Capitulo 8
-Bella- la llame intentando acercarme, pero ella me negó con la cabeza y se giró para salir corriendo- ¡Bella!- le grite pero no se detuvo.Intenté mover mi cuerpo, pero este estaba apresado en los brazos de Tanya quien miraba con el ceño fruncido hacia donde Bella se había marchado. Aparté sus brazos pero ella se aferró a uno de los míos.
-No vayas- pidió con seriedad.
Mi cara debió de ser un completo poema de incredulidad ¿Ella me estaba hablando enserio? ¿Cómo me podía estar pidiendo que no fuera tras la mujer que amaba? Soltándome completamente de sus brazos, sin dejar de luchar contra sus manos que intentaban agarrarme, corrí hacia las escaleras, había perdido demasiado tiempo y era posible que Bella ya se hubiera marchado. Sin embargo seguí corriendo, saltado de dos en dos los escalones, sin miedo a tropezar y romperme el cuello.
Abrí la puerta de la entrada al edificio de un empujón y busqué a Bella con la mirada, la encontré a punto de doblar la esquina. Corrí hacia ella y la detuve poniendo una mano en su hombro. Ella se giró con un jadeo y me observó con ojos dolidos, pronto brillaron de ira.
-¡No me toques!- exclamó quitando mi mano con brusquedad.
-Por favor, tienes que escucharme- rogué queriendo tocarla, pero ella me lo impedía.
Hacía tiempo que no la tenía cerca. Con solo verla me había olvidado por completo de todo, lo único que quería era abrazarla y besarla. La había extrañado mucho, no podía entender como había pasado tanto tiempo alejado de ella. Mis manos buscaban con desesperación tocar su piel y me frustraba y dolía que ella me rechazara sin si quiera escucharme.
-¿Qué me vas a decir?- inquirió empujándome- ¿Qué ahora es normal darse besos tan apasionados…?- su voz se apago y bajó la cabeza, dejando de luchar conmigo.
Aproveché esa pequeña oportunidad para rodearla con mis brazos y apretarla contra mi cuerpo. Enterré mi cara en su pelo, aspirando su dulce aroma ¡Como la había extrañado! Bajé mi nariz por su cuello aspirando la esencia que desprendía su piel y saboreando que aun no le era indiferente, podía sentir sus estremecimientos con esa simple caricia.
-Te extrañé- murmuré contra su cuello, apretujándola más.
-Se nota- masculló ella e intentó alejarme-. Dije que me soltaras.
-No quiero.
-¡Suéltame!-gritó empujándome aun más.
-Solo déjame explicarte- pedí apretando sus hombros, reteniéndola para que me escuchara-. Ella llegó anoche y…
-¡No quiero escuchar nada!- lloriqueó antes de estampar su mano contra mi mejilla-. Te odio- dijo entre dientes apretados y se marchó corriendo, dejándome aturdido en medio de la calle.
La mejilla me ardía pero no era nada con el dolor que sentía en el pecho. Las palabras de Bella fueron el golpe más duro que alguien alguna me pudiera dar. Esas dos simples e hirientes palabras se repetían una y otra vez en mi cabeza, lastimándome sin compasión.
Ella me odiaba y lo tenía bien merecido, no tenía nada que explicarle, ella había visto como nos besábamos en frente de mi apartamento, yo a medio vestir y Tanya colgada a mí como si fuéramos amantes de hace tiempo. Como nosotros nos habíamos besado la mayoría del tiempo en todos lados.
Saliendo de mi aturdimiento caí en la cuenta de que todavía seguía medio desnudo, la gente se había quedado parada mirándome con el ceño fruncido. Llevando una meno hacia mi mejilla golpeada di media vuelta y me fui nuevamente a mi apartamento.
El dolor aun no se iba, al igual que las palabras de Bella. Había podido leer en sus grandes y expresivos ojos el rencor, odio y dolor que sentía. La había lastimado y no sabía si iba a poder recuperarla de nuevo, pero… ¿no era esto lo que yo quería? ¿No quería alejarla de mí, ahora que sabía que era mi hermana? Me había dicho a mi mismo que no era hora de tenerla frente a mí, y estaba en lo cierto, había perdido todo pensamiento razonable al verla de nuevo. Había querido hacer cosas indebidas con ella.
Esto era lo que yo quería desde el principio. Entonces ¿Por qué me dolía tanto esto? Porque la amas, idiota, me dijo mi conciencia y era verdad, no podía cuestionarme algo tan tonto cuando yo mismo sabía la respuesta, una obvia. Pero estaba mal, no podía amar a mi hermana como si fuera una mujer cualquiera, no podía tener pensamientos y sueños eróticos con ella. Estaba mal, muy mal y sin embargo no podía detener los sentimientos y pensamientos.
-Edward- levanté la cabeza al llamado de Tanya. Ella estaba parada en las escaleras de la entrada- ¿Quién era esa?- preguntó frunciendo el ceño.
-Esa es mi…- ¿Qué? ¿Hermana a la que amo? ¿Mi ex que es mi hermana?-. No te importa- dije fríamente y la pase.
-Espera- me detuvo tomando mi mano.
-Tanya, vete ¿quieres?- sacudí mi mano de la suya y seguí subiendo los pocos peldaños.
-Solo quiero que sepas, que lo que paso anoche…- murmuró a mis espaldas-. No estoy arrepentida y quiero tenerte conmigo.
Me gire aturdido por sus palabras. No podía estar hablando en serio. Ella me contemplaba seriamente. Sus ojos me mostraban la decisión de sus palabras.
-¿De qué estás hablando?- inquirí aun estupefacto.
-No te conozco en lo absoluto- dijo apenada-. Pero no me importa. Yo hago lo que mi corazón me dicta y el ahora mismo me dice que no te deje marchar. Te quiero conmigo.
Sin esperar a que contestara algo, ella dio media vuelta y se marcho caminando como si nada hubiera pasado. Mientras me dejaba boquiabierto en la entrada de mi casa. Estaba totalmente anonadado, no cabía en mi mente lo que acaba de vivir en pocos segundos.
Debe de ser un sueño, pensé. Llevé una mano a mi brazo y lo pellizqué con todas mis fuerzas. La mierda dolió horriblemente, y no, no era un sueño y la maldita realidad. Sacudiendo la cabeza volví a la realidad y me mentalicé que aquello no debía de importarme, no ahora cuando tenía cosas más importantes en las que pensar.
Bella.
Al llegar a mi apartamento me derrumbé en mi sofá cerrando los ojos y tratando de apaciguar el lacerante dolor en mi pecho. Poco a poco, mientras los minutos pasaban nuevos recuerdos me surgían de mi memoria, empeorando mi estado de ánimo. Ya podía recordar la noche anterior, podía recordar como habíamos tomado con Tanya, mientras ella lloraba por sus problemas y yo por los míos. Recordaba como habíamos terminado medios borrachos y como habíamos buscado consuelo en el cuerpo del otro. Pero yo no estaba consciente de estar besando los labios de Tanya o estar haciéndole el amor a ella, yo era bien consciente de estar haciéndolo con Bella, no con esa otra mujer.
Suspirando pateé la botella que estaba en la mesita ratona y solté un grito de frustración. No entendía por qué mierda todo esto debía de pasarme a mí ¿Qué había hecho para que merecer esto? ¿Era por haberme enamorado de mi hermana? ¿Por haberla conocido y tomarla sin siquiera pedir más datos de ella? Si eran así las cosas, entonces todo apestaba.
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Los días pasaron con peor lentitud que antes de que me enterara de la verdad sobre ella. Ahora era pero sabiendo que ella estaba molesta conmigo, peor aún, me odiaba. Había intentado llamado por teléfono, siempre cortaba sin siquiera atenderme. Le mande millones de mensajes sabiendo que ella no me contestaría, sin embargo los había mandado.Fui todas las noches a buscarla a su trabajo, escondido entre la oscuridad, pero nunca me atreví a acercarme, temía que ella volviera a abofeteare y a gritarme que me odiaba, o que me dijera que no me quería ver nunca más, eso me terminaría matando y no quería perderla hasta ese punto. Así que me mantenía escondido en los callejones observándola marcharse con su hermanastro.
Mientras ella lo esperaba yo me dedicaba a observarla como un acosador enfermo, reprimiendo mis deseos de acercarme, arrastrándome, a implorarle perdón, a que me golpeara las veces que quisiera con tal de que ella volviera a sonreírme como siempre. Pero siempre que daba un paso retrocedía dos ¿Qué conseguiría con que ella me perdonara? Volveríamos a ser como antes, sin duda la tomaría y le haría el amor como fue una costumbre entre nosotros ¿Y luego qué? Volvería a dejarla por saber quién era ella. Volvería a huir como un cobarde y le daría la espalda de nuevo, como lo había hecho anteriormente.
Otra razón para mantenerme oculto. Escondido de su vista, pero no de su vida. Quería hablar con ella y muy bien sabía que no me lo concedería, le había herido y no estaba seguro de si ella me perdonaría. Pero eso no me hacía rendir, en algún momento tendríamos que hablar, encararnos y ella me escucharía…
La puerta del bar se abrió, dejando salir la estruendosa música por unos segundos antes de que se cerrara. Bella caminaba lentamente hasta el cordón de la vereda, con sus ojos tristes, para luego mirar hacia ambos lados buscando algo. Poco después sacó su teléfono y marcó un número.
-¡Jake!- saludó ella alegremente mientras hacía una pausa- ¿No podrás recogerme?- frunció el ceño y esperó a que su hermanastro hablara-. Bien… no, no te preocupes- sonrió de manera triste-. Puedo ir sola, se cuidarme- bromeó y rodó los ojos-. Si, si. Adiós y saludos a Leah.
Con un suspiro guardó su móvil y comenzó a caminar por las oscuras calles. Mi cuerpo se tensó de inmediato ¿Cómo aquel niñato podía dejarla marchar sola? ¿Acaso no era consciente de lo peligroso que era que una mujer anduviera sola a esas horas de la noche? Sin pensarlo dos veces comencé a caminar tras ella, iba a pedirle que se viniera conmigo, que yo la llevaría a su casa. Ella se giró de pronto y me apuntó a los ojos con un aerosol y antes de apretarlo me miró sorprendida.
-¿Edward?- dijo bajando la botellita- ¿Qué demonios haces aquí? ¡Me acabas de dar un susto de muerte!- soltó el aire bruscamente mientras llevaba una mano a su pecho.
-Lo siento, no fue mi intención asustarte.
-Aun no contestas mi pregunta- arqueó una ceja-. De todos modos no quiero oírla- giró sobre sus talones y se dispuso a irse, pero la detuve tomando su antebrazo.
-Tienes que escucharme, por favor- bien, soy un completo idiota, estaba por cometer un error grandísimo, pero ¿Qué importaba? Ella era más importante que cualquier otra cosa.
-Yo no quiero escuchar nada de ti- dijo intentando zafarse de mi agarre.
-¡Por favor! No seas testaruda- pedí ya al borde de la desesperación.
-No soy testaruda- dio un tirón a su brazo y me encaró-. Estoy siendo sensata, que es muy diferente.
-Entonces no lo seas por un segundo y escúchame- pedí tomando sus manos.
Ella me miró a los ojos y pude notar como vacilaba. La esperanza se hinchó en mi pecho al saber que ella aun me seguía queriendo.
-Habla- ordenó y le sonreí satisfecho.
-Primero que nada, realmente lo siento- me disculpé. Llevé unos dedos a sus labios para impedirle que me interrumpiera-. He estado teniendo algunos problemas últimamente, por ello estaba Tanya en mi casa.
-¿Qué problemas?- preguntó intentando sonar desinteresada, cuando en realidad le preocupaba.
-Eso es un tema aparte- desvié el tema.
-A mi me parece que esta todo conectado- se encogió de hombros, pero la curiosidad brillaba en sus ojos.
-Si, en cierto modo- admití y me debatí en si debía contarle o no.
-Edward- dijo con advertencia a que hablara. Tomé aire y recé para que todo saliera bien.
-Mi abuelo quiere casarme, y Tanya es… mi prometida- solté rápidamente.
-Ok, el segundo acaba de pasar y vuelvo a ser sensata- soltó mis manos.
-¡Bella!- exclamé con autoridad-. Ni siquiera he empezado a hablar.
-Y no quiero que sigas- me miró con ojos lagrimosos-. No quiero saber que te casaras con esa oxigena, no quiero saber que viniste hasta aquí solo para despedirte…
La tomé en mis brazos y la apreté fuertemente. El alivio había inundado mi alma, ella me seguía queriendo, después de todo lo que yo le había causado. Después de que le había evitado a toda costa y había sido en vano. Ella era mi hermana y mi amor, no podía alejarme y dejarla por no saber afrontar la realidad. La verdad.
En ese momento decidí que no importara quien fuera ella, yo la quería conmigo. Pero lamentablemente no como antes, ahora intentaría hacer lo que sea para ser un buen hermano, tendría que guardar mis sentimientos en lo más hondo de mi ser y comportarme con ella como un amigo. En cierto modo me despediría de ella, de no poder amarla como se debía. Me resignaría a ella para siempre.
-Desde ya te comunico que no te desharás de mí tan fácil- la aparté para limpiarle las lágrimas que mojaban sus rosadas mejillas-. Yo no he aceptado el compromiso, ni ahora ni nunca- besé su frente.
-¿Entonces por que estaba ella en tu casa?- preguntó sin comprender.
-Digamos que ella está en la misma situación que yo. Obligada a casarse con un desconocido, sin la opción de poder opinar- suspiré de frustración-. Cuando me enteré de esa noticia vine a verte, necesitaba de ti en ese momento tan difícil y te vi con…- desvié la mirada apretando los diente.
-Jake- susurró ella.
-Te vi que estabas a punto de besarte con él y me puse loco de ira, te culpe por haberme cambiado, por no importarte después de todo lo que habíamos pasado- ella abrió la boca para rebatirme, pero le impedí siguiendo mi relato-. Entonces cuando llegué a casa la encontré a ella ahí, llorando como marrano. No pude comportarme cruelmente y la invité a pasar, me contó su problema y comenzamos a tomar…el resto te lo puedes imaginar.
Ella sopesó mis palabras, fruncía el ceño cada tanto y me miraba con ojos acusadores y podía notar que ella quería perdonarme.
-Te acostaste con ella- me acusó
-En mi defensa, he de decir que no recuerdo haberlo hecho con ella. En todo momento pensé en ti- acaricié su mejilla.
-¿Y cuando la besaste esa mañana también pensabas en mí?-dijo con ironía.
-Esa mañana estaba muy mareado y confundido ¡ni siquiera sé porque lo hice!- exclamé levantando las manos al cielo-. Sé que hice mal, Bella. Que cometí un gravísimo error, y me arrepiento totalmente. Por favor perdóname. Ya no soporto saber que me odias. Que no quieras verme.
-Heriste mi confianza- susurró ella-. Me dejaste de un día para el otro sin saber por qué. Siempre me decías que era trabajo, pero yo sabía que era otra cosa. Cuando te llamaba sonabas distante y cortante. Cuando te vi esa noche que dices que estaba a punto de besarme con Jake, cosa que no fue así y jamás lo será, quise ir tras de ti pero él me dijo que mejor fuera en la mañana. Esa noche no dormí pensando en que habías venido a verme, que volvías a ser el mismo de antes y cuando llego a tu casa tú…- apretó sus manos y miró hacia otro lado.
-Lo siento- volví a disculparme tomando su rostro entre mis manos.
-Con un 'lo siento' no vas a solucionar las cosas.
-Lo siento mucho- era lo único que podía decir mientras la abrazaba.
Me había comportado como un completo idiota con ella y me merecía que ella no quisiera verme. Debía de estar agradecido con que ella aceptara ahora hablar y tratar de arreglar las cosas.
-¿Qué puedo hacer para que me perdones?- murmuré contra su cabeza.
-Ni tenerte de esclavo hará que recupere la confianza en ti- aunque sus palabras eran duras, yo sabía que ella no estaba tan molesta, la estaba ablandando.
-Entonces ¿Tengo que ser tu esclavo?- le sonreí ampliamente moviendo mis cejas-. Entonces que así sea- tomé su mano y la guié hacia mi auto.
-¿Qué haces?- preguntó entrelazando nuestros dedos. Bien, una barrera había caído.
-Te llevo a casa. Escuché que Jake no podría venir a buscarte- solté el nombre como si fuera una mala palabra.
-¿Me estas siguiendo?- inquirió deteniéndose a la entrada del callejón.
-Quería hablar contigo y, sin querer, escuché tu conversación- me encogí de hombros y abría la puerta del copiloto.
-¿Eres algún tipo de acosador?- arqueó una ceja, y se rió.
Cerré la puerta y caminé hacia mi lugar. Me sentía como un completo adolescente, muchas emociones revoloteaban en mi interior. Quería gritar, reír, correr y saltar, todo al mismo tiempo. Me sentía tan feliz que podía comenzar a cantar victoria, pero como todo lo bueno termina, sabía que esto no debía de alegrarme de la manera en que lo hacía.
Abrí la puerta de mi lado, entré y puse en marcha mi auto. Pronto comprendí que no tenía idea de en donde era la casa de Bella.
-Guíame- pedí avergonzado. Ella se rió y comenzó a instruirme.
Era penoso, ya dos meses de conocerla y no tenía idea de en donde vivía. Eso me hacía recordar las incontables veces que la llevaba a mi casa, donde estábamos la mayor parte del tiempo. No me había interesado donde vivía, solo me había importado tenerla conmigo. Bajo mío para ser exactos. Había sido muy egoísta.
A medida que conducía las casas comenzaban a disminuir y comenzaban a alzarse viejos y maltrechos edificios. Este era uno de los distritos de clase baja donde vivían aquellas familias que no tenían prácticamente nada para comer. ¿Era aquí donde vivía mi hermana? Un nudo se formó en mi estomago mientras la incertidumbre me embargaba.
-Aquí- señaló un edificio de un apagado gris, frío y deprimente, apenas iluminado y daba la impresión de que en cualquier momento se caería a pedazos con un simple soplo del viento.
-Bella…
-Que dejara que me trajeras no significa que te perdone- me interrumpió abriendo la puerta-. Necesito tiempo- se inclinó para besar mi mejilla y salió del auto a toda velocidad.
Me quede mirando el lugar, no era de juzgar los lugares o a las personas por sus estatus sociales o económicos, pero Bella estaba viviendo ahí y sobre mi cadáver permitiría que ella se quedara un segundo más en esa pocilga. Luché con el cinturón de seguridad antes de salir de mi auto y seguir a Bella.
Si el exterior del edificio era terrorífico el interior era peor. Las paredes blancas manchadas de grafitis de los aerosoles, con innumerables insultos, nombres y frases, adornaban las paredes con diversos colores. Cada ascensor tenía un pequeño cartel que decía "No funciona". Las escaleras no eran nada atractivas, pero era el único medio para ir a los pisos superiores. Subí los escalones hasta divisar a Bella.
-¡Hey!- grité alcanzándola.
-Ya para de seguirme- bufó abriendo una puerta.
-Tenemos que hablar…- dejé de hablar al entrar en el interior del pequeño-diminuto apartamento-. Me corrijo, tenemos que sacarte de aquí.
El lugar era pequeño, demasiado, apenas y tenía una cocina y una habitación y un baño. A comparación que el resto del edificio, el apartamento se veía acogedor y lindo. Me estremecí violentamente ¿Cuánto tiempo estaba viviendo ella aquí? ¿Y cómo era que acabó viviendo aquí?
-¿Disculpa?- dijo cruzándose de brazos.
-Bella, no puedes vivir aquí- dije mientras caminaba hacia su cuarto, aun más pequeño, comencé a sentir claustrofobia.
Busqué bajo la cama una maleta, y allí había una. Comencé a guardar sus ropas y demás pertenencias que encontraba a mano
-¿Qué demonios estás haciendo?- cuestionó intentando arrebatarme el bolso.
-Guardando tus cosas, nos vamos de aquí- ni siquiera la mire, solo estaba concentrado en una cosa, y esa era sacarla de aquel lugar.
-¡No puedes venir y decir que debo o no hacer!- gritó pateando el suelo.
-Claro que si- le reté deteniéndome.
-¿Por qué?
Las palabras pelearon por salir de mi boca, no podía decirle que era su hermano. No ahora, no así sin anestesia.
-Ven a vivir conmigo- solté sin medir mis palabras.
-¿Qué?- tartamudeo asombrada, y no era la única.
Dejé lo que estaba haciendo y tomé sus manos.
-Ven a vivir conmigo- repetí ahora más decidido, realmente era lo que quería.
Tenía que sacar a Bella de este lugar, cuanto antes. Luego tendría tiempo para arrepentirme, ahora era importante que ella viviera en un lugar mucho más cómodo. Era mi hermana, y no iba a dejarla que viviera en aquellas condiciones cuando yo podía hacer que viviera en mejor estado.
Si era necesario llevármela a la fuerza, lo haría. No me importaba.
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