Capitulo 8
EDWARD POV Carlisle había logrado hablar con el director y convencerlo de que me dejara entrar al instituto nuevamente. Mi padre me contó que el director se negó rotundamente al principio, pero él logró persuadirlo a que no podía suspenderme los primeros días del año, además no había hecho nada comparado con lo que Newton intento. Aun así el viejo director se negaba, hasta que mi astuto e inteligente padre se le ocurrió que me quedara tres horas luego del instituto haciendo clases adicionales, las cuales no tenían sentido.
Afortunadamente eso le agradó al director y me dejó volver. Solo que sería mañana, por lo que aun tendría que conformarme con quedarme en casa y mirar el reloj avanzar con lentitud, esperando a que Bella regresara.
Seguían pensando en lo que había pasado en la mañana, la actitud extraña que tomó y como huyó luego de ello. Por más que me rebanaba el cerebro pensando no lograba comprender nada. Tampoco sabría si habló con Rosalie o Alice en el instituto. Odiaba el poder de Bella, lo detestaba, era la única barrera que existía entre nosotros.
-¿Cariño?- llamó Esme antes de abrir la puerta.
-Adelante- me senté en la cama y tiré el almohadón con el resto de las almohadas.
-Hola, solo quería decirte que iré al vivero a comprar unas plantas- se sentó a mi lado con una sonrisa.
-Por supuesto, Esme. No tienes que pedirme permiso- le devolví la sonrisa.
-Era para decirte si no querías ir por Bella- se encogió de hombros.
-Estoy castigado- le recordé.
-Entonces…- golpeó su mentón con un dedo, mientras fingía pensar-. Te ordeno a que vallas por Bella al instituto.
-Oh, entonces lo aré- asentí riendo mientras besaba su mejilla-. Definitivamente eres la mejor.
-Gracias a ustedes- me abrazó dulcemente y salió de mi cuarto.
Con una sonrisa plantada en mi rostro, bajé volando por las escaleras hasta el garaje, donde se encontraba mi preciado auto. Subí y lo encendí, en menos de cinco segundos me encontraba recorriendo las calles de Forks hacia el instituto, donde se encontraba el amor de mi vida.
Pero como el idiota que era, no me fijé en la hora, por lo que tuve que esperar sus buenas cuatro horas hasta que los alumnos comenzaran a salir. Me relajé y encendí mi estéreo con mi música favorita.
Jamás en mi cabeza se había formado la idea de que esto algún día pasaría. Yo el chico-vampiro perfecto, estaría perdidamente enamorado de una vampira que antes había sido humana, a la cual secuestraron de niña al enterarse que nosotros la habíamos cuidado. Los destinos eran muy malos con las decisiones que armaban, metían en problemas a todos, y por largos tiempo nos hacían sufrir de las peores maneras, pero, casi, siempre al final todo salía bien y podías vivir felizmente.
-¿Ese es Cullen?-escuché una voz ronca acercándose a mi auto, no le di importancia.
-Sí, supongo que ha venido a buscarme- esa era la voz de Bella.
Me senté de golpe y la vi. Venía caminando cómodamente con un muchacho alto, desgarbado moreno y cabello largo. Sonreía y se codeaban mientras hablaban. La ponzoñosa ardió por todo mi cuerpo hasta juntarse en mi boca, pude sentir como mis ojos cambiaban de color y un espantoso gruñido brotaba de mi pecho.
Salí del auto y caminé hacia ellos, no medía la velocidad a la que iba y poco me importaba, mientras más rápido llegara a ella, más rápido a alejaría de aquel…humano.
Bella me miró y supo en ese instante a lo que me proponía, por lo que se apresuró a detenerme, sutilmente.
-Jake, te presento a Edward…
-Su novio- gruñí pasando un brazo por su cintura, dejando en claro de quien era.
-Vaya…-murmuró rascando su cabeza-… sí que es extraña la relación que tienen…- desvió su mirada de Bella-. Demonios, ya la perdí-gruño en su mente y estuve a punto de abalanzarme sobre él, si no fuera porque Bella me tenía abrazado.
-Ya habíamos hablado de esto antes, Jake-sonrió Bella haciendo que la sangre del niño se juntaba en las mejillas.
-Sí, sé que no son hermanos de sangre, pero…igual es raro- metió las manos dentro del jean gastado y roto-. En fin, solo quería conocer al genio que expulsó al idiota de Mike, pero… estamos medios desilusionados, tendrías que haberlo echado por completo- me miró con gesto arrogante.
-No te preocupes, no le haré la estancia tranquila para cuando vuelva- le sonreí, con aquel comentario me hiso sentir que quizás podríamos ser amigos, pero cuando una imagen de Bella y él besándose flasheo en su mente, supe que jamás lo seríamos.
-Como sea, nos vemos mañana, Bella- la saludo con la mano y a mí con un asentimiento, luego camino lejos de nosotros, donde el grupo de sus amigos lo estaban esperando.
-Eso fue innecesario- se quejó Bella alejándose-. Fuiste duro con él.
-No lo sería si no pensara en ti como otra cosa que amiga- le bufé cruzándome de brazos y mirando al moreno quien reía a carcajadas con un chico.
-Como si yo fuera a fijarme en él- no la miré, me sentía muy enojado-. Sabes que te amo a ti ¿para qué irme con otro?- sus manos se posaron en mi cintura, ahora intentaba ignorarla, pero no podía cuando su cuerpo se acercaba al mío-. Eres tan tontamente celoso- soltó una risita antes de tomar mi cara y plantarme un beso.
Mi enojo se desvaneció al instante, pase mis brazos por su cintura y medio la alcé apretándola contra mi auto. Sentí una sonrisa en sus labios, mientras la besaba con ferocidad, la había extrañado toda la mañana, había extrañado sus besos, su cuerpo, sus caricias, su voz, su olor. Me era imposible estar alejado de ella sin sentir un espantoso dolor de anhelarla conmigo.
-Te extrañe mucho- murmuré contra sus labios.
-Igual yo- sonrió acariciando mi cara-. Vampiro celoso y posesivo.
-No puedo evitarlo- me reí porque era verdad-. Vamos a casa, quiero recuperar el tiempo perdido.
Bella asintió y antes de ir a su asiento me dio un beso tierno y corto. Entramos al auto y salí a toda velocidad del estacionamiento, pero mientras conducía se me ocurrió ir a otro lugar, donde solo estaríamos nosotros, sin que nadie estuviera pendiente de lo que hacíamos. Me desvié del camino y conduje aun más rápido hacia nuestro prado.
Sentí la mano de Bella tomar la mía, le sonreí y entrelacé nuestros dedos, luego llevé ambas manos unidas a mis labios y besé sus nudillos. Estacioné el auto y nos bajamos de él corriendo. Como era costumbre, Bella se adelantó, retándome a una competencia de velocidad, en la cual yo era el más veloz, pero le di ventaja, deleitándome con el sonido de sus carcajadas.
Iba a solo un metro detrás de ella, y ya podía vislumbrar el prado, no nos quedaba mucho y a la velocidad que íbamos llegaríamos en cuestión de segundos. Pero justo antes de entrar a aquel enorme circulo de flores, me arrojé sobre ella y la tumbé sobre la hierba. Le gruñí juguetonamente mientras ella seguía riendo.
Sus risas cesaron de a poco cuando nuestros ojos se clavaron y ambos nos reflejábamos en los del otro. Levanté mi mano y acaricié su mejilla con deliberada ternura o suavidad, ella cerró los ojos y soltó un suspiro. Mis dedos acariciaron sus parpados, sus pómulos, su pequeña y refinada nariz, su mentón, sus perfectos labios, quienes los deje para el último. Esos únicamente quería tocarlos con los míos y mi lengua.
Y no esperé mucho para hacerlo, pronto corté la distancia que nos separaba y uní con mis labios en un beso lento, dulce, cargado de todo el amor que sentía por ella. Me correspondió pasando sus dedos por mi cabello, acariciando mi cuero cabelludo, se sentía tan bien tenerla debajo de mí, sentir como me correspondía, sentir su aroma. Me hacía tocar el cielo con la punta de los dedos.
El beso poco a poco se fue intensificando, ya era con desesperación… con deseo. Entonces lo supe, ahora era el momento, este era el momento en que nosotros pasaríamos a otro nivel, a uno en el que nos demostraríamos de manera física nuestros sentimientos. Me separé un poco de ella para murarla a los ojos, y saber si ella estaba tan segura de este momento como yo.
Para mi sorpresa, alivio y anhelo, ella también lo deseaba. Sin más preámbulos desgarré su ropa con mis manos, ella soltó un jadeó y arqueó su espalda. Tiré los pedazos de prendas por algún lugar del prado y me quede mirando el torso de Bella, sus pechos que únicamente estaban tapados con ropa interior de encaje color azul. La ponzoñosa se acumuló en mi garganta, tenía sed, pero no de sangre, más bien de saborear a la mujer que se encontraba debajo de mí.
Como si fuera un animal me abalancé contra ella, contra su cuello, el cual lamí, mordí y succioné a mi antojo, sintiendo en mis oídos los suaves gemidos de Bella, más sus delicadas manos que acariciaban mi espalda, con caricias lentas y tentadoras. Has que en un momento rasgó mi camiseta y pasó sus uñas por mis músculos. Era el más de los deliciosos placeres.
Sentía que mi miembro latía dentro de mis pantalones, gritándome que lo liberara y le diera su merecido placer. Pero yo aun me quería tomar mi tiempo para saborear a Bella. Arranqué nuestros pantalones y nos dejé en ropa interior, la contemple de arriba abajo, pero no me sentía satisfecho de tenerla así, toda para mí, no con ese adorable y apetitoso conjunto que tenía. Quería verla completamente desnuda ante mí, como la había tenido hacía un año atrás. Pero esta experiencia era mejor.
Le sonreí y volví a besarla con hambre, devoré sus labios mientras mis manos recorrían la piel expuesta, me separé un poquito para mirarla con una sonrisa picara antes de romper su sujetador, sin despegar mis ojos de ella. Soltó una cantarina carcajada luego tomó mi cabeza y volvió a besarme. Mis manos masajearon sus pechos a mi antojo, los apreté y jugué con sus pezones. Mi boca me pedía que los probara, por lo tanto no la hice desear, bajé por su cuello dejando un rastro de húmedos besos hasta llegar a una de las cimas, donde el pezón ya se encontraba erecto.
Lo metí en mi boca y ambos soltamos un gemido a la par. Sabía delicioso, mejor que sus labios. Lo torturé, lo lamí, chupé y mordí suavemente, mientras mi mano atendía al otro. Sonreía cuando Bella soltaba gemidos cada vez más altos, ya podía sentir el olor de su humedad, el olor de su deseo. Y yo ciertamente ya no aguantaba más, ya no podía continuar con la previa, tenía que hacerla mía, de una sola vez.
Solté el pezón de mi boca y alcé sus piernas para que las enrollarla en mis caderas, obedeció mordiendo su labio inferior, demasiado sexy. Me apoyé en mis manos, dejando la cabeza de mi miembro en su mojada entrada.
-Te amo- le murmuré con voz ronca.
-Y yo a ti- me correspondió besando mis labios y levantando sus caderas para meterme dentro de ella de una sola vez.
Ella pegó un gritito de placer, mientras que de mi pecho se salía un gruñido que jamás había escuchado antes, no era de enojo, como los solía soltar, más bien era del placer que yo mismo sentía en este momento. Esperé a recuperar el aliento para moverme, ya que si lo hacía de inmediato terminaría estallando y eso por un lado es sumamente vergonzoso.
Me di cuenta de que no era el único que respiraba agitadamente, clavé mis ojos en los suyos y comencé a moverme lentamente, entrando y saliendo con suavidad y una lentitud que me permitía sentir completamente a Bella. Ella soltaba pequeños quejidos, cerraba los ojos y arqueaba la espalda conforme la penetraba.
Abrió sus ojos, oscurecidos por la pación y me pidió más. Yo como el simple esclavo que era, aumenté el ritmo viéndola retorcerse debajo de mí. No esperé a que ella pidiera más, solo aumente el ritmo nuevamente a uno frenético el que me impidió seguir mirándola, cerré mis ojos ante la fricción de nuestros sexos.
Bella jadeaba y gemía a un volumen, un poco, alto, el cual me volvía loco junto al sonido de nuestras caderas al encontrarse. Esta, sin duda, era la primera vez que hacía el amor, y jamás lo cambiaría por nada del mundo.
-Edward…-lloriqueó ella y se agarró de mis hombros, escondiendo su cara en mi cuello, podía sentir las paredes de su sexo tensarse.
Estaba por venirse y yo estaba tan listo como ella. La abracé con un brazo, mientras que metía mi mano libre entre nuestros cuerpos hacía el vientre bajo de Bella, me ti aún más lamo hasta encontrar aquel botón que haría que estallará en cuestión de segundos. Lo acaricie circularmente con mi dedo pulgar, ella boqueó y sus paredes internas se apretaron alrededor de mi miembro haciéndome estallar a mi también.
Me dejé caer en sobre su cuerpo, jadeando por aire y sintiendo las olas de placer arrasando con mi cuerpo. Bella me abrazó fuertemente y besó mi hombro, también respiraba con dificultad. Era irónico, nosotros no necesitábamos de aire, sin embargo ahora lo necesitábamos más que nunca.
-Eso fue increíble- susurró ella acariciando mi cabello.
-Ni que lo digas- acepte sin moverme, ni salir, de ella.
-En mi opinión fue asqueroso, y eso que solo los vi unos segundos- dijo la voz de Alice desde alguna parte del bosque-. No pienso acercarme, desde aquí puedo sentir el olor…- se quejó y podía ver en su mente… nada, estaba negro.
No pude evitarlo, me solté a reír a carcajadas por lo infantil de mi hermana.
-¡No te rías o dejaré que lleguen a la casa desnudos!- me amenazó, pero no podía evitarlo, era demasiado gracioso-¡Ya para de reírte, Edward!
-Alice, deja la ropa, por favor- le pidió Bella, sentándose en el suelo.
Yo había caído de costado sosteniendo mi estomago. Mi hermana bufó y me aventó la bolsa de papel, claro que le erró. Luego se marcho,
-¿Qué es tan gracioso?- preguntó mi ángel acariciando mi brazo.
-Pues…Alice se estaba cubriendo los ojos para no vernos y me aventó la bolsa sin ellos abiertos- el ataque de risas ahora nos atacó a los dos.
Llegamos a la casa alrededor de las nueve de la noche. No pudimos contenernos a repetir un par de rondas más en el prado y otra en el auto. Mi Bella era insaciable y yo no era quien para detenerla, gustoso me ofrecía a complacerla en todo lo que me pidiera.
Dejé el auto aparcado dentro de la cochera, tomé a Bella de la mano, pero ella me jaló hacia una pared y me besó con intensidad. Nos cambié de lugar y la subí a mi cintura, metí mis manos bajó la camisa que Alice le había traído y la acaricié rudamente. Baje dejando besos por su cuello, hasta terminar soltando pequeñas risitas.
-¿De qué te ríes?- preguntó agitada.
-Ahora nos están comparando con Emmett y Rosalie- la solté y la dejé en el suelo.
-Nadie, nunca, podrá superarlos- bromeó ella.
-¡Te escuchamos!- gritó la pareja desde su habitación.
-Esa era la idea- es devolvió Bella tomando mi mano y caminando hacia la sala de la casa.
Me sentía tan feliz, tan completo, tan…
-Hola, Edward.
Me giré para ver a una mujer no más alta que Bella, de cabello rubio, largo hasta la cintura y lacio, completamente lacio. Su cuerpo era normal, ni muy voluptuoso ni tampoco plana, pero no era nada comparado con Bella. La miré con extrañeza, pues no me resultaba conocida esa vampira de ojos rojos.
-¿Quién eres?-preguntó Bella poniéndose delante de mí.
De repente comencé a sentir una tremenda atracción hacia esa mujer, quería tirarla al suelo y penetrarla duramente. En ese momento lo recordé…
-Elena…
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