jueves, 18 de noviembre de 2010

Capitulo 2- EAM

Capitulo 2
Sin dejar de mirarse a los ojos se soltaron de las manos.
-Bien…Gracias, Edward- agradeció de nuevo, nerviosa-. Ya debo irme a casa.
-Te llevo- ofreció, poniéndose de pie.
-No- lo detuvo ella-. De verdad, ahora sí que es innecesario.
-No voy a dejar que te vayas sola- demandó con voz autoritaria.
-Ya has hecho demasiado por mí, Edward- le dijo avergonzada-. Además me iré en un taxi, no caminando- intentó ponerse en pie, ahora que estaba medianamente curada, pero no estaba del todo bien, ya que su tobillo aun estaba débil, por lo que cayó sentada.
-¿Tus padres te regañaran?- preguntó Edward.
-Seguro que lo harán- asintió sin mirarle-. Ya me habían advertido que no caminara sola hasta tan tarde…
-Sin embargo lo hiciste- se rió.
-Por favor, ayúdame a tomar un taxi- pidió casi al borde del llanto.
Edward acepto seriamente. La tomó por la cintura y la llevó hacia la calle donde podría tomar un taxi. Por la manera en que la chica estaba seguro que sus padres la castigarían de por vida. Le parecía que ellos eran muy estrictos con ella…
-A lo mejor por eso ella caminaba sola a estas horas- pensó mientras le hacía señas a un taxi.
Un auto paró enseguida y Edward le abrió la puerta para luego ayudarla a subir. Cerró la puerta y se recargó en la puerta.
-Has sido muy amable, Edward- dijo ella realmente agradecida.
-Aunque me hayas tratado de denunciar antes- le bromeó y ambos rieron-. Al menos déjame pagar el viaje.
-Nop, ya has hecho demasiado- le dijo Bella, mientras se estiraba para besar la mejilla de Edward-. Adiós- saludó sonrojada por su atrevimiento.
Edward, atontado, se retiró y palmeó el techo del auto y este arrancó. Se le quedó mirando hasta que se perdió por las calles. Inconscientemente se llevó una mano a la mejilla besada y sonrió tontamente mientras daba media vuelta y volvía a su apartamento.
Mientras tanto, Bella miraba las calles con cierta melancolía, sus labios ardían ante el toque de la piel de aquel desconocido. Nunca antes le había pasado algo parecido, ni tampoco había quedado tan pendiente de un hombre. Se decía a si misma que no necesitaba de un hombre, que no servían para nada, mucho menos en lo sentimental.
Pagó la tarifa al taxista y caminó cogiendo hacia su departamento. Iba demasiado concent. rada en no volver a resbalar y torcerse el otro pie.
-¿Se puede saber dónde estabas?-peguntó una voz masculina detrás de ella.
Tragó en seco y se giró hacia el musculoso y enorme amigo, vecino, Se le notaba molesto, y no solo por la posición en la que estaba de brazos cruzados y mirada penetrante.
-¿Y bien, Bella?-inquirió con voz potente.
-Es una larga historia- murmuro asustada.
-Tengo todo el tiempo del mundo- aseguró obstinadamente.
Bella suspiró y le hiso una seña con la cabeza para que fueran a su departamento. Este la siguió sin romper la postura de hermano mayor enfurecido. Bella entro en el departamento y se dejo caer en el sillón con un suspiro cansado, esperando que su amigo se sentara para ponerse a contar la historia.
-¡¿Estás loca?-le gruñó cuando terminó de contarle los hechos.
-Ya aprendí la lección, ahórrate la saliva- cerró los ojos ya sabiendo el discurso.
-¡No!-le interrumpió elevando la voz-¡¿Cómo se te ocurre ir a la casa de un desconocido?
-Él se ofreció a llevarme y me curó- miró sus manos nerviosamente.
Ahora que lo pensaba con más detenimiento. Su amigo tenía razón, estaba completamente loca al acepar que un desconocido la llevara a su casa. Puede que desde un principio Edward la llevara con otras intenciones. Sin embargo ella no se imaginaba a Edward de esa manera. Aquel hombre se había preocupado por ella, lo había notado en sus ojos.
-¿Y que si era un psicópata?- le preguntó el moreno sulfurado.
-Jacob, estoy bien y muy agradecida con Edward- se cruzó de brazos junto con una mirada de "la conversación terminada"
-¿Por qué no me llamaste?- cuestionó un poco más sereno- ¿o al menos contestar mis llamadas?
-Eso es porque lo perdí- volvió a estar apenada-. Con todo el ajetreo perdí hasta el paraguas.
-Eres un caso perdido, niña- negó con la cabeza mientras pasaba un brazo por los hombros de Bella-. Me tenías preocupado.
-Estoy bien- aseguró apoyando su cabeza en el hombro de Jacob.
-Ahora, pero podías…
-Basta, Jacob- le cortó con una sonrisa.
Luego de eso se pusieron a charlar sobre lo que habían hecho durante el día. Jacob se fue ya que Bella debía acostarse a dormir para un nuevo día. Ella se despidió de él y se fue a dar una ducha antes de irse a dormir. Cepilló sus dientes, su cabello, se puso el pijama y fue a acostarse a su cómoda cama. Soñando con un par de esmeraldas que la miraban con intensidad.
.
A la mañana siguiente se preparó su desayuno mientras planchaba su uniforme del instituto. Pollera tableada gris, camisa blanca, chaquetilla gris, medias blancas y zapatos negros. Antes de que las cosas cambiaran en su vida, ella había sido anotada en un instituto privado, gracias al trabajo que tenía podía pagar las cuotas mensuales, sin siquiera atrasarse.
Una vez que estuvo vestida y alimentada, tomó su mochila y salió fuera del apartamento para encontrarse con su amiga. En el camino se encontró con su vecino Jacob, quien partía hacia la universidad, que la saludó y le deseó un buen día en el colegio y en el trabajo.
Jacob iba en tercer año de la universidad en una carrera de mecánico profesional. El sueño era montar su propio taller. Mientras que Bella quería ser una exitosa escritora. También quería ir a la misma universidad que su amigo, pero solo podrían ir un solo año juntos, ya que Jacob se graduaría en dos.
Saludó con la mano al encargado del edificio y miró ansiosa la calle. A lo lejos escuchó el familiar chirrido de las ruedes en el asfalto de Porche amarillo de su mejor amiga. Este frenó limpiamente a su lado.
-Buenos días, Bella- saludó Alice brincando fuera del auto.
Era una joven de diecisiete años, pero aparentaba de quince o catorce por su contextura física y actitud infantil. Tenía el cabello negro corto y peinado de manera rebelde, sus facciones eran como de un duende y en el instituto la habían nombrado como el "Hada del Seattle"
-Buenos días, Ali- saludó Bella abrazándola.
-¿Cómo estas hoy?-preguntó un poco sería.
-Muy bien, gracias por preocuparte- dijo con sinceridad.
-Para eso estamos- se encogió de hombros-. Vamos, hay algo que quiero preguntarte- le avisó mientras caminaba hacia el lado del conductor.
-¿Qué es?-le preguntó Bella cerrando la puerta y abrochando su cinturón.
-¿Quién es Edward?- preguntó con una sonrisa pícara y tuvo que contenerse en no estallar a carcajadas cuando Bella se sonrojó violentamente.
-¿C-como sabes?-tartamudeó de repente acalorada.
-Acabo de llamar a tu teléfono para decirte que no iba a poder llevarte al instituto hoy por unos asuntos con mi mamá- hizo movimientos con la mano para restarle importancia al asunto familiar-. Pero me encuentro con que un hombre atiende dos veces tu teléfono, y luego me explicó cómo te lo había dejado junto a un paraguas. Tuve que cancelar los planes con mi mamá para saber los detalles.
-¡No es lo que piensas, Alice!- la atajó Bella intuyendo la mirada pícara de su amiga.
-¿Entonces qué es?- le inquirió con una ceja alzada. Bella suspiró para tranquilizarse y le contó lo sucedido la noche anterior- ¿Y cómo es Edward?-preguntó Alice curiosa.
-Es alto, de cabello cobrizo, ojos verdes, un buen…cuerpo y parece ser mayor-a medida que lo describía se ponía más y más colorada.
-Es guapo-le guiñó el ojo y se rió cuando Bella desvió la mirada-. Estoy de acuerdo con que es mayor.
-Unos veinticuatro años-adivinó mientras se imaginaba a Edward.
-¿Te gusta?- le inquirió Alice
-Claro que no- sacudió la cabeza, no muy convencida de sus propias palabras-. No lo conozco y es mayor.
-No si has escuchado…pero para el amor no hay edad-citó mientras aparcaba su auto en su lugar de siempre-. Tampoco mandas al corazón.
-No volveré a verlo, al menos hasta que busque mis pertenencias- tomó su mochila y bajó del auto-. Luego de eso no lo veré más, cada uno seguirá su camino.
Su ánimo decayó al darse cuenta de sus palabras. Instantáneamente sacudió la cabeza y alejó los pensamientos y sentimientos que comenzaban a surgir.
-Nunca digas nunca-recitó Alice llegando al lado de su amiga-. No sabes lo que el destino tiene deparado para ti.
-Lo que sea que sea, no es Edward- murmuró bajo.
Alice la miró con tristeza, pues sabía que su amiga le estaba mintiendo con respecto a Edward. Algo en su cabeza hizo clic y sonrió ampliamente ante el plan que se le había ocurrido. El timbre sonó, avisando a los alumnos a entrar a sus respectivas clases. Ambas se despidieron y fueron a sus clases
.-.-.-.-.-.
Se removió entre las sabanas mientras el despertador irrumpía en su sueño. Eran las doce, por lo tanto, hora de levantarse.
-¡Arriba, arriba, hermano!- gritó la voz, irritante, de su hermano mayor
Eran estos y otros momentos, en los que le preguntaba a sus padres y a Dios el por qué de tener un hermano tan molesto e infantil como ese. Emmett era una de las pocas personas más molestas que había conocido en su vida, por lo general cuando se topaba con una rápidamente la esquivaba, pero no podía hacer eso con su hermano ¿no? A pesar de tener veintisiete años, su hermano se comportaba como un niño de cinco años.
Le gruñó un "lárgate" junto con una almohada. Emmett se carcajeó y saltó sobre Edward.
-¡Emmett!- gritó Edward sacudiéndose bruscamente- ¡Bájate!- le advirtió y se tiró sobre su hermano, quien soltó un muy masculino grito (nótese el sarcasmo), cayendo ambos al suelo.
Mientras Edward intentaba partirle la nariz a su hermano, y este intentaba defenderse, escucharon unas risitas desde la puerta del cuarto de Edward. Levantó la mirada y se encontró con los ojos azules de los hermanos Hale. Edward se hizo una nota mental de cambiar la cerradura cuanto antes y no darle la llave a nadie, ni siquiera a su madre.
-Buenas tardes, Edward-saludó el menor de los Hale, Jasper-. Linda forma de despertar.
-Yo despierto de mejor forma-dijo Rosalie guiñándole el ojo a Emmett.
-Demasiada información- susurraron los menores con una mueca de asco.
-Iré a prepararte algo para comer- dijo con amabilidad y se marchó dejando a los hombres solos.
-Gracias, Rose-murmuró cuando la joven ya se había marchado.
-¿Desde cuándo te gustan los teléfonos rosas con flores?-cuestionó Jasper levantando el aparato de la mesita de noche,
-No es mío-contestó restregando las manos por su cara.
-¿No me digas que una dama durmió anoche contigo?-preguntó Emmett con fingida sorpresa.
En realidad mucho no le sorprendía que su hermano llevara a mujeres cada tanto a su departamento. O mejor dicho, todas las noches.
-No, Emmett- sonrió con burla y caminó hacia su baño-. Un gay se lo olvidó.
Si fuera en otras circunstancias, tanto su hermano como Jasper se habrían reído hasta el cansancio por la broma. Pero ambos estaban mirando la puerta con cierta tristeza y pena. Ambos se miraron y el mayor se largó a la cocina con su esposa, dejando a Jasper solo.
Este miró el teléfono en sus manos y sintió curiosidad por ver lo que tenía adentro y comprobar si las palabras de Edward eran mentiras. Se sentía mal por dudar así de su mejor amigo, pero era algo que ni él mismo podía controlar. Se sentó en la cama e indagó el aparato hasta toparse con la 'Galería de Imágenes'. Su respiración se había puesto pesada y su corazón latía con fuerza cuando le dio aceptar al primer archivo.
Soltó un suspiro aliviado al ver que una hermosa chica le sonreía desde el otro lado. Era muy bonita, el cabello era castaño, cargo y ondulado, los ojos eran de un intenso chocolate. Por un momento le resultó conocida, sintiendo que ya la había visto en otro lado, ¿pero en donde?, se preguntó.
-¿Qué haces?-preguntó Edward tomando por sorpresa a su amigo.
Por el susto había tirado el teléfono al suelo.
-Nada…solo…-se agachó a recogerlo.
-Casi atropello a esa niña anoche- suspiró Edward sentándose al lado de Jasper.
-¿Casi atropellas?- le miró sin entender-¿Qué paso?
-Anoche, mientras volvía del trabajo, ella se cruzó la calle sin mirar y bueno…casi la atropello- se encogió de hombros y volvió a ponerse en pie, yendo hacia su armario.
-Y la trajiste aquí- afirmó medio preguntando. Mientras tanto seguía pasando las fotos de la chica, cada vez se convencía más de que la había visto en algún lado.
-Se torció el tobillo-le contestó Edward poniéndose una camisa.
-¿Ustedes…?-dejo la pregunta incompleta, a propósito.
-No, es solo una niña- se rió Edward saliendo de su armario completamente vestido.
-Ya te has acostado con niñas antes- arqueó una ceja diverido.
-No con ella, me preocupaba su pie, además se notaba que era virgen- sonrió de costado arrancando una carcajada a su amigo.
-Esas son tus favoritas- negó con la cabeza y volvió la vista a las imágenes-. La conozco de algún lado- dijo con seriedad.
-¿De dónde?- Le sacó el teléfono y miró la foto en la que había quedado.
Bella tenía una expresión seria, concentrada en algo mientras mordía la punta de un lápiz. Otra le había sacado la foto.
-No se…- se rascó el mentón-. Quizás mi hermana lo sepa.
Salieron del cuarto y fueron hacia la cocina, donde encontraron a la pareja de recién casados, demostrando su cariño sobre la mesa de Edward.
-¡Por favor!-exclamó Edward escandalizado- ¡Ahí es donde como!- lloriqueó y fulminó con la mirada a su hermano quien reía abiertamente.
-Rose ¿conoces a esta chica?-preguntó Jasper mientras le acercaba el teléfono.
-La he visto en algún lado- frunció el ceño mientras buscaba en su memoria- ¡Oh, ya sé donde!
Salió corriendo hacia la sala, volvió a los pocos segundos hojeando una revista concentradamente. Edward se había sentado en la mesa, comiendo lo que Rosalie le había preparado
-¡Aquí está!-exclamó deteniéndose en una página-. Miren.
Dejó la revista en la mesa a la vista de todos. Jasper jadeó, Edward se atragantó con lo que estaba comiendo y Emmett…solo miró la fotografía sin entender absolutamente nada.
-Si…es bonita- dijo solo para hacer un comentario- ¿Quién es?
-La chica que estuvo con Edward anoche- contestó Jasper boquiabierto con la sensual foto.
-¡¿Te acostaste con ella?- le gritó la pareja, escandalizados.
-¡No!- les regresó el grito un poco colorado.
-¿Entonces?-preguntaron más calmados.
Pero Edward no les contesto, tomó la revista entre sus manos y observó cuidadosamente la fotografía. Aun no podía creer que esa hermosa chica fuera la inocente Bella. En la fotografía únicamente estaba vestida con lencería roja, en una pose muy generosa. Ella estaba recostada en una pared rosita, con sus brazos sobre su cabeza, su cabello caía por sus hombros completamente despeinado, sus piernas estaban cruzadas y llevaba unos tacos rojos. No estaba demasiado maquillada, solo retocada. Únicamente habían resaltado sus labios carnosos con un intenso labial rojo, que hacía sus labios más anchos y deliciosos.
Se arrepentía de haberla dejado ir sin antes probarla.
-Es un bombón- alagó Emmett silbando por lo bajo. De contestación recibió un golpe de su esposa-. Tú lo eres aun más, amor- sonrió ampliamente y Rosalie rodó los ojos.
-Aun esta en el instituto- comentó Jasper atrayendo la atención de todos.
-¿De verdad?-cuestionó su hermana.
-Si, al último año- no quitaba la vista del aparato, mientras sus dedos se movían frenéticos en las teclas.
-Jasper, eso es invasión a la privacidad-le regañó Rosalie mientras le quitaba el aparato de las manos.
De repente el teléfono comenzó a sonar y a vibrar en las manos de la chica. Esta soltó el aparato como si se hubiera prendido fuego. Edward tomó el móvil, sonrió al ver la foto de la chica que lo había llamado en la mañana. Presionó el botón verde…
-Alice- dijo en modo de saludo.
-¿Edward?-preguntó una voz, que no era la de Alice.
-Bella- su sonrisa se ensanchó por alguna razón inexplicable.
-H-hola- tartamudeó y se la pudo imaginar con las mejillas …llamaba para preguntar si podías devolverme mi teléfono.
-Seguro- se recargó en la silla- ¿Lo pasas a buscar?
-Bueno…la verdad…-la escuchó tomar aire y luego soltar las palabras de golpe- ¿Podrías traérmelo tu a mi? Hoy tengo que trabajar.
-No hay problema- se encogió de hombros-. Dime donde nos encontramos.
Bella le pasó la dirección y él la anotó en su mente. De inmediato sabía en donde era el instituto.
-Ok, entonces a esa hora nos vemos-concluyó de repente ansioso.
-Lamento causarte molestias-la escuchó suspirar-. Anoche el accidente, mi pie…ahora esto…
-No te preocupes, Bella- la interrumpió-. No es problema para mí.
-Gracias, Edward- dijo con total sinceridad-. Nos vemos luego.
-Hasta pronto- se despidió y ambos cortaron al mismo tiempo.
Edward se quedó mirando el teléfono un tiempo con una sonrisa en la cara. Se sentía como un completo depravado al tener pensamientos cochinos hacía la joven niña que había conocido.
-¡Eres un profanador de cunas, Edward!- le acusó su hermano con un dedo.
-No es tan menor- se defendió tomando el último bocado de su comida.
-Son siete años-le recordó Rosalie con el ceño fruncido.
-¿Y?- los miró a todos con una ceja alzada.
Ninguno le contestó nada, más todos sabían que a Edward no le importaba nada, que haría lo que quisiera con quien quisiera. Sabían que el menor de los Cullen no tenía límites y una chica de diecisiete años no sería la excepción.
Al ver que ninguno le dijo nada, se levantó de la mesa, recogió el teléfono, su saco negro y salió de su apartamento hacia su trabajo. Aun faltaba unas cuantas horas para ir a ver a Bella. No entendía por qué su familia se alteraba tanto si él se cogía a una adolescente, tampoco estaba por meterse en una relación amorosa.
No pudo evitar reír a carcajadas de solo imaginarse en una relación con alguien, las risas desaparecieron en un segundo cuando se imaginó a Bella huyendo de él. Se imaginaba abriendo su corazón y contando su pasado, solo para luego ver a esa chica huir lejos de él, gritándole insultos y mirándolo con miedo, pánico.
Nadie le amaría por su pasado. Por lo que ya había asumido pasar el resto de su vida completamente solo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario