Capitulo 6
-Aceptaste- le habló a la puerta cerrada del baño de Bella.-Claro- la voz salía opacada.
-Pero dijiste que era un plan tramado por Alice- reprochó conteniendo las ganas de buscar a Alice y romperle el cuello.
-Lo sé- se abrió la puerta, mostrando a Bella completamente arreglada-. Pero no está mal salir de vez en cuando.
Jacob hacía un gran esfuerzo en mantener su mandíbula cerrada y la baba en su lugar. Bella llevaba un ajustado jean, parecía una segunda piel del modo en que se adhería a sus piernas, a la altura de las caderas. Una remera roja igual de ajustada con un escote que no dejaba mucho ver. Su cabello estaba revuelto, como de costumbre. Se sentó junto a él en la cama para poner sus zapatillas.
-No deberías de ir si no quieres- logró decir luego de varios segundos de deslumbramiento.
-Cierto- asintió mientras se paraba y caminaba hacia su tocador, para mirarse al espejo-. Pero no puedo cancelar la cita ahora.
-¿Quién dice?- espetó con la mandíbula tensa.
-Jacob- volvió a sentarse junto a él y tomó una de sus manos-. No seas tan celoso- se rió-. Además no es como si fuera a acostarme con él- de solo imaginarlo se estremeció de asco.
-Lo mataría si te pone un dedo encima-gruñó y le mostró el puño.
Bella soltó una carcajada y lo abrazó fuertemente. Jacob aprovechó y la estrechó contra él. Le dolía saber que ella se marchaba a una cita con un tipo que a ella no le agradaba. Él quería que se quedara, que hicieran tonteras juntos como siempre hacían cada fin de semana.
Bella nunca sabía aceptar invitaciones a citas con otros muchachos, por lo que él no tenía que preocuparse nunca por ello. Tampoco sentirse ansioso a que aquellas salidas se repitieran y Bella terminara con novio. Pero él tenía la esperanza de que ella no lo tendría, o al menos tendría uno solo, y ese sería él.
-¿De qué te ríes?- le preguntó ladeando la cabeza.
-De nada- la soltó y rodeó con un brazo su los delicados hombros de la chica- ¿A qué hora pasará por ti?
-Quedamos en que nos encontraríamos allí- murmuró sin mirarlo.
-¿Por qué? Eso es poco caballeroso- en realidad estaba feliz de no ver al chico.
-llegamos por separado, nos vamos por separado- tomó su celular y lo guardó en su bolsillo trasero-. No quiero que después de la cita entre a mi casa.
-No lo dejaría- masculló en voz baja, pero Bella lo escuchó.
-Puedes quedarte el tiempo que quieras- le sonrió y tomó las llaves de su casa-. Sabes que esta es tu casa.
-No tienes que recordármelo- rodó los ojos-. Además tengo la mía propia.
-Ok- asintió y salió de su apartamento junto con Jacob-. Nos vemos- se acercó a besarle la mejilla.
-Cuídate y llámame por si necesitas algo- la apuntó con un dedo, completamente serio.
-Sí, si- negó con la cabeza mientras se reía.
Tomó un taxi y le dio la dirección al conductor. Mientras viajaba pensaba si lo que estaba haciendo estaba bien, si la decisión de haber aceptado la salida de Mike había sido una buena idea después de todo. Salir con alguien de su edad le haría olvidar a Edward, un hombre mayor y maduro para ella, alguien que estaba todo el tiempo ocupado.
Sacudió la cabeza, intentando que los pensamientos se dispersaran. No importaba que cosa estuviera haciendo, Edward siempre se colaba en su cabeza y pensaba en él con demasiada frecuencia. Y eso le estaba comenzando a cansar. Ella estaba yendo a una cita, con un chico, que no era Edward, ella no podía estar pensando en él. Tenía que estar pensando en los juegos donde subiría, lo romántico y emocionante que sería compartir un par de horas con su chico deseado.
Pero había un problema, Mike no era su chico deseado, ella no podía esperar nada romántico de un adolescente con las hormonas al salto. Suspiró y recargó su cabeza en la ventanilla. Pronto pudo divisar el parque de atracciones. Pagó la tarifa y salió del auto, a la atestada entrada.
Había muchísima gente en aquel lugar, niños, jóvenes, adultos, ancianos. Los niños gritaban, saltaban y corrían alrededor de los payasos con globos y demás chucherías para ellos. Las boleterías estaban atestadas de adultos comprando. Los gritos y las voces la aturdían de sobremanera, nunca le había gustado los lugares donde había demasiada gente, eso provocaba que ella se pusiera nerviosa y tropezara con el mismo aire.
Una mano se posó en su hombro haciendo que saltara del susto.
-Tranquila, soy yo- le sonrió, Mike.
Bella suspiró aliviada y le devolvió la sonrisa, lo más creíble posible. Al parecer el chico que se la creyó. No pudo evitar recorrer con la mirada a su cita. Se veía bien, enfundado en unos jeans oscuros y una camiseta blanca, que se pegaba al trabajado pecho del chico, al igual que sus brazos. Debía de admitir que Mike era guapo.
-¿Llevas mucho esperando?- le preguntó una vez que terminó de aprobarlo.
-No, hace poco que llegué, pero no lograba verte con tanta gente- miró con una mueca el atestado lugar- ¿Vamos?- preguntó tendiéndole la mano.
Bella asintió y la tomó. Al instante Mike entrelazó sus manos y la condujo hacia el interior del parque.
.
Se habían subido a todos los juegos de acción y adrenalina. Bella había obviado olímpicamente los juegos románticos o los de miedo. No quería saber nada con quedarse con Mike dentro de una cabina por más de dos segundos. Algo le decía que el chico se le tiraría encima apenas se quedaran solos. Habían compartido algunos besos, y cada vez se volvían más fogosos.
Por lo tanto había convencido a Mike de subir a todos los juego riesgosos, para mantenerlo alejado y distraído con la adrenalina, a pesar de que a ella no le agradara para nada aquellos juegos. Algunos eran divertidos y le ponían los pelos de punta, pero los disfrutaba. Otros eran sumamente miedosos y excesivos, terminaba gritando de terror y bajaba con los nervios de punta. Todo fuera para mantener las manos de Mike alejadas de ella.
Eran las nueve de la noche cuando se habían bajado de la última montaña rusa. Bella sentía el estomago en el cerebro y agradecía no haber parado para comer nada, si no todavía estaría vomitando hasta su primer comida. Su garganta estaba seca de tanto gritar y tenía un extraño sabor en la boca. Quizás había tragado un par de insectos.
-¿Podemos sentarnos a tomar algo?- prácticamente lo rogo.
-Seguro- asintió el chico-. Vamos allí- señaló un pequeño puestillo.
Bella no tuvo tiempo de decir nada, pues su cita la tomó de la mano y la arrastró hacia el local. El pequeño lugar estaba lleno de personas, entrando y saliendo. Mike la colocó frente a él, pegando su pecho contra la espalda de ella, pasando sus brazos por su cintura y apoyando su mentón en el hombro. Un contacto demasiado intimo e incomodo para ella. Intentó alejarse sutilmente, pero el chico la tenía fuertemente agarrada.
-Mike, estoy un poco cansada, me iré a sentar ahí- señaló unos bancos detrás de ellos.
-De acuerdo- aceptó suspirando, luego besó sonoramente su mejilla.
Bella reprimió el impulso de restregarse la mejilla y gritar como si hubiera sido infectada con un grave virus. Se sentó de los brazos de Mike y prácticamente corrió hacia los banquillos. Pero lamentablemente la torpeza hizo acto de presencia y terminó tropezando con una piedrilla, chocando con la espalda de alguien. Se aferró a la ropa del desconocido para evitar terminar en el suelo.
-¿Qué demonios…?- exclamó el hombre, quien había tirado sus bebidas a causa del impacto.
-Lo siento- balbuceó soltándose completamente sonrojada.
El tipo se dio vuelta y encaró a la joven que había echado a perder sus bebidas. De inmediato se paralizo al reconocerla.
-Bella…-suspiró el nombre, estirando su mano para levantar aquel exquisito rostro.
-¿Edward?- abrió sus ojos sorprendida.
Su corazón había comenzado a latir fuertemente y las emociones se disparaban por todo su cuerpo. Ambos se quedaron mirando a los ojos por un tiempo largo, completamente metidos en su propia burbuja.
-Yo… lo siento- se volvió a disculpar, mirando la gaseosa esparcida por el suelo.
-Parece que cada vez que nos encontremos serán gracias a tus tropezones- le bromeó sonriendo.
-Parece- se rió avergonzada y completamente roja- ¿Qué haces aquí?- preguntó al reconocer en el entorno en el que estaban.
Edward dejó de sonreír y desvió la vista. Bella busco con su mirada lo que Edward estaba viendo, mala idea. Su autoestima cayó en picada al toparse con una rubia despampanante, vestía una mini falda luciendo sus largas y pálidas piernas, una blusa escotada, mostrando sus perfectos pechos. Apartó la vista rápidamente cuando la mujer encontró la mirada de Edward y lo saludaba efusivamente.
-Estas en una cita- pronunció las palabras con la mandíbula tensa.
-Bueno…- de repente quiso explicarle que no era lo que parecía. Lo sucio que se sentía por haber aceptado salir con su secretaria solo por que esta le abrió las piernas…
-Somos dos- le interrumpió levantando la cabeza. Ella había decidido olvidarse de él, para eso estaba en aquel ruidoso y molesto parque.
Si él podía salir con otras mujeres, significaba que no pensaba en ella, o que la había superado, o que nunca sintió nada. Cuadró los hombros y le dedicó su mejor mirada fría. Se sentía estúpida, ella que tanto lo había recordado, la cantidad de veces que se regañaba en el día por pensarlo. Mientras que él salía con quien quería, con mujeres aun más hermosa que ella. Mujeres maduras y con experiencia, no como ella, una niña ilusa.
-Yo también estoy en una cita- explicó ante la mirada confusa de Edward.
-Oh- fue lo único que salió de sus labios, y eso molestó a Bella.
Su estomago se revolvió y su ánimo bajo notoriamente, no quería quedarse más en ese lugar, no sabiendo que Edward estaba en el mismo lugar, con otra mujer.
-¿Bella?- la voz de Mike le dio fuerzas para no romper a llorar como la nula que era.
-Aquí- levantó su mano ante la desorientada mirada del chico, este la miró y sonrió ampliamente.
Se acercó a ella y le tendió su bebida, la tomó y se percató de que su cita notaba a Edward.
-¿Tú quien eres?-preguntó desdeñosamente, apoderándose de la cintura de Bella.
-Él es Edward, un amigo- contestó Bella intentando soltarse del agarre de Mike-. Edward, él es Mike Newton, un compañero del instituto.
Ambos chicos asintieron con el ceño fruncido. Se quedaron mirándose por varios segundos, retándose con la mirada. Pero claramente Mike ganaba con tener a Bella esa misma tarde. Ella los miraba con miedo, pues podía sentir la tención entre ellos. Cansada del concurso de ceños se alejó bruscamente de su cita.
-Lo siento, Mike- se disculpó cuando el chico la miró-. Pero me tengo que ir, no me siento muy bien- dijo la verdad a medias.
-Te acompaño…-se apresuró a contestar, pero Bella lo detuvo.
-No es necesario, de todos modos gracias- se puso de puntillas y besó la comisura de los labios-. Nos vemos en el instituto- giró la cabeza hacia Edward, pero ni siquiera lo miró-. Fue agradable volver a verte. Adiós- masculló y salió disparada hacia la salida del parque.
No esperó a que ninguno le dijera nada, simplemente se dedicó a caminar rápidamente, sin despegar la vista de sus pies, pues a la velocidad a la que iba si no prestaba atención terminaría en el suelo. Poco a poco sus ojos se nublaron, quería llorar, a gritos si fuera posible. Pero no podía, no delante de tanta gente y no cuando se dijo a si misma que no lloraría por él.
¡Qué tonta había sido! Pensar que Edward podría fijarse en ella, en una niña. No cuando a él lo rodeaban mujeres hermosas, maduras, con experiencia. Albergó falsas esperanzas y eso le había terminado de romper el corazón. Con lo duro que le había costado a Alice hacerla sentir bien nuevamente.
Sacudió la cabeza, se limpió las lágrimas y levantó la cabeza. Ella no le daría una nueva dificultad a Alice y Jacob, que tan amables la habían sacado de un pozo. No les haría pasar por lo mismo otra vez.
Logró divisar la salida, apretó el paso ya estaba cerca de salir cuando una mano la tomó por el antebrazo y la obligó a retroceder. Sorprendida y asustada se giró hacia la persona que la retenía. Y ciertamente, no esperaba encontrarse con él.
-¿Qué haces?- dijo molesta.
-Aún no puedes irte- le contestó con voz agitada.
-Dije que no me siento bien- bufó intentando soltarse.
-Te llevaré a un lugar que te hará sentir mejor- la tomó de la mano y la llevó a rastras de nuevo hacia los juegos.
-No quiero- dijo llorando, no podía detener ahora las lágrimas, no cuando él la había ido a buscar.
-No me importa- se encogió de hombros y apretó con dulzura la mano.
Odiaba verla llorar, y más sabiendo que de seguro era por su culpa. Él mismo se había prometido no hacerla llorar, y ahí estaba, tomándola de la mano y haciéndola llorar. Aun no sabía en que estaba penando cuando salió corriendo detrás de ella, solo era consciente de los susurros que se repetía una y otra vez en su cabeza "ve tras ella, no la dejes ir".
Bella por otra parte, se había dejado arrastrar por él, ella siempre se dejaría ir hacia donde Edward la empujara, y estaba segura de que no le importaría si él le ordenara que se arrojara de un acantilado. Eso la hizo sentirse estúpida, ciega y enamorada. No quería sentirse dominada por alguien que no correspondía a sus sentimientos…
-Ya llegamos- le anunció, interrumpiendo sus pensamientos.
Estaba tan ensimismada que no se había dado cuenta de que ya no caminaban. Levantó la cabeza y miró el enorme juego que se levantaba sobre ella.
-¿La rueda de la fortuna?- frunció el ceño- ¿Qué te hace pensar que esto me hará bien?- le preguntó con amargura.
-Algo me dice que si- apretó aun más su mano cuando sintió que Bella intentaría soltarse.
Le tendió los boletos a la encargada, luego metió a Bella dentro de la cabina, casi empujándola. Se estaba molestando por la resistencia de la chica, pero se rehusaba a dejarla marchar. No ahora que la había vuelto a encontrar. Sabía que se lamentaría por esto, pero de ello se ocuparía más adelante. Se acomodó en el sillón que estaba en frente de Bella.
-¿Dónde está tu cita?- preguntó con brusquedad, mirando por la ventanilla, cualquier cosa menos los ojos de Edward.
-Se ha quedado lloriqueando por ahí- dijo sin darle mucha importancia. La verdad era que había discutido con Heidi, ella se había puesto un tanto posesiva cuando lo encontró hablando con otra chica, y eso a él no le cabía, él no era de nadie… o al menos eso creía él.
-¿La dejaste por…?- dejó la pregunta incompleta, totalmente sorprendida.
-¿Por ir tras de ti?- terminó él arqueando una ceja. Bella solo se limitó a asentir-. Si, vales y eres más interesante que ella.
-¿De verdad?-la pregunta salió en un suspiro y las emociones revolotearon en su pecho-. Pero ella es tan hermosa y…
-Y una zorra- contestó de manera brusca-. No tienes idea de lo que hizo para que la trajera aquí.
-Ni tampoco quiero saberla- se cruzo de brazos y volvió a prestar atención al paisaje-. De todos modos, no es de un caballero abandonar a una dama….-aunque no quisiera reconocerlo, se sentía halagada en que Edward la hubiera preferido a ella.
La cabina estaba en lo alto, podía apreciar toda la ciudad de Seattle. A pesar de ser de noche, la imagen era asombrosa. De pronto sintió una mano posarse en la suya, apartó la vista del paisaje y se fijó en los ojos esmeraldas, de inmediato se perdió en ellos y no le importó saber que debía de tener una mirada de tonta en la cara.
-Tiempo sin verte-murmuró él, mirándole intensamente.
-Cierto- coincidió ella, cerró los ojos y respiró profundamente. Este tiempo con él debía de aprovecharlo, por lo que dejó todos sus sentimientos y pensamientos atrás- ¿Cómo te ha ido?- preguntó tontamente.
-Bien- rió- ¿Y a ti? ¿Con cuántos autos de has tropezado?-bromeó
-Con ninguno- rodo los ojos-. He estado un poco atareada…con el estudio- aclaró rápidamente.
-¿Cuántos te queda?- preguntó mientras se sentaba a su lado y tomaba ambas manos.
-Dos meses-suspiró cansada.
-¿Y qué harás luego? ¿Seguirás con el modelaje?
-Estudiaré en la universidad, Literatura. Seguiré con el trabajo hasta que consiga lo que quiero- le sonrió y miró sus manos.
-Cierto, me dijiste que te gustaba- recordó que se lo había comentado cuando habían cenado juntos.
Los siguientes segundos se quedaron callados, apreciando el momento entre ellos. Tomados de las manos y sonriéndose dulcemente. Hasta que Bella lo miró a los ojos y él no le correspondió, solo siguió mirando sus manos entrelazadas. Su corazón se aceleró al notar que quedaba poco para que llegaran a suelo, y entonces supo que tendrían que volver a despedirse.
-¿Este es otro adiós?- preguntó ella con voz estrangulada.
-Lo estoy pensando- murmuró él apretando las manos.
-No lo hagas- susurró y sin pensarlo tomó el rostro de Edward entre sus manos y estampó su boca con la de Edward.
Edward quedó un poco atónico por el repentino acto, pero solo le duró un segundo, antes de cerrar sus ojos y devolverle el beso. Imitó el gesto de Bella, tomar su rostro, y la acercó aun más a él. Saboreando su boca, su pequeña cavidad, su sabor. Un sabor único y embriagador, uno al cual, de ser la segunda vez que probaba, se estaba volviendo adicto, y hasta podía asegurar que no podría pasar un solo día sin tenerlo en su boca.
Bella pasó sus brazos por su cuello y pegó su pecho al de él, sintiendo la firmeza y dureza. Se preguntaba cómo había sobrevivido tanto tiempo sin besarlo, sin tenerlo entre sus brazos. Sintió que sus pulmones le gritaban por aire, por lo que rompió el beso para respirar.
-Me dificultas alejarme- murmuró Edward sonriendo como tonto.
-No quiero que lo hagas- le contestó abriendo los ojos.
-Yo tampoco…- se sinceró.
-Entonces no lo hagas- pidió y se alejó por completo de él. Sus mejillas estaban hirviendo, pues ella no era una arrastrada, sin embargo decía y hacía cosas con Edward que nunca le diría a nadie.
-¿Por qué estas tan dispuesta a estar conmigo?- cuestionó sin comprender la desesperación de ella-. No me conoces, no sabes quién soy y que puedo hacer.
-No me importa- contestó rápidamente.
-¿No te importa?- se rió amargadamente, se paró y caminó por la pequeña cabina, sopesando la idea de tirarse del juego- ¿Acaso tus padres no te enseñaron a no confiar en un desconocido?- dejó de caminar al darse cuenta de lo que había dicho.
Se maldijo y comenzó a insultarse al ver a Bella nuevamente llorar, estaba rompiendo su propia promesa. Se acercó a ella, quien simplemente miró otro lado, llorando en silencio. Él no sabía la cusa de la muerte de los padres de Bella, pero no necesitaba saberlo, ellos no estaban con ella y él había dicho algo en ofender sus nombres.
-Lo lamento- se apresuró a decir-. De verdad, lo lamento- intentó tomar sus manos, pero ella las retiró de manera brusca.
-Lamento ser tan niña- murmuró con voz temblorosa-. Es natural que no quieras estar con una niña huérfana- la última palabra la dijo entre dientes.
-No, no. Lo estas malinterpretando- se apresuró a remediar su error-. Yo soy un insensible al decirte eso, pero… me cuesta creer que quieras estar a mi lado de tan buena manera, sin importarte quien soy.
-Tienes razón- aceptó sin mirarlo.
-No me des la razón como los locos- gruñó molesto.
La cabina se detuvo y ella se levantó de un salto, la encargada abrió la puerta y ella salió disparada hacia la salida del lugar. Ya no soportaba ni un minuto más en ese lugar. Un día que había comenzado bien, había terminado en lágrimas y el corazón hecho trizas.
-¡Bella!- le gritó Edward, pero ella ni siquiera se giró a mirarlo.
Ella siguió caminando hasta llegar a la calle, donde los autos pasaban. Buscó un taxi desocupado, pero todos eran tomados por gente que estaba esperando de antes. La tomaron por los hombros y la obligaron a girarse.
-Ya te pedí disculpas ¿Qué más puedo hacer?- la miró con suplica.
-Acepto tus disculpas- asintió-. No me puedo estar enojando y llorando por todos aquellos que ofendan a mis padres, yo se que hicieron y que no- dijo en modo tangente-. Ahora déjame en paz.
Las palabras sonaron duras y frías, eso partió a Edward, se sentía terrible por cómo se comportó con ella, por lastimarla con cada palabra y acto suyo. Sin embargo se negaba a escucharse a si mismo diciendo que le hiciera caso, que se alejara de ella, antes de que los dos terminaran lastimados. Pero le era imposible, no quería separarse de ella.
-No quiero- hizo eco a sus pensamientos-. No quiero dejarte, no ahora, ni nunca- cerró los ojos y dejó que su corazón se apoderara de él-. Estuvo mal lo que te dije, pero también quiero que me comprendas- se sentía como un adolescente, confesándose al frente de la chica que le gustaba-. No puedo… acercarme emocionalmente a alguien.
-¿Por qué?- le preguntó como autómata.
-No te lo puedo decir- murmuró soltándola y mirando a la gente pasar.
-Entonces déjame…
-¡No!- exclamó y la abrazó fuertemente, hundiendo su cara en el cabello de Bella-. Por favor- rogó y la apretó contra él-. Realmente quiero que seamos algo, quiero tenerte conmigo pero… no puedo.
-¿Podemos hablar en otro lado?- preguntó ella con voz suave. Edward levantó su cabeza y miró a la gente que los miraba sin vergüenza.
-Seguro- la tomó de la mano y la llevó hacia el aparcamiento, donde estaba su auto- ¿A dónde?-preguntó mientras caminaban.
-A mi casa.
-¿Segura? Podemos ir a otro lado, no quiero incomodarte.
-No es problema- se encogió de hombros-. Ahí estaremos tranquilos.
-Bien- aceptó y se inclinó a besarla.
Bella le respondió de buena manera si iba a tener pocos minutos con Edward, los aprovecharía al máximo. Aunque otra cosa se había grabado en su mente, una nueva decisión, tratar de retenerlo.
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