jueves, 18 de noviembre de 2010

Capitulo 10

Capitulo 10
Bella había puesto un grito en el cielo cuando le dije lo de los dos años. Había vuelto a correr al baño y cerrar la puerta con fuerza, soltando blasfemias hacia mi persona. Me sentía realmente alagado por sus ganas de acostarse conmigo, pero era incomodo que se expresara de esa manera sabiendo que era mi hermana. En cierto modo la entendía, yo podía haber actuado de la misma manera o la habría follado a la fuerza.
Pero uno de los dos debía de controlarse, y ese debía de ser yo. Como el mayor, en todos los sentidos, debía comportarme como tal y controlar esas hormonas que la estaban volviendo loca. Tenía que frenarla por más que llorara, pataleara o amenazara con quitarse la vida. Era exagerado, pero realmente había gritado que se cortaría las venas con las maquinillas de afeitar.
-Te odio- gritó dentro del baño. Esta vez no me permitía entrar.
-No es cierto. Me amas- dije arrogante.
-Cierto- admitió-. Y por ello quiero demostrártelo físicamente…no como tú.
Bufé y golpee con mi mano mi frente. Era inútil hablar con esta Bella. Ahora se comportaba como una adolescente en un ataque hormonal. No parecía aquella chica adorable, madura y sensata que había conocido. Ahora actuaba acorde a su edad.
-Bien, como quieras- dije levantándome del suelo-. Puedes quedarte en el año y llorar todo lo que quieras, no voy a cambiar de opinión.
Caminé hacia mi cama y me dejé caer soltando un suspiro cansado. Las últimas horas se habían vuelto un dolor de cabeza y Bella no quería colaborar conmigo ¡Por todos los santos! Solo le había dicho que no tendríamos sexo por dos años…
A ti también te afecta, pensé revolviendo mis cabellos. Si era verdad, me volvería loco si no me enterraba en ella, pero al menos tenía el consuelo de besarla hasta que me cansara o el autocontrol me llegara.
En ese momento la puerta del baño se abrió y salió una muy destruida Bella. Arrastró los pies hacia donde me encontraba y se dejó caer sobre mi cuerpo. Sonriendo la abracé fuertemente, mientras la acomodaba sobre mi cuerpo. Tomé las mantas y nos tapé a ambos mientras nos quedábamos en un cómodo silencio. Al parecer se había cansado de llorar y ver que no había forma en hacerme cambiar de opinión. A los pocos minutos ella se durmió. Estaba agotada de tanto llorar, eso era bueno, no podría soportar otro escándalo más, con pucheros y miradas tiernas. Si seguíamos con eso esa noche… quizás terminaría cediendo.
Tenerla sobre mi cuerpo durmiendo, era acomodo y agradable, no quería bajarla, por lo que terminamos durmiendo de esa manera.
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Era uno de esos sueños eróticos, donde está tu mujer fantasiosa, esa que aparece solo en estos sueños y cumplen tus fantasías mas locas. Yo no podía pensar en otra mujer que no sea Bella, por lo que ella ahora mismo estaba sentada a horcajadas sobre mi cuerpo. Su húmedo y caliente sexo se restregaba sobre mi hinchada erección, sus manos se acariciaban mi pecho en lentas y sensuales caricias y sus labios besaban mi cuello, junto con su lengua y dientes. Era una sensación maravillosa, sentir su cuerpo brindándome calor, su ligero peso… dios, era increíble.
-Edward, te necesito- susurró contra mi oído lamiéndolo.
-Igual yo, Bella- gemí tomándola por la cintura-. Igual yo…
Levanté mis caderas embistiéndola sobre nuestras ropas. Necesitaba liberarme, necesitaba tenerla, sentirla… Al menos podría poseerla en mis sueños y no causaría daño a nadie. Ni siquiera a mí, quien era yo el que sabía todo. Bella se arqueó y siseo pegándose aun más…
-Mmm… Edward- ronroneo-… no podemos aguantar dos años…
Volví a la realidad en segundos. A pesar de que mis ojos estaban abiertos mi mente pensaba que estaba en un sueño. Tomé sus manos al tiempo que ella metía sus manos dentro de mi pantalón de dormir. Ella me miró con confusión y frustración…
-Estás despierto- bufó con el ceño fruncido.
-¿Qué demonios estás haciendo?- le gruñí apretando sus muñecas.
-Solo estaba intentando ayudarte con ese problema- dijo bajando sus ojos hacia mi palpitante erección.
-No necesitamos de tu ayuda- dije bajándola de mi cuerpo.
Jesús… esto se me complicaba cada vez más. Podía notar que Bella estaba haciendo esto a propósito. Ella no era tan inocente cuando llegaba la hora del sexo, era como un animal salvaje… una mujer que se entregaba completamente al sexo…
¡Demonios! Tenía que dejar de pensar en eso si quería bajar la temperatura de mi cuerpo.
Me senté en la cama y restregué mi cara con las manos. Había estado cerca, casi y terminaba haciéndolo con ella ¿Acaso ahora no iba a poder dormir? Tendría que dormir con un ojo abierto y el otro cerrado, con la mitad de la conciencia. Sabía que se me complicaría dormir con ella. La conocía bastante bien y ya había despertado anteriormente de esta manera. Ella masajeándome y dándome los buenos días.
¿Cuántas veces yo la había despertado? Demasiadas, tanto a las mañanas como en altas horas de la noche, cuando la necesitaba luego de sueños mojados. Sacudí mi cabeza empujando aquellos recuerdos. Tenía que mantenerlos escondidos bien al fondo de mi mente si quería conservar la cordura.
Mente traicionera.
-Estuve pensado…- murmuró acercándose a mí-. Si yo estuviera en tu lugar me hubiera comportado de la misma manera- pasó sus brazos por mi cintura y me abrazó fuertemente.
-Me alegra que me entiendas- dije con sarcasmo.
Sus palabras no coincidían con sus actos.
-Sí, se que debes de estar molesto. Es comprensible- susurraba mientras sus manos acariciaban mi pecho.
Cerré los ojos y apreté la mandíbula tratando de controlarme a mí mismo. Sus dedos cálidos me estaban provocando enormemente. Contuve el aliento cuando sus pequeñas manos bajaban lentamente por mi estómago hasta llegar a mis muslos.
-Imagino que estuviste pensando en otras cosas- dije entre dientes apretados.
-Pareces nervioso- me provocó rozando sus labios en mi nuca.
-Bella… ¿intentas seducirme?- pregunte, nuevamente, deteniendo sus manos traviesas.
-¿Lees mentes?- contestó con otra pregunta.
-Cuando haces esto- aparté sus manos-… no es necesario leer las mentes…
Sin darle tiempo a que volviera a tocarme, me levanté de la cama y la encaré, lo lamenté al instante. Ella llevaba una de mis camisas. Esta estaba abrochada únicamente con dos botones del medio, dejando su pecho al descubierto con un enorme escote, que no dejaba nada a la imaginación. La prenda se abría en sus piernas, mostrándome sus braguitas blancas… tuve que contenerme a no soltar un gemido…
-Quieres jugar conmigo ¿verdad?- inquirí apretando mis puños.
-No estoy jugando, esto es serio- dijo con seriedad.
-Es verdad, es serio. Y tú no te lo estas tomando como tal- la acusé.
-Solo quiero que hagamos el amor, Edward ¿Acaso está mal?- preguntó ella sobresaltando teatralmente su labio inferior. Ese gesto me recordaba a Alice ¿serían los genes?
Esa frase había logrado hacerme temblar. Definitivamente me había seducido, pero yo era lo bastante fuerte para controlarme. Instintivamente retrocedí unos pasos, manteniendo distancia para no saltar sobre ella.
-Y yo no lo quiero- me obligué a contestar. Sus ojos se opacaron por la tristeza-. No me malinterpretes Bella- me apresuré a explicar-. Yo también quiero hacerte el amor. Y no sabes cuánto me duele contenerme- mi voz sonó con desesperación y agonía, era la verdad-. Pero no quiero pasar como un pedófilo.
-Edward, tengo dieciocho años ¡No soy una niña!- exclamó elevando los brazos.
-Y yo veintiséis, soy ocho años mayor que tú- rebatí con terquedad.
Ciertamente discutir por esto era una estupidez y Bella se había dado cuenta. Era verdad que ella era mayor, una mujer con todas las letras… pero era mi hermana y estaba prohibido hacerlo. Por lo que debía de contenerme…
-¿Sabes lo que diría la gente?- seguí con mi sin sentido.
-Me importa una mierda lo que la gente piense- dijo con seriedad-. Me importa lo que tú y yo pensamos y sentimos- sus ojos flameaban con intensidad.
Sus palabras se habían clavado en mi pecho por que eran reales. A mi tampoco me importaban los demás, solo Bella y sus sentimientos hacia mí. Pero ya no éramos Bella y yo, los del principio, éramos hermanos y las cosas no se podían cambiar.
Suspirando me acerqué a ella, sentándome en la cama y tomando sus manos entre las mías.
-Bella, sabes que te amo y mucho- dije clavando mis ojos en los suyos para que viera la intensidad de mis palabras-. Que no quiera hacer el amor, no significa que no te ame. Hay muchas otras maneras de demostrártelo sin sexo…
-Lo sé- admitió suspirando derrotada y metiéndose entre mis brazos-. Es solo… que siento que nuestra relación no es la misma de antes…
Me tensé de inmediato ante sus palabras pero me obligué a relajarme antes de que ella lo notara. La rodee con mis brazos y acaricié su cabello.
-Es verdad, no es la misma de antes- ahora fue el turno de ella de tensarse-. Comenzamos como un par de desconocidos. Unos que se atrajeron con solo una mirada- dije acariciando su espalda, tranquilizándola-. Luego nos volvimos amantes. Todos los días nos encontrábamos y compartíamos momentos inolvidables- tomé su rostro entre mis manos, obligándola a mirarme-. Ahora somos una pareja, vivimos juntos- ella sonrió ampliamente, una sonrisa llena de felicidad
-¿Ves como ha cambiado nuestra relación?- sin mencionar que eres mi hermana, dije para mis adentros.
-Te amo- dijo inclinándose para besarme.
No le contesté con palabras, solo me dediqué a trasmitirle mi sentimiento a través del beso. Lamí y mordisqueé sus suaves y rellenos labios, antes de abrirme paso entre ellos con mi lengua, quien buscaba con desesperación la suya. Ambas se entrelazaron y masajearon dulcemente, sin lujuria de por medio.
-Edward- murmuró entre besos.
-¿Hmm?
Se apartó de mi boca y me miró con picardía. Un escalofría me recorrió el cuerpo. Mi estomago se hundió ante el más presentimiento.
-Fueron muy lindas tus palabras, pero no me voy a dar por vencida- se levantó de la cama y caminó hacia el baño-. Voy a seducirte.
Con esas palabras cerró la puerta y me dejó completamente estático en la cama, y con una terrible erección. Luego comencé a reír a carcajadas. Realmente era gracioso y aterrador, sabía que en algún momento iba a sucumbir a esos dulces encantos. Por lo que tendría que mantenerme alejado de ella en un buen sentido.
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La semana transcurrió agradable y excitante. Agradable porque mi abuelo no había vuelto a molestarme con esa locura del casamiento. Al parecer mis padres habían logrado sacarle de la cabeza aquella ridiculez. Tanya tampoco se había presentado, por lo que di por hecho que aquello se había terminado. Sin embargo no quería admitir nada sin estar seguro. Quizás mi abuelo estaba preparando refuerzos para volver a la batalla.
-¿Y cómo van las cosas con Bella?- preguntó Jasper jugando con un adorno de mi escritorio.
-Como siempre- suspiré tirando la lapicera-. No tengo idea de cómo me recibirá esta noche.
Jasper sonrió con compasión. Él había venido todos los días para mantenerme alerta con Bella, yo se lo había pedido. Era como una terapia. Me recordaba quien era Bella y por qué no debía de caer a sus encantos. Todos los días era una táctica nueva de ella, una totalmente inesperada y excitante a la anterior. Y Alice no me estaba ayudando.
-Quizás ayudaría si le dijeras a tu esposa que no le ayude- dije con irritación.
-Ella cree que es justo que la ayude si yo lo hago contigo- se encogió de hombros.
-Es una locura- negué con la cabeza.
-Lo fue desde que la llevaste a vivir contigo- acusó jugando con sus dedos.
-¿Qué querías que hiciera, Jasper?- le pregunté con irritación. Siempre me recordaba esto-. No podía dejarla vivir en aquel lugar, no si yo puedo ayudarla.
-Lo sé. Pero tendrías que haberlo meditado un poco…
-Suficiente- le corté-. Siempre vamos a estar discutiendo esto… ella es mi hermana y la estoy ayudando, punto y final de esta conversación.
-Como quieras- levantó sus manos en modo de rendición-. Si no quieres mis consejos, no te quejes…
-Jasper- le advertí con un gruñido.
-Tampoco puedo detener a Alice, sabes cómo es ella...- me ignoró por completo-. También ten en cuenta de que ella no sabe nada de Bella, ella la esa ayudando como buena amiga…
-¡Jasper!- grité golpeando la mesa
-Bien, bien. Cambiemos de tema antes de que me arranques la cabeza.
Asentí y seguí con mi papeleo.
-Tengo una duda- dijo en un susurro- ¿Sabes realmente que Bella es tu hermana?
-¿Qué?- desvié mi atención de los papeles- ¿Qué quieres decir? Bella es mi hermana, es la bebe a la cual conocí a penas nació…
-No me refiero a eso, Edward- se enderezó en su silla-. He estado pensando… Bella no es parecida a ti ni a Carlisle…
-Pero es igual a René- le corte-. Así como yo tengo genes de mi padre, Bella los tiene de René… no tiene sentido lo que estás diciendo…
-¿Has considerado la opción de hacerte un ADN con ella?- dijo con seriedad.
Me le quede mirando con asombro y sin comprender
-¿Para qué hacerlo?- pregunté lentamente
-Solo para estar seguro- se encogió de hombros-. No pierdes nada.
-No- comencé a negar con la cabeza-. Ella es mi hermana.
-Solo es un análisis.
-No, no lo haré.
Mi respiración se había vuelto superficial. Mi mente ya estaba comenzaba a considerar la idea. Rápidamente empujé aquellos pensamientos, no quería siquiera saber que existía esa opción. No quería hacernos ese análisis, tener esperanzas y que estas se rompieran con la verdad. No quería desilusionarme… las cosas estaban bien como estaban ahora…
-Edward- llamó mi atención-. Tu mismo me has contado sobre René, esa mujer bien podría haber engatusado a tu padre diciendo que estaba embarazada de él y podría ser de otro…
-¿Por qué me dices esto ahora?- pregunté con dientes apretados-. No quiero albergar ninguna esperanza ¿entiendes? Si yo hago un análisis de ambos y espero con esperanzas a que sean negativos y resultan ser positivos…- comencé a negar con la cabeza-. Además ¿Cómo lo haré sin que Bella me pregunte el porqué?
-Entiendo que no quieras lastimarte ni a Bella con el resultado. Solo quería que supieras que puede haber otra posibilidad- dijo con voz calmada, quería tranquilizarme-. Y con respecto a que ella no se entere…solo debes llevar un cabello de ella, uñas, saliva… puedes tomarlo a escondidas de ella…
-Ya basta- le detuve levantándome de mi silla-. No lo haré. Las cosas van bien así como están.
Sin darle tiempo a que dijera otra cosa junté mis pertenencias y comencé a caminar hacia la puerta. Pero no llegué muy lejos cuando volvió a hablar.
-Solo tenlo presente. No pierdes nada.
Serré la puerta fuertemente, haciendo que Jessica se sobresaltara en su escritorio. Camine hacia ella a darle las últimas órdenes del día.
-Cierras mi oficina y te puedes marchar cuando Jasper se haya ido- dije y ella asintió comprendiendo.
Caminé hacia el ascensor con la cabeza hecha un lío y me pregunté si podría llegar a casa sin rasguños. Realmente quería tener la opción de que no fuéramos hermanos. Pero ¿para qué?, así solo saldría lastimado y muy desilusionado. Además ¿cómo le diría a Bella? Sean cuales sean los resultados. "Hey, dieron negativos… ¡no somos hermanos! Ahora podemos hacer el amor sin preocupaciones" o "dieron positivo, pero no importa. Seguimos como estamos, las cosas no cambian"
Sacudí la cabeza soltando un largo suspiro. Aquello sería estúpido. Como le podría decir a Bella aquello. Realmente saltaría emocionado de que no fuéramos hermanos, en algún momento se lo diría como si fuera una graciosa anécdota. No, tenía que guardarme esto, todo el tiempo necesario. Lo más probable era que mi padre recordara a Bella. Iba a tener que posponer su encuentro lo más que pueda.
Tiré las llaves en un recipiente cerca de la puerta, junto con mi abrigo. Caminé hacia la cocina y saqué una lata de cerveza. En la compra anterior, Bella me había convencido de que las compráramos junto con unas pizzas. Esa noche habíamos estado viendo películas y dándonos de comer… fue una noche agradable. Ahora quedaban pocas latas.
Tomé el frío recipiente entre mis dedos y lo abrí. Le di un buen trago a la bebida y suspiré aliviado cuando la frescura y el alcohol aliviaron mi cuerpo. No había nada mejor que una cerveza bien fría para calmar los nervios.
Desabotoné los primeros botones de la camisa y caminé hacia la sala, donde podía escuchar el televisor. En cuanto llegué tuve que aferrar la lata con mis dedos antes de que esta callera al suelo.
Bella se encontraba recostada en el sillón ojeando una revista y comiendo un chocolate. ¡Jesús! Era la imagen más sexy que podía haber visto antes.
Llevaba un pequeño short de jean con una pequeño top de color rojo. Esas minis prendas dejaban al descubierto mucha de su piel, prácticamente nada a la imaginación. Lo más sensual de la imagen era como comía el chocolate. Mordía de a pequeños pedacitos, podía notar como lo saboreaba. Cerraba sus ojos como si estuviera gozando del sabor.
En ese momento levantó sus ojos hacia mí y me miró por sobre sus pestañas. Dejó la revista a un lado y se recortó un poco más sobre el sillón. Siguió comiendo el chocolate mientras su cuerpo se retorcía sensualmente. Una de sus manos bajó hacia su pequeño short y se masajeo sobre la ropa, sin dejar de mirarme. Dejó el chocolate a un lado y comenzó a lamer sus dedos con chocolate derretido, mientras su otra mano comenzaba a tocar sus pechos.
Yo no podía moverme ni apartar la vista. No cuando ella se estaba toqueteando para mí. Solo para mí. Mi cuerpo quería impulsarse hacia adelante, quería ir con Bella. Quería que ella me tocara y lamiera como lo había hecho con el chocolate. Mi boca cayó y mis ojos se abrieron cuando metió una mano dentro de sus pantalones y comenzó a gemir dulcemente.
¡Oh, demonios! ¡Ella se estaba masturbando! Mi pene dio un brinco y se removió entre mis pantalones gritándome que lo liberara y fuera tras Bella… Llevé una mano a mí adolorido pene y lo masajeé por sobre la ropa tratando de calmarlo y las cosas se pusieron aún peor cuando Bella llegó al orgasmo. El delgado y perfecto cuerpo de Bella se arqueó y soltó un grito de placer. En cuanto ella gritó yo cerré mis ojos y apreté mi mano sobre mi pene y aplasté la lata de cerveza. Estuve a punto de correrme pero me contuve.
Cuando abrí mis ojos me encontré con Bella a solo un paso de distancia. Sus mejillas estaban sonrojadas y sus ojos brillantes, su respiración era levemente agitada. Tomó mi mano empapada en cerveza y comenzó a lamerla.
Cerré nuevamente los ojos y me apoyé contra la pared, sintiendo como si cálida boca y lengua se encargaban de quitar todo rastro de la cerveza. Sus sonidos eran excitantes y no sabía si lograría contenerme más…
-Saboréame, Edward- susurró al tiempo que ponía sus dedos cerca de mi boca.
El olor de su excitación me inundó. Tan dulce y delicioso. Igual que ella. Sin perder tiempo tomé su mano y lamí sus dedos, soltando un gemido cuando mi lengua saboreó sus jugos. Con hambre y desesperación lamí y chupe sus dedos. Su excitación y el chocolate estaban mezclados dando un sabor exquisito.
Bella dejó caer mi mano y comenzó a desabrochar mi camisa. Quitó su mano de mi boca y, antes de que pudiera protestar, unió nuestros labios. Su sabor, más la cerveza, más el chocolate, era la combinación perfecta. Una mezcla de sabores agradables. Hundí mis dedos en la su pelo y la acerqué aún más a mi boca, devorándola con hambre.
Podía sentir sus manos vagando por mi pecho, bajando lentamente por mi estomago hasta la cinturilla de mi pantalón. Choqué mis caderas con las suyas, haciéndole notar mi prominente erección. Ella soltó un gemido y sus dedos volaron sobre el cinto y los botones del pantalón. En cuanto los hubo desabrochado se dejó caer de rodillas, bajando mis pantalones y mis bóxers. Dejando mí pene completamente liberado y erguido. Ella se le quedó mirando mientras se lamía los labios ¿Esto podía ser más excitante? Si, podía serlo. Sin perder mucho tiempo, ella lo tomó con una mano y luego se lo metió a la boca.
Solté un fuerte gemido al sentir su cálida boca rodear mi pene. Tomé su cabeza entre mis manos y la urgí a que comenzara a chuparme, necesitaba sentir como su boca succionaba y lamía mi miembro. Ella me entendió de inmediato, comenzando a sacarlo de su boca y meterlo varias veces. Su boca y su mano moviéndose al mismo tiempo. Su lengua lamiendo desde la base hasta la punta, jugando con mi eje… me estaba torturando sin compasión.
Mis caderas comenzaron moverse, quería más rapidez, quería la liberación, ya no soportaba tanto placer. Bella se agarró de mis caderas y relajó su garganta mientras yo comenzaba a moverme dentro de su boca. Se sentía tan bien… un par de estocadas más y me encontraba eyaculando dentro de su boca.
Me dejé caer al suelo completamente rendido y satisfecho. Bella me sonrió y se acercó, sentándose a horcajadas sobre mí.
¡Oh, mierda! ¿Qué demonios había hecho?

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