viernes, 19 de noviembre de 2010

cap14

Capitulo 14: Celos.
BELLA POV
Una despampanante rubia estaba parada en la puerta, su cara cambiaba de expresiones a medida que los segundos pasaban. De la alegría, a la sorpresa, luego a la incredulidad hasta que finalmente a una llena de ira. La muchacha se inclino hacia adelante mostrando los dientes y gruñendo fuertemente.
Todo pasó muy rápido, la chica se había lanzado hacia donde nosotros estábamos, Edward me tiró lejos de la cama y se abalanzo sobre la chica que ahora estaba gritando y sostenida por Emmett y Jasper.
-¡Tanya, tranquilízate!-exclamó Edward sosteniéndola por adelante.
-¡¿Quién demonios es ella?- gritó moviéndose frenéticamente, intentando soltarse de los brazos de Emmett, quien miraba la escena divertido.
-Tanya debes de tranquilizarte para que podamos hablar normalmente- dijo Jasper con suma tranquilidad.
En ese momento se sintió una ola de tranquilidad demasiado fuete, que nos dejó a todos en un estado drogado. Tanya se tranquilizo peo no dejó de mirarme con ojos negros como el carbón, se acomodó la ropa y el cabello, pea luego salir de la habitación con la poca dignidad que le quedaba. Emmett la siguió no sin antes mirarme guíñame el ojo. Jasper suspiró y negó con la cabeza, mientras salía detrás de su hermano sonriendo.
Edward cerró la puerta y se quedo parado sin decir nada, ni siquiera me miro, nada, solo estaba parado mirando la puerta, como si estuviera en penitencia. Suspire y me senté en la cama… ¿Qué demonios había sido todo eso? ¿Quién era esa chica? Mejor dicho ¿Qué era esa chica para Edward? Lo había dejado todo callado, como preocupado… ¿acaso era…?
-¿En qué piensas?- su voz me asusto y pegue un salto en el colchón.
-En saber quien esa chica y que es… para ti- solté sin pensarlo, ahora sentía como la ira se apoderaba de a poco de mi cuerpo.
-Ella es Tanya y no es nada mío, solo una amiga- murmuró acercando su mano a mi mejilla pero la empujé con la mía.
-¿De verdad?- inquirí arqueando una ceja mientras me ponía de pie-. No sabía que las amigas se ponían así de histéricas cuando ven a su amigo con otra chica, tampoco sabía que una amiga miraba a la chica como si fuera la escoria del planeta e intentar aniquilarla con sus manos.
-Tanya es…
-…ta enamorada de ti- complete completamente molesta.
Ahora caminaba nerviosamente por toda la habitación ¿Cómo demonios competiría con una hermosa vampiresa? Ella muy hermosa, no tanto como Rosalie pero aun así más hermosa que yo. Ella podría quitarme a Edward en frente de mis narices y yo no podría hacer nada para retenerlo.
-No quiero imaginar lo que estas pensando, pero desde ya voy aclarándote que entre Tanya y yo no hay nada, por lo menos de mi parte- me aclaró mientras detenía mi frenética caminata.
-Jamás podría competir contra ella- murmuré par mi misma
-No tienes por qué competir, yo siempre te elegiré a ti- pasó sus brazos por mis hombros, atrayéndome a su duro pecho-. No tienes que preocuparte por nada, Bella- levantó mi rostro con uno de sus dedos para que le mirara-. Te amo, siempre y para siempre.
Era un tramposo, me había deslumbrado con sus palabras y sus ojos, que me mostraban toda la sinceridad de sus palabras. Me puse en puntitas para alcanzar sus labios, pero antes de que estos se rozara se escuchó un fuerte ruido en el piso de abajo. Edward suspiró y se alejó.
-¿Qué sucede?- pregunté a verlo que se marchaba.
-En seguida regreso- me sonrió y salió de la habitación en un latido.
Si antes estaba molesta, ahora estaba que escupía fuego. No podía creer que Edward me haya dejado sola para salir detrás de esa… hermosa mujer. Tomé una almohada y me la coloqué en el rostro para poder gritar con todos mis pulmones.
Cuando quité la almohada pegué un gritito al notar que Alice y Rosalie estaban en el cuarto, ambas con el ceño fruncido y los brazos cruzados a la altura del pecho. Parecían enojadas, de hecho lo estaban, pero no conmigo. Paso un segundo antes de que ambas se miraran y me arrastraran fuera del cuarto de Edward. Entramos a un cuarto que me era desconocido, no podía decir de quien era, más bien parecía un cuarto para huéspedes. Me sentaron en la cama, Alice en el suelo y Rosalie miraba por la ventana. Ambas aun estaban serias.
-Esto no lo había visto venir- murmuró Alice, rascando su mentón.
-¿En serio?- cuestioné con sarcasmo.
-El que Edward fuera detrás de Tanya, eso no lo había viso venir- me gruñó con el ceño fruncido.
-No veo como este será el mejor fin de semana de mi vida, la estoy pasando…- murmuré apretando los dientes.
-Lo que pasa es que Edward es muy… caballero- le defendió Alice.
-Eso no justifica nada- le reté ganándome el asentimiento de Rosalie.
-Bella, lamentablemente, tiene razón- habló mirándonos-. No es correcto de que deje a su novia por una estúpida vampiresa que solo está causando lastima.
-Sí, bueno, es verdad- se rindió Alice-. Por eso venimos a ofrecerte nuestra ayuda- sonrió ampliamente.
-¿Ayuda?- las miré confundidas- ¿Me llevarán a casa?- ya estaba pidiendo que dijeran que si por qué no soportaría ver como Edward estaba con otra.
-No- dijeron las dos al mismo tiempo.
-Te quedarás aquí y le mostrarás a Tanya quien manda- sonrió Alice.
-No quiero- me negué sin siquiera pensarlo-. Me quiero ir a casa. No estoy de humor y no quiero ver a nadie.
Estaba sintiendo como mis ojos se llenaban de lágrimas. Edward era un idiota y no iba a perdonarlo. Alice y Rosalie me miraron con tristeza, mientras yo me acostaba en la cama con una almohada en la cabeza, mojándola con mis lágrimas.
Las horas pasaban, se había hecho de noche y yo aun estaba en la casa de los Cullen. Nadie me quería llevar a casa, decían que yo estaba ahí para pasarla bien con Edward, pero ese patán no había vuelto a la casa y que coincidencia que Tanya tampoco.
Tampoco bajé a saludar a los demás vampiros, no quería ver a nadie estaba molesta, dolida y frustrada. Me tensé cuando la puerta del cuarto donde estaba sonó. Me senté en la cama, preparada para gritarle que se fuera si llegaba a ser él. Pero la cabeza de Esme apareció y sentí como mi alma volvía a mi cuerpo.
-Hola, cariño ¿Puedo pasar?
-Por supuesto, Esme.
Me reacomodé en la cama, apoyándome en el respaldo y abrazando la almohada que estaba húmeda de mis lágrimas. Esme entro con una sonrisa y se sentó frente a mí.
-Edward acaba de llegar- me comunicó sin perder la sonrisa.
-Genial, prendamos fuegos artificiales- dije con sarcasmo y demasiado alto para que él me escuchara.
Esme se rió y tomó mis manos.
-Emmett y Jasper lo tienen bien sujetos, amenazados por sus esposas- comentó riendo más-. Deberías de hablar con él.
-Ni de broma- negué con la cabeza y miré hacia otro lado-. Que le pida compañía a su amiga.- dije entre dientes.
-Él solo quería hablar con Tanya, la podre estaba muy enojada- le defendió con el ceño fruncido.
-Seguro, todos consolemos a la vampira enamorada- arrojé la almohada al suelo y me levanté de golpe.
-Cariño…- se paró conmigo y me limpió las lágrimas-. Tú sabes que Edward solo te ama a ti…
-Para serte sincera ya no lo sé- sollocé abrazándola-. Quiero irme a casa.- rogué sabiendo que ella me llevaría
Ella suspiró y me miró con angustia. Luego asintió, besó mis frente salió del cuarto. Me senté en la cama de nuevo y miré por la ventana. Me sentís triste y dolida, quería a Edward mi lado en ese momento. Pero ahora no quería ni verlo, porque si lo hacía terminaría diciendo cosas que nos lastimaría a ambos.
-Bella- su voz e causó un escalofrió-. Por favor…
-Nada-sentencié sin mirarlo si lo hacía terminaría perdiendo-. No quiero hablar contigo ahora.
-Te dije que entre Tanya y yo no hay nada ¿Por qué no me crees?- en un latido de corazón lo tenía frente a mí, con el rostro preocupado y triste.
-Por que me dejaste sola cinco horas- le espeté levantándome mirándole fijamente-. Porque te preocupó más lo que ella pudiera sentir antes de lo que yo pensara y sintiera- las lágrimas estaban volviendo, peo ahora era de rabia, porque estaba molesta
-Estas malinterpretando los hechos- sus ojos me mostraban lo dolido que estaba por mis palabras.
-Tú me has dado el motivo para hacerlo- me crucé de brazos-. Ya no me interesa, me voy a casa, Esme accedió a llevarme.
Me giré y comencé a caminar hacia la puerta, pero no llegué muy lejos ya que su mano me impedía abrir la puerta.
-Lamento decir que Esme no estaba en la casa, ni nadie esta- susurró en mi oído-. Les pedí a todos que se fueran y nos dejaran solos.
-Lamento decir que no quiero estar en un mismo cuarto contigo- dije ácidamente, importándome un carajo si le llegaba a doler.
De un momento a otro me encontraba en la cama, con los brazos sobre mi cabeza y con un Edward bastante cabreado. Estaba sobre mí, sus rodillas estaban a cada lado de mis caderas.
-Me molesta mucho que no me creas- murmuró entre dientes-. No tengo, n tendré nada con Tanya, porque te amo a ti- la mano que estaba libre la metió dentro de mi remara, haciendo que soltara un gemido-. Me he mantenido en celibato desde que te perdí la primera vez, no he mirado a nadie, ni estado con nadie, solo esperándote a ti- Subió más su mano hasta tocar la costura de mi ropa interior, mi cuerpo se arqueó pegándose al de Edward-. Te lo he demostrado de todos las maneras posibles- Su mano se posó en unos de mis pechos apretándolo suavemente, arrancando un gemido más fuerte-. Ahora tú me reprochas que no te amo y que prefiero a otra.
Se inclinó hacia mi cara, sus ojos estaban negros y me miraban con mucha intensidad… deseo. Me perdí en ellos como en la sensación que sus manos me causaban. Algo en mi cabeza se activó y me hizo correr la cabeza hacia un costado, evitando mirar a Edward… evitando que me besara. Del pecho de Edward salió un gruñido que me asusto bastante.
-¿Por qué me evitas?
-Estas intentando deslumbrarme para que todo quede perdonado- no podía creer que usara eso para que todo quedara en el pasado.
-Amor- sentí su aliento en mi mejilla, luego como apoyaba la suya-. No intento deslumbrarte, solo quiero mostrarte que te amo- su voz se escuchó triste-. Después de tantas veces que te lo he dicho, aun no me crees.
El agarre de mis muñecas se soltó y pasó sus brazos a mí alrededor, su cabeza se escondió en cuello, donde sentí como aspiraba de él y su pecho vibraba en un suave ronroneo. Mis brazos aun estaban sobre mi cabeza, pero de a poco se fueron bajando hasta quedar a la altura del cuello de Edward, donde los enrosqué. Su abrazo se apretó.
-Tanya aun tiene la loca idea de que algún día me fijare en ella- susurró contra mi cuello, automáticamente mi cuerpo se tensó-. Cuando le dije que te amaba solo a ti y que entre ella y yo jamás sucedería nada, ella lo escuchó todo y salió de la casa. Sus hermanas me obligaron a ir tras ella y que la regresara.
Giré mi cabeza para ver sus ojos, intentando buscar algún indicio de mentira, pero lo que me decía era verdad y me sentí mal por dudar de él, cuando tenía razón… él me amaba.
-Me costó hacerla regresar, me pedía… cosas a cambio si quería que volviera- suspiró y se acostó a mi lado.
-¿Qué te pidió?- pregunte curiosa, quería saber si él se los había dado.
-Ya sabes… cosas- contestó sin mirarme.
-¿Qué cosas?- enfaticé la última palabra.
-Te enojaras si te lo digo- me cambió de tema.
-Créeme que me enojaré mucho más si cumpliste con sus pedidos- me senté en la cama, con los brazos cruzados y mirándolo fijamente.
-No le cumplí nada, de eso puedes estar segura- se sentó y me tomó de las manos-. Hacerle el amor o besarla…- ambos nos estremecimos-. Eso solo a ti.
-¿T-te p-pidió e-eso?- tartamudeé imaginándolos a ellos… ok, mejor sin imaginación es mejor.
-Sí. Y no le di absolutamente nada- confesó seriamente-. Estaba a punto de volverme solo, por que no pensaba complacerla en nada de eso- me levantó y me sentó en su regazo-. Le dije que si quería que fuéramos amigos o nada- sonrió del modo que a mí me encanta-. No tenía muchas opciones- se encogió de hombros.
-Supongo que te malinterpreté- se encogí en su regazo.
-Más bien estabas celosa- me picó mis costillas con sus dedos, haciendo que cayera a la cama riéndome a carcajadas.
Su jueguito no terminó, siguió hasta que le rogué que parara con lágrimas en los ojos y dolor de estómago. Se subió sobre mí, limpió mis lágrimas y besó mis labios dulcemente.
-Te amo- susurró-. Nunca lo olvides ni lo dudes- sujetó mi cara entre sus manos y clavó sus ojos en los míos, mientras me decía esas palabras.
-También te amo- le respondí de regreso.
Sonrió y unió su boca a la mía en un beso que expresaba todo nuestro amor que nos profesábamos. Ahora nunca más dudaría de él, pero me sería inevitable sentir celos hacia esa hermosa rubia que quería quitarme a Edward.
A la mañana siguiente desperté en el cuarto de Edward, acostada en nuestra cama, debió de haberme traído cuando me quede dormida. Me senté en la cama mientras restregaba mis adormilados ojos. No sabía qué hora era.
-Buenos días, amor- me saludó Edward quien entraba por la puerta.
-Buenos días- saludé alegremente, de solo verlo mi ánimo mejoraba.
-¿Cómo dormiste?- se sentó a mi lado mientras me atraía a su cuerpo.
-Bien. Gracias- me trepé a su regazo, abrazando su cuello mientras chocaba mis labios con los suyos.
Edward se posicionó de mi cintura, atrayéndome más a su cuerpo, abriéndose paso a mi boca, que gustosa lo recibió. La suavidad del colchón se sintió en mi espalda, mientras el cuerpo duro de Edward se acostaba sobre el mío. Sus manos acariciaban mis costados, haciéndome suspirar en sus labios.
Pero no todo es de color rosa y parece que nunca podríamos llegar a más. Un fuerte estruendo sonó en el piso de abajo, junto con maldiciones…hacia mi persona claro.
-Ya volvieron- murmuré con la temperatura fría.
-Sep- se levantó y me levantó con él- Vamos que tienes que desayunar- se sonrió dulcemente.
Me abrió la puerta, pero antes de que cruzara por el umbral me susurró al oído…
-Esta noche te pagaré lo que te debo- besó mi mejilla sonrojada y me levó a volandas a la cocina.
Pasamos por la sala, donde estaban todos los Cullen conversando alegremente con sus invitados. Logré ver a Tanya quien me miró con odio cuando nos paramos frente a ellos. Todos guardaron silencio y nos miraron, me sentí demasiado incomoda por sus mirada, por lo que me medio escondí en el pecho de Edward.
-Clan Denali- habló con voz firme y feliz-. Les quiero presentar a Bella- se alejó un poco de mí para tomarme las manos y mirarme a los ojos-. El amor de mi vida- sonrió, le devolví a sonrisa con un pronunciado sonrojo.
-¡Que cursi!- se quejó Emmett tirándonos con unos cojines.
Todos rieron, excepto Tanya quien parecía a punto de levitar por la rabia. Una hermosa mujer de cabello largo y negro se acercó a mí y me dio un fuerte abrazo.
-No sabes el tiempo que Edward te ha estado esperando- susurró en mi oído.
-Lo tengo presente- contesté abrazándola con un brazo ya que el otro estaba ocupado con la mano de Edward.
-Ya no vas a parecer un emo andante, Edward- sonrió una chica de cabello rubio platinado, largo y ondulado.
-Al menos sabemos que no es gay- se burló otra chica rubia de cabello corto, Emmett estalló en carcajadas chocando los cinco con la joven.
-Jaja, que graciosos- masculló Edward mirándolos con el ceño fruncido, luego sonrió ampliamente de modo angelical lo que hizo que se me pusiera la piel de gallina-. Veremos quién es el gay.
Me haló hacia la cocina y me sentó en la mesada, mientras él me preparaba unos huevos fritos. Mientras lo hacía me sonreía y me robaba castos besos por donde cayeran en mi rostro. De repente todo me pareció como si estuviéramos viviendo juntos, y eso me encantó. Quería vivir con él… para siempre.
-Listo- exclamó entregándome un plato llenos de huevos.
-¿Solo huevos?-miré el plato y luego a él, divertida.
-Lo siento, es todo lo que se cocinar- se encogió de hombros y miró hacia el suelo.
De ser humano estaba segura de que estaría sonrojado. Solté una risita y dejé el plato a un lado, tomé su rostro entre mis manos y le estampé un dulce beso en sus labios.
-Gracias- susurré contra sus labios.
-Hoy has estado iniciando los besos- abrió mis piernas y se colocó entre medio de ellas, agarrando mi cintura con sus manos-. Te amo- susurró antes de besarme fieramente.
Pasé mis brazos por su cuello enterrando mis dedos en su hermoso cabello y así atraerlo más a mí, como si fuera posible. Sus manos se volvieron avariciosas, comenzaron a descender por mis piernas, las enrolló a la altura de sus caderas, luego subió sus manos por mis piernas hasta llegar a mi trasero donde lo apretó y me acercó más a su cuerpo. Soltamos un gemido en la boca del otro mientras sonreíamos.
-¿Voy a comer o te has resignado al celibato?- me burlé repartiendo besos desde la mandíbula hasta debajo de su oreja.
-Soy un hombre, Bella- susurró masajeando mi trasero-. Tengo necesidades y más si es con la mujer que amo.
Metió sus manos dentro de mi remera acariciando mi espalda. Mientras tanto yo besaba y lamía su cuello, Edward es delicioso, pensé saboreándola. Un carraspeo nos interrumpió y nos separamos agitados, molestos, al menos por mi parte.
-Lamento interrumpir, solo quería hablar con Bella- murmuró Tanya.
No solo mi cuerpo se tensó, Edward se había puesto rígido y miraba con recelo a la rubia. Lentamente asintió y me bajó de la mesada, caminó mirando fijamente a la rubia, antes de salir por la puerta me miró y luego desapareció.
-Demasiado posesivo- suspiró Tanya y se acercó a mí-. Estará escuchando toda la conversación ¿Por qué no salimos a caminar?
La miré entre sorprendida y recelosa, no me confiaba de alguien que estuviera enamorada de mi novio y… que fuera una vampira dispuesta a sacarme la cabeza. Asentí con la cabeza ya que tenía un enorme nudo en mi garganta. Caminamos hacia la salida del patio, pero no llegamos muy lejos cuando una mano blanca nos impidió el paso.
-¿A dónde la llevas?- cuestionó Edward con el ceño fruncido.
-Solo vamos a hablar, Edward- contestó Tanya mirándolo con furia.
-Pueden hacerlo aquí- terció Edward agarrando mi mano.
-Te estás equivocando si piensas que le hare daño- se cruzó de brazos-. Lastimarla implica lastimarte a ti y ganarme tu odio, por lo que no soy tan estúpida para ello.
Tanya tomo mi antebrazo y me empujó hacia su lado. Miré a Edward sorprendida y confundida.
-Entonces hablen aquí, tranquilas y Bella estará bajo el resguardo del techo y la calefacción- tiró de mi mano y fui hacia su pecho con el otro brazo extendido.
-No seas tan posesivo, Edward- bufó Tanya volviendo a tirar de mi extremidad.
-Solo cuido lo mío- explicó tirando de mi brazo.
Y así estuvieron por unos segundos en los cuales parecía que mis brazos se iban a salir de sus lugares. Enojada tiré de mis brazos y masajeé mis hombros adoloridos.
-No soy un muñeco con el cual tironear- me quejé- ¿Qué es lo que quieres, Tanya?- gruñí ya molesta por tantas niñerías.
-No lo diré frente a Edward- se cruzó de brazos y miró hacia otro lado.
-Perfecto. Entonces si me disculpas tengo que alimentar a Bella…
-Bella- me llamó Taya deteniéndome con una mano en mi hombro-. No te di buenas razones para que confiaras en mí, pero… realmente quiero que hablemos…
Tanya me miraba con ojos tristes, pensé que era una táctica para que aceptara, pero Edward me soltó y me asintió con una sonrisa. En ese momento supe que estaba confiando en Tanya.
La verdad no sabía qué era lo que iba a hablar o pasar con ella. Pero tenía razón, habíamos empezado un poco mal, pero eso no significaba que no pudiéramos ser amigas en vez de rivales…

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