Capitulo 8
BELLA POVForzaba mi mente a que recordara lo que había pasado la noche anterior. Pero solo recordaba haber abandonado el departamento de Edward, luego le pedí a Jasper que tomáramos algo en casa y… oh… los recuerdos se terminaban ahí. Había estado tan ebria que ni me acordaba lo que había hecho, pero era claro que el cuerpo desnudo de Jasper en mi cama era la clara señal de que no nos habíamos puesto a jugar al ajedrez.
Jasper gimió y se removió en la cama, me quedé paralizada mirando como despertaba, y no solo él, debía de admitir que el tipo estaba bien empaquetado. Con una de sus manos buscaba algo en la cama, y ese algo era lo que yo estaba usando para cubrirme. Con un bufido Jasper se sentó en la cama y vagó con la mirada todo el cuarto.
-¿Qué demonios?- murmuró desconcertado, estaba empezando a sudar en frío cuando sus ojos se encontraron con los míos-¿Bella?
-Jasper yo…- intenté explicar algo, pero no encontraba las palabras correctas.
-¿Por qué me miras así?-preguntó frunciendo el ceño.
-Nosotros… bebimos…y- murmuré incoherentemente.
-Tuvimos sexo ¿no lo recuerdas?-dijo él tranquilamente.
-¡¿Y por qué lo dices tan tranquilo?- grité exasperada por la tranquilidad que despedía por los poros de este tipo.
-Solo tuvimos sexo, no cometimos ningún crimen- se talló los ojos y bostezó abiertamente- ¿Qué hora es?
-Las diez de la mañana…. ¡Oh por dios! ¡Claro que cometimos un crimen!- grité mientras caminaba histérica por toda la habitación.
-¿Siempre te levantas de esta manera cuando bebes y te acuestas con cualquiera?- preguntó mirándome.
-No- dije más calmada mientras lo pensaba.
-¿Estas en pareja con alguien?- cuestionó mientras se levantaba y caminaba hacia mí.
-No- mis ojos bajaron y se clavaron en su hombría
-¿Entonces qué problema hay?- quitó las sabanas de mis manos que se habían quedado flácidas.
Se estaba acercando a mi cara cuando su teléfono comenzó a sonar. Con un suspiro se alejó y comenzó a buscar su pantalón. Yo por algún motivo me había quedado petrificada, desnuda, en mi lugar.
-¿Hola?-contestó una vez que lo encontró-. Me quede dormido, lo siento- se giró para mirarme con una sonrisa- ¿Qué tan buen amigo eres?- se rió cuando del otro lado hablaron-. Me conoces bastante bien- silencio de nuevo-. Solo un par de horas- sus ojos mi miraron de arriba abajo, haciendo que mi cuerpo se calentara-. Eres grande, Edward- ¡Oh, mierda!-. Nos vemos. Adiós.
Cerró el teléfono y lo tiró encima de la mesita de noche. Volvió hacia donde estaba, pasó sus brazos por mi cintura y escondió su rostro en mi cuello. Realmente no tenía ni idea de que hacer, decir o sentir.
-Solo relájate, esto los disfrutaremos los dos- susurró contra mi cuello haciendo que el bello se erizara-. Además no lo volveremos a hacer.
-¿Cómo estás seguro de eso?- pregunté sintiendo como mi cuerpo se aflojaba.
-Digamos que estoy interesado en otra persona- se separó y me sonrió-. Desde que te vi por primera vez aquel día en el edificio me hechizaste- sus ojos eran penetrantes y hacían que la temperatura de mi cuerpo subiera-. Solo quería probarte, aunque fuera una vez, mi corazón está con otra mujer.
-Esto se llama infidelidad- le recordé rindiéndome a él. ¡Era tan débil con los hombres!
-Sería así si estuviera con ella y contigo a la vez- sus labios rozaron los míos, incitándome-. Así que no cuenta.
Luego de eso pasé una de las mejores mañanas de mi vida. Jasper era un excepcional amante, uno muy bueno, creativo y apasionado. Quien quiera que fuera la mujer de la que estuviera enamorado, sería afortunada de tenerlo.
No solo nos habíamos tardado un par de horas, había sido unas muy bien usadas cuatro horas. A causa de ello había faltado a mis clases de la mañana y ahora nos estábamos dirigiendo a donde trabajábamos. Al principio pensé que esto sería incomodo, sobre todo para mí, pero me había equivocado. Como que ahora todo era más fácil. Como que ambos nos habíamos quitado un gusto.
-¿Y quién es la mujer que te tiene cautivado?-pregunté acomodándome en el asiento para verlo.
-No te gustaría saberlo, créeme- sonrió y me miro de manera enigmática.
-Si quiero saberlo porque ya lo dijiste y ahora más por hacerte el interesante-golpeé su hombro juguetonamente.
-Solo no grites- advirtió y tomó aire-. Alice.
Mi mandíbula cayó y mis ojos se abrieron más de lo normal. Él solo se sonrojó un poco y su mirada se suavizo. Jasper realmente estaba enamorado de Alice.
-Edward va a matarte- le recordé sabiendo que él más que nadie sabía de lo que Edward era capaz.
-Lo sé- asintió-. De hecho estoy advertido por él y Emmett.
-¿Te amenazaron?- inquirí asustada.
-Ambos- se rió-. Hace mucho tiempo que conozco a Alice y digamos que fue como amor a primera vista- se reclinó en el asiento apoyado su cabeza en el respaldo-. Ella mostro interés por mí y tanto Emmett como Edward me acorralaron y me amenazaron que no me atreviera a tocar a su dulce e inocente hermana, que para aquel entonces tenía dieciséis años.
-Ella aún sigue mostrando interés- recordé cuando la vi derretirse en presencia de Jasper.
-Hemos tenido unos cuanto encuentros durante todo este tiempo, a escondidas, claro- sonrió y le devolví la sonrisa viendo como sus ojos brillaban.
-Se supone que si estas tan enamorado no debes de acostarte con otras- le reproché juguetonamente.
-Lo nuestro solo fue… sexo casual- se encogió de hombros.
-Como sea- le reste importancia-. Supongo que Alice ya no es tan inocente como sus hermanos creen… ¿verdad?
-Algo así- me miró con picardía y se reclinaba en el asiento para pagarle al chofer-. Yo quería que tuviéramos una relación a escondidas pero ella se negó alegando que no quería estar escondida, que quería que todos aceptaran que estábamos sintiendo algo.
-Y por supuesto tú aceptaste- bajé del coche y caminamos hacia el elegante edificio.
-Obvio, aunque nos seguimos encontrando a escondidas.
-¿Tienen pensado decírselo algún día?
-Esa es la idea, pero no sabemos cuándo es el tiempo adecuado- suspiró cansadamente.
Saludamos a Gianna y caminamos hacia el ascensor, decidimos cambiar de tema e inventar algo para que nadie sospechara del porque llegábamos juntos. Las puertas del ascensor se abrieron y caminamos hacia la oficina. Entramos y todos estaban muy tranquilos, algunos jugando a las cartas, otros jugando con la Play. Jasper entró y se acomodó con los chicos de las cartas, yo solté un suspiro y fui al escritorio de Edward, quien estaba con unos papeles.
Su cabeza estaba recargada en una mano, con expresión aburrida. Cuando me acerqué levantó la mirada me sonrió y luego se levantó bruscamente, todos se quedaron callados mirando con atención a su jefe. Pegué un salto hacia atrás por su reacción y caminé hacia atrás mientras él se acercaba peligrosamente a mí. Tomó mi brazo y me zarandeó bruscamente.
-Tú…maldita- dijo entre dientes-. Te niegas a estar conmigo pero te acuestas con el primero que se te cruce.
-¿De qué demonios hablas?- mi brazo dolía y mucho- ¡Suéltame me haces daño!
En ese momento saltaron Emmett y Jasper, separándome de Edward, quien estaba realmente enojado, me miraba dolido y con rabia.
-Al menos trata de ocultar los chupones- vociferó forcejeando con Emmett.
En ese momento me di cuenta de que chupones hablaba y no era precisamente de quien tenía a mi lado, ahora la ira bullía dentro mí. No me iba a olvidar así sin más de lo que me había hecho.
-Para empezar, esto- señalé mi cuello-… ¡lo hiciste tú, borracho con complejo de vampiro!
-¡¿Qué?- gritó completamente confundido-. Yo nunca hice algo así, no lo recuerdo.
-¡Eso es por que estabas jodidamente borracho!- exclamé.
-Mientes- me miró con el ceño fruncido- ¿verdad?- miró a su hermano y este estaba conteniendo las ganas de reír.
-De verdad lo hiciste tú, Edward- confirmó Jasper con la cabeza gacha-. Ya has mordido a varios de nosotros.
-Eso no es…- miró a los demás quienes bajaban la cabeza, hasta que su hermano rompió a carcajadas, tan potentes que cayó al suelo sosteniendo su estomago.
Jasper a mi lado también se comenzó a reír, pero intentaba ocultarlo, todos los miramos a ambos como si estuvieran locos. En especial Edward quien tenía una muy cómica cara de confusión, que de no ser porque estaba enojada y confundida también me estaría riendo.
-¿Qué me hiciste, Emmett?- gruñó Edward ahora con el semblante más clamado.
-Sabía que eso algún día serviría- dijo entrecortadamente mientras se levantaba del piso y limpiaba las lágrimas de sus ojos-. Cuando tenías trece años nos quedamos solos en casa por todo un fin de semana y yo tuve la fantástica idea de alquilar películas de terror, vampiros…
Edward comenzó a recordar ya que entrecerraba los ojos buscando en su memoria. De la confusión pasó a la ira en cuestión de segundos.
-También decidiste que era tiempo de que aprendiera a beber- dijo entre dientes apretados-. Juro que te castraré y te obligaré a comerte tú…
-Oh, vamos, Eddie- Emmett lo miró asustado y retrocedió hasta chocar con el escritorio-. Éramos niños, nunca imaginé que te quedaría una secuela.
-Lo juro, Emmett- su voz era sombría-. Sera mejor que duermas con un ojo abierto.
Emmett salió de la habitación corriendo mientras gritaba que le perdonara, Jasper le siguió ya que tenían un nuevo trabajo que hacer. Los demás chicos le siguieron conteniendo la risa, pero el único que estaba serio, aparte de Edward, era Mike quien antes de salir me miró significativamente.
-Hasta el día de hoy no sabía que tenía ese tipo de… complejo- murmuró Edward sentándose en la mesa del escritorio.
-Asustas tanto a tus propios empleados que no se atrevían a decírtelo, incluyendo a Jasper- me acerqué y me senté a su lado.
-Me siento un idiota- pasó una mano entre sus cabellos despeinándolo más de lo que era costumbre.
-Error. Eres un idiota- le corregí haciendo que soltara una risita.
Se bajó del escritorio y se paró frente mío. Con una de sus manos corrió mi cabello para dejar descubierto mi cuello. Sus largos dedos acariciaron los moretones que me había dejado.
-Es la segunda vez que te marco de manera brusca- dijo sin despegar los ojos de mi cuello.
-Bueno…- no logré decir nada coherente ya que sus caricias eran tan delicadas que me robaban el aliento
-Lo siento- susurró y beso delicadamente mi piel haciendo que se erizara al instante.
-¿Por qué estas tan amable?- no pude evitar preguntar, él nunca se comportaba de este modo conmigo.
-Primero te quejas por que te ignoro y ahora que me preocupo te quejas- su nariz acariciaba mi cuello mientras inhalaba.
-Es que nunca sé lo que piensas- mis manos viajaron a su cabeza, que la acercaron aun más a mí.
-Supongo que te juzgue mal- sus labios rozaron hasta oído-. Tu no me engañarías- su aliento pegó dulcemente y su voz era un ronroneo delicioso, provocó que un pequeño gemido escapara de mis labios.
-No somos pareja ni nada- le recordé con voz entrecortada.
-Sabes que palabras decir para que estemos juntos- se separó un poco mientras su mano subía y acariciaba mi mejilla.
-No saldré contigo, Cullen- sonreí y lo besé.
Saboreé su boca que cada día me hacía más adicta a ella. Su lengua bailando con la mía era la mejor sensación que pudiera sentir. Sus besos hacían que me trasportara a otro mundo donde solo éramos nosotros dos, me mareaban… me hacían recordar a los besos de él.
Bruscamente me separé de Edward, pero solo rompí el beso ya que me aferré a él controlando que las lágrimas salieran. Últimamente lo estaba recordando con más frecuencia que antes y aún no era su aniversario, siempre había estado en mi mente y corazón, pero sus recuerdos no me afectaban, ahora ellos estaban lastimándome. Hacían que en mi pecho se instalara un enorme dolor… como si lo estuviera traicionando.
-¿Para algo?-preguntó acariciando mi cabello.
-Nada- mentí enterrando mi cara en su pecho, aspirando su masculino olor.
-Algún día te obligaré a decirme que es lo que te pasa- susurró en mi oído-. Y a que te acuestes conmigo y aceptes ser mi novia.
-Sigue soñando- reí ante su manera de animarme.
Permanecimos abrazados unos minutos más, hasta que se escuchó el sonido de la puerta abriendo. Me separé de él de un empujón, saltando del escritorio y caminando hacia la cocina.
-Hola, amor- saludo Angela.
-Hola- dijo Edward mirándome y luego acercándose a ella.
No soporté tener que ver como ella enroscaba sus brazos en el cuello de Edward y luego besarlo, cuando segundos antes yo lo estaba besando. Con un bufido atravesé las puertas de la cocina y me senté en uno de los taburetes de la barra. Los celos me invadían terriblemente, tenía deseos de salir agarrarla de los pelos y alejarla de él. Reclamarlo como mío.
Pero él no era mío, era de ella y yo era la otra… o eso me creía. Edward podría estar encaprichado conmigo, me tendría igual que Angela pero… ¿Cómo sabría yo que él no me estaría engañando con otra a mis espaldas? Él se acostaba con ella todas las noches, o casi todas y sin embargo me besaba y abrazaba a mí, me decía que la dejaría si yo aceptaba estar con él…
-¿Por qué lloras?- su voz me sobresaltó, salté de la banqueta y enfoqué mis nublados ojos a la cara de mi ex amiga que a pesar de mirarme con desinterés su voz sonaba preocupada.
-Nada de lo que te importe- repuse con voz entrecortada.
Soltó un bufido y camino hacia la heladera, sacó una lata de coca cola y me miró mientras la abría. Yo por otro lado desvié su inquisidora mirada, tomó un trago de su refresco, pude notar como sus ojos se suavizaron.
-Aun piensas en él- dijo con voz tranquila.
-No eres mi amiga, no tienes que preocuparte por lo que me pase- espeté apretando mis manos, en realidad no lloraba por él.
-Te conozco, Bella- dijo con obviedad-. Se cuando mientes y lo que piensas.
-Piensa lo que quieras- sequé mis lágrimas con brusquedad y salí de la cocina, chocando con Edward que entraba a la habitación.
-¿Estas llorando?- preguntó preocupado-¿Pasó algo?
-Nada- me alejé de él y salí del lugar tratando de tragar el nudo que estaba formando en mi garganta.
Me sentía sucia, repugnante y sobre todo una traidora de primera mano. Yo tenía alguien quien me cuidaba el corazón desde alguna parte del cielo, no necesitaba de nadie más para que me cuidara. Sin embargo yo estaba llorando por un hombre que estaba ocupado, que nunca sería mío y si lo fuera jamás lo sabría porque él era un estafador. El robaba corazones y no los devolvía, y si lo hacía eran pedazos de ellos que nadie iba a poder armar de nuevo.
Me sentía una traidora porque jure que jamás volvería a sentir nada por nadie, nadie que no fuera él. Quien lamentablemente y a causa del puto destino, no estaba más en este mundo.
Corrí lejos del edificio y me metí en el parque que estaba en frente, el sol pegaba en mi cara con fuerza y me impedía ver con claridad. Estaba cegada y corría sin rumbo fijo. Me tropecé y caí con alguien.
-¡Ouch!-se quejó y yo abrí mis ojos ampliamente para ver aquella persona que tanto había extrañado.
-Jacob…
No hay comentarios:
Publicar un comentario