viernes, 19 de noviembre de 2010

cap15

Capitulo 15: Cuídalo
BELLA POV
Estaba un tanto asustada, temerosa por estar caminando detrás de una bella vampira. No tenía ni idea de que quería que habláramos, obviamente importante para ella. Sabía que tenía que tener miedo, Edward confiaba en ella, de otro modo no me hubiera permitido venir. Pero estaba en duda ¿Y si había convencido a Edward y en realidad me quería matar sin que nadie se diera cuenta o llegara demasiado tarde?
Quizás quería tirarme a un pozo, y luego taparlo con una enorme roza y yo me convertiría en la niña del aro, terminaría haciendo un extraño video y todos morirían en una semana de haberme visto a menos que hiciera una copia…
-¿Bella?- la melodiosa voz de Tanya me sacó de mis más descabellados pensamientos.
-¿Si?- pregunté un tanto temerosa, mirando para todos lados. Aun estábamos cerca de la casa de los Cullen.
-¿Si te pido algo… lo cumplirás?- se volteó, dándome la espalda, mientras jugaba con unas flores que colgaban de un árbol.
-Depende de lo que sea- contesté a la defensiva.
-Contéstame sí o no- cortó una pequeña flor y se la llevó a su nariz.
-No puedo contestar nada si no se dé que se trata- fruncí el ceño ante tanto misterio.
-No tienes de que preocuparte, no es nada malo- se giró y me clavó sus ojos.
-Si no tengo que preocuparme, entonces dímelo sin rodeos- demandé, de repente, confiada de mi misma.
Tanya suspiró y volvió a caminar, entrando cada vez más al bosque. La valentía me abandonó así como llego. Dude si seguirla o no, miré hacia atrás, a donde estaba la casa, tomé una buena bocanada de aire y decidí seguirla.
Ella caminaba tranquilamente como si estuviera paseando, mientras que yo tropezaba con el viento y tenía los nervios aflorados. No entendía como de un momento a otro ella estaba toda furiosa y quería matarme, ahora estaba calmada, como si se hubiera tomado una dosis de Jasper.
-Edward lleva esperándote más de noventa años- murmuró de repente, sobresaltándome-. En todos esos años yo he estado con él, acompañándolo en sus momentos tristes, en pocas palabras todo el tiempo- se detuvo y miró las copas de los árboles-. Pensé que en algún momento se rendiría y me daría su corazón…
-Recé con todas mis fuerzas para que él se cansara de esperarte y me tomara a mí, solo para aliviar su dolor, para desaparecer ese semblante y palpable dolor de sus ojos y corazón- sus palabras dolían y me hacían sentir mal-. Pero él solo se sentaba en el suelo y miraba el cielo, te hablaba y te rogaba que volvieras cuanto antes- me miró un segundo con ojos tristes-. Todos los años iba a Chicago a visitarte, a tu tumba, él era el único que la mantenía, te puedo asegurar que si ahora vas veras esa lápida como nueva- sonrió amargadamente.
-Un par de veces lo acompañé, sin que se enterara él no quería que nadie estuviera en su día contigo- se giró y caminó hacia un tronco que estaba tirado en el suelo, sentándose-. Esos días eran en los que Edward lloraba con toda su alma, si lo hubieras escuchado…-negó con la cabeza mientras llevaba una mano a su pecho-. Era tan desgarrador escucharlo, por eso decidí no volver a seguirlo, pero lo esperaba en la casa y cuando volvía era como si… fuera una maquina, ni siquiera comía, se encerraba en su habitación semanas enteras.
Sentí mi cara fría, estaba llorando, me dolía pensar que Edward había sufrido de esa manera por mí. Que había estado tanto tiempo aislado de todos por mí. No podía imaginármelo así, tampoco podía recordar si lo escuchaba cuando estaba muerta. Mi pecho dolía, mucho, por mi culpa…
-Te odie y te odio- siguió hablando-. Por haberlo hecho sufrir tanto tiempo y ahora por tenerlo y hacerle tener una sonrisa permanente en su rostro- se levantó y golpeó un tronco tirándolo al suelo-. Por darle ese brillo en los ojos cada vez que piensa en ti. Por hacer que él sea feliz- me miró con ojos cristalinos-. Tantos años que lo acompañé y él siquiera me sonrió una vez.
Lentamente se acercó a mí y me tomo por los hombros, podía ver el dolor de Tanya, lo sentía y lloraba sus lágrimas.
-Por eso te ruego, Bella- pidió con voz temblorosa-. No vuelvas a desaparecer de su vida, que te cuides y que cuides de él…-su voz se quebró y sollozó fuertemente-. Sigue manteniéndolo como esta- su cabeza se apoyó en mi hombro-. Por favor, cuídalo.
EDWARD POV
Ya habían pasado unas dos horas desde que Bella y Tanya se habían marchado, no quise seguirlas y tampoco me introduje en la mente de Tanya, simplemente les di su espacio. Ella me había dicho que no le haría nada a Bella, que solo quería conversar con ella.
Acepté porque vi en su mente mi antiguo yo antes de que encontrara a Bella. Me di una idea de lo que le diría. Pero aun así me preocupaba por Bella, me preguntaba si Tanya no la habría tirado a algún pozo y tapado con una enorme piedra.
-Deja de preocuparte- murmuró Jasper desde los sillones-. Bella está bien.
-Si- coincidió Alice mirándome por sobre el hombro de su esposo-. Si algo le pasara te lo diré.
-Lo sé- suspiré frustrado cerrando la tapa de mi piano-. No puedo evitar sentirme así.
En ese momento la puerta principal se abrió y Bella entró corriendo, me busco con la mirada y se lanzó a mis brazos, abrazándome fuertemente. Miré a mis hermanos quienes sonreían ampliamente, se voltearon y siguieron mirando la televisión. Estaba a punto de hablar cuando Kate llegó desde el piso de arriba.
-¿Dónde está Tanya?- preguntó mirando a Bella.
-Ella dijo que se iría a casa antes- murmuro desde mi pecho.
-¿Sabes qué pasó?- me preguntó en su mente. Yo solamente negué con la cabeza. Kate suspiró y se encogió de hombros- ¡Carmen, nos vamos!- gritó lo suficiente alto para dejarnos a todos sordos.
-¡No hay necesidad de gritar!- le devolvió Emmett desde su cuarto.
-¡Lo siento!- volvió a gritar con una sonrisa mientras todos en la casa le gruñíamos.
-¿Estás bien?-pregunté en cuanto estuvimos medianamente solos.
Ella asintió sin despegarse de mí. La rodeé con mis brazos y la sostuve fuertemente mientras me preguntaba qué era lo que Tanya había hablado con ella para que volviera de esa manera, estaba comenzando a preocuparme de que le hubiera hecho algo.
-Antes que desnudes a Bella para comprobar si tiene alguna herida- interrumpió Alice-, cosa que no quiero quedar ciega. Ella está bien, solo… conmovida.
Acaricié la espalda de Bella lentamente, podía sentir mojada mi camisa. La tomé en brazos y corrí con ella hacia mi lugar especial, aquel que había descubierto cuando llegamos a Forks. Bella ni siquiera se sobresalto, solo estaba relajada en mis brazos. Me sentía tan impotente, no sabía qué era lo que perturbaba.
Llegamos al prado y me senté en medio del enorme círculo llenos de flores. La senté en mi regazo y se me mecí con ella esperando a que se calmara y decidiera hablarme, mientras tanto sentía que iba a explotar de no poder leer sus pensamientos.
El cielo se estaba oscureciendo y la temperatura descendía. Habíamos pasado toda la tarde en aquel lugar, Bella estaba dormida y debes en cuando me llamaba y me pedía disculpas. No entendía nada, pero esperé paciente a que ella despertara. La noche ya había caído y necesitaba llevar a Bella a la casa antes de que se terminara enfermando. Con suma delicadeza la tome entre mis brazos intentando no despertarla, pero se removió y abrió lentamente los ojos.
-Buenas noches- la saludé con un beso en la frente.
-¿Dónde estamos?-preguntó abrazando sus brazos, su cuerpo temblaba.
-Un prado-le expliqué frotando sus brazos-. Lo encontré hace algún tiempo.
Ella miró para todos lados y sus ojos rojos e hinchados se abrieron de par en par, admirándola belleza del lugar, que a pesar de ser de noche las flores brillaban hermosamente. La senté en el suelo y corté una flor azul colocándosela en su cabello.
-Es hermosa-dijo tomándola entre sus manos y aspirando el aroma.
-Tú lo eres más- la alagué y me acerque a darle un beso.
Sus mejillas se tiñeron de ese hermoso rosado que tanto me encantaba. Solamente rozar sus labios no me bastaba, por lo que tome su rostro en mis manos y la bese intensamente. Bella gimió en mi boca y me puso duro en un segundo. Sus brazos se enredaron en mi cuello y sus manos en mi cabello, su cuero se pegó al mío mientras mis manos buscaban su cintura. Lentamente, sin romper el beso la acosté en la hierba, posicionándome sobre ella.
Todo mi cuerpo ardía de anticipación, yo aun recordaba las caricias y la noche que compartí con ella en el pasado. Aun podía sentirla tan vivida como si hiciera unas horas que lo hubiéramos hecho. Metí mis manos dentro de su remera, extasiándome con la suavidad y calidez de su piel. Ella rompió el beso para tirar su cabeza hacia atrás y arquear su espalda. Su cuello se veía tan tentador, pero no para morderlo con el fin de lastimarla, si no con el fin de hacerla sentir bien.
Mi lengua recorrió el cuello de Bella y mis oídos se deleitaron con el sonido de sus gemidos y jadeos. Sus caderas se refregaban con las mías, y esa era la señal de que debía de parar. No era humano, ya no podía estar con ella de esa manera, no sin temer a que la lastimara, la matara. Mi fuerza ya no era la misma, y no estaba seguro de poder controlarme.
Pero algo si estaba seguro, no iba a volver a perder a Bella, y no por un capricho carnal.
Como pude me separé de ella, recostándome a su lado. Ambos tratando de normalizar nuestra respiración.
-Ya no siento frío- murmuró ella agitadamente.
Me reí y acaricié su rostro sonrojado. Le deposité un casto beso en sus labios.
-Te amo- le recordé mirándola a los ojos.
-Y yo a ti- sonrió, pero luego sus ojos se volvieron tristes y su sonrisa se borro de a poco.
-¿Qué pasa, Bella?- me senté y la tomé en mis brazos, angustiándome al ver que sus ojos se llenaban de lágrimas.
-Tanya te ama mucho- sollozó ella enterrando su cara en mi cuello.
-¿De que estas…?
-Lo siento tanto- lloró aun más fuerte agarrando mi camisa con fuerza.
Lo peor pasó por mi cabeza, con miedo la separé de mi y la obligué a que me mirara.
-No voy a dejar que dejes- le dije con desesperación-. No me importa que tanto me ame Tanya yo te amo a ti no a ella…- Bella me miró confundida- ¡Ni se te ocurra dejarme, Bella!
-¿Qué?- me miró aun más confundida-. ¡Yo no pienso dejarte!
-¿Entonces por qué me dices lo de Tanya y te disculpas?- ahora era yo el confundido.
-Solo decía lo que Tanya me demostró- se limpió las lagrimas-. Y me disculpaba por haberte hecho sufrir por tanto tiempo.
-¿Qué…?-estaba por preguntar pero ella me interrumpió.
-Tanya me contó lo que pasase mientras yo no estaba- miró hacia otro lado-. Me contó el tiempo en que…
No la dejé continuar, ya que estampé mis labios en los suyos. No podía creer que Bella se estuviera preocupando por eso, por mí, cuando ella en realidad no tuvo la culpa de nada. Sequé con mis labios sus lágrimas mientras ella me abrazaba fuerte.
-Amor, no voy a discutirte que la pasé bastante mal- la miré a los ojos-. Pero eso ya no me importa, ahora estás conmigo y solo quiero disfrutar todo lo que no pudimos hace tiempo.
-Pero no puedo recordar haberte escuchado o…
-Si me escuchaste- señalé acariciando sus mejillas, me miró sin comprender. Yo reí y apoyé mi frente en la suya-. Estas aquí conmigo, esa es la prueba suficiente para saber que me escuchaste.
-¿Lo crees?- preguntó un poco más calmada.
-Me recuerdas, me amas ¿Qué más puedo pedir?
Bella asintió y me abrazó, la estreché en mis brazos feliz, por todo. Por tenerla a ella, por que se preocupara por mí, por acompañarme, por todo.
La cargué en mi espalda y corrimos juntos de vuelta a la casa. En todo el trayecto sentí como los brazos de Bella me abrazaban con amor y debes en cuando depositaba besos en mi mejilla o cuello. Quería llegar cuanto antes a la casa, antes de que todo pasara me había decidido a probar a Bella de otra manera.
En muchas ocasiones la había dejado insatisfecha, no había cumplido con algunos requisitos que ella necesitaba y que para mí no eran tan importantes. Ahora se los demostraría, terminaríamos este fin de semana de la mejor manera. De eso me encargaría yo.
En cuanto logré ver mi casa, disminuí la velocidad al encontrar a toda la familia siendo arrastrada por Alice fuera de la casa.
-Ok, todos afuera- ordenaba mientras empujaba a Emmett.
-¿Pero qué demonios te sucede, Alice?- gruñó mi hermano medio vestido.
-La casa debe quedar sola- puntualizó tirándolo al suelo-. Yo le prometí a Bella el mejor fin de semana y eso es lo que haré.
-Pero yo ahora estoy pasando la mejor noche- se quejó él.
-Tú siempre pasas la mejor noche.
-¿Qué sucede?-preguntó Bella llamando la atención de todos.
-Nada. Solo te hacemos un favor- sonrió angelicalmente.
En ese momento todos entendieron lo que mi hermana estaba diciendo y comenzaron a mirarnos con picardía, me encogí y bajé a Bella de mi espalda.
-¿Qué favor?- les preguntó confundida.
-¡Pero qué pícaro saliste, Eddie!- se acercó codeándome, avergonzándome más de lo que estaba.
-Cállate, Emmett- le siseé.
-¡En fin!- grito mi hermana-. Nosotros nos vamos, que la pasen lindo y no ensu…
-¡Alice!- le regañó Esme.
Todos rieron y en menos de un parpadeo desaparecieron, quien sabe a dónde. Dejándonos completamente solos.
-¿Edward?- me llamó mi ángel nerviosa.
No encontraba mi voz, también me sentía nervioso y… ansioso. Esta era la primea vez que haría algo así, por lo que no sabía cómo debía empezar, como lo debía hacer. Con un suspiro la conduje a la casa. Debí de haber pedido consejo con Emmett.
BELLA POV
Edward estaba muy callado y no entendí absolutamente nada de la conversación fuera de la casa. Todos habían salido y no sabía la razón. De un momento a otro todos se quejaban de que Alice los sacara de la casa, pero luego todos nos miraron con picardía y perversión. Me hicieron sentir incomoda.
Luego de eso, Edward me había tomado de la mano y me llevaba a su habitación, la casa en completo silencio y obscura, pero no sentía miedo por ello, estaba con Edward y eso me hacía sentir segura.
Entramos a su cuarto, camine con cierta duda hacia la cama, sentí como la puerta se cerraba detrás de mí. Con miedo me senté en la cama y lo miré. Él no me miraba, mas parecía apenado por algo.
-¿Edward?- le llamé preocupada- ¿Qué sucede?
-N-nada… solo…-tartamudeó en un susurro.
-Tú nunca tartamudeas, me estas asustando- me animé a confesarle.
-No, Bella- se acercó y se sentó conmigo en la cama-. No hay nada de lo que debas de temer, lo que haré…-se calló y apartó su vista… ¿avergonzado?
-¿Qué harás?
No me respondió solo se acercó a besarme. Su sabor me hacía hasta olvidarme de mi nombre, el día la hora y todo a mí alrededor. Solo para concentrarme en él. Poco a poco sentí como mi cuerpo era empujado hacia la cama. Se acomodó sobre mí.
Sentir el cuerpo duro de Edward era la sensación más maravillosa que alguna vez pude apreciar. Mis manos se maravillaban de sus músculos que se contraían y relajaban con sus gráciles movimientos. Y qué decir de mi lengua, que se extasiada de su sabor y el tacto con su lengua. Soltó mis labios mientras el aire penetraba mis pulmones. Repartió besos por mi mandíbula hasta llegar a mi oído.
-Esta noche es para ti- susurró haciéndome estremecer.
Sus manos estaban en el dobladillo de mi remera, mi pulso se aceleró cuando la subió hasta la altura del pecho, me miró a los ojos como buscando permiso a si sacármela o no. Me mordí el labio y cerré los ojos mientras el terminaba de sacarme la remera. Tiró mis brazos hacia arriba y los amarró con la misma remera.
Me sonrió de la manera que a mí me gusta y besó mi cuello, con mayor pasión que en el prado. Sus manos ahora se paseaban por mi estómago, sus dedos apenas rozaban mi piel, y eso provocaba que mi estomago se contrajera. Una vez que dejó de jugar con mi cuello subió a mis labios nuevamente, ahora sus manos estaban en mi espalda cuando me quise dar cuenta de su intención el broche de mi corpiño había sido soltado.
Por inercia intente bajas mis brazos, pero él fue más rápido y las sujeto sobre mi cabeza.
-Ya te he visto ¿lo recuerdas?-murmuró mientras sus dedos se paseaban por las copas y endurecían mis pezones.
Metió un dedo en la unión de las copas y pegó un tirón rompiendo la ropa interior, provocando que mis pechos quedaran al descubierto. Solté un jadeo ante el acto y sentí mis mejillas arder, por alguna razón no encontraba mi voz para regañarlo. Sin soltar mis manos bajó hasta la altura de un pecho y lo tomó con su boca, mientras su mano libre se encargaba de darle atención al otro.
El acto provocó que mi espalda se arqueara y un vergonzoso sonido se escapara de mis labios, no sabía que era capaz de soltar aquellos sonidos. Pero me era imposible no hacerlo, cuando sentía la fría lengua de Edward jugar con pezón y sus dedos pellizcar y acariciar el otro. Era una tortura deliciosa.
Su boca y mano cambiaron de lugar y mi placer no podía aumentar más. Pero me sentía incómoda, quería tocarlo, acariciarlo también, pero no podía, más bien no me dejaba. Mi cuerpo se retorcía bajo el suyo. Sus besos ascendieron hasta mi boca que lo necesitaba con urgencia. Lo bese con desesperación y anhelo. Ondulando mi cuerpo para que se refregara al suyo, tenía que estimularlo de algún modo.
Sus manos jugaron un rato con mis pechos antes de descender hacia los botones de mi pantalón… ¿sus manos? Rompí el beso con brusquedad al levantar mi cabeza y encontrar mis manos atadas con mi remera en uno de los barandales de la cabecera. Miré a Edward con una ceja alzada, no hacía falta que me leyera la mente para saber que pensaba…
-¿Qué?-preguntó con fingida inocencia, mientras sus dedos desabotonaban la prenda que cubría mis piernas-. Necesito las dos manos para esto.
Acto seguido, metió las manos dentro del elástico del pantalón y levantaron mi cadera para sacarme la prenda. Solté un pequeño gritito cuando no solo tiró el pantalón al suelo si no que también iban incluida mis bragas. Mis piernas se cerraron automáticamente, completamente avergonzada. La piel me cosquilleaba como si cientos de hormigas caminaran sobre ella, al estar bajo el escrutinio de la mirada de Edward.
Sus ojos me miraban con adoración, fascinación y…con hambre. Cerré los ojos fuertemente al sentir el leve toque de sus dedos por mis piernas, empezaba desde mis tobillos hasta mis caderas. La piel se erizaba y ya jadeaba de anticipación. Sus manos se posaron en mis rodillas, ejerciendo presión para abrirlas, pero eso hizo que las serrara aun más.
-Bella…-dijo con tono de advertencia-. Abre las piernas.
Esas palabras me hicieron sonrojar aun más, sonaba tan vulgar de sus perfectos labios que sentí como mi centro se mojaba automáticamente. Negué con la cabeza ya que mi voz seguía sin aparecer. Aún con los ojos cerrados los escuché suspirar. Sus manos siguieron acariciando mis piernas… solté un grito cuando su boca rozo mi muslo y ahí comprendí lo que Edward haría.
-Te obligaré a abrirlas- murmuró contra mi piel mientras su frío aliento chocaba contra ella, produciendo que me estremeciera de placer.
Su boca sustituyó sus dedos, y su legua recorrió mis muslos hasta la rodilla. Mi respiración se hacía cada vez más trabajosa y pesada. Mi centro latía junto con mi corazón. Poco a poco mis piernas se fueron aflojando permitiendo a Edward abrirlas sin mucho esfuerzo.
Subió una de mis piernas a sus hombros mientras besaba el interior de mi muslo, provocando que jadeara ruidosamente. Su cuerpo se fue recostando en la cama mientras seguía besando mis piernas. La anticipación era tan grande que prácticamente lo podía sentir sin que hiciera nada.
Gemí sonoramente cuando sus dedos rozaron mi intimidad, mi espalda se arqueo pidiendo ser tocada, prácticamente estaba lloriqueando. Y para más frustración mío Edward me sonreía con gesto burlón, divertido al modo en que me estaba haciendo sufrir. En ese momento tuve la mejor imagen erótica que alguna vez haya visto. Sin despegar sus ojos de los míos, su cabeza se fue bajando hasta estar a la altura de mi cavidad, sus dedos abrieron mis labios y vi como su lengua salió de su boca para lamer mi sensible sexo. Estaba helada, pero eso me estimulaba más. Me era imposible apartar mi mirada de la suya, estaba como hipnotizada por las sensaciones y sus ojos negros que me miraban con tanto deseo.
Me estaba volviendo loca. Su lengua primero dio prolongadas y lentas lamidas haciéndome desear más. Pero a medida que pasaban los segundos sus lamidas fueron aumentando de velocidad y para excitarme aun más sus dedos habían entrado en mí, moviéndose a ritmo con la lengua. Mi cuerpo se retorcía y de mi boca se escapaba su nombre entre suspiros y gemidos.
Con voz ahogada le pedí más y él me lo concedió haciendo maravillas con sus dedos y su lengua. Podía sentir que estaba a punto de explotar, pero no podía pedirle que se detuviera ya que estaba amando este contacto tan íntimo.
-Edward…-logre articular antes de que mi cabeza se fuera hacia atrás y gritara cuando el clímax me golpeo con una fuerza que hizo que los dedos de mis pies se doblaran.
La cabeza me daba vueltas y mi cuerpo se convulsionaba con las olas de placer. Pero aún así sentí como Edward subió besando mi cuerpo hasta mis labios, donde me beso con pasión, podía sentir mi sabor en su boca. Algunos pensaran que es asqueroso, pero para mí fue una experiencia aun más exótica.
-¿Cambiaste de idea?-le pregunte sin aliento, mientras mis manos caían flácida sobre mi cabeza.
-Solo por las que te debía- murmuró entrelazando nuestros dedos.
-No es justo- le reproché-. Eso fue increíble, dé…
-No- me interrumpió besando mi cuello-. Aunque no lo creas yo también lo disfrute.
-¿Cómo?
-Sabes delicioso- sonrió con picardía mientras me sonrojaba.
-De todos modos no es lo mismo- ataqué. Quería devolverle el maravilloso favor.
-He dicho que no, Bella- me miró con seriedad.
-Eres tan malditamente terco- refunfuñé.
-¿Adivina de quien lo aprendí?- inquirió con sorna depositando besos por todo mi rostro.
Sin dudas había pasado el mejor fin de semana de mi vida, a pesar de las contras que había tenido al principio, al final había terminado de una buena manera.
Me había entendido con Tanya y había avanzado con Edward medio escalón.
Lo que él no sabía, o quizás sí pero no recordaba, era que soy demasiado terca y cuando quiero algo lo tengo. Como sea.

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