luego de eso, solo sueño contigo- se acercó y me besó en la mejilla-. Hicimos más cosas ¿verdad?
-Sí, algunas- recordé que esa había sido la primera y última vez que estuvimos juntos, luego de eso nos enfermamos.
-¿Por qué crees que ya no sueñe con ello?-preguntó realmente intrigada.
-No lo sé, amor- apreté su mano y entré al instituto.
-¿Ya has pensado en algo para irnos?-me preguntó mientras bajaba del auto.
-¿Crees que tu madre se prestará para encubrirnos?-tanteé mirándola de soslayo.
-¿Cómo?-había entendido lo que quise preguntarle.
Suspiré y la senté en el capo del auto mientras me acomodaba entre sus piernas.
-Esme me sugirió que le dijéramos a Charlie que te ibas este fin de semana a casa de Reneé, pero tú le dirías a ella que te vienes conmigo a otro lado- abrió sus ojos desmesuradamente-. Alice dijo que tu madre aceptaría encantada.
Bella se largó a reír a carcajadas limpias contagiándome un poco. La idea era loca, y más que su madre aceptara a que escapara con el novio un par de días.
-Mi madre no tiene remedio- suspiró ella con una sonrisa.
-Supongo que tenemos que agradecerle- me acerqué un poco y rocé mis labios con los suyos.
-Definitivamente-coincidió y terminó de unir nuestros labios.
Luego de eso fuimos a nuestras clases, la semana estaba comenzando y con ello los exámenes finales. Para suerte de Bella los exámenes serían dentro de dos semanas y eso sería tiempo suficiente para encargarse de los vampiros y que ella estudiara tranquila.
Mientras estábamos en clases, nos pasábamos papelitos con mensajes en lo que haríamos en nuestro fin de semana, solo para nosotros. Planeamos un recorrido por nuestro barrio, y otros lugares al que ella había visto en sueños. Le tuve que advertir que algunos no eran los mismo que hacía tiempo atrás.
Me alegraba de que este viaje la despejara de la preocupación que tenía con los vampiros. Solía ponerse nerviosa con Charlie, tenía miedo de que a su padre le pasara algo, pero tanto yo como Jacob le aseguramos de que su padre iba a estar en perfectas condiciones mientras nosotros no estuviéramos y los demás pelearan con los vampiros.
Una vez que terminamos el día en el instituto la dejé en su casa y dejé mi coche en la mía, solo para después ir a su casa. En cuanto llegué me encontré con que se estaba duchando. Mientras la esperaba me dediqué a explorar su cuarto, viendo sus fotos, sus libros, sus pertenencias…
-Hola, de nuevo- la escuché saludarme y me giré para encararla…. Mala idea estaba solo en toalla.
-Hola- saludé y me giré de nuevo hacia los CD´s que tenía en una repisa.
Sentía que mi cuerpo quería apretar al de Bella, así toda desnuda y… mojada. Solo había practicado con ella el sexo oral, ya que la estaba haciendo esperar demasiado con el sexo completo. Aun no me sentía del todo confiado y tranquilo para hacerlo, aun tenía miedo de lastimarla. El sexo oral no había sido para nada malo, probarla de esa manera había sido una experiencia increíble.
Sacudí mi cabeza, no era momento para ponerme a pensar en esas cosas con ella detrás de mí en el estado en el que estaba. Seguí mirando la repisa con libros y música, en realidad no la miraba en sí, mis ojos estaban clavados en ellos pero mis oídos y mi atención estaban puestos en los sonidos que hacía Bella.
Podía escuchar como había cajones y movía ropa, y como se secaba el cuerpo, y la ropa rozando con su piel… tenía que haber llamado antes de entrar o solo esperar un rato más en casa. Involuntariamente, e inevitablemente, mi cabeza se giró para ver la espalda desnuda de Bella.
Contuve el aliento y mis pantalones se hicieron pequeños, muy pequeños. Bella estaba en ropa interior de un hermoso color azul, tenía puesta la parte de abajo e intentaba abrocharle el corpiño, soltaba pequeños quejidos al no lograr enganchar los ganchitos. Mi cuerpo se volvió a mover involuntariamente y caminó hacia Bella. Mis manos se levantaron y fueron a las suyas, donde las saqué y abroché ese vendito corpiño de una vez.
-Gracias- dijo ella girándose, dándome una vista perfecta de ella media desnuda.
-Lo estás haciendo a propósito- la acusé con voz estrangulada.
-Tú eres el que me está espiando- se burló mientras se acercaba a mí.
Acto reflejo me alejé de ella, no por rechazarla, si no por miedo a lo que llegaría a hacer. Últimamente se me estaba complicando alejarme de ella en ese sentido, por más que mi cabeza me decía que no, mi cuerpo se movía por sí solo y me decía que no le haría nada. Pero la mente dominaba sobre la materia.
O al menos eso pensaba yo.
-¿No te gusta?- me miró con ojos de cachorro y un adorable puchero.
Estaba a punto de ceder, estaba a punto de arrojarla a la cama y hacer todo tipo de obscenidades con ella, pero su adorable mueca se transformó en enormes carcajadas. La miré perplejo por su extraño comportamiento.
-Lo siento- se disculpó entre risas y se metió a su armario, a los pocos minutos salió completamente vestida-. He sido mala.
-¿Te estás burlando de mi?- inquirí un poco molesto.
-En realidad, si- soltó una risita mientras se acercaba y pasaba sus brazos por mi cuello-. Lo lamento, es que te veías tan atormentado que me resulto cómico.
-Eres mala- murmuré contra sus labios deleitándome de su dulce sonrisa.
Una vez que ella estuvo lista bajamos hacia el comedor para hablar por teléfono con Renée. Bella se notaba nerviosa mientras marcaba el número. Le había dicho hasta el cansancio de que su madre aceptaría, aun así ella tenía miedo de que las cosas no salieran como ella quería y le terminara acusando a Charlie.
-Hola, mamá- saludó con voz temblorosa.
Pegué mi oído sobre el auricular para poder escuchar claramente la conversación de Bella y su madre.
-¿Bella?-preguntó una voz muy parecida a la de Bella-. ¡Hola, cariño!
-¿Qué tal?- me miró y sonrió tensamente.
-Muy bien, ahora que me llamas- soltó una risa alegre- ¿Qué necesitas?
-¿Acaso no puedo llamarte y saber cómo estás?-preguntó un tanto ofendida.
-Te conozco muy bien, Bella- le riñó con cariño-. Ya dime.
-Voy a hacer un viaje a Chicago-soltó con un suspiro. Se notaba que entre ellas no había rodeos.
-¿A Chicago? ¿Con quién? ¿Para qué? ¿Por qué no vienes aquí?-soltó sin respirar.
-Si, a Chicago. Con Edward. Porque lo queremos. Porque….comenzó a responder antes de que su madre la interrumpiera
-¿Quién es Edward?- preguntó con voz cautelosa.
-Mi novio- susurro y alejó el teléfono en el momento exacto en que Renée se puse a gritar.
-¡¿Cómo que novio? ¡¿Qué paso con Jake? ¡Estas demente si piensas que….!
-¿La visión de Alice aun sigue en pie?- murmuró tapando el micrófono, aun se podían escuchar los grito de Renée.
-Sí, solo debes apaciguarla, ella te sabrá comprender- la tranquilicé, besando su cabeza.
Suspirando volvió el auricular a su oído y esperó pacientemente a que su madre terminara de gritar cosas sin sentido. Ahora que lo escuchaba, me daba cuenta de que Jacob había ganado un lugar especial en la familia de Bella, tanto Charlie como Renée estaban encantados con el perro, sin embargo ambos reaccionaron de mala manera cuando se enteraron de que tenía un nuevo novio.
-¿Terminaste?- preguntó Bella con tono molesto.
-¡Es solo el principio!- le aseguró su madre, quien se la notaba agitada.
-Mamá…-suspiró Bella-. No soy una niña ¿sí? Y Se cuando te agradaba Jacob, pero Edward es igual o más encantador. Además es mi vida y soy yo la que decide con quien salir. Y si no vas a ayudarme, perfecto, buscaré por otro lado- soltó abruptamente, colorada por la manera en que le hablaba a su madre.
Su mano apretaba la mía, y su voz temblaba, pero igual era firme y decidida. Besé su mejilla haciéndole saber lo orgulloso que estaba de ella por defenderme.
-Ok, es verdad, es tu vida y puedes hacer lo que quieras-admitió Renée de mala gana-. Voy a ayudarte ¿Qué necesitas?
-Que le hagas creer a Charlie que iré a casa este fin de semana…
-¿Pero dijiste que iban a….? ¡Oh!- lo entendió enseguida-¿Te fugaras con Edward para casarte?
-¡Mamá!- chilló Bella horrorizada. He de admitir que me hirió que ella no quisiera casarse conmigo, pero también fue cómico.
-Está bien-se rió Renée-. Tienes mi palabra.
-Gracias-susurró más aliviada.
-Pero…-habló poniéndola nuevamente tensa-. Quiero a ese tal Edward en mi puerta. Quiero verlo, saber cómo es, las intenciones que tiene contigo. Todo.
-Sí, mamá- gruñó Bella.
Luego de eso se despidieron, prácticamente había azotado el teléfono contra la mesita. Se alejó de mí y se sentó en los sillones, suspirando de frustración.
-¿Qué pasa?-pregunté acariciando su cabello.
-Sabía que mamá iba a querer algo a cambio por mi pedido- no me miró.
-¿Te molesta que me presente a ella?- le cuestioné tranquilamente.
-No es eso, Edward- me miró y se sentó de manera que quedara frente a mí-. Si quiero que ella te conozca, porque ella es mi madre. Pero ella no va a querer venir a Forks, nosotros vamos a tener que ir.
-¿Y el problema es…?- aun no entendía el punto de Bella.
-Ella vive en Phoenix- me dijo con obviedad-. Ahí nunca hay un día nublado ¿Cómo te voy a llevar y explicar el que brilles?
No pude evitar reírme ante las deducciones que mi Bella sacaba, por las preocupaciones y molestias que se tomaba conmigo. Me miró confundida y yo la acerqué hasta sentarla en mi regazo.
-¿Eso es lo que te pone molesta?- le pregunté y ella me asintió con el ceño fruncido.
-¿Acaso no pensaste en ello?
-La verdad no- admití-. Pero no es algo de lo que te tendrías que enojar, podríamos encontrar la manera de ir a visitarla y que me conozca sin la necesidad de salir a la luz del sol.
-¿De verdad?- me miró con esperanza.
-Claro que si, amor- bese su frente.
La recosté contra mi pecho y la acuné así, en silencio. Hasta que su padre llegó. Luego de eso pasamos el resto de la semana empacando su maleta con las ropas que necesitaría para pasar el día o noche, en Chicago. Cada dos por tres Alice se metía en su cuarto y reorganizaba el pequeño bolso con prendas que a Bella no le agradaban.
En su mayoría eran pequeñas polleras, escotadas blusas y escandalosos conjuntos de ropa interior…
-Alice, por última vez- le dijo Bella con voz cansada, tirando la ropa que mi hermana había acomodado-. No me gusta las minis, ni eso tan escotado y tu hermano no le agrada la ropa interior amarillo chillón.
-Pero es que si te vieras, como yo, lo hermosa que te queda, cambiarías de opinión- lloriqueó haciendo el tan famoso puchero que removía la conciencia de hasta un demonio.
-No- dijimos los dos al mismo tiempo.
-Si ella no quiere, no le obligues- solté pasándole la ropa, normal, a Bella.
-¡Vamos, Edward!- chilló. Luego levantó un conjunto de ropa interior rojo sangre- ¿Me vas a decir que no te encantaría, y que no se te hace agua la boca, ver a Bella adentro de esto?
-Estás jugando con fuego- era verdad, mi mente ya esta maquinando la manera de sacárselo.
-No. Alice- Bella se lo quitó y lo tiró a su cesto de basura.
Mi hermana chilló y se aventó al pequeño cesto. Lo desintegró y acarició la prenda, murmurando "¿Estás bien, cariño? ¿No estás sucio? Ella no te comprende" y otras delirios más. Luego se puso de pie, nos miró de manera amenazante y desapareció del cuarto de Bella.
-Nunca pensé decir esto, pero… tu hermana está loca- me miró con fingida preocupación.
-No hace falta pensarlo, ella lo está- le bromeé y la ayude a empacar sus cosas por décima vez.
Era viernes y Bella estaba ansiosa. Desde que la había ido a buscar a su casa, que parecía estar a punto de estallar. Charlie le había dado una larga charla de indicaciones esa mañana, de cómo abordar el avión. Él tenía que trabajar todo el día con eso de las desapariciones de los vampiros y los enormes osos rondando por el bosque, por lo que no podía acompañar a Bella al aeropuerto.
Recuerdo que me había mirado con cierto recelo y preocupación por lo que los dos haríamos en la casa de Renée…o solos. También se le había pasado por la cabeza que nos escaparíamos para casarnos, pero rápidamente desechó la idea cuando Renée le convenció diciendo que quería que yo fuera para conocerme e interrogarme por salir con su hija.
Todos admitimos que Renée era una muy buena actriz, se había puesto loca cuando Charlie le dijo que Bella le llamara apenas pusiera un pie en su casa. Renée le hizo un gran escándalo de que no podía estar tan dependiente de su hija que ya era mayor y otras cosas más, por lo que sería ella quien le avisara cuando, supuestamente, llegáramos.
Pobre Charlie, aun estaba dominado por Renée, eso significaba que él la seguía queriendo y no había superando el abandono de ella. Sin embargo me agarró a mí a solas para hacerme jurar que cuidaría de su hija a todas horas, a cada minuto, y me aconsejó que no me dejara llevar por las ocurrencias de Renée.
-Tu padre es demasiado bueno- le dije en la hora del almuerzo.
-Sí, lo es- dijo Bella rápidamente mirando su reloj.
-Tranquila- pasé un brazo por sus hombros y la atraje a mí-. No entiendo porque tanto nervios.
-No son nervios- interrumpió Jasper jugando con el cabello de Alice-. Está ansiosa por el viaje, quiere irse ya- la miró con una sonrisa.
Bella le respondió sacándole la lengua, luego volvió a su juego de picar la comida con el tenedor. Cuando el timbre sonó se levantó de un salto, tiró la comida y me arrastró a nuestra siguiente clase. He de admitir que tiene bastante fuerza cuando está en ese modo.
Las clases pasaban rápido, pero Bella cada vez estaba más incontrolable. Ya prácticamente no podía mantenerla sentada en su lugar. Agradecí cuando el colegio terminó y Bella corría hacia mi auto con una enorme sonrisa. Era realmente encantador verla de esa manera.
-¡Vamos, Edward!- me gritó desde el asiento del copiloto-¡Nuestro vuelo sale en una hora!
-Tenemos tiempo suficiente- me reí mientras encendía el auto.
-Sí, ¿pero qué pasa si sufrimos algún accidente?-cuestionó y yo solo la miré-. Ok, nosotros no…pero ¿y si nos encontramos con un accidente cuando estemos yendo al aeropuerto? O ¿si atropellamos a alguien? ¿Nos quedamos sin gasolina? ¿Nos estrellamos contra un meteorito? ¿Te da hambre y atacas a un venado? ¿O a un humano? O….
-Te inyectaré un tranquilizante si no paras- le bromeé un poco mareado por tantas preguntas.
-No serías capaz- se encogió en su asiento.
-Provócame- le dediqué mi mejor sonrisa y ella cerró la boca.
La verdad que Bella en modo ansioso era un poco insoportable, parecía que había tomado una medicina extra de Alice y eso sí que no lo podía tolerar. Llegamos al aeropuerto en tiempo record, solo para complacerla. Bajamos nuestras cosas y dejé mi preciado auto en el estacionamiento privado. Era una terrible lástima que no pudiera llevarlo conmigo, pero ni modo.
Cargué el bolso de Bella, y se adhirió a mi brazo con una sonrisa plantada en la cara. Entramos al lugar y nos sentamos en las sillas a esperar que nos llamaran.
-Este va a ser el mejor fin de semana de mi vida- murmuró Bella desde mi hombro.
-Nuestro-le recordé y besé su cabeza.
Varias personas nos miraban y pensaban que si éramos adolescentes escapándonos de nuestros padres para vivir tranquilos. Por lo general eran las mujeres mayores que nos miraban, estas estaban sentadas delante de nosotros, sus ojos viejos escudriñándonos sin vergüenza. Eran realmente perversas y molestas.
-Bella- la llamé sin separar mis ojos de esas mujeres.
Parecía que estábamos peleando a ver quien apartaba la mirada primero, era obvio que no me iba a dejar vencer.
-¿Si?- su voz sonaba somnolienta.
-Estoy realmente feliz de escaparnos para podernos casar-solté y tuve que aguantar la risa de verla a las viejas abrir los ojos desmesuradamente.
-¡¿Qué?-Bella se sentó de golpe y me miró con horror.
-Ya sabes, vivir por nuestra cuenta, sin que nuestros padres interfieran en nuestro amor- la miré y tomé sus manos. Luego la abracé, estaba realmente tensa y yo ya no aguantaba más ocultar la risa.
-¿De qué estás hablando?-preguntó mi novia.
-Lo siento, no pude aguantar- me reí en su hombro-. Pero es que me molestaban los pensamientos de esas mujeres.
-Eres un tonto- suspiró aliviada y pasó sus brazos por mi cuerpo-. Yo también estoy feliz por eso, amor.
Los pensamientos de las mujeres eran cada vez más escandalizados, se estaban poniendo histéricas por el espectáculo que estábamos dando. Cuando logré separarme, Bella atacó mis labios y se subió a mi regazo, no a horcajadas. Esto puso más histéricas a las mujeres.
-¡Por favor. Estamos en un lugar público!- exclamó una vieja.
Bella me soltó y miró aireadamente a las mujeres.
-No tienen por qué mirarnos- sin esperar ninguna contestación volvió a mis labios.
Ambos sonreímos y nos seguimos besando hasta que nos anunciaron que teníamos que abordar al avión. Caminamos tomados de las manos y entramos al avión. Bella se sentó al lado de la ventanilla mientras que yo acomodaba nuestro equipaje sobre nuestras cabezas, como era poco, no hacía falta dejarlo en otro lado.
Me senté y automáticamente Bella apoyó su cabeza en mi hombro. Tomé su mano, entrelazando nuestros dedos y cerré los ojos sintiendo el calor de Bella.
Emocionado por volver a nuestra ciudad natal. Lo mejor era que ahora volvía con Bella.
.
BELLA POV
No recuerdo en qué momento me quedé dormida. Solo me di cuenta cuando unos labios fríos rozaron mi oído y una sedosa voz me habló.
-Ya llegamos.
Abrí un ojo y me topé con los dorados de Edward. Le sonreí y le di un pequeño beso. Me enderecé y estiré mis articulaciones.
-¿Cómo dormiste?- me preguntó mientras sacaba nuestros bolsos.
-De maravilla- le sonreí-. Tengo energías nuevas.
-Mientras no te pongas como hace unas horas, no importa- me codeó y soltó una carcajada.
Yo me puse colorada, porque en realidad había estado demasiado ansiosa por el viaje y prácticamente no había dormido la noche anterior. Solo que eso Edward no lo sabía ya que se había ido a cazar, para poder pasar el fin de semana tranquilo, sin hambre o tentaciones. Por ello no había pasado la noche conmigo y fue más que suficiente para mantenerme en vela.
Era ya entrada la noche cuando bajamos del avión y caminamos con manos entrelazadas hasta la entrada del aeropuerto, para pedir un taxi que nos llevara al hotel donde Alice nos había hospedado. Mientras viajábamos yo miraba las luminosas calles y trataba de reconocer algo en mis sueños. La cuidad era grande y había cambiado demasiado en los 90 años que yo había muerto.
Era en cierta manera desilusionante ya que yo quería ver calles de tierra, gente vestida con ropa antigua, edificios viejos. Pero creo que estaba esperando demasiado de ello. Sentí a Edward apretar mi mano, me giré para mirarlo y me dedicó una sonrisa triste. Aunque él no pudiera leerme la mente, sabía lo que pasaba por la mía.
Después de unos veinte minutos dando vueltas en el taxi, paramos en un lujoso, luminoso y glamoroso edificio. Sinceramente no podía dejar de mirar aquella arquitectura, era hermosa, perfecta y, obviamente, cara. Bajé sin despegar mi vista del edificio y tratando de no preguntarme cuanto le habría costado a Edward el hospedaje por estos dos días.
-Bueno…-lo escuché decir a mi lado.
-No hacía falta gastar tanto dinero por un fin de semana- me quejé mirándolo ceñuda.
-No te la agarres conmigo- levantó sus manos en señal de atajarme-. Ni siquiera sabía a qué hotel nos quedaríamos, ese detalle se lo había dejado a Alice.
-Pequeña demonio-gruñí por lo bajo.
-No seas tan quisquillosa, Bella-pasó un brazo por mis hombros y me condujo hacia el interior del hotel-. Por una vez disfruta de esto.
-Si lo hago ahora, siempre me querrás sobornar con algo- le acusé.
-No seas tonta-besó mi cabeza y caminó hacia el escritorio donde estaban las muchachitas recepcionistas.
Las tres vestidas con ajustados trajes bordos. Las muchachas se quedaron mirando a Edward embobadas. No las culpaba, pero a la vez me molestaba, no hacía falta tener el poder de Edward para saber qué era lo que se les pasaba por la cabeza. Y no iba a ser de mi agrado. No pude reprimir mis celos y estos e dominaron.
Caminé hacia Edward y lo abracé por la cintura. Se sobresaltó un poco, pero me sonrió y me dio un rápido beso.
-La habitación está a nombre de Edward Cullen- les dijo con su voz aterciopelada.
-Sí, aquí está la reservación- masculló una rubia, mientras tecleaba con un poco más de fuerza. Luego sacó de un cajón la llave y por poco no se las avienta-. Que disfruten su estadía en el hotel- me sonrió con sarcasmo y fulminó con la mirada a Edward.
Mientras caminábamos hacia los ascensores no pude evitar reírme ante la actitud de la chica.
-Fuiste mala- me regañó acorralándome en una de las esquinas del ascensor.
-Solo cuido lo que es mío-me encogí de hombros y pasé mis brazos por su cuello, rozando nuestros labios-. Nadie te puede mirar, pensar o tocar, que no sea yo.
Me sonrió y terminó de acortar la distancia entre nuestras bocas para unirlas en un beso desesperado y apasionado.
Tenía muchas cosas en mente para este fin de semana. No solo por los lugares a donde iríamos sino también por hacer que Edward tuviera relaciones conmigo.
Ya no soportaba más la espera, lo necesitaba urgentemente y este viaje me daría la escusa perfecta para hacerlo.

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