Capitulo 3
El despertador comenzó a sonar, llenado el ambiente del molesto sonido chillón. Gruñí molesto y abracé aun más fuerte la almohada, enterrando mi rostro en ella. El olor a fresas me abrumó por completó, mientras sentía como finas y suaves hebras acariciaban mi mejilla y mi nariz haciéndome cosquillas. Levanté mi cabeza bruscamente y mis ojos se toparon con una abundante cabellera marrón, miré hacia abajo y vi, y sentí, su cuerpo pegado al mío.
Entonces fue cuando los recuerdos del la noche anterior me golpearon. Sonreí abiertamente y volví a abrazar el maravilloso cuerpo de Bella. No lo había soñado como había pensado, había sido de verdad, anoche había traído a Bella a mi casa y nos habíamos acostado. Habíamos hecho el amor. Y vaya que había sido maravilloso.
La sentí removerse en mis brazos, borré mi sonrisa y fingí dormir. Ella levantó su cabeza y miró para todos lados.
-¡Mierda!-susurró y tuve que contenerme para no reír. Se sentó en la cama unos minutos y luego sentí sus delicados dedos rozar la piel de mis labios-. Sé que estas despierto.
Abrí un ojo y ella se rió a carcajadas. Estiré una mano agarrando su hombro y tirándola de nuevo a la cama. Me puse sobre ella admirando su rostro delicado y risueño. No lo pensé, simplemente bajé mi cabeza y uní mis labios con los suyos, ella se tensó al principio, pero al segundo siguiente estaba enredando sus dedos en mi cabello, jalándolo para que la besara más profundamente.
El momento era mágico y único, el beso se estaba volviendo cada vez más apasionado y deseoso. Podía sentir como mi miembro comenzaba a levantarse. Las piernas de Bella se apretaron contra mis caderas, eso fue suficiente para que estuviera despierto del todo. Pero el momento se arruinó cuando el despertador volvió a sonar.
Me separé de ella y aventé el despertador al suelo. Ella se rió de mí y me termino contagiando, me volví hacia ella rozando nuestras narices en una caricia tierna. Sentía como su aliento pegaba de lleno contra mi cara.
-Buenas días- la saludé al cabo de unos minutos.
-Y que lo son-sonrió ampliamente y me dio un casto beso. De repente se sentó bruscamente y miró para todos lados.
-¿Qué pasa?-pregunte asustado.
-¿Qué hora es?- me contestó con otra pregunta, mientras bajaba de la cama y tomaba su ropa.
-Son las diez- me recosté en la cama con los brazos cruzados, estaba molesto.
¿Acaso ella estaba comprometida con alguien y se metería en problemas por ello? ¿Había jugado conmigo como para obviar semejante tema? Por un momento me sentí como mi padre. Seducido, engañado y estúpido.
-¡Demonios, demonios, demonios!-maldecía mientras se ponía su ropa interior. No quité mi vista de ella, estaba intentando hacerle un agujero en su cabeza- ¿Por qué me miras así?-preguntó deteniéndose para ponerse sus pantalones.
-¿Así como?-pregunté entre diente.
-Enojado- se giró y me miró con confusión- ¿Por qué estas tan enojado?
-¿Por qué tienes tanta prisa en irte?- le devolví ignorando su pregunta.
Su confusión fue desapareciendo mientras las comisuras de sus labios se levantaban en una sonrisa burlesca, para luego convertirse en unas sonoras carcajadas. No lo soporté, me levanté de mi cama, arrojando las sabanas ¡Se estaba burlando de mí! ¡En mi propia casa! ¡En mi propia cama! Completamente enfurecido camine hacia el baño, pero no llegue muy lejos. Unos brazos se enrollaron en mi cintura y un cálido cuerpo se pego al mío.
-Anoche cuando te dije que era soltera, no lo dije por acostarme contigo-me aliento pegaba en mi nombro, dándome escalofríos-. Te lo dije porque es la verdad- su delicada boca comenzó a rozarse por toda mi espalda.
-¿Entonces por qué tienes tanta prisa?- tomé sus manos, entrelazando nuestros dedos, cerré los ojos, solo para sentir su caricia.
-Porque tengo que trabajar- se rió y me moví en sus brazos para quedar al frente-. Se me hizo demasiado tarde, perdí mi turno de la mañana.
-¿Trabajas por la mañana?- cuestioné acariciando su suave mejilla.
-Y por la tarde y por la noche- susurró acostando su cabeza en mi mano.
-¿En el mismo trabajo?
-No, son diferentes- negó con la cabeza-. Lamento que hayas malinterpretado mi "huida"- se burlo.
-No te vayas- dije con tristeza, no quería que esta mujer se apartara de mi lado.
-Tengo que hacerlo- dijo tomando mi rostro entre sus delicadas y pequeñas manos-. Si no trabajo, no como.
-Pero solo por hoy- bajé mi cabeza hacia su cuello, acariciándolo con mi nariz-. Quédate conmigo.
-Edward…-sonreí contra su piel al saber que estaba cediendo.
Pasé mi lengua por todo lo largo, pasando por su mandíbula hasta legar a sus labios, donde la metí y la besé con ferocidad. Bella gimió en mi boca y sus manos se adhirieron a me cabellos. Bajé mis manos a su cadera, donde las apreté con las mías, ella soltó otro gemido al sentir mi erección. Dejé de besarla, para saborear su cuello, el cual tenía unas pequeñas manchitas de la noche anterior. Claramente estaba marcada como mío.
-Edward…tú también tienes que ir a trabajar-dijo con la respiración agitada.
-Soy el jefe, puedo faltar cuando quiera- dije con obviedad mientras metía mis manos dentro de su remera.
-Pero yo no soy un jefe- gimió audiblemente cuando mis dedos se metieron debajo de la ropa interior-. Si no voy me despedirán.
Solté un suspiro derrotado, ella tenía razón, no podía obligarla a que se quedara y arriesgarla a que perdiera el trabajo por mi culpa.
-Bien-dije un poco malhumorado.
-De verdad quiero quedarme- besó mi pecho desnudo-. Realmente quiero repetir lo de anoche, pero no puedo- se separó y se sentó en la cama para poder poner sus zapatillas.
-¿Tienes móvil?- pregunté mientras me ponía mis pantalones, mi erección se había desinflado cuando la solté.
-Si-sonrió ampliamente y sacó de sus pantalones el pequeño aparato rosado.
-Bien- lo tomé y agendé mi numero en su aparato. Luego llamé para que su número quedara grabado al mío-. Listo- se lo devolví y ella lo miró, luego lo levantó y me sacó una foto.
-Sexi-murmuró mordiendo su labio ¿Y yo era sexi?-. Bueno, tengo que irme.
-Te llevo- tomé mi remera del suelo y estaba a punto de ponerla cuando ella grito.
-¡No!-me detuvo a medio vestirme.
-¿Qué?- no entendía bien la negativa.
-No te vistas, así te ves mejor-sonrió y sus mejillas se pusieron coloradas-. Y no es necesario que me lleves, puedo ir yo sola.
-Pero quiero…
-Edward Cullen- me señaló con un dedo-. Si me llevas no te llamaré por teléfono y no contestaré tus llamadas.
-¿Me estas amenazando?- arqueé una ceja y me cruce de brazos, tratando de intimidarla, ella imitó mi acción, y no pude evitar reírme a carcajadas, se veía adorable de ese modo.
Ella rodó los ojos con una sonrisa y dio media vuelta hacia la sala. La seguí aun con mi ataque de risa. La vi agacharse para recoger su abrigo y me aventó el mío. Abrió la puerta y la tomé de la mano, impidiendo que saliera afuera.
-Edward- me dijo con advertencia.
-¿No merezco un beso siquiera?- me hice el inocente.
Ella se rió y se volvió para besarme. La aprisioné en mis brazos para que no se marchara, pero ella cortó el beso demasiado pronto. Se rió y repartió besos por todo mi rostro.
-Llámame cuando salgas de trabajar, te iré a buscar- besé su frente mientras ella asentía mordiendo su labio-. Si quieres que te deje marchar, no lo hagas- pasé mi pulgar por su labio liberándolo de sus dientes.
-Nos vemos- me dio un último beso y salió corriendo.
-Nos vemos- le salude a la nada, saboreando mis propios labios. Aun tenían su sabor.
Giré mi cabeza y olí mi hombro, sonreí como tonto, olía a Bella. Levanté mis manos y las pegué a mi nariz, ahí también olía a Bella. Estaba decidido, no pensaba bañarme.
-¿Qué haces aquí parado como tonto y oliéndote?- preguntó la voz de mi hermana.
-Buenos días, Alice. Si hace un maravilloso día. Estoy bien, que considerada en preguntar- le conteste con evidente sarcasmo mientras ella arqueaba una ceja.
-¿Hace un maravilloso día?- repitió mis palabras-.Esta lloviendo Edward ¡Que tiene de maravilloso!- elevó sus manos al aire y yo me carcajeé.
Mi hermana odiaba la lluvia y detestaba los días en que lo hacía, según ella era por mal augurio. También decía que estos días eran en los que peor le iba.
-Te vez raro-dijo y olisqueó el aire.
Se metió a mi apartamento y comenzó a recorrerlo como un perrito.
-No tengo marihuana, oficial- bromeé ganándome una mirada furiosa.
-Aquí anoche durmió una mujer- me miró fijamente y yo no pude evitar que una sonrisa se plantara en mi rostro-¡Lo sabía!- gritó dando saltitos hacia mi- Era una chica castaña, muy bonita, con unos jeas y una camiseta roja- afirmó y yo me le quedé viendo con la boca abierta.
-¿Cómo…?
-Estaba corriendo bajo la lluvia con esa misma sonrisa-se encogió de hombros-. Supongo que no será la primera vez que la vea.
-¿Se fue corriendo bajo el agua?-dejé de escucharla al correr hacia la ventana y ver cómo caía un diluvio.
Así era como las pocas veces que llovía en Phoenix, cuando llovía lo hacía como si el cielo fuera a caerse en cualquier momento. Seguí ignorando a mi hermana y tomé el teléfono para marcar el número de Bella. Al segundo pitido atendió.
-¿Hola?-su voz sonaba agitada.
-¿Se puede saber por qué demonios estas corriendo bajo el agua?-fui directamente al grano.
-Edward, acabo de llegar a mi trabajo y el jefe no está muy contento que digamos-
susurró-. Luego hablamos ¿sí?Y me colgó…. ¡Me colgó! Apreté el teléfono tratando de calmarme, detesto que me corten el teléfono dejándome con la palabra en la boca.
-Vaya- suspiró mi hermana-. Nunca me imaginé que llegaría a ver el día en que una mujer te dejara con el teléfono en la mano y las palabras en las boca- sonrió maléficamente.
-Cállate, Alice- le espeté entre dientes. Apreté mi puente y conté hasta diez, no sirvió por lo que tuve que contar diez veces diez.
-¿Ya?- preguntó brincando en el sofá.
-Casi- gruñí y me senté a su lado-. Quizás si cuento hasta un millón me calme.
-Cuenta ¿Dónde la conociste, le gusta ir de compras, como se llama, le gusta ir de compras, en donde vive, le gusta ir de comprar, cuántos años tiene? ¿Ya te pregunté si le gusta ir de comprar?- preguntó atropellada mente mientras batía sus pestañas.
-La conocí anoche en un bar, no lo sé, se llama Bella, no lo sé, tampoco sé donde vive- fruncí el ceño ante ese pequeño detalle-. No lo sé y tiene veintidós. Y no, creo que no me preguntaste eso unas cinco veces- le contesté y ella se rió.
-Bella, que bonito nombre- me miró unos segundos y sus ojos se agrandaron y cristalizaron.
-¿Qué pasa?- la tomé por los hombros, asustado.
-No puedo creer que estés enamorado- se tapó la boca con una mano y con la otra se abanicó la cara.
-No estoy enamorado- afirmé de inmediato.
-Pero lo estarás- se recostó contra el sillón-. Además algo sientes por ella ahora.
-La acabo de conocer- dijo con obviedad.
-¿Y?- entrecerró los ojos- ¿Acaso no recuerdas como Jazz y yo nos conocimos?
-Lo suyo fue un caso especial- sacudí mi mano, me puse en pie y fui hacia mi cocina. Consciente de que Alice me seguía-. Además que te haya pasado a ti, no significa que nos tenga que pasar a todos.
-Eso lo sé, Edward- bufó y se sentó en mi barra, mirando como preparaba mi café-. Pero los verdaderos amores si se encuentran así- siguió insistiendo.
-Que no- torcí.
-Bueno, veamos- se reacomodó en la barra- ¿Te gusta?
-Es bonita-me encogí de hombros y sonreí tontamente.
-Esa sonrisa afirma mi pregunta- brincó unos segundos y volvió al tonto cuestionario- ¿La volverás a ver?
-Quizás- dije de modo desinteresado mientras sacaba una taza.
-Que tengas su teléfono y la llamaras tan desesperadamente….es un sí- aplaudió y bajó de la barra siguiéndome a la sala.
-La has traído a tu apartamento y se ha quedado toda la noche- siguió enumerando con sus dedos.
-Eso no significa nada, Alice- insistí ya cansado de lo entrometida que era.
-Sí que significa- se sentó frente a mí-. Te gusta, la volverás a ver y puedo notar esa sonrisa de tonto que tienes ¡Hasta los ojos te brillan! ¡Te vas a enamorar de ella!
-Te estás adelantando un poco- negué con la cabeza.
-Solo constato un hecho- dijo con suficiencia.
-De todos modos ¿Qué haces aquí tan temprano?- desvié el tema de mí.
-Jasper me contó para que lo llamaste ayer- me miró con seriedad, dejando de lado su actitud infantil.
Suspire y desvié mi mirada hacia la ventana, no había parado de llover. La sala quedó en completo silencio, sabía que mi hermana estaba esperando a que hablara, pero no me atrevía.
-Mira, Edward- se acercó un poco y tomó mis manos-. Yo creo que deberías de dejar pasar eso. No creo que ella te recuerde y estoy completamente segura de que su madre debe de haber hablado pestes de papá y de ti…
-Es nuestra hermana, Alice ¿No te da curiosidad saber cómo es? ¿No te pone feliz saber que hay una hermana más?-dije emocionado.
-La verdad es que si- susurró agachando la cabeza.
-¿Qué te avergüenza?-pregunté levantando su rostro con mi mano.
-Que mamá se moleste- admitió con temor en sus ojos.
-¿Por qué debería de molestarse?- le cuestioné confundido.
-Por que no es su hija- se mordió el labio-. Es la hija de la mujer que le robo a papá en el pasado.
-Esme es una buena mujer, y lo sabes. Ella no culparía a una criatura por los errores de sus padres- afirmé completamente seguro.
-Pero mamá es una mujer lastimada- fruncí el seño y ella negó con la cabeza murmurando "hombres"-. Está herida por papá, aunque no lo demuestre ¿Qué crees que sienta cuando conozca a la hija de él con otra mujer?
-Yo creo que…-me callé y lo medité un poco.
Quizás mi hermana tenía razón. Mamá debía de estar molesta y dolida con papá, pero seguía pensando que si conocía a Isabella ella la aceptaría, no como una hija más, pero si como lo educada que era.
-Lo siento, Edward- se recargó en el sillón-. Pero no estoy de acuerdo con lo que estás haciendo, y preferiría que pararas.
-Has amenazado a Jasper-dije entre dientes.
-No-negó no muy convencida, arqueé una ceja-. Bueno, no lo amenacé directamente.
-Eres imposible- dije levantándome del sillón y caminando hacia mi habitación.
-¡Edward!- la escuché llamarme pero seguí caminando-. Espera- tomó mi brazo y me detuvo en medio del cuarto-. Yo…
-Escúchame, Alice- me giré para quedar frente a ella-. Si tú estuvieras en el lugar de Isabella yo habría hecho lo mismo. Te estaría buscando porque eres mi hermana- ella abrió la boca, pero no la dejé hablar-. Porque te quiero y detesto saber que por culpa de esa mujer me hayan tenido que alejar de ti. Estaría moviendo cielo y tierra, como ahora, para buscarte, encontrarte y cerciorarme de que están bien.
Los ojos de Alice se abrieron desmesuradamente por la sorpresa de mis palabras, luego se llenaron de lágrimas y por último me abrazó fuertemente. Suspiré tratando de que el enojo abandonara mi cuerpo. La rodeé con mis brazos y acaricie su cabello tratando de que su llanto disminuyera.
-No te preocupes, le diré a Jasper que abandone todo. Le pediré a otro que lo haga ¿Si?- murmuré contra su cabello, ella simplemente asintió.
.-.-.-.-.-.-.-.-.
El día transcurrió de forma lenta, muy lenta. Luego de la visita y las lágrimas de Alice, había decidido trabajar para mantener mi mente despejada y buscar a algún otro detective o investigador para el caso de Isabella. Miré mi teléfono, cerciorándome de la hora, eran las diez de la noche y no había recibido ni un solo mensaje.
Me recliné en mi sillón y apreté el puente de mi nariz, estaba molesto. Claramente había sido para Bella una aventura de una noche, no era necesario seguir viéndonos. Que le hubiera pedido su número telefónico no me aseguraba de que ella me llamara o me atendiera. Además había quedado claro que ella me llamaría para que la pasara a buscar.
Pero… ¿Y si ya había salido de trabajar? ¿Y si ahora mismo ella se encontraba con otro hombre? Apreté mis puños y gruñí de solo imaginarla en brazos de otro, u otros. Me regañé mentalmente de que me estaba comportando como un novio celoso con una mujer que no conocía y que solo había compartido una noche. Una maravillosa noche.
Mi teléfono sonó y lo recogí sin mirar quien era, sabía que no era Bella, de seguro ella ahora estaría bebiendo y hablando animadamente con otro tonto, para luego acostarse con él, darle el número y romperle el corazón a pisotones…
-¿Hola?-gruñí
-¿Edward?-su dulce voz me tomó por sorpresa.
-Bella- su nombre salió de mis labios con adoración.
-Hola-saludó con una risita, podía imaginarla mordiéndose el labio.
-Imagino que ya saliste de tu trabajo- me levanté de m escritorio y salí a toda velocidad de mi oficina.
-Si-
-¿Pasa algo?
-La verdad, no te ofendas, pero dudaba que me atendieras.
-¿Por qué dices eso?-le regañe.
-Bueno, pensé que ya no querrías saber nada de mí o que estarías con otra chica…-se quedó callada-. Lo siento, te he juzgado mal.
murmuró y supe que estaba apenada.-Por esta vez te perdono-sonreí como idiota-. Yo estaba pensando lo mismo de ti.
-¡Hey!-
se rió-. Entonces yo también te perdono.-¿Dónde estás?-pregunté entrando en mi auto.
-En el bar de anoche, bueno en realidad en la esquina.
-Quédate ahí, en diez minutos te veo- ella me confirmó y cerré mi teléfono.
Pisé el acelerador y conduje a toda velocidad hacia donde estaba Bella. La vi sentada en los escalones del bar, fumando. Tenía la vista perdida en el cielo, que extrañamente estaba despejado. Aparqué unos metros sin que me viera, bajé del auto y me acerqué a ella despacio. Parecía perdida en sus propios pensamientos, de vez en cuando levantaba su mano para meter el cigarrillo a la boca y exhalar el humo. Y eso no me gusto.
En cuanto estuve cerca le arrebaté el cigarrillo y lo tiré al suelo, pisándolo.
-¡Oye!- se levantó molesta mirando el cigarrillo- ¿Cuál es tu maldito….?- se quedó callada cuando me vio-¡Edward!
Se tiró a mis brazos y nos fundió en un beso desesperado. Le correspondí de inmediato, mientras mis manos bajaban hacia los bolsillos traseros de su pantalón, de inmediato ella se tensó y para cuando quiso reaccionar yo ya había sacado la etiqueta.
-Eso es mío- dijo haciendo un mohín.
-No me importa- dije levantado la etiqueta delante de su rostro y aplastarlo completamente con mis manos-. No quiero volver a verte con uno de estos en tu boca.
-Pero…pero…-quedó aturdida mientras me veía azotar la nicotina contra un cesto de basura.
-Cómprate chupetines, chocolates, caramelos, cualquier cosa, menos cigarrillos- arqueé una ceja dejándoselo claro- ¿Entendido?
-Si-frunció los labios en una mueca de disgusto y se cruzó de brazos.
Era adorable de ese modo, se veía tan enojada y sabía perfectamente que no podría hacerle nada ni a una mosca. Parecía un pequeño, peludo, gatito. Me reí y me acerqué a ella, abrazándola fuertemente. Ella pasó sus brazos por mi cintura y enterró su rostro en mi pecho.
-¿Te dije hola?-susurré en su odio, sonriendo ampliamente al sentirla estremecerse.
-Tanto ajetreo con los cigarrillos se te olvidó decirlo- levantó su cabeza y murmuro-. Hola.
-Hola-me incliné hacia adelante y besé sus delicados y sonrojados labios, hice una mueca y me alejé-. Sabes a esa mierda-me quejé y ella se puso a reír.
-¿A dónde vamos?- me preguntó mientras caminábamos hacia mi auto.
-¿A dónde quieres ir?- pregunté abriendo su puerta.
-Me da igual- se encogió de hombros y entró al auto.
Cerré la puerta y camine hacia mi lugar, mientras tanto pensaba a donde podía llevarla. Me senté en el asiento y puse en marcha el auto. Sentí su mano tomar la mía y entrelazar nuestros dedos. Una corriente eléctrica recorrió mi cuerpo, bastante placentera. Levanté mi mano y besé sus nudillos.
-¿Ya has cenado?-le pregunte.
-No- negó con la cabeza-. He estado un poco ocupada hoy, ni siquiera he podido tocar el piano- chasqueó la lengua.
-¿Vamos a cenar a un restaurant o compramos comida?
-¡Compremos comida!- chilló emocionada- ¡Pizza y cerveza!-soltó mi mano y aplaudió feliz. Me hiso acordar a Alice, por lo que solté una carcajada.
-Ok, entonces vamos por pizza y cerveza- me incliné en mi asiento y besé delicadamente sus labios.
Aparqué al frente de un delivery abierto las veinticuatro horas. Bajamos del auto y entramos al local, estaba prácticamente lleno, había mucha gente sentada en mesas, riendo estruendosamente y platicando. El ambiente era cálido. Nuevamente sentí la mano de Bella rodear la mía. La solté y pasé mi brazo por su cintura, atrayéndola, pegándola a mi costado. Ella pasó sus brazos por mi cintura y suspiro.
Hice nuestro pedido y esperamos a que estuviera listo, sentándonos en una de las mesas. Bella se sentó a mi lado y platicamos animadamente de lo que habíamos hecho en el día de hoy. Me contó de cómo la había regañado en el trabajo de la mañana y que le descontarían el día y si volvía a fallar la despedirían.
-No ha sido muy amable- bufé molestó por como la trataron.
-Es natural, Edward- se encogió de hombros-. Tú harías lo mismo si una empelada tuya faltara y llegara al horario que quisiera.
No discutí, pues tenía razón.
-De todos modos ¿Por qué tienes tantos trabajos?- le pregunté realmente interesado.
-Ya te dije que tengo que ganarme el pan de cada día.
-¿Y tus padres?- indagué y ella simplemente se encogió de hombros.
-Mi madre me abandonó hace muchos años y no sé quien es mi padre-contesto con tanta naturalidad que me dolió por lo que estaba pasando.
-¿No tienes hermanos?- me sentía mal por ella, pero no podía dejar de preguntar.
-Creo que si- su mirada se bajó a nuestras manos-. Creo que tengo un hermano mayor, pero…
-¿Bella?- nos interrumpió una voz masculina.
Levanté la vista para ver de quien se trataba. Un chico moreno miraba a Bella, nuestras manos y a mí. Su rostro se había puesto verde. Bella saltó de su asiento y me soltó.
-Jake, no es lo que parece- explicó asustada.
¡¿Qué?!
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