jueves, 18 de noviembre de 2010

Cap17-mva

Capitulo 17
Mis oídos y mente se negaban a creer lo que estaba escuchando, sin embargo mi corazón aleteaba frenéticamente, de tal manera que parecía a punto de salir de mi pecho. La gente no podían andar por el mundo diciendo aquellas palabras que significaban sentimientos puros, sinceros y reales…
-Mientes- contesté luego de salir de mis cavilaciones.
-Esperaba un 'también te amo'- me sonrió pícaramente.
-No puedes decir aquello sin sentirlo- objeté levantándome y corriendo fuera de sus manos.
Corrí hacia la habitación y me encerré en el baño. Me apoyé en las paredes tratando de calmarme. El aire no llegaba a mis pulmones, la sangre bombeaba en mi pecho y cabeza dolorosamente. Sentía que las paredes y el cuarto eran pequeños, estaba sintiendo claustrofobia. Me senté en el suelo y metí mi cabeza entre mis rodillas, abrazándolas.
Traté de calmarme, tomando aire por la nariz y soltándolo por la boca. Esto no tenía que sorprenderme. Muchas veces los hombres se me habían declarado cuando estábamos follando, o teniendo una cita. Siempre me dije que aquellas palabras no eran reales, que todos los decían por puro hablar, solo para ganarme y joderme hasta el cansancio.
Sin embargo los ojos de Edward eran tan fieros y sinceros que me hicieron entrar en pánico. Solo una persona me había dicho aquello y yo le había correspondido y prometido que así siempre serían mis sentimientos. Pero ahora Edward las había dicho y las mariposas que creí muertas revolotearon dentro de mi estómago causando estragos, mis piernas temblaban y los sentimientos luchaban por dominarme.
El miedo peleaba con la alegría, la traición y con el amor.
Si, amaba a Edward. De una manera que jamás pensé que se podría, ni siquiera con James había logrado sentirme de esta manera, tan asustada y segura a la vez…
A pesar de todas las cosas que habíamos pasado, desde nuestro primer encuentro hasta el día de hoy, él me había cautivado y me había enamorado como él quería. Yo ya no tenía fuerzas para alejarme de él, no quería, no podía, sin embargo lucharía.
Llámenme testaruda, terca, orgullosa. Pero yo había comenzado una vida nueva, una vida donde el amor no volvería a dominarme. No volvería a ser esclava de aquella emoción que un día te daba todo y al siguiente te lo quitaba sin compasión. Yo no soportaría tener que volver a pasar por lo mismo, no a sabiendas que amaba a Edward.
Amaba su manera de mirarme, de tocarme, de besarme, de abrazarme, de todo ¡Demonios! Jamás se lo admitiría.
-Ay, Bella. Juro que no te entiendo- lo escuché suspirar antes de sentir sus brazos rodearme y apretarme contra su pecho desnudo.
En ese momento escuché un llanto, el de una mujer. Lloraba desconsoladamente, con dolor, parecía que estaba herida, y le dolía mucho. Parecía que estuviera llorando por mí. Cuanto más lo escuchaba, más familiar se me hacía, entonces comprendí que esos llantos eran míos… yo era la que estaba llorando con desesperación. Había estado tan sumisa en mis pensamientos que no me había dado cuenta que lloraba con alaridos desgarradores.
Me aferré al pecho de Edward y me entregué por completo al dolor. Dejé que las lágrimas me desahogaran y me quitaran la culpa que llevaba adentro. Había prometido amar a una sola persona en mi vida, y la había traicionado. Ahora ya amaba a otro hombre…
Los pensamientos de culpa me siguieron atormentando hasta dejarme completamente dormida. Cuando desperté descubrí que ya era de noche, y solo lo había adivinado ya que apenas podía abrir mis ojos. El llanto los había dejado hinchados y me dolían.
Dejé de intentar abrirlos y me concentré en lo que había a mi alrededor. Mi cuerpo estaba recostado en una superficie blanda, era la cama. Mi cabeza se encontraba apoyada sobre algo duro y suave a la vez, que olía exquisitamente y subía y bajaba acompasadamente. Mis piernas y brazos estaban entrelazados con otros, mientras unas manos acariciaban mi piel n lentas y suaves caricias.
Me apreté un poco más ante aquella comodidad y enterré mi nariz en su cuello y aspire su aroma embriagador.
-Ya despertaste- murmuró apretándome contra él.
-¿Cuánto tiempo dormí?- pregunté acariciando su pecho.
-Bastante- suspiró pesadamente-. Tenemos que hablar.
Bien, toda la alegría, comodidad y confort que sentía se fueron a la mierda al recordarme lo vivido durante la tarde. Me senté en la cama y restregué mis ojos.
-No, no quiero hablar de nada. Preferiría que lo olvidáramos- pedí sin mirarlo.
-Un sentimiento no se olvida- murmuró entre dientes apretados.
-Por favor, Edward- rogué levantándome de la cama.
Pero no llegué muy lejos, caí nuevamente en la cama con él sobre mí. Sus manos tenía las mías sujetas fuertemente sobre mi cabeza, sus dorillas se hincaban a cada lado de mi cadera. Sus ojos me miraban con furia, y comencé a tener miedo. Él ya se había puesto de esta manera anteriormente…
-Te he dicho que te amo. He sido cariñoso, paciente, dulce y muchas mariconadas mas por ti ¿Qué mierda quieres, Isabella? ¿Dime que mierda debo hacer para que me ames?
Sus palabras fueron crudas e intensas, sus ojos me demostraban la sinceridad de sus palabras, así también como la desesperación.
-Nunca en mi jodida vida he sentido nada por nadie. Jamás ame ni quise a nadie que fuese yo mismo o mi familia. Para mí las mujeres eran una mierda, que no servían para otra cosa que no fuera satisfacerme- su semblante se suavizó al igual que su agarre-. Pero todo cambio cuando te vi- sus manos viajaron hacia mi rostro, donde lo acunó y acarició-. Te vi ahí tirada delante de aquella tumba, mojada, llorando, vulnerable, pequeña… el primer pensamiento que cruzó mi mente en ese momento fue "quiero consolarla, quiero protegerla"- suspiró pesadamente.
Sus brazos me rodearon, abrazándome fuertemente. Su cabeza se escondió en mi cuello. Estaba aturdida, demasiado, pero también estaba feliz, escucharlo decir todas aquellas palabras dulces, tiernas, amorosas… el realmente me amaba…
-Creí que me volvería loco cuando no te encontré por ninguna parte- murmuró siguiendo su confesión-. No había mujer que me valiera si no eras tú, trataba de buscar a quienes podía llegar a parecerse a ti, pero no era lo mismo. Hasta que te vi…- lo sentí sonreír-. Al principio no te conocí, y debo de discúlpame por haberte lastimado de aquella manera. Solo reaccioné y te reconocí cuando te vi tirada en el suelo y llorando…
Las fichas del rompecabezas comenzaron a unirse, yo pensaba que aquella extraña reacción de casi estrangularme a intentar ser bueno, había sido una jugada para que entrara en confianza y me matara, pero ahora me enteraba que era porque él ya me conocía.
-Pusiste mi mundo patas arriba, doblegaste mi corazón para tenerlo a tu merced, me tienes de rodilla ante tus pies, completamente enamorado- se apartó para mirarme con esa intensidad que solo él poseía-. Lo único que quiero es que tú también me ames…
-Dame tiempo, por favor- pedí acariciando su rostro-. Dame un poco más de tiempo…
-¿Lo sientes? ¿Sientes algo por mí?- me preguntó y sus ojos brillaron con esperanza.
Quise decirle que lo amaba, que con la misma o mayor locura que él, pero mi garganta se había cerrado por completo… yo aun no podía decírselo…
-Siento algo- desvié mi mirada completamente apenada de mis palabras.
-Te daré todo el tiempo del mundo- murmuró obligándome a que lo mirara-. Tu única condición es amarme y quedarte a mi lado…
Sin poder contenerme tomé su rostro y estampé mis labios en los suyos, lo besé con frenesí, traté de demostrarle mediante mis labios y lengua lo que sentía, subliminalmente. Quizás no pudiera demostrárselo verbalmente, pero si físicamente…
Edward me respondió con el mismo ímpetu. Sus manos se movían de manera lenta por mi cuerpo, no había prisa y supe que él quería hacerme el amor e manera tierna. Mi corazón se hinchó de felicidad y la urgencia de tenerlo dentro de mí me poseyó.
Realmente no estaba para juegos previos, lo necesitaba. Ahora.
Lo empujé hasta quedar sobre él, sin dejar de besarlo busqué con una de mis manos su erecto miembro hasta alinearlo en la entrada de mi cuerpo.
-Aun no, Isabella….- su reclamo murió con un fuerte gemido.
Sus manos fueron a mis caderas, al tiempo que su cabeza caía hacia atrás. Sus dedos apretaban mis caderas para mantenerlas quietas, pero yo no podía controlarme, me sentía completamente excitada de su amor.
-Detente, por favor- pidió casi lloriqueando-. Si no lo haces terminaré pronto…
-Entonces hazlo- le animé moviéndome en círculos.
Apretó sus dientes reprimiendo un grito, lo sentí tensarse, pero su semilla jamás salió. Lo miré preocupada ya que no hacía más que respirar fuertemente por su nariz.
-¿Edward?- le llamé inclinándome hacia él.
Abrió sus ojos y me miró fijamente. Oh, cielos…. Había despertado al demonio del que Angela tanto temía. Sus verdes esmeraldas desbordaban pasión y deseo. Nos rodó una vez más, para quedar nuevamente bajo él.
-Te gusta jugar ¿Eh, Isabella?- murmuró subiendo mis piernas por sobre sus hombros, haciendo que su pene tocara un nuevo punto.
Gemí en respuesta arqueando mi cuerpo. Sentí su mano vagar hasta quedar en mi sensible botón, con el cual tocó suavemente, mientras embestían lenta y profundamente.
-Yo quería hacer esto de manera tierna y especial para ti- lo escuché a lo lejos. Mi mente estaba nublada por las sensaciones-. Conste que esto es por tu culpa.
Mis ojos y boca se abrieron y el aire escapó de mis pulmones con un jadeo cuando comenzó a embestirme fuertemente mientras su dedo se movía en mi punto sensible. Sentía su hombría llegar hasta el fondo de mi cuerpo, tocando un nuevo punto, más su dedo moviéndose de manera frenética… me estaba volviendo loca.
Exploté en un delicioso e intenso orgasmo, pero Edward no se detuvo, siguió moviéndose, torturándome dulcemente…
Cuando yo había llegado a mi tercer orgasmo, él había llegado conmigo. Y estaba segura que él se estaba conteniendo para no acabar conmigo, cuando yo llegaba a mis orgasmos, él se detenía y esperaba a que pasara mis espasmos para volver a arremeter.
Su cuerpo cayó flácido y exhausto sobre el mío. Su sudor se mezclaba con el mío y su respiración era muy parecida a la mía, errática. Se las arregló para apartarse y atraerme a su cuerpo.
Sentía mi cuerpo de gelatina, todo tembloroso y baboso. Mi entrepierna ardía un poco, pero estaba feliz, nada echaría a perder este sentimiento.
-Te amo- murmuró besando el tope de mi cabeza.
-Dame tiempo- contesté mirándolo.
-Te amo- me sonrió y besó mis labios-. Te amo- beso-. Te amo- beso-. Te amo…
-Solo dame tiempo- pedí acariciando se mejilla.
-No te lo estoy diciendo para que me contestes- se rió-. Solo quiero que lo sepas, siempre.
-Créeme que lo tengo bien entendido- le sonreí antes de atacar sus labios nuevamente.
Los días transcurrieron con normalidad y demasiada felicidad.
Edward era otra persona, él se veía radiante y feliz, no podía ocultarlo, por más que quisiera. Siempre lo veía sonriendo tontamente a los papeles del trabajo y un punto fijo, y yo sabía que estaba pensando en mí. Me sentí poderosa al saber que yo ocupaba su mente y lo hacía sonreír así.
Sin embargo no me atrevía aun a decirle mis sentimientos, sabía que si se lo decía el gritaría al mundo nuestro amor, ya me lo había advertido anteriormente. Pero no podía, aun no… primero tenía que despejar a James completamente de mi vida, dejarlo en el pasado.
Me sentía culpable cada vez que miraba a Edward y sentía el amor bullir y recorrer todo mi cuerpo. Me sentía sucia y traicionera, muchas noches me llegué a preguntar que estaría pensado James viéndome ahora…
¿Estaría feliz de verme feliz? ¿O estaría molesto por reemplazarlo? Sacudí mi cabeza y me concentré en los cafés que preparaba. Desde que Edward me había dicho que me amaba, había programado mentalmente ir a Forks y visitarlo, contarle mi vida y mis sentimientos… pero no me encontraba preparada…
Tampoco lo estaba sabiendo que aquella mujer lo llamaba o se citaba con Edward. Lo sabía, en varias ocasiones ella había llegado a la oficina o lo había llamado a altas horas de la noche. Al igual que el jefe…. Y Edward salía a sus encuentros, prometiéndome que volvería lo más pronto posible…
Pero yo no lograba dormir cuando él no estaba, fingía hacerlo cuando el llegaba demasiado tarde, solo conciliaba el sueño cuando sus brazos me rodeaban y me apretaban contra su cuerpo…
-¿Cuántas cucharadas de azúcar vas a ponerle?- preguntó una voz muy bien reconocía en mi oído.
-Mmm… ¿Dos?- miré la taza que había estado colocando las cucharadas.
-Es la quinta que le metes desde que te estoy mirando- se rió y besó mi cuello.
-¿Me estas espiando?- pregunté juguetonamente.
-¿Qué puedo decir? No puedo apartar la mirada de ti- me estrechó contra su pecho, apretando mis caderas contra las suyas.
-Edward…- dije con advertencia al sentir sus manos meterse dentro de mi camiseta.
-¡EW! ¡Consíganse un cuarto!- exclamó Emmett entrado en la cocina.
No pude evitar reírme y recostar mi cabeza en el hombro de Edward. Se sentía tan bien… pero nunca podría ponerme cómoda con Emmett en la misma habitación y más si abría su boca
-Parecen una pareja de recién casados- se burló recargándose en la mesada- ¿Para cuándo el casamiento, hermano?- preguntó de manera socarrona haciendo que mi cuerpo se tensase.
-Emmett- le advirtió Edward.
-Que sea pronto, mira que quiero a esta enana de cuñada para toda la vida- las últimas cuatros palabras pasaron con un escalofrío por toda mi columna.
Desde que Edward estaba portando el reloj que le regalé, Emmett no había dejado de decir lo buena pareja que hacíamos y como terminaríamos en un futuro como marido y mujer. Siempre que decía aquella palabra, matrimonio, hacía que mi cuerpo se tensara y comenzara a sudar en frío.
Sin embargo, Edward, me miraba con ojos vacios, inexpresivos por largos minutos, cuando ya me hartaba de sentir sus ojos en mi nuca y me giraba a encararlo, el volvía su atención a su trabajo…
-Bella…
-Tengo que ir a comprar algo- le interrumpí escapando de sus brazos y saliendo corriendo de la cocina.
La simple mención de matrimonio, casamiento, unión prenupcial hacía que mi estómago se revolviera, mis manos sudaran y el miedo bailara en mi pecho. Emmett insinuaba mucho y Edward no hacía nada para contradecirlo. Es decir, espera que él dijera "yo jamás me casaré" "Estas demente si piensas que me casare con ella" y otras frases hirientes más.
Pero él se quedaba callado y me miraba extrañamente, eso me hacía dar miedo a que él realmente quisiera lo que su hermano estaba proponiendo.
Pero… ¡Vamos! éramos novios, de pocos meses, el me amaba, igual yo, pero no me había atrevido a decírselo…. ¿Cómo mierda podía esperar a que yo aceptara casarme con él?
Me detuve en la calle al sentir que mis pulmones quemaban y pedían aire. Me había largado a correr sin dirección alguna, me sorprendía que no me hubiera atropellado algún auto. Estaba en el inmenso parque, justo donde los niños jugaban en los juegos.
Todos aquellos niños corriendo de un lado al otro, con sus respectivos padres sentados en los bancos observándolos y socorriéndolos cuando ellos los necesitaban… hiso que mi mente comenzara a divagar, a imaginarme a mí en un futuro, con Edward… y un niño…
Mi celular comenzó a sonar y vibrar dentro de mi pantalón borrando aquella imagen de mi mente. Busqué el celular y abrí su tapa para contestar la llamada, pero no alcancé a preguntar nada cuando él ya me estaba gritando.
-¿Dónde mierda te metiste?- gritó encolerizado.
-Yo…
-¡Te pregunté dónde estabas!- volvió a gritar- ¿Por qué saliste corriendo de aquella manera? ¡Contesta, Swan!
-En seguida voy- suspiré y corté la llamaba.
No había sido buena idea salir de aquella manera, y mucho menos cortarle la llamada, el detestaba que le cortaran los llamados, ya me podía imaginar los gritos que me esperarían en cuanto lo viera. Suspirando pesadamente comencé a encaminarme hacia el edificio de nuevo, me fue inevitable girarme para ver aquella plaza…
-¡No seas idiota, Bella!- me regañé a mí misma, y comencé a caminar rápidamente.
En cuento quedé frente al edificio noté una gran limusina negra. Al principio sospeché que sería el Gran jefe, pero no era él. Era un hombre muy parecido atléticamente a Emmett, se encontraba parado en medio de la oficina con varios hombres a su alrededor. Los chicos de Edward estaban dispersos por la oficina y lanzaban miradas asesinas a los nuevos.
Busqué a Edward con la mirada, pero no lo encontré por ninguna parte. Eso significaba que había salido en mi búsqueda.
Puse un pié dentro de la oficina y todo el mundo me miró, me menos de medio segundo tenía a Emmett y Jasper frente a mí, cubriéndome con sus enormes espaldas.
-¿Quién es ella?- preguntó el hombre de traje blanco.
-Nadie que te importe- contestó mordazmente Emmett.
-Oh, vamos, primo- se rió-. Es de mala educación no presentarnos.
Jasper se giró y me tomó por los hombros.
-Será mejor que te vayas a casa, si te cruzas con Edward, haz lo imposible para llevártelo de aquí- dijo de manera sombría.
-¿Por qué? ¿Quiénes son ellos?- pregunté con miedo y curiosidad. ¿Por qué querían que me llevara a Edward?
-Bella, haz lo que te digo- dijo entre dientes apretando mis hombros.
-¿No me digas que es la nueva novia de mi pequeño primo?- cuestionó burlonamente el desconocido.
-Felix, sabes que no eres bienvenido en esta oficina….
-Dime muchacha- me llamó Felix. Jasper y Emmett intentaron esconderme y escudarme, pero yo me abría paso entre ellos y enfrenté a ese inmenso hombre- ¿Dónde está mi primo?
-Edward no se encuentra ahora- dije secamente.
-¿Dónde?- preguntó nuevamente.
-No lo sé- dije con sinceridad.
-Oh, ya veo- dijo con fingida desilusión-. Para ser la nueva novia eres un poco despistada, y bastante fea- arrugó su nariz-. Mi primo suele tener mejores gustos- chasqueó la lengua y negó con la cabeza-. Mi hermana debe estar realmente desilusionada.
-¡Basta!- rugió Emmett y saltó sobre el hombre.
En cuestión de segundos todo se volvió un caos, todos peleaban con todos. Puñetazos, patadas, cosas, volaban por toda la habitación. Mis ojos no paraban de moverse hacia todas direcciones, donde mis compañeros estaban peleando y lastimándose.
Por el rabillo de mi ojos vi algo brillar, volvía a mirar en esa dirección y mi sangre se congeló al ver un desconocido empuñar un cuchillo y dirigirlo hacia Seth. Mis piernas se movieron solas y corrí hacia el tipo para golpearlo y tirarlo al suelo.
-Perra…- siseó al tiempo que me daba una bofetada y me empujaba lejos.
Todo se quedó en silencio al tiempo que caía algo a mi lado. Abrí mis ojos para encontrarme con el tipo que me había golpeado con la nariz rota y un zapato de marca golpeó fuertemente su cara, haciendo que gotas de sangre salpicaran mi ropa y el suelo.
-Te mataré por ponerle un dedo encima- gruñó Edward levantando al tipo y golpeándolo contra la pared.
Nuevamente tenía esa mirada en los ojos, esa fría expresión, decidido a cometer un asesinato… por mí. Intenté levantarme para detenerle antes de que cometiera un error, pero el olor a sangre me mareó y debilitó mis piernas, tirándome nuevamente al suelo. Gracias a ello había atraído la atención de Edward.
En menos de un segundo lo tuve a mi lado tomándome en brazos y preguntándome como me encontraba. Le contesté que bien, pero mareada por la sangre. Él asintió aun preocupado y volvió su atención a los demás.
-¿Qué mierda haces aquí, Felix?- gruñó.
-¿Qué no puedo venir a visitar a mi familiar?- contestó con otra pregunta.
-No, no puedes. Y menos con el desastre que has hecho- se levantó del suelo conmigo en brazos-. Quiero que te vayas.
-Yo no fui el que comenzó la pelea- dijo burlonamente mirando a Emmett.
-Y no tengo problema de volver a comenzarla- contestó Emmett tronando sus dedos.
-¿Realmente no quieres que Aro se entere de esto, verdad?- preguntó Emmett.
-¡Bah! Me importa una mierda- bufó-. Solo tenía curiosidad de ver la competencia de mi hermana…- me miró despectivamente-. Debo suponer que le has dicho que su turno se acaba ¿verdad?
-Vete, Felix- ordenó Edward comenzando a temblar.
-Pobre, se la ve muy enamorada ¿Cómo reaccionará cuando se entere de que…?
La pregunta fue interrumpida por el puño de Jasper golpeando mandíbula del Felix.
-Edward, Bella se ve pálida y su mejilla se está hinchando, te recomiendo que la lleves a casa y le pongas hielo- dijo sin mirarlo y por primera vez tuve miedo de Jasper.
-Intenten no romper mas nada- dijo Edward suspirando.
-No prometemos nada- sonrió Emmett.
Edward se rió y comenzó a caminar conmigo en brazos hacia la salida. Luego hacia el estacionamiento donde se encontraba su nuevo auto. Me dejó en el asiento del copiloto y condujo hacia casa.
En todo el camino y en casa no dije una sola palabra, estaba aturdida y muchas cosas no me cerraban.
-Mierda- murmuró tomando mi rostro entre sus manos y examinar mi mejilla- ¿Te duele?- negué con la cabeza- ¿Te golpeo en otro lado?- negué nuevamente con la cabeza- ¿Estás segura?- asentí- ¿Entonces por qué no me hablas?
Sus ojos se suavizaron y acariciaron mis mejillas, no pude evitar encogerme del dolor. Quité su mano y cubrí mi mejilla con mi mano. Aquel bastardo me había golpeado fuerte.
-Bella… háblame- pidió mirándome a los ojos.
Bajé de la mesada y fui hacia la heladera buscando una lata de cerveza fría para colocarla en mi mejilla.
-Ese Felix… Es hijo de Aro ¿Verdad?- pregunté sin mirarlo.
-Si.
-Pon ende es hermano de Victoria.
-Si…
-Y tú tienes algo con ella- me giré para mirarlo con ojos acusadores y tristes a la vez.
-No- negó de inmediato.
-¡Edward!- exclamé golpeando el piso con mi pie-. No soy estúpida y lo sabes, aquel tipo dijo muchas cosas que dan evidencia de que tu estas con ella ¡Además de que yo los vi!
-¿Volvemos a eso?- preguntó de manera exasperada- ¿Por qué no confías en mi?
-No, Edward- entrecerré mis ojos-. Tú no confías en mí. Tú me estas tomando como una idiota.
-No lo hago…
-Me dices que me amas, que quieres que te ame y me quede contigo pero tu andas de liguero con la hija del jefe.
-¡lo que te he dicho es verdad! ¡Absolutamente todo!- gritó golpeando la mesada.
-¡Entonces demuéstramelo!- grité encarándolo-. Demuéstrame que yo soy única, que no hay nadie más que yo ¡Demuéstrame con hechos tus palabras!
-¡¿Qué quieres que haga?- me tomó por los hombros y me zarandeo-. Dime qué quieres y lo hago…
-Quiero que no veas más a esa mujer, ni al Gran jefe.
Eso fue egoísta, pero no me importó. Si él me reclamaba como suya… yo quería que él fuera mío.

1 comentario:

  1. Mujerrrrrr! pero que bien lo tenías guardado, un blog? adoro esta historia, mucho muchísimo (L)
    Desda ya te sigo, un abrazo del otro lado de la gran montaña xD jaja
    Denisse.-

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