Capitulo 9
EDWARD POV
-Elena…- dije sorprendido al notar la ola de deseo que recorría mi cuerpo.
Lo prendía y me hacía endurecer de inmediato, a la vez sentía miedo, miedo de lo que era capaz de hacer si no me controlaba como debía. Tomé lo primero que tenía cerca, por suerte era Bella, La tomé por la cintura y la pegué a mi cuerpo.
-¿Quién es?-preguntó Bella sin dejar de mirar a Elena.
-Elena- se presentó con una sonrisa encantadora, eso produjo que otra ola de placer me hiciera estremecer-¿Y tu…?
-La novia de Edward- murmuró Bella entre dientes apretados.
-Oh, no sabía que estabas comprometido- volvió su vista hacia mí-
. Esto se pondrá interesante.
-Sí, somos novios- agregué como tonto.
Para mi suerte llegó Jasper, controló un poco las olas de placer, aunque él también parecía afectado.
-Tiempo sin verte, Elena- la saludó tenso, pues sabía que algo tramaba.
-Estábamos cazando y decidí pasar a visitarlos- se encogió de hombros, mientras se balanceaba como una niña pequeña.
-Lindo de tu parte- logró decir mi hermano-¿Pasamos a la sala? Te esperan para saludar- le tendió la mano hacia la habitación donde estaban los demás.
Podía escuchar en la mente de Carlisle y Emmett lo preocupados que estaban con esa amenaza en la casa. Rosalie y Alice ya quería quemarla y bailar desnudas alrededor de la fogata, muy originales, como brujas. Mientras que Esme se mantenía en una calma increíble, por alguna razón no se dejaba perturbar con la llegada de Elena a la casa, como los demás.
Una vez que Elena siguió a Jasper a la sala, tomé a Bella en brazos y la subí a nuestra habitación. La dejé en la cama y cerré la puerta con cerrojo. Estúpido, lo sé, pero no se me ocurría otra cosa.
-¿Qué pasa?- preguntó Bella, molesta.
-Nada, solo…quiero estar más tiempo contigo- le sonreí de me mejor manera, pero ella no me creyó y se cruzó de brazos arqueando una ceja-. Ok, te diré y estoy en un grave problema- me rendí.
-¿Quién es esa tal, Elena? ¿Alguna amante pasada?- cuestionó muy, muy, molesta.
-¡Claro que…!- lo medite un poco-. ¡Ni siquiera terminé lo que estábamos haciendo!- exclamé, grave error porque Bella me miró aun más molesta-. Bella, no es lo que piensas…-comencé a decirle, para calmarla.
-¿Entonces qué es? Porque de verdad no te entiendo- masculló.
-Esa mujer es una bruja- me dejé caer a la cama-. Tiene un don parecido al de Jasper, pero el de ella es limitado y es uno solo- le expliqué.
-¿Cuál?-preguntó ahora relajada.
-El don de hacer sentir deseos de solo verla- solté conteniendo la respiración-. Yo anteriormente la había rechazado, había caído y la terminé por dejar- expliqué, a medida que hablaba Bella fruncía su ceño-. Fue la vez que nos conectamos.
-Oh.
-Ese día ella llegó con unos compañeros y trató de seducirnos a todos- me acosté en la cama, tapando mis ojos con mí brazo-. Cuando me conecté contigo no quise volver a estar con ella, sabiendo el poder que tenía y se marcho.
Esperé a que Bella dijera algo, pero se mantenía callada, y yo no me atrevía a mirarla. Por lo que seguí hablando, como un cobarde.
-Ahora mismo está maquinando ideas para hacer que me abandones- mi voz sonó asustada-. En cuanto me vio comenzó a mandarme olas de placer y no sé si…
En ese momento sentí el delicado cuerpo de Bella sentado sobre mis caderas. Mi brazo fue removido de mi cara, junto con el otro, hacia arriba de mi cabeza. La miré con miedo, en realidad no sabía que esperar, pero me sorprendió al encontrarla sonriendo pícaramente. Eran estos los momentos, junto con algunos otro, en los que deseaba poder leerle la mente. Y como si ella me hubiera escuchado pude escucharla en mi cabeza…
-
Entonces vamos a mostrarle que tan bien usamos su poder-su voz sonaba tan ronca en mi cabeza, que quise escucharla en mis oídos.
Le sonreí e intenté soltar mis brazos para tocarla, pero me lo impidió.
-Esta noche déjame a mí encargarme de esto- susurró en mi oído, lo que hizo que me estremeciera.
-Entonces no estás molesta-sondeé.
-Bastante- me miró con ojos negro-. Pero no contigo.
-Perfecto-le sonreí y me devoró la boca.
Era increíble lo desatada que se había puesto mi Bella. Desde que lo había hecho por primera vez en el prado, y otras cuatro en el camino, no había manera de pararla. Y no era la única, yo tampoco podía despegar mis manos de su cuerpo, o besar sus deliciosos labios. Me encantaba verla removerse bajo mi cuerpo, escucharla suspirar o nombrarme. Era lo mejor que en mi vida de vampiro pude siquiera imaginar. Me sentía como un adolescente, todas hormonas y calentura, y, por supuesto, una hermosa novia que cooperaba conmigo.
Esa noche lo hicimos unas tres veces, una tras otra, ¿lo mejor? No me sentía cansado, quería más. Emmett en repetidas ocasiones nos gruñía para que paráramos, ya que le sacábamos la concentración sobre Rosalie. En realidad no era nuestra culpa, más bien suya por escucharnos.
-Una de las mejores noches de mi vida-suspiro Bella contra mi pecho.
-Sin duda- asentí mientras la estrechaba más contra mí.
-¿Podrías enumerar tus noches?- me preguntó y se acomodó sobre mi pecho para mirarme.
-Todas desde que te conocí- le sonreí y ella rodó los ojos, con una sonrisa
-Era pequeña en ese entonces.
-Pero cuando llegaste a la casa y te vi dormir-suspire y la recordé, tan pequeña e indefensa… tan humana-. Esa fue la primera noche.
-Pedófilo- se rió y golpeó juguetonamente mi hombro.
-Dime ¿Cuál fue la tuya?- pregunté arqueando una ceja.
-Cuando te conocí-confesó sonriéndome con dulzura.
La atraje hacia mis labios y la bese con todo el amor que le profesaba. Era suave, lento, sin prisas ni lujuria. Solo amor.
-¡Dejen de besuquearse!-grito Alice desde afuera-¡Es hora de ir al instituto!
De mala gana tuvimos que separarnos y vestirnos. Realmente no tenía deseos de salir de la cama, más si Bella estaba conmigo y me acompañaba. Mi mente maquinaba tantas cosas para hacer con ella ahí adentro…
-¿En qué piensas?-preguntó Bella desde mi espalda.
Pasó sus manos por mi pecho y comenzó a abotonar mi camisa. Su cabeza estaba apoyada en mi hombro, mirándome por el espejo. Apoyé mi cabeza en la suya y le sonreí. Me encantaba la imagen, tan natural, tan dulce…
-En lo bien que me hace tenerte a mi lado-le contesté al tiempo que me giraba y la abrazaba.
-A mí también me hace feliz tenerte a mi lado- me contentó con una dulce sonrisa.
Estaba por besarla, pero nos tuvieron que interrumpir, quien más que Emmett…
-Ya es suficiente- bufó y cargó a Bella-. Ya me han colmado la paciencia- decía mientras bajaba las escaleras con Bella al hombro, quien se reía a carcajadas-. Han estado abotonados todo el maldito día de ayer- gruñó.
-¡Emmett!-le regañó Esme al escuchar que nos comparaba con los perros.
-¡Pero si es verdad, Esme!- se defendió-. Desde que salieron del instituto hasta hace un par de horas, tu hijo promedio no ha salido del….
-Ni se te ocurra decir semejante vulgaridad- le amenacé, aunque me estaba divirtiendo.
-Entonces no lo hagas- cerró la puerta de su Jeep y caminó hacia el lado del conductor.
-Simplemente presta más atención en Rosalie en vez de lo que Bella hace- le reproché abriendo la puerta donde estaba Bella-. Te recuerdo que ella ya no es una niña.
-Crecí, Emmett- dijo ella tirándose a mis brazos.
-¿Qué haces?- preguntaron los tres mirando cómo me a llevaba a mi auto.
-Voy al instituto con mi novia- dije con obviedad.
Entramos al auto siendo observados por nuestros hermanos, excepto Alice, quien nos sonreía. Los saludamos y pisé el acelerador a fondo. En pocos minutos nos encontramos en el instituto. Cuando baje de mi auto, todos me miraban, obviamente nadie me esperaba hasta dentro de un mes. Los hombres, amigos de Mike, me miraban con odio y sus pensamientos eran de solo insultos, pero también tenían la imagen del hombro de su amigo, no querían ponerse en mi camino. Eso me hiso sonreír con suficiencia, al menos habían captado el mensaje de "no te acerques a Bella o sufrirás las consecuencias".
Por otra parte las mujeres se alegraban de mi llegaba, demasiado, algunas planeaban invitarme a salir o tirar sus libros delante de mí, solo para que les sonriera. Pero en cuanto Bella me tomó de la mano y me besó, las pobres muchachas se desilusionaron y hasta algunas lloraron. En cierto modo era cómico.
-Si ellos deben saber que soy tuya, entonces ellas deben saber que eres mío- susurró contra mis labios.
-Definitivamente-asentí y la acorralé contra la puerta de mi auto.
-Recuerden que estamos en el instituto- nos interrumpió Emmett.
-Tú lo hiciste en el baño de hombre, el gimnasio, la cafetería, el salón de música, de biología….
-¡Suficiente!-me gruñó interrumpiéndome y entró al instituto echando humo, mientras Rosalie se reía.
-¿De verdad lo hicieron en todos esos lados?- me preguntó Bella con cara de asco.
-Y eso que no terminé de seguir la lista- le guiñé un ojo y pasé mi brazo por sus hombro.
Las clases pasaron con total normalidad y aburrimiento. Cada clase la compartía con Bella y era realmente reconfortante ver como había logrado avanzar con el olor a sangre de los humanos. Se la notaba más natural en el aula de clases, a comparación del primer día. Pero se seguía aferrando a mi brazo cuando teníamos que caminar por los atestados pasillos, de clase en clase.
Cuando alguien chocaba con ella distraídamente, su cuerpo se tensaba al máximo y la podía escuchar gruñir, sus ojos se volvían negros. Era un poco difícil tener que controlarla y más con tanta gente rodeándonos, por lo que en el tercer periodo la había besado para distraerla, por suerte eso funcionaba.
-A veces pienso que no sé si voy a lograr superarlo-me dijo a la hora del almuerzo.
-Desde ya estás haciendo un buen trabajo, amor- le acaricié la cabeza, tratando de animarla, no me gustaba verla abatida.
-Aun no puedo caminar con normalidad- cerró los ojos y negó con la cabeza-. Anteriormente caminaba con Jasper e íbamos a las clases juntos, pero ahora….
-¿Quieres que te siga acompañando?-le pregunté mirando a mi hermano que asentía a acompañarla.
-No- lo miró y le sonrió-. Quiero que me acompañes tú.
-No es problema para mí- le sonreí y bese su frente.
-Tu lograrás salir de esta más rápido, Bella-le apremió mi hermano-. No hace mucho que te alimentas de humanos, será más fácil.
-Gracias-le sonrió ampliamente y continuamos hablando de trivialidades.
Las clases terminaron y yo me tuve que quedar en la sala de castigos, obviamente para cumplir con el trato de mi padre y el director. A Bella no le permitían quedarse conmigo. Mi ángel había protestado por ello, pero el director se negó rotundamente, también le había prohibido quedarse en el auto a esperarme.
-¡No es justo!- fue lo último que dijo antes de que Emmett y Jasper se la llevaran.
Con un suspiro me reacomodé en la silla cerrando los cuadernos donde me había dejado tareas, sencillas, para mí claro. Tenía que pasar unas buenas tres horas en el maldito salón pero aceptaba esto antes que estar toda la mañana sin Bella, tres horas no eran nada…
-¿Por qué estas castigado, Edward?- habló una voz familiar desde la puerta.
Con temor me levanté del asiento y retrocedí al ver a Elena recostada en la puerta. Estaba tan concentrado pensando en Bella que no la había escuchado entrar ni sus pensamientos. Me miraba con deseo, sus ojos subían y bajaban por mi cuerpo, hasta clavarse en mi entrepierna la cual palpito contra mi voluntad.
-¿Cómo entraste aquí?
-Como si no pudiéramos entrar a cualquier lugar-seguía mirando mi entrepierna mientras se mordía el labio inferior.
-Como sea, lárgate- le espeté intentando ponerme firme.
-Vamos, Edward-ronroneó acercándose a mí- ¿Nunca se te pasó por la cabeza hacerlo en una escuela?
-No- contesté rápidamente.
-Créeme, es realmente excitante- me miró y sentí como mi cuerpo se estremecía de placer…
-No me interesa- dije con dificultad.
-Va a ser muy divertido- susurró y tiró sus brazos hacia mi cuello, acorralándome contra la pared.
-Tengo novia- le recordé.
-Y tú me rechazaste- me recordó.
-No estoy interesado en mujeres que me manipulan- intenté soltarme, pero su cuerpo pegado al mío…me costaba pensar.
-¿Sabías que…al estar emparejado mi don es más poderoso?- murmuró en mi oído, luego mordió mi lóbulo.
Involuntariamente solté un gemido, no podía contenerme más, mi cuerpo me pedía a que descargara toda la energía sexual que tenía. Aunque mi cabeza me decía que no debía, que ella me estaba controlando, que eso significaría engañar a Bella…
Bella…no podía hacerle esto a ella, no podía dejar que mi cuerpo me dominara. Esto era como beber sangre, mi mente me dominaba, no mi deseo.
-No te resistas, Edward- murmuró Elena metiendo sus manos debajo de mi camisa.
-Aléjate…de…mí….- dije con dificultad, sus caricias me daban asco, pero podía sentir su poder recorrer mi cuerpo.
Mi cuerpo temblaba, me dolía, me sentía entumecido. No podía mover mis extremidades, pero si podía sentir el cuerpo de Elena sobre mí. Sus manos, su boca…era asqueroso, realmente lo era, pero no podía moverme…
Cerré los ojos e intenté pensar en otra cosa, mientras no tuviera que verla, las cosas terminarían pronto. De repente dejé de sentir el cuerpo de Elena y un fuerte gruñido retumbó por toda la habitación. Abrí mis ojos y suspiré aliviado de ver a Bella agazapada en dirección a Elena. Aun no podía moverme.
-¡¿Por qué demonios tienes que interrumpir siempre?-chilló Elena, también agazapándose.
-Por que cuido lo que es mío, bruja- gruñó Bella y se abalanzó sobre Elena.
Pero mis hermanos a detuvieron a ambas en el aire. Rosalie sostenía a Bella, con cierta dificultad y Emmett a Elena. Jasper se había acercado a mí e intentaba calmarme, pero por alguna razón no podía.
-¿Qué es lo que me hizo?- pregunté entre dientes.
-Ella es como un afrodisiaco, también te paraliza para dominarte- me miró con comprensión-. Eso ya no está en mis manos.
-¡Jasper!-llamó Rosalie que ya no podía con Bella.
-Bella es la única que puede sacarte de ese problema- me dijo Alice acariciando mi cabello-. A menos que quieras acostarte con otra…
-Jamás….en la vida- apoyé mi cabeza en la pared, no me había dado cuenta de que estaba tirado en el suelo.
-Bien- asintió y se paró-. Saquemos a la perra antes de que el profesor despierte.
Emmett le tapó la boca a Elena y la sacó a rastras del aula, dejándonos a Bella y a mí solos. Mi cuerpo aun temblaba y el deseo me carcomía, se me pasó una imagen de American Pie si no lograba saciarme, lo peor era que no podía mover un solo musculo.
Bella se acercó a mí y se sentó en el suelo, me miraba triste como si le doliera verme en este estado.
-Lamento no poder controlarme.
-Peor hubiera sido que llegara tarde- acarició mi cabello y gemí ruidosamente.
-Por favor, Bella-casi lloriqueé necesito.
Me sonrió de una manera tan demoniaca y sexy que no entiendo como no me vine en ese momento. Se acercó a mí con deliberada lentitud a besarme, no podía controlarme, devoré sus labios en cuanto la tuve a mi alcance. Ni siquiera podía mover mis manos para tocarla.
Los dedos de Bella acariciaban mi cabello, era la sensación tan maravillosa y aliviadora podía sentir que mi cuerpo se relajaba con cada caricia. Se sentó sobre mis piernas, estaba justo sobre mi entrepierna. Su boca dejo mis labios y bajó por mi cuello, mientras sus manos abrían mi camisa y acariciaba mi pecho. Su boca siguió bajando por mis hombros, mi pecho, por mi estómago hasta la cintura del pantalón.
-Bella…-gemí su nombre al imaginar lo que su boca podría llegar hacerme.
-¿Qué, Edward?-me peguntó con malicia.
-No estoy para previas- le dije con exasperación.
-¿Entonces qué quieres?- ronroneó refregándose hasta mis labios de nuevo.
-Quiero estar dentro de ti- gruñí y logré mover mis manos hacia el pantalón de Bella.
Con desesperación le saqué el pantalón y rompí su ropa interior, sus manos desataron mi pantalón y liberaron mi miembro que ya no soportaba mas están encerrado. De un solo movimiento entré en mi amada, ambos soltamos un gemido de satisfacción. Mi cuerpo automáticamente se relajo y logré recuperar el control. Nos levanté a ambos y crucé el aula en un latido, la coloqué en el escritorio del profesor y comencé a salir y entrar de ella sin control, sin compasión.
Esta era la primera que poseía a Bella de una manera tan bruta, tan animal. Desde que habíamos comenzado a hacerlo eran momentos maravillosos, tiernos, dulces. Pero en la condición que estaba ahora no podía ser tierno, necesitaba descargarme, únicamente con Bella.
Bella sofocaba sus gemidos en mi hombro. Podía sentirla tensarse, pronto llegaría y yo también. No podía continuar con esto, necesitaba descargarme. Bella ahogó un grito y se desmoronó en la mesa. Yo aun no había terminado, pero no me faltaba tanto, solo unas penetraciones más y termine tendido sobre ella.
-Increíble- susurró mi ángel.
-Hubiera preferido hacerlo de otra manera-ahora no podía siquiera ponerme en pie, estaba agotado.
-Fue rudo, pero maravilloso- besó mi mejilla y acarició mi espalda.
-Te use como si fueras una muñeca inflable- la mire con culpa, Bella era mejor que cualquier cosa.
-Tenías que descargarte y mientras me usaras a mí, no me importaba- acarició mis mejillas y besó delicadamente mis labios.
Tuvo que salir por la ventana a medio vestir ya que el profesor estaba volviendo a ver si yo había terminado mis deberes. Mientras ella se iba, yo terminaba de acomodar el aula que había quedado en pésimas condiciones. El escritorio había quedado abollado en la esquina, donde había dejado a Bella sentada.
-Cullen-me saludó el profesor mientras caminaba hacia la mesa.
Miró la abolladura y luego me miró a mí, desvié la cabeza para ocultar la sonrisa. Aun sentía mi cuerpo adormecido, pero me sentía mucho mejor a como me había dejado anteriormente. El profesor se preguntó por aquella abolladura y me miró como si fuera el culpable. En realidad lo era, pero de eso no tenía que enterarse.
-¿Terminaste los deberes?- preguntó con recelo.
-Si- me levanté con un poco de esfuerzo y le entregué las hojas.
-Bien- miró su reloj-. Puedes marcharte entonces.
-Gracias- tomé mi mochila y salí pitando fuera del aula y del instituto.
Cuando llegué al aparcamiento me encontré con Bella sentada en el capo de mi auto. El único que estaba en el lugar. Sus piernas se balanceaban y miraba el cielo nocturno con semblante triste. Caminé con cierta lentitud hacia donde ella estaba, mientras más me acercaba, más me dolía ver lo triste que se encontraba, no entendía porque, pero iba a preguntárselo. Eso me hiso recordar el incidente de hacía dos días.
-Hey- solté una vez que estuve a su lado, ni siquiera me había sentido venir. Ella saltó ligeramente y me miró sorprendida.
-Hey- me sonrió- ¿Cómo te encuentras?
-Mucho mejor- me apoyé en sus piernas-. Gracias.
-No hay de que- se acercó y me besó con dulzura.
-¿Qué tienes?-le pregunté curioso.
-¿Humm?- me miró confundida.
-Estabas en la luna recién- acaricié su mejilla-. Te veías triste.
-No me pasa nada- desvió su mirada de la mía, claramente mintiendo.
-Sabes que eres mala mintiendo- le recordé haciendo que me mirara.
-De verdad…
-El otro día también te veías extraña- le recordé- ¿No confías en mí?
-¡Claro que sí!-exclamó ofendida.
-Entonces dime que tienes- le rogué.
Ella soltó un suspiro y miró hacia el instituto, luego a mí.
-¿Podemos hablar en otro lado?- me preguntó y yo asentí.
La bajé del auto y le abrí la puerta del copiloto. Con cierta ansiedad, y dificultad, caminé hacia mi puerta. Le pregunté a donde quería que fuéramos, pero me contestó a cualquier lado, menos a nuestra casa. El único lugar que se me ocurría era nuestro prado, el único lugar donde estaríamos tranquilos y que nadie nos escucharía.
Durante el camino la noté distante, miraba fijamente la ventana, su semblante era sombría pero ya no tan triste como el de hacía unos minutos. La intriga me estaba volviendo loco ¿Qué era lo que la hacía poner de esa manera? En cuando llegamos aparqué el auto y salimos corriendo hacia el prado. Esta vez sin juegos, ni siquiera yo me encontraba con ánimos para jugar.
Ella llegó primero y se sentó en el suelo, me miró y palmeó la hierba para que me uniera a ella. Me senté en frente y esperé a que empezara a hablar.
-Yo…-empezó y cerró la boca, cerró los ojos y tomó aire.
-Me estas asustando- dije con miedo.
-Aquella vez, que me dijiste que me amabas…bueno- pasó una mano por sus cabellos-. Me dijiste que no importara que pasara, que me amaras siempre-me recordó y yo le asentí-. Esas palabras también me las dijo Felix- me miró con esos ojos tristes.
La miré confundido, sin entender muy bien que quería decirme.
-Yo le había dicho que también le amaba, que yo no estaba bajo la influenza de Chelsea, sin embargo…-se detuvo y tomó mis manos, jugando con mis dedos-. Ahora entiendo que nunca sentí algo que no fuera cariño hacia él. Le mentí le hice creer hasta la muerte que yo le amaba.
-Y eso te trastorna- le afirmé y ella asintió.
-Él fue demasiado bueno conmigo, en todo. Siempre me acompañó y… murió por mí- su cuerpo temblaba al igual que su voz.
-No quiero que sigas pensando en eso, Bella- la atraje a mi cuerpo.
-Es que me es imposible- negó con la cabeza-. A veces me pongo a pensar en lo que hubiera pasado si Tanya no me delataba.
-Todo sería normal- dije acariciando su cabello.
-Lo más probable es que nunca hubiéramos estado juntos- me miró a través de sus largas pestañas.
-No lo creo- le dije-. De algún modo me hubiera enamorado y te habría seguido, tenía pensado hacer eso para cuando crecieras- le comenté con una sonrisa-. Hasta un cierto tiempo te habría seguido viendo en persona, pero no podía levantar sospechas de que nunca envejecíamos, así que me iba a tener que conformar con mirarte de lejos, cuidarte- bese su entrecejo confundido-. Y estoy seguro que me habría enamorado como ahora, pero serías humana.
-¿Te habrías tomado tantas molestias?- me preguntó perpleja.
-Por supuesto que sí- le aseguré-. Siempre fuiste lo más importante para mí, y prometí que siempre te velaría ¿Cómo no lo voy a hacer?
-Eres increíble- negó y se rió.
-Te amo- le recordé-. Y no estoy bajo la influencia de nadie, y tú tampoco- sus ojos se mostraron tristes nuevamente-. Y estoy seguro de que Felix sentía lo mismo.
Ella sonrió de manera melancólica y enrolló sus brazos en mi cuello para besarme larga de apasionadamente. Le correspondí de inmediato y la tumbé en la hierba. No tenía el deseo de tomarla, como últimamente sentía y al parecer ella tampoco. Estos eran momentos en que solo nos dedicábamos a besarnos, uno de los mejores momentos.
Por alguna razón no estaba del todo tranquilo con la explicación de Bella, algo me decía que ella estaba intranquila por otra cosa. Algo que no me quería decir y que la ponía mal. Sin embargo no iba a seguirla molestando con preguntas, iba a dejarlo pasar pero estaría atento a cualquier cosa.