viernes, 19 de noviembre de 2010

cap2-VTOM

Capitulo 2
BELLA POV
Aro me mando a llamar para contarme la verdad. El por que me encontraba en aquel lugar y muchas otras preguntas que rondaban por mi cabeza desde que había llegado.
-Ven, querida. Hablaremos en otra habitación-me comunico, haciéndome un ademán con la mano para que lo siguiera. Los otros hombres se pararon y nos siguieron.
Me llevaron hacia una puerta que estaba detrás de las sillas en donde estaban sentados. La habitación era mucho mas chica que el salón, pero igual de incomoda que la anterior. Había sillones rojos y una mesa ratona, estantes llenos de libros que apostaría que tienen más años que ese castillo.
Los tres hombres se acomodaron en sillones individuales, Aro me indico con una de sus manos que me sentara en el sillón que quedaba, al frente de él. Sin decir absolutamente nada, obedecí y me senté.
-Bueno… ¿Por donde empiezo?-dijo más para si mismo.
-Podría decirme que hago aquí- dije dándole una ayuda. Cayo me miro envenenadamente, yo baje mi mirada avergonzada.
-Buen comienzo-alabo-. Digamos que estas aquí por culpa de los Cullen.
Abrí mis ojos desmesuradamente al escuchar aquella confesión.
-¿Qué? ¿Los Cullen? ¿Por qué? ¿Los conocen?- miles de preguntas comenzaron a salir de mis labios a borbotones, pero aro me silencio con una mano.
-Si, conocemos a los Cullen, son…amigos muy importantes. Nos contaron que viviste, un corto periodo, con ellos. Tuvieron miedo de morir y por lo tanto no suplicaron que matáramos a tu madre y a ti. Pero tú tienes algo especial, algo que nos puede servir mucho….
-Mentira…-dije al tiempo que asimilaba las palabras. Lo que me acababan de decir era-. Mentira…
-¿Perdón?
-Ellos no harían una cosa así, ellos me cuidaron y…no…-las palabras quedaron estancadas en la garganta por un gran nudo, mientras que las lágrimas comenzaban a caer por mis mejillas.
-¿Dudas de nosotros, humanas?- dijo Cayo, poniéndose de pie-. Por si no recuerdas, nosotros fuimos los que te salvamos de una muerte segura.
-Cálmate, hermano- dijo Aro, que también se puso en pie-. Compréndela, ella tiene unos recuerdos erróneos de los Cullen- decía mientras acariciaba mis cabellos.
-¿A que se refería con que tenían miedo de morir?-dije recordando una y otra vez las palabras de Aro. Él se acuclillo frente a mí, con una enorme sonrisa en la cara.
-Por que nosotros somos la ley.
-No entiendo-le mire confundida.
-Dime, Bella ¿Qué es lo que encuentras raros en nosotros?
Lo mire aun mas confundida al ver el repentino cambio de tema.
-¿Eso que tiene que ver…?
-Limítate a contestar lo que te pregunte- lo medite unos minutos, pero me era imposible concentrarme en otra cosa-. No temas, dime que es lo piensas.
-Sus ojos…-comencé con lo primero que tenía en mente-. Todos ustedes tienen los ojos rojos- Él sonrió y asintió para que continuara-Su piel es muy fría y dura. Tampoco los he visto comer, ni beben nada… ¿Por qué?
-Por que nosotros no somos humanos- su sonrisa se ensancho aun más.
Sabía que no eran humanos y me lo habían demostrado en los doce años que viví aquí, pero que ellos me lo confirmaran, me asustaba mucho.
-Somos vampiros- completo Cayo.
-Están bromeando, ¿Verdad?- dije con una sonrisa, pero estaba realmente atónica, lo mas probable es que me estuvieran tomando el pelo y todo lo que me habían contado era mentira.
Cayo bufo sonoramente, pero le ignore. Mis ojos no se despegaban de los de Aro, quien no había dicho más nada.
-¿Crees que un humano puede hacer esto?-dijo Cayo, molesto.
Levante mi cabeza para mirarlo, pero en un parpadeo el desapareció de mi vista y reapareció en la otra punta de la habitación.
-¿O esto?- apoyo una mano en una de las paredes y esta de desplomo en sus pies, dejando un gran boquete.
Sofoque un grito desgarrador con mis manos, intenté ponerme de pie y salir corriendo, pero Aro me lo impidió agarrando mi mano.
-Tranquila, no te aremos daño-dijo con voz tranquila, note en sus ojos la sinceridad, pero eso no me tranquilizo en lo absoluto-. Hermano, podríamos haberle y demostrado las cosas sin asustarla y mucho menos destrozando el castillo.
-Se asustaría de todos modos- se encogió de hombros.
-¿Bella?- me llamo otra voz, me sorprendí muchísimo al ver que provenía de Marco-. Se que es difícil para ti procesar y entender todo esto- dijo con un tono aburrido. Espero a que contestara, pero estaba muy aterrada y no encontraba mi voz, al ver que no decía nada, siguió hablando-. Debes entender una cosa más, la más importante y la que requiere de una decisión inmediata.
-¿Qué?- mi voz sonaba horrible, áspera y temblorosa.
-Ahora que sabes lo que somos, debes convertirte en una de nosotros o morir.
-Bueno, bueno, bueno- escuche que dijo Aro-. Si me permiten, me gustaría que me dejaran sola con ella. Ustedes me lo están complicando, asustándola.
Sin decir nada, los dos hombres obedecieron y desaparecieron de la habitación. Mientras tanto yo estaba paralizada en el sillón, repitiendo toda la conversación en mi cabeza.
-Realmente, lamento todo esto- Dijo Aro llamando mi atención-. Nosotros tenemos como ley, convertir o matar a cualquiera que sepa nuestro secreto, por eso no permitimos que nadie lo sepa y nos mantenemos ocultos.
-¿Y que tienen que ver los Cullen?- volví a preguntar.
-Ellos son como nosotros ¿No notaste algunas similitudes?- me miro y yo simplemente asentí-. Como te había dicho, nosotros somos la ley. Ellos cuidaron de ti, exponiéndose…exponiéndonos, prácticamente es cometer un delito entro nuestra especie.
-¿Por qué?
-Por que pudieron cometer un error y exponer la verdad, ante otros humanos.
-Pero ellos comían y bebían conmigo. Edward dormía conmigo. Ellos….
-…son excelentes mentirosos-completo mi frase-. Puede que en su momento te hayan cuidado y amado-dijo mientras acariciaba mi mejilla-. Nosotros somos una criaturas muy egoístas, que nos preocupamos por nuestras vidas y nuestra alimentación, en este caso ellos prefirieron vivir y dejarte morir, olvidándose de todos tus buenos recuerdos con ellos.
Sentí las lágrimas volver a caer sobre mis mejillas, ahora eran más que antes. Con un esfuerzo sobrehumano lograba contener los gritos que se acumulaban en mi interior.
-Edward y Carlisle, llegaron a Volterra hace unos…meses, no recuerdo con exactitud. Nos contaron sobre ti, todo lo que habías sufrido y demás, pero luego nos rogaron nuestro perdón por inquebrantar las leyes y…no se opusieron cuando dictamine que habría que matarte.
Comencé a mover la cabeza negando todo lo que estaba escuchando, mis ojos me ardían, por que no había parpadeado, y las lágrimas seguían cayendo por mi rostro, mi corazón en ese momento se rompió en mil pedazos y un enorme agujero se expandió por todo mi pecho.
Carlisle y Edward quisieron matarme, mataron a mi madre y todo para protegerse ellos mismos y al resto de la familia. ¿Esme también estaba de acuerdo con eso? ¿Alice?
Te quiero, me había dicho Edward, mientras lloraba a mi lado
Nunca, escúchame bien, nunca me olvidare de ti.
Sus palabras aun volaban por mi mente y podía imaginarme a ellos llegar a la gran sala y relatar todo, absolutamente todo.
-Difícil de creer ¿verdad?- sus manos acunaron mi cara y limpiaron mis lágrimas.
-Yo… ¿me puedo retirar?-le roge, realmente quería irme a mi apestosa habitación, no tenía deseos de escuchas mas nada.
-Por supuesto- se separó de míñana continuamos.
-Claro.
Le contesté y me camine como autómata, el gran salón estaba vacío. Salí por la puerta y vi como Gianna me escrutaba con la mirada y suspiraba aliviada.
-Veo que ya te enteraste-se apoyo contra el escritorio con los brazos cruzados sobre su pecho, mientras levantaba una ceja.
-No entiendo por que me detestas
-Espero que te suicides-dijo fulminándome con la mirada.
Las lagrimas escaparon pos mis ojos nuevamente, no por el comentario de Gianna, me importaba poco lo que ella esperara de mí. Lloraba simplemente por la traición que había vivido. Las personas que yo mas amaba, me habían vendido por su propia seguridad ¿entonces todo lo que ellos me habían dicho y vivido, era mentira?
Las piernas comenzaron a moverse lentamente…un poco más rápido…cada vez más rápido, hasta que me di cuenta de que estaba corriendo, increíblemente no me caí. Mis piernas se movían sin rumbo fijo, hasta que doble en una esquina y choque contra una pared, dejándome sin aire y el cuerpo adolorido.
-¡Epa! Llevamos un poco de prisa ¿he?- dijo una voz desconocida.
Levante la cabeza y me encontré con un vampiro enorme, a pesar de llevar una capa, se podía ver que era musculoso y fornido, en su rostro tenía una enorme sonrisa, me recordó muchísimo a mi enorme y adorable hermano Emmett.
Mi hermano mayor, pensé. Él también me había vendido, las lágrimas comenzaron a caer nuevamente. Enterré mi cara en mis manos, mientras sollozaba sonoramente, ahora si que no podía contenerme.
-¿Por qué lloras?-dijo aquel vampiro, mientras se acuclillaba y quitaba las manos de mi cara. Sentí sus fríos dedos rozarme las mejillas mientras las limpiaba-¡Oh! Ya entiendo. Te contaron la verdad.
Mi respuesta fuer abrazarme a él, en realidad necesitaba consuelo y no había otro en ese lugar. Al principio lo sentí tenso, pero pronto se relajo y me enrollo con sus enormes brazos, acariciando mi cabello.
-Esta no es una zona para que estés… aun- espero a que digiera algo-. Será mejor que te lleve a tu aviación.
Asentí contra su pecho, él me levanto en brazos con tanta facilidad, como si pesara solo unos kilos y me cargo por los pasillos. En ningún momento escuche sus pisadas, tampoco su respiración se altero un poco.
A los pocos minutos, sentí que me depositaba en una cama, mire a mi alrededor y me sorprendí al ver que me encontraba en mi vieja y olorosa habitación.
-¿Cómo te llamas?- le pregunte, mi voz sonaba aun sonaba áspera y temblorosa, se quebró dos veces.
-Felix- sonrió y se sentó a mi lado-. Debería preguntar cual es el tuyo, pero ya te conozco aunque te haya visto un par de veces.
Arrugo el ceño y en un segundo estaba agachado debajo de mi cama, se volvió a sentar y comenzó a hojear el diario con el que tanto amor y esmero había escrito. Se detuvo en una página al azar y cuando estaba apunto de comenzar a leer se lo arrebate de las manos.
-¿Qué haces?-pregunto confundido y molesto.
No le conteste absolutamente nada y comencé a romper aquel diario con todo mi odio y frustración. Arranque hoja por hoja, destruyéndolas en los pedazos más pequeños que podía, mis manos se movían rápidamente mientras deshacía los recuerdos que yo tanto apreciaba y guardaba.
-Basta…-dijo Felix sujetándome las manos, en ese momento me di cuenta de que nuevamente esta llorando-. Me pregunto ¿Cómo alguien tan pequeño puede llorar tanto?
Caí al suelo de rodillas llorando aun más, aun no entendía como ellos me había echo semejante cosa. Habían sido tan amables conmigo ¿Todo fue fachada?
Felix en ningún momento me soltó, me abrazo en el suelo mientras yo lloraba y gritaba contra su pecho, no cuanto tiempo estuve así, solo se que en algún momento había parado, me había sumergido en un silencio tranquilo y sentía la mano de Felix acariciando mi cabeza suavemente.
-¿Estas dormida?
-No
-Es que estas tan quieta y has parado de llorar.
-Lo lamento- me incorpore, increíblemente su cuerpo me era muy cómodo- De seguro tienes cosas mas importantes para hacer y yo….
-Para nada-dijo sonriéndome, luego desvío la mirada y se rasco la cabeza-. Realmente, me sentí cómodo…aquí…contigo-lo dijo tan bajo que dude si lo había o no escuchado-¡Genial! Me estoy declarando.
Sentí mis mejillas arder y también aparte la vista, ahora el papel picado me resultaba muy interesante.
-Adorable-dijo y una mano fría se posó en mi mejilla-¡Y caliente!-eso hizo que me sonrojara aun más y él rompiera en estruendosas carcajadas.
-Bueno, ya es hora de que duermas- se levanto y camino hacia la puerta.
-¡No!-grite tomando su capa. Feliz se giro sorprendido, automáticamente lo solté-. No quiero dormir aquí-él levanto una ceja-. Huele mal.
Se carcajeo un rato largo y luego me miro.
-No te muevas.
Me ordeno y desapareció de mi habitación, dejándome completamente sola. Suspire y mire a mí alrededor, todo el suelo estaba cubierto por papelitos hechos añicos, uno en especial llamo mi atención. Su nombre estaba escrito con azul, su color favorito y el que le quedaba bien.
Era el único papelito que sobresalía de los otros, el único que tenía la palabra completa, lo levante y lo contemple. Había llegado a querer tanto a Edward, la mayoría de los recuerdos era de él y todos eran lindos. Él siempre que me hablaba lo hacia de corazón y lo sabía por que sus ojos me lo decían.
Son excelentes mentirosos, dijo Aro. Respire profundamente y rompí el papelito haciéndolo añicos mas grandes. Edward y todos los demás Cullen me habían traicionado, me habían vendido por su propia seguridad. No les importo mi vida y mucho menos la de mi mamá.
-Los voy a destruir-me jure a mi misma.
-¡Listo!- me gire rápidamente a ver a Feliz que ingresaba nuevamente a mi habitación-. Te había dicho que no te movieras- se acerco a mí y apoyo una mano en mi cara mientras la levantaba levemente-. Espero que no te moleste dormir en la habitación de un vampiro.
Su voz sonó, condenadamente, sexy, por un momento sentí las piernas como gelatina y pensé que iría a dar al suelo. Sacudí un poco la cabeza para salir del aturdimiento, él se rió.
-Con tal de salir de esta habitación, no me importaría dormir debajo de un puente.
Él rió más fuerte y paso una mano por mis hombros conduciéndome fuera de mi vieja habitación.
Increíblemente me sentía cómoda a su lado y extrañamente atraída.

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