jueves, 18 de noviembre de 2010

Capitulo 2

Capitulo 2
-Bien- Jasper se levantó y miró su reloj haciendo una mueca-. Tu hermana me matará por llegar tarde.
No pude evitar reír al saber el escándalo que Alice le haría.
-Eso te ganas por casarte con ella- le bromeé mientras tomaba mi chaqueta y salía con él de mi oficina.
-Es adorable aunque…
-Irritante- suspire-. Lo sé, he vivido con ella desde que nació.
-No entiendo como Esme volvió con Carlisle, aceptándolo por sus…errores-frunció el ceño contrariado.
-Bueno, mis padres nunca se dejaron de querer, he ahí la prueba de estar juntos de nuevo, felices- me encogí de hombros-. Solo fue un error que mi padre cometió al dejarse seducir por esa mujer.
-La detestas- afirmó.
-¡¿Y cómo no hacerlo?!- exclamé-. Entro a la vida de mi padre destruyendo todo a su paso…
-Una caza recompensas- me miró.
-Sí, lo más probable-presioné el botón del ascensor-. Además de llevarse a Isabella.
-¿Y qué harás cuando la veas?-preguntó apoyándose contra la pared.
Me quedé en silencio, no había pensado en ello. Yo solamente tenía mente en encontrarla, no sabía que iba a decirle o hacer luego de verla. No podía llegar y decirle ‘Hola, me llamo Edward Cullen, soy tu hermano mayor, quizás no me recuerdes por que tenías dos años cuando nos separaron. Pero nuestros padres se casaron y naciste. Luego mi padre se enteró que tu madre le era infiel y las echó de la casa’. Me golpeé la frente con la palma de la mano.
-Lo imaginaba- se rió-. No tienes ni idea.
No lo escuché, seguí pensando… ¿Y si ella no me recordaba? Pensaría que era un loco que trataría de aprovecharse de ella. O aun peor… ¿Y si me odiaba? ¿Y si se ponía a gritarme que era un maldito egoísta como mi padre por echarla de la casa?
-Me basta con verla de lejos y saber en qué condiciones esta- dije de repente. Luego de analizar todos los contras que tenía.
-¿Y con eso te conformaras?
-No puedo hacer otra cosa- suspiré pesadamente al saber que era mejor mantener las distancias con ella.
-Yo creo que te estás adelantando a los hechos, todavía no la he encontrado.
-Sí, pero más vale prevenir que lamentar- el ascensor se detuvo en el estacionamiento del edificio- ¿Te llevo?- pregunte mientras caminaba hacia mi auto.
-No hace falta- me mostró sus llaves-. Traje el mío.
-Mándale saludos a mi hermana- pedí mientras sonaba la alarma de mi auto.
Me subí, lo puse en marcha y lo saludé antes de salir del edificio. No tenía sueño, ni mucho menos deseos de volver a mi departamento, por lo que decidí ir a tomar unas copas a mi bar preferido. No tuve que conducir mucho, pues el lugar estaba cerca del trabajo, era donde la mayoría de mis empleados y compañeros se iban a pasar el rato luego del trabajo.
Aparqué donde siempre y entre al bar. La música clásica sonaba en el fondo, las luces vagamente atenuadas, completamente agradable para pasar unas horas. Él lugar estaba medianamente poblado, era mitad de la semana, por lo tanto no estaba lleno como los fines de semana o vacaciones. Mientras caminaba hacia la barra noté que Erik me saludaba desde la barra, me acerqué y me senté en un taburete.
-Buenas noches, Edward-saludó mientras secaba una copa- Tiempo sin verte.
- Trabajo- suspiré- ¿Cómo estas, Erik?- me apoyé sobre mis codos.
-Muy bien, noche tranquila. Podré irme temprano a casa-me guiñó un ojo y me señaló con un movimiento una camarera que estaba atendiendo una mesa.
-No pierdes el tiempo- murmuré mirándola.
-Oye, yo la vi primero- me golpeó juguetonamente la cabeza.
-Lo sé- me reí mientras frotaba mi cabeza-. Es bonita, pero no es mi tipo.
-¿Lo mismo de siempre?-preguntó mientras sacudía la copa. Simplemente asentí con una sonrisa.
Mientras esperaba que mi bebida estuviera lista el sonido de una melodía a piano llegó a mis oídos. De inmediato me enderecé y busqué con la mirada el instrumento que tanto me gustaba y que había visto varias veces sin uso. Mis ojos se abrieron sorprendidos al encontrar a una hermosa mujer sentada en el taburete, con una sonrisa en los labios, tocando el instrumento.
-Oh, Bella ya está tocando- dijo una chica a mi lado que miraba a la que tocaba el piano.
-¿Bella?-pregunte haciendo que la chica saltara del susto. De inmediato se sonrojó y bajó la mirada.
-Ella es nueva, hace unos meses que está trabajando- miró a Bella quien seguía tocando-. Desde que llegó mostró una enorme atracción hacia el piano, el jefe le permite tocar unos minutos durante su trabajo.
Me giré de nuevo para ver a Bella. Era hermosa- Tenía el cabello atado en una coleta mientras unos mechones se escapaban. Tenía los ojos cerrados y una sonrisa tranquila en los labios, unos labios tremendamente apetecibles. Se notaba que estaba disfrutando de lo que tocaba.
No sé en qué momento me levanté de mi asiento y caminaba hacia aquella mujer. Reaccioné cuando la tuve frente de mí, y si antes me parecía hermosa, ahora me parecía una diosa. Ella abrió los ojos y me miró unos instantes. Pude notar como sus emociones cambiaban en ellos. De la sorpresa por verme ahí, a la confusión de no conocerme, hasta que finalmente brillaron al igual que su sonrisa. Hermosa.
-Hola- saludó con voz dulce y suave.
-Hola- le devolví el saludo-. Tocas muy…lindo.
-Gracias-sonrió ampliamente, bajó su cabeza y siguió tocando.
-¿Puedo sentarme?-pregunté señalando el taburete.
-Claro- dejó de tocar y se corrió para darme más espacio.
-Yo también toco el piano-expliqué mientras deslizaba mis dedos en las teclas.
-Entonces, toquemos juntos- sugirió y puso una partitura nueva. La reconocí al instante.
-¿Claro de luna?-pregunté asombrado.
-Es una de mis favoritas- su sonrisa se desvaneció rápidamente-. Pero, podemos tocar la que quieras…
-No, no- me apresuré a decir-. Es mi favorita también- inclinó un poco la cabeza mientras sus ojos brillaban con mayor intensidad-. Solo me sorprende que gente de mi edad le guste.
-Eso es porque sabemos lo que es música- dijo con suficiencia, logrando sacarme una carcajada.
-Tienes razón- acepté-¿Tocamos?-pregunté y ella se irguió en su asiento asintiendo felizmente.
Los dos pusimos nuestras manos sobre las teclas y comenzamos a tocar la hermosa canción. Bella era maravillosa, sus dedos hacía magia sobre las teclas. Lo mejor era que no había cometido ningún error, nuestros dedos prácticamente se sincronizaban. Por lo general uno comete errores cuando es una pieza improvisada, sin ensayos previos. Pero con ella fue increíble, nunca antes había experimentado algo así. Sentirme conectado a alguien por la música.
Cuando terminamos la poca gente que había comenzó a aplaudir y silbar. A mi lado, Bella se sonrojó y bajó la cabeza apenada, luego me miró y estiró su mano.
-Bella- se presentó.
-Lo sé- la estreché con la mía-. Edward.
-¿Cómo sabes mi nombre?-preguntó ella frunciendo el ceño.
-Aquella chica te nombro-le señalé a la chica que Erik quería llevar a su casa. Esta nos estaba mirando y aplaudiendo, pero pegó un saltito cuando la señale, rápidamente se metió a la cocina-. Muy tímida.
-Sí, Angela es muy tímida- soltó una risita- ¿vienes seguido aquí?- me preguntó con interés.
-Últimamente he tenido mucho trabajo- suspiré con cansancio-. La última vez que vine, tu no estabas aquí.
-Entré hace unos cuatro meses- contó con los dedos.
-¿A qué hora termina tu turno?-pregunté sin dejar de mirar su rostro.
-¿Qué?
Solté una risita.
-¿A qué hora terminad tu turno?-repetí.
-¡Oh!-miró su reloj y se paró de un salto-. Ahora que lo dices tengo que ir a trabajar.
Mi brazo se movió solo cuando ella comenzaba a caminar hacia la cocina, no pude evitarlo. Ella se giró y me miró sorprendida.
-No contestaste mi pregunta- dije como el idiota que era.
-En una hora.
-¿Estaría mal si te espero para que tomemos algo?-pregunté sin soltarla, ahora mi mano estaba apretando la de ella. ¡Su piel era tan suave!
-No-negó con la cabeza y sus ojos volvieron a brillar-. Me encantaría.
-Bien, entonces te esperaré- le sonreí y solté su mano con reticencia, quería seguirla tocando.
Ella asintió y salió corriendo hacia la cocina. Me le quedé mirando, hasta que una mano se interpuso en medio.
-¿Ya has encontrado compañía?- preguntó Erik entregándome mi trago.
-Es hermosa-solté sin poder contenerme.
-Sí y eres afortunado- se rió-. Ya hubo alguien que intentó conquistarla y no tuvo nada de éxito.
Lo miré interesado y él me señaló a un joven a unas mesas de nosotros. Me miraba con odio y si las mirabas matasen yo ahora mismo habría sido resucitado y acecinado varias veces.
-¿Quién es?-pregunté pues no me era conocido.
-Mike Newton- se encogió de hombros y se fue a la barra a continuar su trabajo.
De inmediato reconocí al chico, él venía trabajando desde hacía tiempo ya. Y tenía la reputación de tirarse a todas las mujeres que frecuentaban el lugar. Tanto clientas como empeladas. Negué con la cabeza y volví a mirarlo, el chico me seguía viendo con ojos asesinos, le sonreí socarronamente y levanté mi copa en modo de brindis. El chico bufó y entró en la cocina echando humos por las orejas.
Riendo suavemente me fui hacia una mesa, cerca de la ventana, mientras esperaba a que la hora terminara. Miraba el reloj cada cinco segundos y bufaba al ver que el tiempo no terminaba, Esta había sido la hora más larga de mi vida. Y no entendía por qué me encontraba tan ansioso ante la espera de aquella hermosa chica, de expresivos ojos marrones y dulce sonrisa…
-Hola de nuevo- sentí que me susurraban en mi oído. La piel se me puso de gallina cuando su aliento chocó contra mi cuello.
Levanté mi vista y la vi sentarse frente a mí. Ahora no llevaba la ropa del trabajo, estaba vestida con ropa informal. Unos jeans ajustados, una camisa simple y unas zapatillas. Tome aire tratando de enfriar mi cabeza.
-Lamento que me hayas tenido que esperar-dijo con culpabilidad.
-No te disculpes- levanté una mano y la apoyé en la suya-. Yo fui el que quiso esperarte.
Ella miró nuestras manos y yo caí en la cuenta de lo íntimo del acto, cuando nosotros recién nos conocíamos. Iba remover mi mano cuando ella la atrapo entra las suyas y comenzó a jugar y mirar mis dedos.
-Tus manos son hermosas-murmuró sin levantar la mirada-. Tus dedos son largos y pálidos.
-Un poco afeminadas- bromeé torpemente, pues me estaba gustando demasiado el toque de sus piel con la mía.
-No lo son- me contradijo levantando la vista-. Con ellas tocas maravillosamente.
-Gracias- le sonreí y disfruté cuando ella se sonrojó un poco- ¿Cuántos años tienes, Bella?-pregunte mientras me inclinaba sobre la mesa y ponía mi otra mano entre las suyas.
-Veintidós- sonrió y entrelazó nuestros dedos- ¿tu?
-Veintiséis- solté una de sus manos y llamé al único mozo que estaba al alcance, para su mala suerte era Mike.
El chico viajo la mirada de Bella, yo y nuestras manos. Se acercó murmurando algo por lo bajo.
-¿Quieres algo para tomar?-le pregunté volviendo a tomar su mano.
-Solo agua- murmuró sin mirarme.
-Ya has salido del trabajo, puedes tomar lo que quieras, yo invito- le sugerí.
-De verdad….no- me miró por sobre sus pestañas, pero podía ver que si tenía deseos de beber algo.
-Dos Martini- le sonreí al chico, este asintió y se marchó pisando fuerte.
Volví a mirar a Bella, quien jugaba con mis dedos, pero ahora no había curiosidad, solo timidez y vergüenza.
-¿De qué te avergüenzas?-le pregunté mientras levantaba su rostro.
-Bueno…-se sonrojó y desvió la mirada-. Me incomodaba la mirada de Mike-suspiró y cerró los ojos-. Ha estado acosándome desde que entre a trabajar aquí.
-¿Y eso te avergüenza?- presioné y ella volvió a ponerse colorada.
-Bueno….-se hundió en su asiento-. Le dije que eras mi novio cuando me pidió que cenáramos el sábado- susurró tan bajito que me costó escucharla-. Lo siento.
-Te entiendo y no importa- le di un suave apretón a nuestras manos-. Te estaba molestando.
-Gracias- me sonrió y se acomodó en el asiento-. Eres muy amable, Edward.
-Un encanto natural- me mofé y ella se carcajeó.
El chico vino con nuestras bebidas y prácticamente las tiró sobre la mesa. Luego de eso nos la pasamos unas horas charlando…
.-.-.-.-.-.-.-.-.
Abrí la puerta de una patada sin dejar de besarla. Mis manos estaban fuertemente agarradas de su pequeña cintura, mientras las suyas estaban enredadas en mi cabello. Ni sé si cerré la puerta, tampoco me importaba, lo único de lo que era consiente era de los labios que estaba besando. Con prisa y desesperación saqué mi abrigo y el de ella. Tirándolo por algún lado de la sala.
Bajé las manos a sus piernas y las tomé para que las enrollara en mis cintura, en cuando su cuerpo se pegó al mío soltamos un gemido al sentir nuestros sexos tocarse. Corrí hacia mi habitación y la dejé caer en la cama. Se quitó sus zapatillas con la punta de los pies, mientras yo hacía lo mismo con mis zapatos. Me sonrió y tomó mi corbata para luego tirarla y hacerme caer sobre ella.
Ambos nos reímos y nos besamos, mis manos viajaron hacia el dobladillo de su remera, lo tomé y la tiré hacia arriba, cortamos el beso para poder quitársela. Volví a besarla y sentí como sus manos abrías los botones de mi camisa. Me senté sobre su estómago y aflojé el nudo de la corbata, la saque por mi cabeza y la tiré al suelo, a los pocos segundos mi camisa la siguió. Sus dedos rozaron mi pecho y abdomen logrando que soltara un suspiro de satisfacción.
-Ven- le llamó y como si fuera un perro le obedecí.
Volví a besarla, ahora de manera más lenta. Podía sentir como sus manos recorrían mi espalda, mis hombros y mis brazos. Era la sensación más maravillosa que alguna vez pusiera sentir. Dejé su hinchara boca para dejarla descansar, mientras mi boca degustaba otra parte de su cuerpo. Bajé por su mandíbula hasta su cuello dejando un húmedo camino de besos. Una vez en su cuello me dediqué a besarlo, lamerlo y morderlo, deleitándome de los suspiros que ella soltaba.
Pasé mis manos por su espalda, buscando el broche de su sujetador, en cuanto lo encontré lo solté y lo pasé por sus brazos. Me quedé mirándola unos momentos antes de bajar mi cabeza a uno de sus pechos y torturarlos. Ahora sus jadeos se habían convertido en pequeños gemidos.
-Edward-gimió ella arqueándose un poco.
-¿Si?-pregunté sin dejar de lamer la pequeña y rosada aureola.
-Deja de jugar-lloriqueó y yo me reí. Alejé mi boca de su pecho y subí a su boca, mientras mis manos masajeaban los cremoso y firmes pechos.
-¿Acaso no te gusta?-le susurré al oído, mientras mordía su lóbulo.
-Se siente…bien- jadeó.
-¿Solo bien?-fingí sentirme ofendido.
-Muy bien, demasiado bien- su respiración era acelerada.
Me reí y bajé una de mis manos hacia los botones de su pantalón. Ella se arqueó y buscó mi boca, uní nuestros labios en un beso apasionado y desenfrenado, mientras mis dedos terminaban de abrir los botones y se metían dentro de su ropa interior. Ambos gemimos guando mis dedos acariciaron su sexo.
-Estás muy mojada- jadeé al sentir su excitación por todo su sexo.
Comencé a acariciarla deleitándome con el sonido de sus gemidos, que ahora eran más altos. Sus manos se habían aferrado a mis hombros y su cabeza había caído hacia atrás, dejando su cuello a mi alcance. Lo llené de besos y lamidas mientras metía uno de mis dedos dentro de su cavidad y comenzaba a bombearla. Intenté meter otro dedo, pero el espacio era reducido con su pantalón aun puesto.
Saqué mi mano y ella resopló molesta, la bese y tiré de sus pantalones, dejándolos caer en el suelo junto con su braga. Ella se sentó en la cama y desabotonó mi pantalón. Me puse de pie y los termine de quitar junto con mí bóxer. Ella se me quedo mirando unos segundos, su miraba se sentía como caricias, bajando por mis hombros, mi pecho, mi abdomen hasta llegar finalmente a mi erección.
Se relamió los labios y casi me vengo en ese momento. La imagen era demasiado sensual. Sentí su pequeña mano envolverme, gemí fuertemente inclinando hacia adelante. Tomé su mano y la entrelace con la mía. Me puse sobre ella, abriendo sus piernas con mis manos. Ella las enredó en mi cintura frotándose provocativamente.
-Eres cruel- dije con voz estrangulada, cerrando mis puños y conteniéndome.
Ella se rió fuertemente y yo aproveché para meterme dentro de ella de una sola vez. Su risa se convirtió en un gritito…
-¿Estás bien?-pregunte sin moverme aun.
-De maravilla- me besó y comenzó a mover sus caderas.
De inmediato comencé a embestirla lentamente, torturándonos a ambos. Pero era realmente agradable sentir como su interior me envolvía completamente, se sentía apretado y cálido. Entraba con rapidez y salía con lentitud, y ella se contraía, haciendo la fricción aun más deliciosa.
-Más- pidió entre besos-. Más, Edward.
La tortura nos estaba volviendo locos, me separé un poco de ella, colocando mis manos a cada lado de su cabeza y comencé a embestirla aun más rápido, podía ver como su cuerpo se arqueaba y gemía fuertemente. Sentirla, escucharla y saborearla era increíble.
Sus uñas se clavaron en mi espalda, arañándome fuertemente, lo sorprendente era que no dolía, más bien sentía placer de ello. Bajó hacia mi trasero donde lo apretó, dándome la indirecta de que quería aun más. Sonreí y amenté el ritmo a uno frenético.
Sentí como sus paredes se contraían y sus gemidos se había aun mas fuertes. Yo también estaba a punto de culminar, pero no quería llegar solo, por lo que metí me mano entre nuestra fricción y con mi dedo pulgar acaricié su botón sensible.
De inmediato ella culminó con un fuerte grito. En par de embestidas más y yo también había llegado a acariciar el cielo con mis dedos. Pesadamente me dejé caer en sobre su cuerpo, ambos respirábamos con dificultad y nuestros cuerpos estaban sudados.
-increíble- jadeó ella completamente flácida en mi cama.
Caí en la cuenta de que debía de serle pesado, intenté dejarme caer a su lado. Pero ella me abrazó fuertemente impidiendo que me moviera,
-Bella, debo de serte pesado- murmuré contra su cuello.
-No lo eres- acarició mi cabello-. Quédate así un poco más- me pidió con voz suave y yo simplemente accedí
Aun no había salido de ella, me sentía abrazado de todas las maneras posibles y muy cómodo. Me estaba adormeciendo con la caricia de sus manos…
Abrí los ojos un poco desorientado, la cabeza me dolía. Me moví un poco y sentí ese cálido cuerpo con el que había soñado. Me enderecé un poco para toparme con el angelical y sereno rostro de Bella, sus brazos estaban enredados en mi espalda, al igual que sus piernas, y su cavidad….aun abrazaba mi miembro.
Sonreí y me alejé de ella. Se removió y frunció el ceño. Bese su frente y la tome en brazos mientras corría las colchas. La deposité en la cama y me acosté a su lado. La abracé por la cintura y ella se removió hasta acostarse sobre mi pecho.
Sonreí tontamente y me dejé arrastrar por el sueño nuevamente. Hoy definitivamente había sido un muy buen día.

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