miércoles, 15 de diciembre de 2010

Avance de "De mi niña a mi mujer"

-Hola, Isabella- ronroneo en mi oído, lamiendo debajo de mi oreja-. Mmm… que bien hueles y sabes…
-Sebastian…- gemí horrorizada.
-Me preguntaba si ahora, que eres completamente libre de perdedores, me darías el enorme placer de probarte- murmuró ahora bajando sus labios por mi cuello.
Era repugnante, realmente lo era. Él era hermoso y encantador, pero su actitud era asquerosa. A mi no me había convencido la primera vez que lo vi, y mis pocas simpatías por él fueron al tacho de basura cuando abrió su boca.
Mis pensamientos se alejaron abruptamente cuando sentí sus frías y ásperas manos meterse debajo de mi camiseta. Horrorizada lo aparté de un empujón, pero no fue suficiente, él seguía tocándome. Solté un gruñido y levanté mi pierna para asestarle una patada, pero se apartó de mí y se rió a carcajadas… las cuales quedaron flotando por entre los árboles.
-No me toques- gruñí limpiándome la saliva de mi cuello.
-Vamos, cariño- dijo con esa voz condenadamente sensual-. Se que estas mal por tu... perdida amorosa- movio su mano de de manera desisteresada- ¿Pero sabes que?... soy un buen consolador...si no me crees, preguntale a Heidi- sonrió ampliamente de modo que todos sus dientes destellaron.
-Eres un cerdo- gruñí y comencé a caminar.
Gracias a las estupideces de Sebastian, había perdido demasiado tiempo.
Él me siguió de cerca, ignorando mi comentario, ya que siguió hablando, completamente absorto en sus ridiculeces.
-Me pregunto como será- me miró y se plató delante de mi- ¿Como te gusta? ¿Suave o duro? ¿Alguna posicion preferida?
-Sigue imaginando, por que nunca llegaremos a hacer nada- le bufé y seguí con mi camino.
-¿Me creerías si te digo que Heidi dijo esas mismas palabras?- preguntó con tono burlón.
No contesté, seguí caminando tratando de ignorarlo.
-Aunque tu podrás caer sobre el lodo...
-¡déjema en paz!- grité golpeando el suelo con mi pie.
el golpe hiso que el barro salpiara sus inmaculados zapatos. él bajó la vista para verlos, arquenado una ceja
-Si no fuera por que debo llevarte con los amos, te haría arrodillarte y lamerme las suelas hasta que esten relucientes...
-Ya quisieras- gruñí por lo bajo.
-Y luego cortaría esa lengua- dijo de manera sombría.
Todo mi aire de matona se esfumaron al ver sus ojos rojos relucir con furia. Había acabado con su paciencia y eso podría significar la muerte para mi... Sebastian podía hacer lo que quisiera, mi muerte no era algo que a los vulturis les molestara, quizas hasta le agradarían, quizas para eso me habían mandado a buscar.
El rostro de Sebastian era inescrutable, sin emociones reflejadas.... con pasos lentos avanzó hacia mí, instintivamente retrocedí hasta toparme con un árbol. Él siguió avanzando hasta que estuvo a dos pasos de mi, colocó una mano por sobre mi canbeza y sonrió aterradoramente.
-Que tontos puden ser los lobos- dijo a la vez que se inclinaba hacia adelante.
En ese momento los escuché, eran como miles de pies que golpeando el suelo a gran velicidad, a cada segundo. el suelo debajo de mis peies comenzó a bibrar y frente a nosotros pasó una manada de lobos. Todos desfilaaron delante de mis ojos, pero ninguno parecía reparar en nosotros... era como si no nos vieran.
Ellos siguieron corriendo hasta que se perdieron por los árboles. me quedé quiera mirando como ellos se marchaban ¿Que acababa de pasar?
-Los lobos son simples animales que solo saben utilizar sus osicos y ojos para rastrearnos- dijo Sebastian sin apartarse de mi.
-Nos... escondiste- dije mirandolo.
-Ya. Vamonos que estamos retrazados.
Había llegado el momento de marchar. El momento en que ya no volvería a ver a Edward... Mi pecho se rompió en mil pedazos...

lunes, 6 de diciembre de 2010

BIENVENIDAS A MI LIBRO PERSONAL

¡Hola a todo el mundo! Me llamo melisa, aunque creo que ya todos lo saben xD. Quiero darles la bienvenida a mi lindo libro, el cual tiene sus paginas abiertas para que todos los lean y opinen... Es como mi diario intimo, por que ni siquiera le perimto a mis amigos leerlo, realmente me apena u.u... pero para ustedes no hay problema :P....

La verdad que estoy emocionada y encantanda con mi blog, lo hice yo solita, pero si alguien tiene idea de como manejarlo, me vendria bien un poco de ayuda... hay cosas que no entiendo >_>...

Bueno, tambien quiero decirles que aca tambien voy a estar haciendo actualizaciones, y subiendo algunas cosillas.... quizas tambien nuevos proyectos antes que en FF. Pero por ahora nada ya que no tengo nada para subir xD. Pero den por sueguro que lo hare....

Gracias por pasarse y espero que me sigan y dejen comentarios =D... Nos vemos pronto ;)

Saludos. Melo

Cap 13- DMNAMM

Capitulo 13
EDWARD POV
Mis hermanos y yo nos quedamos mirando atónicos el escenario. Pero aun más era la cara de Bella. Su expresión. Era totalmente carente de emociones. Podía notar la satisfacción de haber hecho lo que hiso y la indiferencia de haber matado a alguien. No podía creerlo, me negaba a hacerlo. Pero era un completo estúpido si no quería admitir no que había delante de mis ojos.
-¿Ahora no estás tan dispuesto a casarte conmigo?- preguntó con frialdad-. La niña perfecta a mostrado su verdadera cara… ¿aun así me amas, Edward?- sonrió de manera socarrona.
La incredulidad no cabía en mí ¿Realmente esta era Bella? Esta chica quien estaba parada frente a mí, con una mueca macabra en el rostro y sus labios manchados de sangre no podía ser mi adorada y amada Bella. Esta quien estaba frente a mí era un monstruo, uno con el rostro de Bella.
-¿Por qué hiciste algo así, Isabella?- preguntó Jasper con enfado.
-¡Por favor, ya no soy una niña para que me regañes!- exclamó levantando sus manos al aire-. No pude soportarlo. No pude resistirme. Este tenía que ser mío ¡Por algo su sangre cantaba para mí!- dicho esto pateó el cuerpo.
Retrocedí ante lo que me estaba enfrentando. Quería salir corriendo, Tenia deseos de hacerlo. Quería ser un maldito humano y llegar a albergar la esperanza de que esto fuera un sueño. Pero soy un vampiro y yo no podía dormir, así que en pocas palabras esto era real. No podía apartar la vista de ella, mi mente me gritaba que lo hiciera, pero no podía, no cuando me era imposible creer. Me sentía aturdido y confundido.
-Ya no puedo soportarlo- lloriqueó tomando su cabeza entre sus manos-. Ya no soporto tener que estar bebiendo de animales. No soporto sentirme débil. No soporto tener que caminar ente los humanos como si fuera uno más- apuntó al cuerpo y soltó las palabras que jamás creí escuchar de su boca-. Ellos son comida y nosotros debemos alimentarnos de ellos.
Emmett se abalanzó sobre ella pero no se lo permití. Tomé a mi hermano por la cintura y lo aparté de ella antes de que la tocara. Mi hermano cayó sobre sus piernas y me miró con incredulidad.
-¡Edward!- gritó sorprendido- ¡¿Cómo puedes defenderla después de lo que está diciendo?- exigió saber.
-No te permitiré ponerle un dedo encima- gruñí encarando a mis dos hermanos.
Era la verdad, no podía permitir que nadie se atreviera a ponerle un dedo encima o amenazarla. Yo la amaba, más que a mi propia vida. No me importaba que fuera ella. Yo la amaba y la iba a proteger.
-No necesito de tus cuidados- murmuró a mis espaldas.
Me giré para encararla. Su rostro había adquirido ese semblante triste y dolido que era de la propia Bella. Mi Bella.
-Amor…- levanté mis manos para tocarla, pero todo pasó demasiado rápido.
-Demonios- murmuró, Jasper, entre dientes antes de gritar- ¡Lobos!
Solo fue un segundo de distracción, solo uno. Solo había levantado mis ojos para ver a los lobos emerger desde el frondoso bosque. Ese segundo me costó caro. Cuando quise reaccionar uno de los lobos pasó corriendo y tomó a Bella entre sus dientes y la llevó hacia la oscuridad.
-¡NO!- grite con pánico.
Esto no podía estar pasando. Esta debía de ser una pesadilla.
.
BELLA POV
Nunca me había sentido más sucia en toda mi vida. Traicionera, infiel, descarada, desleal. Y podía seguir insultándome más. Me dolía ver aquel rostro hermoso desfigurado por la incredulidad y el dolor. Podía ver como sus ojos se negaban a creer lo que estaba diciendo, pero no se me había ocurrido hacer otra cosa. Tenía que alejarme de ellos, de toda mi familia. Si no lo hacía Sebastian los mataría y prefería que me odiaran antes que verlos muerto.
Steven Maxwell jamás fue mi cantante. Nunca. Su sangre era la más amarga que había probado alguna vez. Los ciervos sabían mejor que él. Pero lo tuve que matar y me fue tan difícil. Pero lo hice, no sin antes torturarlo como se debía.
Gracias a Jacob y algunas investigaciones en el despacho de Carlisle, me había enterado de que ese joven había cometido varias violaciones, robos y había matado a una joven. Todo eso en menos de un año. El chico tenía grandes antecedentes, pero era salvado gracias a las grandes cantidades de dinero que depositaba su padre para mantenerlo fuera de la cárcel. Sin embargo no había dinero en el mundo que podría ofrecerme cuando lo engatusé para matarlo.
Cuando había fingido que su sangre me llamaba y había logrado convencer a Edward de que se quedara y no me siguiera. Salí fuera del establecimiento y esperé a que el almuerzo terminara, mientras tanto pensaba en que iría a cazar ciervos para que Alice no sospechara. En cuanto el chico salió hacia el exterior lo encaré y lo seduje a que me siguiera. El muy tonto me había seguido de buena gana y se creyó todas mis palabras.
Él me había seguido con los ojos cerrados. Embelesado por mis palabras y mi cuerpo. En realidad ningún humano se podía resistir a nosotros. Siempre que pasáramos cerca de ellos se rendirían a nuestros pies. Y Steve no era la excepción. Solo un par de palabras e insinuación y él ahora estaba muerto. Un adolescente con aquellas actitudes no merecía vivir, no merecía seguir haciendo daño a la gente. Con tan temprana edad castigaba a un pequeño pueblo y no era castigado como se debía, de mayor sería un problema para todo un estado. Me alegraba de haber contribuido con quitar un estorbo al mundo. Sin embargo aquello no me hacía sentir mejor. Una vida era una vida.
Aun no sabía cómo Jacob había aceptado ayudarme con esta locura. No cuando ellos tenían un estricto tratado que seguir. Era claro que ninguno de los Cullen debían de morder a nadie en el pueblo de lo contrario la paz entre las dos razas se acabaría y se armaría una guerra donde pelearían hasta que uno de ellos sobreviviera. Algo estúpido. Pero Jake me había ayudado a convencer a la manada, para ello tuvimos que buscar a un humano al que no se lamentara su muerte.
FLASH BACK
-Bella lo que me pides es arriesgado y demente- dijo al tiempo en que terminé de contarle mi plan.
-Jake, no puedo permitir que los Vulturis mandes a Sebastian- dije con preocupación y miedo-. Es una amenaza con todos los dones que tiene. No quedará manada si él llega.
-Pero no puedo convencer a Sam de quebrantar el tratado.
-Sebastian no esperará mucho en intentar librarse de los Vulturis- intenté hacerlo entrar en razón-. Hay que destruirlo.
-¿Y cómo planeas hacerlo tú sola?- preguntó seriamente.
-Me han entrenado anteriormente- desvié mi mirada recordando el tiempo con Felix.
Él me había entrenado para que yo llevara a cabo la venganza contra mi familia. Él siempre me había advertido de los Vulturis, me había dicho que no creyera en ellos. No había un día en el que no pensara en él, en sus días entrenándome, compartiendo todo lo que sabía. Ahora sus enseñanzas no iban a ser en vano. Las iba a emplear en todos ellos.
-Bella, no puedes hacer todo tu sola- dijo Jake atrayendo mi atención nuevamente.
-Si puedo y lo haré- estaba completamente decidida-. No voy a arriesgar a nadie en esta pelea. No voy a permitir que nadie muera.
-Vas a desatar una guerra cuando mates al humano- dijo serio.
-Por eso te pido que hables con Sam- supliqué tomando sus manos-. Por favor, Jake. Debes ayudarme.
FIN DEL FLASH BACK
Al mi amigo había terminado ayudándome. Logró hablar con Sam y hacerlo aceptar mi propuesta. Él prefería perder a un humano que a todo un pueblo, y quizás más. Pero se negaba a que matara a uno inocente, por lo que se pusieron a investigar quien sería el más adecuado. Podría decirse que era macabro lo que estábamos haciendo. Pero yo tampoco quería terminar matando a un humano inocente y ajeno a cualquier cosa. Al menos Steve tenía grandes antecedentes y todos estuvimos de acuerdo en que no le haría daño a nadie su triste partida. Después de que todo se había puesto en marcha le había pedido a Jake que borrara nuestra charla de su cabeza, para que Edward no pudiera leerle la mente. También le había pedido que no se acercara a la escuela o a mí. De esa manera no tendría que extender mi escudo y Edward no sospecharía de no poderle leer la mente. Por lo que optamos por ignorarnos.
-¡Bella!- escuché su aterciopelada voz llamarme con desesperación.
-Bien, llegó el momento de actuar- murmuré palmeando el hocico de mi amigo.
Él me miró con preocupación.
-No temas en hacerme daño- le animé.
Resopló y pude leer como me llamaba demente. Se detuvo y me colocó en el suelo.
-Por favor, no dañes a Edward- pedí y el asintió.
Cerré mis ojos y me concentré en mi personaje. Esta sería la última vez que vería a Edward. Sinceramente no tenía pensado volver a verlo, si lo hacía él ya no aceptaría. No después de todo esto. La muerte, las mentiras. Inconscientemente llevé mi mano hacia la cadenita que tenía en mi cuello. En ella se encontraba el anillo de compromiso que él me había dado. Un recuerdo material de lo nuestro. Los recuerdos siempre estaría, pero aquel anillo era más valioso que cualquier recuerdo.
Lamentaba tanto haber aceptado su propuesta, realmente me había tomado desprevenida y le contesté con lo que en verdad quería. Ahora el me odiaría por esto. Para siempre, pero era más re confortable saber que él seguiría vivo.
Haber decidido quedarme con ellos había sido un error. Sabía que los Vulturis no me daría la espalda como si nada hubiera pasado. Ahora mismo yo iba a proteger la familia que tanto amaba. No me importaba si ellos me odiaban.
Mejor así.
EDWARD POV
La ira, el miedo, pánico y terror se habían apoderado de mi cuerpo y luchaban para uno predominar. Todos estaban empatados. La imagen de Bella siendo atacada de aquella manera por ese lobo no iba a borrarse nunca más de mi memoria. Me estaría atormentado por toda la eternidad. No cabía duda de ello.
Había intentado salir corriendo detrás de ella. Pero los lobos se habían interpuesto en mi camino. Bloqueándome el paso.
-No vas a escapar- gruñó en su mente, mostrándome sus colmillos.
No le contesté, simplemente me lacé a él y lo aparté de un solo golpe. Mandándolo a volar. Mi única preocupación ahora era Bella. Ella tenía que estar bien. El lobo gris no se dio por vencido. Volvió a la carga y ambos comenzamos una lucha. Debía de admitir que aquel lobo sabía cómo luchar. Lo hacía muy bien. Mi agilidad y rapidez eran buenas y me salvaban de las garras del enemigo. Mi ropa ahora estaba rasgada por sus garras y dientes. Hubiera disfrutado de esta pelea si no fuera porque Bella estaba en medio de los dientes de uno de los lobos. Ella anteriormente me había contado que no conocía a los lobos y que nadie le había enseñado a pelear con uno.
Nuevamente azoté al lobo contra un árbol bastante grueso. El animal aulló de dolor y se tendió en el suelo. Ese fue mi momento para ir detrás de Bella.
-Por favor, por favor, que este bien- repetía una y otra vez mientras corría por el bosque.
Podía escuchar cómo se libraba una pelea entre Jacob y Bella. Solo esperaba que ella se encontrara bien y en una sola pieza. Apreté el paso y salté contra el lobo que estaba agazapado, a punto de saltar sobre Bella.
-¡Maldito sean todos ustedes!- gruñó en su mente al tiempo que se zafaba de mi agarre.
Me planté frente a Bella, encarando al lobo, protegiéndola con mi cuerpo. Pero no esperaba que un golpe me mandara volando al otro lado del pequeño claro. El golpe me había tomado desprevenido por lo que no tuve tiempo detener la caída.
-¡No necesito tu ayuda!- gritó Bella saltando hacia Jacob.
Estaba completamente atónico. Ella me había golpeado… Salí bruscamente de mi aturdimiento cuando la vi soltar una patada hacia el lobo, mandándolo a volar en mi dirección. Jacob se desplomó sobre el suelo, gimoteando.
-Lo siento mucho- murmuró Bella apretando sus manos a sus costados-. Lamento mucho todo esto, Edward- la sinceridad brillaba en sus ojos, al igual que el arrepentimiento y dolor-. Pero no puedo con una vida así. Necesito sangre y no de animal- agregó rápidamente cuando estuve por replicar.
Me puse en pie y me acerqué a ella. Bella retrocedió con miedo en sus ojos. Ese simple acto me dolió. Ella nunca huía de mí. Nunca me había rechazado antes…
-Bella, no es tan malo lo que hiciste- estaba completamente desesperado, se estaba acercando el momento que más temía y tenía que encontrar el modo de que ella se quedara conmigo-. A todos no ha pasado alguna vez. Emmett pasó por esto dos veces y nunca lo hemos juzgado…
-Tú no entiendes, Edward- negó con la cabeza interrumpiéndome-. Esto me hiso dar cuenta de lo que quiero…
-¿Ya no me amas?- la pregunta quemó mi garganta, peor que la sed. Temí su respuesta ya que no me sentía seguro de sus sentimientos hacia mí.
Su expresión se suavizo y me miró como siempre lo había hecho. Se acercó a mí y tomó mi rostro entre sus manos. Cerré los ojos saboreando su tacto.
-Siempre te voy a amar- susurró con voz temblorosa.
-Entonces…por favor, Bella. No me dejes- rogué y tomé sus manos antes de que me soltaran.
Ella negó con la cabeza lentamente, parecía que se estaba obligando a moverla. Intentó alejarse de mí, pero se lo impedí, agarrándola con desesperación. Ella se estaba marchando, no podía dejarla ir…
-Suéltame, Edward- exigió mientras forcejeaba conmigo.
Escuché un gruñido detrás de nosotros. Jacob saltó hacia nosotros, con dirección a Bella. La empujé lejos y me puse en su lugar, aceptado al lobo que caía sobre mí. Su boca se abría y cerraba ruidosamente sobre mi cara, mientras mis manos lo mantenían alejado. Esperé a que Bella me ayudara y creí que así sería cuando nuestros ojos se encontraron. Pero ella dio media vuelta y se marchó. Mi cuerpo perdió la fuerza soltando a Jacob. Sus dientes se enterraron en la tierra, a centímetros de mi cabeza.
Jacob se alejó de mí e intentó ir detrás de Bella. Salí de mi aturdimiento levantándome del suelo y sosteniendo al lobo. Dándole la oportunidad a Bella de que escapara. Me sentía tan estúpido por lo que estaba haciendo. Tendría que soltar al lobo y dejar que cazara a Bella. No tendría que importarme. No tendría que seguir amándola. Tendría que odiarla. Sin embargo no podía. Jamás iba a dejar de amarla, aun así ella me hubiera matado yo la seguiría queriendo.
Y me odiaba por ello.
Jacob intentó soltarse de mis brazos, pero jamás le permitiría escapar. Antes muerto.
-¡Suéltame, vampiro!- gruñó en su mente.
-No- negué.
-¿Cómo puedes ser tan estúpido?- cuestionó con incredulidad. Se había quedado quieto-. Ella acaba de dejarte. Te acaba de traicionar y tu… le sigues defendiendo- realmente no entendía mi comportamiento.
-Si tú no lo entiendes… yo menos- dije soltándolo.
-Realmente son unos idiotas, todos ustedes- se burló negando con la cabeza-. Yo jamás permitiría que una mujer me hiciera eso…
-Cállate- le gruñí. Realmente no estaba de humor para que nadie me dijera lo idiota que era.
-Compartir tanto para que ella se sienta más atraída hacia la sangre- siguió ignorándome.
-Jamás lo entendería, chucho- le escupí-. Jamás has estado enamorado como para saber que se siente…
-Si he estado enamorado- me interrumpió-. Se lo que era querer a alguien y enterarte de que en realidad no es lo que pensaba- su mente se llenó de imágenes con Bella-. Yo me había resignado a estar con ella por verla contigo. Y más cuando supe que era un asqueroso vampiro.
-Cuidado a cómo te diriges con ella…
-¡Por favor! ¡Ella acaba de matar a un chico por su sangre!- bramó-. Es un vampiro más, uno que debe morir…
-¡Cállate!- grité y me avancé sobre él.
Me subí hacia su espalda, pasando mis brazos por su cuello, apresándolo con mis brazos. Él tenía razón, ella se había comportado como un vampiro más. Ella había sucumbido hacia la sangre, matando a un inocente en el camino. Pero aun así no podía permitir que él hablara de Bella de esa manera.
Era verdad, nosotros no éramos humanos como para comportarnos como tales. Pero nosotros, los Cullen, no habíamos decidido este destino en nuestra vida. Nosotros habíamos sido convertidos en contra de nuestra voluntad y éramos incapaces de matar a un humano para alimentarnos. Por eso habíamos optado en cazar animales y vivir en conjunto…
-¡Suéltalo, Edward!- gritó alguien pero le ignore.
No iba a detenerme hasta que el perro se comiera sus palabras, hasta que su cuello estuviera roto. Pero no contaba con una enorme ola de tranquilidad. Mi cuerpo se relajó y solté la prisión. Jacob cayó al suelo respirando con dificultad y tosiendo fuertemente. La tranquilidad me había quitado las fuerzas, haciendo que cayera al suelo. En un momento todo lo sucedido me golpeo.
No podía digerirlo, no podía creerlo. Me negaba a hacerlo.
-Edward- me llamó Alice.
-Ella se fue- susurré incrédulo.
Alice cayó a mi lado, pasando sus brazos por mi cuello, acunando mi cabeza contra su pecho, mientras sollozaba.
-Lo lamento tanto- dijo acariciando mi cabello.
-Rompieron el tratado- dijo una voz potente y autoritaria.
Levanté mi cabeza para observa la manada de lobos, humanos, se plantaban delante de nosotros. Mirando detrás de mí, pude notar a mi familia reunida. Todos con muecas de dolor en sus caras. Ellos también sentían la ida de Bella. Eso no era justo.
-Sam…- habló mi padre con su paciencia-. Se lo que acoramos, pero…
-No hay peros, Cullen- gruñó.
-La que lo hiso fue Bella, no nosotros-dije apartándome de Alice.
Mi familia se paralizó ante mi comentario.
-Ella es una de ustedes- dijo uno de los muchachos de la manada.
-¿La ves aquí, ahora?- pregunté señalando nuestro alrededor-. Ella era una de las nuestras.
-¿Qué estás haciendo?- preguntó Rosalie agarrando mi brazo.
-Estoy protegiendo a mi familia- le entrecerré los ojos-. Bella ya no pertenece a nuestra familia. Lo ha dejado bien en claro.
-Pero lo era mientras acecinaba al chico- terció Sam
-Y ahora esta prófuga. Nos abandonó, por lo que no merece ser llamada Cullen- miré a Jacob quien aun se mantenía en su forma de lobo.
-Edward, estas exagerando- dijo Esme tomando mi mano.
-No exagero, madre- la encaré y pude ver en su mente mi propio reflejo.
Había una sola emoción en mis facciones. Era el dolor. Un crudo dolor. Realmente no podía sentir otra cosa.
-A ella ya no le importamos ¿Por qué debería de importarnos a nosotros?- dije con rencor-. Yo no voy a dejar que se libre una batalla por que ella cazó en nuestro lado y se marchó.
Mi madre desvió su mirada. Ella entendía mi punto de vista. Pero aun así ella no quería que la manada fuera detrás de Bella. Ella aun la quería sin importar nada. Y la verdad era que por más dolor y rencor que sintiera… yo opinaba igual que ella.
Saltaría sobre todos los lobos si intentaran ir tras ella. Ellos la matarían fácilmente y yo estaría dispuesto a morir con ella.
¿Qué sentido tenía seguir viviendo si ella no estaba más en este mundo?

Cap 12- DMNAMM

Capitulo 12
EDWARD POV
Los días pasaron con lentitud mientras me encargaba de "torturar" a Bella. A decir verdad, parecía que me estaba torturando a mi mismo que a ella. Le hacía limpiar mi coche cada vez que lo usaba, mi piano, cuando veía que había una pequeña manchita en su lustrosa superficie. La obligaba a hacer mis deberes, que en parte era bueno para ella, yo ya había repetido esas mismas tareas demasiadas veces, era turno de ella repetirlas. Y para terminar con el combo, no había nada de besos, ni abrazos, ni caricias, ni sexo. Eran castigos patéticos y estúpidos, pero, sinceramente, no se me ocurrían otras cosas para castigarla.
Como había dicho anteriormente, parecía ser un castigo más para mi que para ella. Me había acostumbrado tanto a estar dentro de ella en todos los sentidos posibles que ahora me era doloroso no besarla o sentirla. Debía de fingir estar molesto, o dolido ante ella. Sin embargo las cosas se complicaban cuando llegaba la noche y nuestros adorados hermanos decidían pasar lujuriosas horas. Sobre todo con Jasper mandando olas de lujuria y deseo hacia donde me encontraba, por lo general me llegaban a mí. Pero a esas horas ambos estábamos separados. Yo en mi piano o en la sala y Bella en las afueras del bosque o en nuestro cuarto.
Hasta ahora no me había reprochado nada de lo que le estaba haciendo pasar. Aceptaba cada una de mis condiciones sin rechistar o quejarse. Y al ver que ella no parecía importarle mis castigos me ponía ciertamente molesto. Tenía deseos de tocarla, besarla y muchas otras cosas más, pero no podía, no podía sucumbir a sus indiferencias. Ella tenía que aprender que no podía pasarme por alto, no con respecto a su seguridad.
Por otra parte con respecto a Jacob, para mi suerte no se había acercado más a ella. Simplemente nos ignoraba a todos por igual, de hecho ni siquiera se pasaba por la escuela, eran pocas las veces y cuando lo hacía se marchaba antes de terminar el horario. Después de aquel día de la charla que tuvieron, ambos se mantuvieron distanciados. Al parecer Jacob había entendido la historia de Bella, pero no la había aceptado como vampiro. Bella no había querido hablar de ello. Y que mejor para mí que el chucho lejos de nosotros. Sobre todo de ella, que era lo que más me importaba.
El día de hoy se encontraba particularmente callada. Miraba al infinito perdida en sus pensamientos o miraba a los humanos caminar a nuestro alrededor en la cafetería. Cuando la llamábamos se sobresaltaba, sonreía tímidamente pidiendo disculpas y volvía a su estado de aislamiento. La preocupación se elevó cuando un humano pasó cerca de ella y sus ojos se volvieron negros inmeditamente, se impulsó hacia adelante oliendo el aire.
-¿Bella?- la refrené con un poco de fuerza al ver que se levantaba del asiento.
Ella jadeó y nos miró a todos con miedo.
-Lo siento- quitó mi mano y tomó sus cosas-. Necesito tomar aire.
Sin darnos tiempo a decir nada, ella se levantó y salió pitando de la cafetería. A pesar de que quería contenerse a paso humano, este había sido demasiado rápido para uno. Me levanté de mi asiento dispuesto a seguirla.
-Déjala sola, Edward- murmuró mi hermana con voz suave. Completamente normal e indiferente a lo que había sucedido.
-Pero…-comencé a rebatir, pero me interrumpió amablemente.
-Ha estado conteniéndose demasiado tiempo, y me sorprende el autocontrol que ha tenido ahora- sonrió orgullosa.
-¿Autocontrol? ¿A qué te refieres Alice?- Rosalie me quitó mis preguntas.
-Ya sabes- contestó Emmett completamente serio-. Ese aroma que te atrae fuertemente.
Lo miré y su mente me explicó detalladamente a lo que se estaban refiriendo. El aún recordaba muy bien cuando se había topado con aquellos dos aromas que lo había hecho volverse loco. Como si fuera un vampiro neófito que no podía controlarse al sentir el olor a la sangre humana. Emmett había tenido suerte al toparse con aquellas personas en lugares alejados de la ciudad, de lo contrario nos habría puesto a todo en exposición. Hasta el día de hoy mi hermano se arrepentía de aquellas muertes. Se odiaba así mismo por haber sido tan débil y matar a dos inocentes.
-¿Quieres decir que hay un humano con esa sangre aquí?- pregunté preocupado.
-Para todos esas sangres son diferentes- me recordó ella puede ser la más exótica y exquisita que haya olido antes. Mientras que para nosotros es un aroma más.
-Tengo que ir con ella- me dije en voz alta.
-Ella está bien, Edward- bufó Alice-. Solo esta aturdida por lo sucedido. Ahora mismo se encuentra cazando en el bosque- dicho eso me mostró imágenes de Bella corriendo detrás de una manada de ciervos.
Mi pecho se oprimió al verla en aquel estado. Su rostro estaba desfigurado por el hambre y la desesperación. Podía ver que aquella sangre no la iba a satisfacer nunca de la sed que debía de estarle quemando la garganta. Solo la mantendría a raya pero estaría ahí y Bella sabría que en la escuela ahí un humano con esa sangre.
-Si cambia de parecer u ocurre algo malo, te lo comunicaré- consoló palmeando mi hombro. Aquellas palabras estaban lejos de hacerme sentir bien.
-¿Cuándo volverá?- pregunte resignado a esperar.
-Cuando se sienta lista…
-Y haya extinguido los ciervos- murmuró Emmett riéndose de su propia broma.
-Aun no lo tiene decidido- prosiguió mi hermana, ignorándolo.
-Bien- acepté y me marché hacia mis próximas clases.
Suspiré pesadamente al entrar al salón de Biología y ver mi mesa vacía. Estas clases iban a ser aburridas sin Bella. Me estaba arrepintiendo de mis castigos. Tendría que acabar con toda esa tontería y ayudarla a superar el problema que estaba enfrentando. El profesor entró en la sala y comenzó a pasar asistencia de los alumnos.
-¿Bella Cullen?- nombró en voz alta.
-No se encuentra- contesté desinteresadamente, recostado en la mesada del laboratorio.
-¿Dónde está?
-No se sentía muy bien- me encogí de hombros.
El profesor me miró con enfado por mis contestaciones, luego continuo con las asistencias. Las mujeres en ese cuarto comenzaron a idear planes para hablar conmigo a la salida, para inter
Ç+ceptarme ahora que mi novia no andaba por mis alrededores. Mientras que los hombres, adolescentes controlados por las hormonas, se desilusionaban por no recrear su vista con mi novia. De no ser porque me encontraba desanimado sin su presencia ya habría comenzado a cortar cabezas.
Los minutos pasaban, y ya estaba en la última hora de mis clases, y no tenía noticas de Bella. Según Alice, ella aun se encontraba en el bosque, no tenía idea de si ella volvería o no al instituto o nos encontraríamos directamente en casa…
-Te estaré esperando afuera- me sobresalté al escuchar su voz en mi cabeza. Hacía tiempo que no lo hacía.
-¿Cómo te sientes?- susurré enderezándome en mi silla.
-Como si fuera a vomitar en cualquier momento- bromeó y me reí hasta que la profesora me llamó la atención con una pregunta que no había escuchado en todo lo que iba de la hora.
Indagué en las mentes de mis compañeros y contesté correctamente, ganándome más irritación por parte de mi profesora.
-Espérame en el auto- le pedí.
En cuanto el timbre sonó junté mis cosas y salí corriendo del salón hacia el estacionamiento. Mis compañeras, y otras más, se desilusionaron e intentaron meterse en mi camino. Las rechace amablemente y seguí mi camino. Al salir al estacionamiento busqué mi auto y allí estaba ella. Apoyada sobre el capó mirando el cielo, sus ojos volvieron a ser de color dorado, eran muy intensos, seguro que era por tanta sangre que había consumido.
Nuevamente me estaba ocultando sus pensamientos, y eso me desagradaba. En cierto modo me molestaba que ella no me dejara leerlos, me hacía pensar que algo me estaba ocultando. Más sus acciones raras… negando con la cabeza, intenté quitar mis sospechas de desconfianza hacia ella, y caminé hacia mi auto más tranquilo ahora que la veía. Al sentir mi presencia me miró y sonrió ampliamente.
Tiré a la mierda todo castigo y me acerqué con paso decidido. La tomé en brazos y la acerqué a mí, luego busqué sus labios con los míos y la besé fieramente. Ambos habíamos soportado demasiado esos tontos castigos por mi parte, ella ya me había pedido disculpas y estaba bien. Jacob no estaba cerca de ella, así que era hora de dejar de lado las ridiculeces. Era de hacerle saber que estaba perdonada y lo mucho que la había extrañado.
Ella correspondió mi beso de buena manera, enroscando sus brazos en mi cuello y abrió su boca dejando pasar mi lengua para que encontrara la suya. Nuestras bocas se movían sincronizadas, con las mismas energías y lametones. La levanté del suelo y la senté sobre el capó de mi coche, me mentí entre sus piernas, haciendo el beso más íntimo y pasional. Su gemido murió en mi boca cuando mi erección se apoyó contra su centro.
-Mmm… sabes a puma- saboreé el sabor de la sangre en su boca.
-Pero tú sabes mejor- suspiró frotándose levemente.
-Estamos en la escuela ¿recuerdan?- refunfuñó Alice, cortándonos el clima.
Bella se rió y me abrazó fuertemente.
-Extrañaba tus besos-susurró contra mi oído con voz sensual.
-Yo también te extrañaba- respondí chocando nuestras caderas-. Estas completamente perdonada.
Ello chilló feliz y saltó hacia mí enroscando sus piernas y brazos en mi cuerpo. Luego tomó mi rostro entre sus pequeñas manos y me llenó de besos.
-¿Por qué no vamos a casa y celebramos nuestra reconciliación?- sugerí mordisqueando su cuello.
-Me parece una fantástica idea- sonrió pícaramente.
Sin perder tiempo entramos en el auto y arranqué bruscamente. Las ruedas rechinaron en el mojado asfalto antes de que saliéramos disparados hacia la calle. Tenía deseos de aparcar el auto en cualquier lugar, tomar a Bella en brazos y correr hacia nuestra habitación, donde la encerraría y no la dejaría salir hasta que me sintiera completamente satisfecho.
Las manos de Bella se movían por todos lados, tocando y apretando lugares íntimos, poniéndome cada vez más excitado. La idea de aparcar el auto en cualquier lugar era cada vez más tentadora. Hasta que Bella metió su mano dentro de mis pantalones y acarició mi miembro. Maniobré bruscamente hacia el bosque donde me metí y apagué el motor. Tire de Bella sobre mi regazo.
-Quería que fuera más intimo, pero bueno…- me encogí de hombros y la atraje hacia mi boca.
La besé con ferocidad y hambre, al tiempo que la despojaba de sus ropas. El lugar era pequeño y un poco incomodo, pero no me importaba, necesitaba saciar el fuego que tenía dentro, un acumulo de una semana. No había forma de detenerme, no a menos que Bella me lo pidiera. Pero ella estaba tan dispuesta como yo a continuarlo dentro del auto. Un nuevo lugar agregado a la lista.
Bella desgarró mi camisa y acarició mi pecho con desesperación, al parecer la semana de abstinencia no solo me había afectado a mí. Yo quité con sumo cuidado sus prendas, si teníamos que volver deberíamos hacerlo vestidos. No era muy importante que yo no conservara mi camisa, pero si mis pantalones.
Sus manos rebuscaron dentro de mis pantalones mi miembro y lo liberó de la prisión de la tela. Suspiré aliviado y agradecido de estar libre. Se rió dulcemente de verme sufrir, luego se acomodó sobre la punta de mi sexo y se dejó caer tomando todo de mí. Ambos soltamos un gemido de placer y satisfacción al sentirnos unidos nuevamente. Bella se recostó contra mi pecho desnudo y me abrazó fuertemente meneando sus caderas lentamente. La rodee con mis brazos y dejé que ella tomara el ritmo.
Era lento y profundo, en la posición en la que estábamos podía sentir como mi mimbro entraba completamente en ella. Absorbiéndolo hasta el tope. Dejé caer mi cabeza hacia atrás, recostándola en el reposacabezas soltando un suspiro de satisfacción. Mi ángel se rió y comenzó a besar y mordisquear mi cuello. El lento placer me estaba aturdiendo, volviéndome loco de excitación. Quería llegar al orgasmo, quería liberarme. No podía más con la lenta y dulce tortura.
Reacomodándome tomé sus cadenas y comencé a moverla de forma frenética. Bella jadeo y comenzó a gemir fuertemente agarrándose de mis hombros y tirando su cabeza hacia atrás diciendo cosas sin sentido. En realidad no podía entender lo que decía puesto que estaba tan cegado en el placer que sentía. Bella se aferró a mi cuello y gritó cuando el orgasmo le llego. Al instante en que su centro se apretó a mí alrededor, enterré mis dedos en sus caderas y gruñí ante la liberación de mi orgasmo.
Me desplomé sobre el asiento respirando agitadamente, al igual que Bella quien cayó rendida sobre mí. Abracé su pequeño cuerpo y la mantuve cerca. Oliendo su femenino y dulce aroma, mientras recobrábamos el aliento.
-Extrañaba esto- murmuró riendo.
-Sí, fue un castigo estúpido- lo admití delante de ella.
-Bueno, yo creo que fue muy inteligente- dijo con sarcasmo.
-Sí, ahora que lo dices es verdad- le seguí el juego-. Nos tuve en abstinencia porque tú me había desobedecido y te marchaste con un chucho apestoso.
-Si los castigos vas a ser así, entonces lo haré de vez en cuando- se incorporó y me besó tiernamente.
-Que no se te haga costumbre- le regañé acunando su rostro entre mis manos.
Nos quedamos mirándonos unos minutos. Se veía hermosa, toda despeinada, sus mejillas con un suave color rosado por la actividad anterior, sus ojos brillaban y me comunicaban en amor que sentía por mí, al igual que había otro sentimiento escondido detrás de ese brillo.
-Sabes que te amo- dije acariciando sus mejillas.
-Al igual que yo- asintió tomando mi mano y besándola.
-Y puedes confiar en mí- dije con seriedad.
-Siempre- asintió nuevamente.
-Yo también confío en ti- ese sentimiento salió a flote pero se escondió rápidamente, impidiéndome identificarlo-. Siempre.
-Gracias- sonrió dulcemente.
-Hay algo que quiero confiarte- dije mientras me acercaba a la guantera del auto y rebuscaba.
Desde hacía días que había considerado pedírselo y dárselo. Siempre lo llevaba conmigo para todas partes. Estaba esperando el momento indicado en decirlo y ahora, en este momento, era perfecto para hacerlo. A pesar de estar desnudos y yo aun dentro de ella, me parecía una anécdota que quedaría siempre que lo recordáramos. Encontré lo que buscaba y volví a recostarme en el asiento.
-Cierra los ojos- pedí sonriendo ante su desconfianza.
-Sabes que no me gustan las sorpresas- dijo mirando mi mano, el que tenía el objeto.
-Lo sé. Ahora cierra los ojos.
De mala gana me obedeció. Abrí la pequeña cajilla negra y quité el viejo anillo. Tomé su mano izquierda y lo deslicé por su dedo anular. De inmediato ella abrió los ojos y contemplo el anillo que decoraba su dedo. Se llevó una mano a su boca y me miró con ojos lagrimosos, aquellas lagrimas que jamás saldrían de sus ojos.
-Isabella Marie Swan- dije su nombre completo al tiempo que tomaba su mano izquierda y la llevaba hacia mi pecho- ¿Me harías el honor de casarte conmigo?
-Oh, dios- jadeó ella abanicando su rostro con la mano libre- ¿Hablas enserio?
-Nunca he hablado más enserio en mi larga vida.
-¡Sí!- chilló abrazándome- ¡Si, quiero!
-Eso era tolo que lo que quería escuchar- suspiré aliviado.
.-.-.-.-.-.-.-.-.-.
La casa era un completo griterío en cuanto llegamos. No habíamos alcanzado a bajar del auto cuando Alice, Rosalie y Esme llegaron corriendo y se abalanzó sobre Bella. Las cuatro comenzaron a gritar mientras saltaban para todos lados. Una vez que la parte de los saltos pasaron comenzaron a chillar sobre el anillo. Realmente no entendía nada, ya que las cuatro gritaban sin parar y reír. Ni siquiera podía leer sus pensamientos ya que era el mismo aturdimiento.
-Mujeres- suspiré y seguí caminando hacia la casa. En cuanto entré mis hermanos y mi padre me miraban con una gran sonrisa en la cara.
-Vaya, ya era hora- se burló Emmett pasando un brazo por mis hombros, desnudo aun.
-Pensamos que nunca se lo pedirías- dijo Jasper.
-Fue en el momento menos esperado- sonreí triunfante.
-Cierto, eso es bueno. Dejas a tu pareja atontada con ello- apremió Carlisle.
-Deberíamos haber colocado una cámara en tu auto- dijo Emmett desilusionado pero luego puso cara de asco-. No, mejor que haya sido así, no iba a ser agradable verte fornicar con mi hermanita.
-Emmett- le reprendió mi padre negando con la cabeza.
Una despedida de solteras!- gritó Alice desde afuera a todo pulmón.
-¡Ni se te ocurra, Alice!- grite abriendo la puerta.
-¿Por qué no?- preguntó con fingida inocencia-. Tú y los demás podrán tener la suya.
-¡Sí!- gritaron mis hermanos.
-Yo no la quiero- me negué de inmediato-. Y si yo no la tengo, Bella tampoco la tendrá.
-Pero yo si la quiero- respondió mi novia con total sinceridad.
-¡Bella!- exclamé horrorizado. Ella no tenía idea de lo que mis hermanas podían hacer en una despedida de solteras.
Temblé violentamente al imaginarme lo que podrían hacer.
Ella se rió y siguió hablando con las chicas. Mientras tanto mis hermanos me arrastraban hacia la casa murmurando los posibles locales de stripper que visitaríamos. Se debatían si ir a los de Seattle o viajar hacia otro lado del mundo, al mejor local de stripper.
.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.
Un mes había pasado después de mi proposición. Las cosas se estaban poniendo en orden, es decir Alice estaba organizando todo. Desde el vestido de novia de Bella, hasta el pasto artificial que compraría para que los zapatos inmaculadamente blancos de Bella no se ensuciaran con el húmedo y mohoso suelo de Forks. El gasto iba a ser enorme, mucha más que el de las tres bodas de la familia y sus tanto casamientos nuevos. Bella en cierto modo había perdido el entusiasmo al no poder seguir el ritmo a Alice.
Estaba emocionada de casarse pero se había asustado ante la euforia de nuestra hermana. Alice no había dejado que nadie más que ella se encargara de la boda. Tanto Rosalie como Esme se habían enfadado mucho con aquello, ya que también querían ayudar. Incluyendo Bella no tenía el derecho a la opinión de lo que Alice decidiera.
Por eso mismo se había retrasado la fecha de la boda. Bueno, no había fecha pero yo quería que fuera de inmediato. Cada vez me era difícil cargar a Bella y conducir hasta Las Vegas y casarnos de una vez. Pero Alice estaba muy pendiente de mis decisiones para detenerme en el futuro de querer hacerlo. Por lo tanto, Bella y yo, estábamos vigilados por nuestra hermana.
Ahora nos encontrábamos en el instituto en la hora del almuerzo. Bella se encontraba sentada en mi regazo con nuestras manos entrelazadas. Por petición de ella le había permitido no llevar el anillo para que no comenzara a haber un revuelo en Forks de que dos adolescentes se casaran a tan temprana edad. Por mi parte me importaba muy poco, pero a ella no le gustaba que todos nos miraran más de lo que ya lo hacían, pero en cuanto llegábamos a la casa ella corría a nuestra habitación y se colocaba el anillo.
De la nada su cuerpo se tensó y giró su cabeza hacia la puerta de la cafetería. En ese instante entraba un chico. Alto y cuerpo de atleta, su cabello era negro como la noche y unos ojos azules intensos. Lo reconocí al instante, Steve Maxwell, era el capitán del grupo de baloncesto y el chico más popular de la escuela con el título de rompe corazones. Las mujeres suspiraban y caían desmayadas cuando él les sonreía o les miraba. Para mí era otro humano al que no merecía la pena sentarme a ver. Simplemente lo ignoraba, como a la mayoría de los jóvenes de aquí. Sin embargo pasó por encima de mi lista negra cuando le vi sonreír y guiñarle el ojo a Bella, quien le seguía mirando. Se tensó nuevamente y volvió rápidamente la vista a la mesa.
-¿Pasa algo?-pregunté sin despegarla vista del mocoso que se regodeaba de haber puesto nerviosa a mi novia con una sonrisa.
-Es él- susurró apretando sus manos-. Su sangre…- gimoteó.
-Tranquila- la abracé apretándola contra mí.
-Tengo que salir de aquí- pidió levantándose.
-No te voy a dejar ir sola- la sostuve de sus muñecas-. Me dejas ir contigo o no te marchas.
-¡Por favor, Edward!- suplicó con ojos negros-. Solo iré a cazar, nada más. Déjame estar sola.
Sus suplicas y aquellos ojos llenos de desesperación me hicieron aceptar lo que me pedía. Obligué a mis dedos soltarla para que ella se marchara. Y en cuanto lo hice un mal presentimiento se instaló en la boca de mi estomago. Sentía que algo se iba a desatar pronto. Busqué a Alice con la mirada y ella sintió lo mismo que yo.
-No veo nada fuera de lo normal- se encogió de hombros-. Ella estará bien.
Sin embargo sus palabras no me consolaban. Dejé escapar un suspiro cansado y me senté intranquilo a esperar. En el mes no habíamos pasado por este tipo de problemas. O al menos eso habíamos pensado. Su comportamiento era normal, pero ahora entendía por qué siempre me mantenía alejado de la cafetería y me pedía irnos a otro lado. No había querido toparse con aquel chico…
El timbre sonó y cada uno se dirigió hacia su clase. Nuevamente tenía que transcurrirlas sin Bella. Pero a diferencia que la última vez, ella no me aviso que ya estaba. Cuando llegó la hora de marcharnos ella no llegaba.
-¿Alice?- llamé cuando venía caminando con gesto preocupado.
-El futuro de Bella desapareció- me miró con miedo.
-Tenemos que ir a buscarla- sugerí y sin perder tiempo subí al auto.
-¡Edward!- gritó mi hermana-. El chico Maxwell no ha aparecido después de la cafetería.
-¿Qué?- exclamamos todos.
-Él comparte una clase conmigo, la última hora. Y no se presentó- sacudió su cabeza tomándola entre sus manos-. Cuando el profesor le preguntó a sus amigos ellos dijeron que no lo vieron más después del almuerzo.
Azoté la puerta de mi auto y me interné en el bosque con mis hermanos pisándome los talones. Comencé a rastrear el aroma de Bella, necesitaba encontrarla a como diera lugar. Me negaba a creer que la desaparición de Bella y del chico estuviera conectada. Me negaba a creer que Bella había atacado al chico. Apreté mi paso y pronto encontré el aroma de Bella.
-¡Por aquí!- les indiqué a mis hermanos quieres estaban separados.
Juntos comenzamos a correr siguiendo el aroma. Cada vez se hacía más y más fuerte y a la vez se mezclaba con el olor de sangre. La pesadumbre me quería hacer parar, no quería ver nada. Quería negarlo todo, pero me era imposible. Ya sabía que todo coincidía.
Mi velocidad disminuyó cuando entramos a un enorme claro, el pasto estaba seco y amarillento, parecía que había sido quemado en tiempos anteriores. El aliento quedó atascado en mi garganta cuando la vi. Sentada sobre el suelo y aferrando contra sí el cuerpo inerte del chico de la cafetería. Podía ver como tragaba la sangre a montones. La satisfacción en sus facciones.
-Bella- la llamé con un hilo de voz.
Ella abrió los ojos lentamente y se puso de pie, tirando el cuerpo hacia un costado. Sus ojos me asustaron. Eran rojos.
Y no había ni un ápice de arrepentimiento.

Cap 11- DMNAMM

Capitulo 11
BELLA POV
Edward estaba molesto. Las paredes habían retumbado cuando cerré la puerta de nuestro dormitorio con un portazo. Tendríamos que comprar una nueva. Mi familia se metió dentro dejándome a solas con Jacob. No podíamos hablar en frente de todos. En realidad si podíamos, pero necesitaba pedirle a Jacob un favor.
Me acerqué a él con paso tranquilo y decidido, no tenía deseos de alterarlo y provocar una pelea innecesaria. Estaba tenso y precavido, estaba alerta de cualquier cosa extraña y preparado para atacar de ser necesario. Se veía tan inseguro y desconfiado hasta del propio aire. Había cambiado tanto. De ser el chico confiado y amistoso, pasó a ser un lobo arisco y receloso.
-Sigo siendo yo, Jake- suspiré dolida por su comportamiento.
-No confió en los de tu especie- bufó completamente tenso.
-No seas ridículo- rodé los ojos-. Si hubiera querido hacerte daño lo había hecho antes y más si sabía que eras un hombre lobo- no pude evitar soltar una risita cuando su cuerpo se envaró aun más, de ser posible- ¿Viniste a escuchar mi historia o a desconfiar de mi?
-Vine a escuchar, pero no me pidas confiar- sus hombros apenas se relajaron.
Me hiso un ademan para internarnos en el bosque. No necesitaba ser Edward para saber que no me quería dar la espalda, no quería que lo atacara por detrás. Era completamente estúpido y ofensivo. No éramos tan cobardes como para hacer aquello, ni como último recurso. Pero los hombres lobos nos creían escoria y cobardes como para hacerlo.
Contuve el deseo de insultarle y comencé a caminar hacia el único lugar donde podríamos charlar tranquilamente. Un lugar pacífico y agradable que estaba segura que le encantaría. El prado. Edward se pondría furioso cuando se enterara.
Mientras caminábamos podía sentir sus ojos en mi nuca. Ahora que Jacob era hombre lobo intimidaba enormemente. El niño flacucho y sonriente que había conocido se había esfumado dejando en su lugar un muchacho enorme, musculoso y aterrador. Su tamaño intimidaba tanto humano como lobo. Me sentía cohibida por su escrutinio y amenazante mirada, pero trataba de ocultarlo, no era necesario darle a saber que me incomodaba su presencia. Y ni hablar cuando se transformaba en lobo. Su tamaño se triplicaba al de un lobito normal. Sus dientes eran puntiagudos y afilados al igual que sus garras, que eran capaces de perforar y arrancar nuestra dura piel. No Había presenciado ninguna matanza con los lobos. Pero recordaba las historias que Maco nos contaba a los novatos mientras la sed nos controlaba. Era una forma de distraer nuestras mentes. Seguramente el hombre se emocionaría cuando supiera que aun existían.
Marco nos contaba que los lobos se habían extinto junto con los indios, que ya no quedaban de ellos, y si habían indios no tenían los genes. Podía recordar como esos ojos sabios y siempre aburridos había brillado ante la expectativa de un enfrentamiento.
-¿Hacia dónde vamos?- su pegunta me sacó de mis cavilaciones.
-A un prado que no queda muy lejos de aquí- le sonreí brindándole confianza.
-¿Por qué tan lejos?
-No quiero que nadie nos escuche.
-¿Por qué?
-Porque tengo algo que contarte- sus preguntas me estaban irritando. Parecía un niño.
-¿Qué es?- volvió a peguntar.
-Jacob, solo espera ¿quieres?- le encaré ya molesta y me sorprendió verlo sonriendo traviesamente.
-¿Te molestan mis preguntas?-
-Niñato- negué con la cabeza reanudando el paso.
-Cualquiera al lado de un inmortal es un niñato- bufó y apretó el paso hasta llegar a mi lado y caminar conmigo.
-Solo llevo siendo inmortal dos años- le sonreí- Estaba contenta de que retomara su confianza conmigo.
-¿Dos años?- se detuvo y me miró con incredulidad.
-Corramos así llegaremos más rápido- sugerí, pero antes de terminar la frase Jacob había comenzado a correr.
En cuanto llegamos extendí mi escudo bloqueando la mente de Jake de modo que Edward no pudiera leer nada sin que nos diéramos cuenta. Mi amigo observó el lugar con expresión asombrada y encantada, obviamente le gustaba. Y podía aportar que a mucha gente le gustaría este prado. Pero este lugar nos pertenecía a Edward y a mí. Aquí nos habíamos confesado indiscretamente, y luego hicimos el amor por primera vez, y otras más. Este era nuestro lugar especial, donde podíamos ser nosotros sin necesidad de preocuparnos por quienes nos rodeaban. Era nuestro paraíso en la tierra.
-Tú y tu vampiro hicieron cochinadas aquí ¿verdad?- preguntó Jacob con una mueca en la cara.
-¿Por qué preguntas eso?- puse mi mejor cara de desentendida,
-Por tu cara- se estremeció violentamente murmurando incoherencias.
No pude evitar reír a carcajadas, pero no le conteste, no era necesario. Esos eran secretos míos y de Edward que a nadie concernía, más que a nosotros.
Jacob me sentó en el paso, debajo de un rayo de sol. Dio unos golpecitos a su lado, invitándome a que me sentara a su lado. Me acerqué sonriente y me acomodé a su lado.
-Bien. Soy todo oídos- me dio pie a que comenzara con mi historia.
Tomé aire y comencé a contarle todo. En cierto modo era un poco difícil para mí volver a revolver aquellos recuerdos que tanto me había lastimado a lo largo de mi vida, obviamente quitando los buenos.
Le conté desde que me había escapado de mis tíos. Pasando por mi llegada a la casa de mi familia. Su trato conmigo y deseos de cuidarme. El paso por el orfanato y mi corta estadía. Él día en que mi madre había vuelto a recogerme, para mi cumpleaños número seis. Los maravillosos y pocos días que compartimos juntas antes de que los Vulturis la mataran y me secuestraran. La estadía en Volterra, donde me criaron y enseñaron, encerrada en una torre. La mentira que me dijeron al cumplir mis dieciocho. La idea que tenía que vengarme de mi familia, a que ellos habían acecinado a mi madre. Mi sed de venganza. Hasta que había descubierto que todo era una farsa para que yo me volviera en contra de ellos y matarlos ya que a Aro le disgustaba aquella familia.
Terminé luego de varios minutos. Jacob me escuchaba atentamente y sus expresiones me demostraban lo que sentía por mis palabras. Pude ver el enojo, la ira, el dolor y la incredulidad. Realmente no estaba tan lejos sus pensamientos de que eran los vampiros. Los Cullen eran una familia ejemplar, nada comparado con los Vulturis quienes a pesar de mostrarse unidos, solo eran una fachada de familia perfecta. Cada uno de sus integrantes eran unos monstros.
-Hay algo que no me cierra- dijo después de un largo silencio.
-¿Qué cosa?- pregunté tumbada en el suelo.
-Dijiste que hubo una pelea, aquí- recordó mientras se sentaba-. Pero nunca se menciono nada de ellos. Sam es el más viejo, en transformarse, y nunca comunicó nada.
-Bueno, eso es gracias a unos amigos- aclaré recordando a Héctor y Caroline, aquellos amigos que habían muerto a manos de Sebastian-. Uno de ellos tiene el don de borrar y crear memorias nuevas.
Jacob abrió sus ojos sorprendido por mis palabras. Al parecer los hombres lobo no sabían sobre nuestros poderes.
-¿Acaso los vampiros puedes hacer esas cosas?- preguntó estupefacto.
-Sí, bueno no todos- expliqué-. Solo los poseen aquellos que en su vida humana hayan tenido un sexto sentido, por así decirlo. Cuando se convierten, ese sentido sale a la luz. Como un don- me encogí de hombros-. Por ejemplo Edward. Cuando era humano le era fácil saber que era lo que pensaban los demás. Ahora, vampiro, puede leer los pensamientos.
La mandíbula de Jacob cayó y le miré confundida.
-Pensaba que ya sabías que Edward leía la mente.
-Eso es porque todos los vampiros lo hacen- dijo con obviedad.
-No, solo lo hacen en las películas. Los reales tenemos otros poderes- rodé los ojos.
-¿Qué otros poderes tienen? ¿Son solo mentales o también pueden ser físicos? ¿Poseen más de uno? ¿Cuál es el más poderoso?
-Jacob- le frené el torrente de preguntas-. Se supones que viniste para saber mi pasado, no para brindarte información sobre nosotros.
-Esto es un dato muy importante- me ignoró por completo-. Es muy valioso ¿Qué poder tienes tú?
Suspirando pesadamente le contesté.
-Un escudo mental. Puedo protegerme y proteger a otros de ataques mentales.
-¿Proteger?- preguntó desorientado.
-Sí, puedo extenderlo hasta tu mente y protegerte de vampiros con dones mentales que quieran hacerte daño o indagar en tu cabeza- expliqué-. Ahora mismo lo estoy haciendo, ocultando tus pensamientos de Edward.
-¿Y por qué lo haces?
-Hay algo que debo decirte- me senté derecha y dejé de lados las bromas, poniéndome seria.
Jacob dejó el asombro y la euforia por nueva información de lado, y prestó atención a lo que fuera que iba a decirle.
-En nuestra clase ahí un vampiro que es capaz de comer los poderes de otro. Su nombre es Sebastian. Es letal ya que posee más dones de los que te puedes imaginar, incluyendo yo- mi amigo palideció ante mis palabras-. Es la peor existencia que puede haber…
-Al grano Bella, me estas asustando- me apuró.
-Debo volver a Volterra y tú debes ayudarme.
.
EDWARD POV
Ya había pasado unas malditas dos horas desde que Bella se había marchado con el chucho. Dejándome a mí, su novio, caminando por las paredes de nuestra habitación completamente furioso.
Alice no podía ver el futuro de ella. Y yo no podía leer sus pensamientos. Sabía que estaba usando su escudo, al igual que estaba protegiendo la mente del mocoso. Había reprimido mis deseos de ir hacia el bosque y tratar de escuchar lo que hablaban. Pero sabía que Bella se enfadaría conmigo por inmiscuirme en una conversación privada. ¡¿Que tanto tenía que hablar con un lobo a escondidas de todos y en secretos? Furioso por la incertidumbre golpeé la pared con mi puño, al lado de otros golpes que había hecho a lo largo de los minutos.
Mi cuerpo se retorcía gracias a la impotencia y ansiedad que sentía por no tenerla conmigo. Me impacientaba y molestaba que no estuviera a mi lado. Me enfurecía no mirarla, no escucharla, no olerla. Me había acostumbrado tanto a que ella estuviera conmigo que ahora que no estaba me sentía como un loco dentro de un manicomio. Su presencia me era indispensable e irremplazable. Me sentía desorientado. Me sentía patéticamente estúpido y débil. Pero así me sentía sin mi Bella.
Harto de estas emociones descontroladas, y lo bueno que había sido al esperarla, salí del cuarto hecha una furia. Pero no llegué muy lejos ya que alguien había chocado conmigo. Estaba a punto de empujarlo y propinarle insultos, cuando su aroma invadió mis sentidos y el alivio relajó mi tenso cuerpo.
-¿A dónde ibas con tanta prisa?- preguntó con esa voz tan dulce y suave.
No dije nada, solamente la envolví en mis brazos y la atraje hacia mi cuerpo, estrujándola fuertemente. Necesitaba sentirla, saber que era ella y que estaba bien. Segura. Aquí, en mis brazos era donde ella tenía que estar. Era el único lugar donde ella iba a estar segura y yo tranquilo. Dios. Solo habían pasado dos horas y estaba maníaco, no quería imaginar si pasábamos más tiempo separados. Si fuera humano terminaría por acabar con mi vida. Pero siendo inmortal su ausencia me era dolorosa, literalmente.
-Pensé que estarías molesto conmigo- murmuró acariciando mi cuello con su nariz.
Su comentario me había recordado lo enfadado que había estado con ella los primeros treinta minutos. Lo furioso que me había sentido cuando ella se había marchado con el niño lobo sin importarle lo que yo pensara. La empujé, suave pero decidido, por los hombros, alejándola de mí. Su rostro cambió de la sorpresa a la tristeza por mi rechazo. Me odie a mi mismo por haber puesto esa fea expresión en su lindo rostro. Acaricié sus mejillas con mis pulgares, tratando de borrar esa mueca.
-Ya no estoy enojado. Pero si estoy dolido- le aclaré con voz suave-. Te pedí que no fueras con él. No quería tener este miedo de no saber si iba a pasarte algo.
-Pero estoy bien- frunció el ceño-. Te dije que Jacob era bueno y no me haría nada.
-¿Y cómo puedo estar yo seguro de eso?- la ira volvía a bullir dentro de mí ante su terquedad.
-Porque yo te lo digo- golpeó el suelo con su pié- ¿Acaso no confías en mí?
-¡En ti sí, pero no en él!- exclamé levantando la voz. La casa se había vuelto silenciosa ante nuestra discusión-. ¿Por qué no comprendes que me preocupo por ti? Su raza es nuestro enemigo natural, Bella. Como sabía yo que él no estaba haciendo una farsa para matarte.
Y gracias a dios que no era así, porque sino a ese perro no le darían las patas para correr cuando le cazara. Ya podía imaginarme despellejarlo vivo. O su cabeza sobre la chimenea. O su cuero y colmillos bien conservados para que pasara el resto de los días en la entrada de la sala dando la bienvenida a los demás, como un buen tapete para limpiarse los pies. O podría encerrarlo en una jaula, castrarlo y alimentarlo con sus genitales, solo hasta que duraran, luego lo mataría lenta y dolorosamente…
-Edward, estoy aquí y sana. Deja de imaginarte matando a Jacob- su comentario me trajo a la realidad.
-Y cumpliré cualquiera de ellos si se atreve a tocarte- le prometí.
-Eres exagerado- negó con la cabeza.
-No, te amo que es muy diferente.
-¿Y cómo me amas me has perdonado?- batió sus pestañas rápidamente.
Me habría carcajeado de buena manera y la habría sostenido y besado pasionalmente. Pero me tragué todo eso y mantuve mi expresión seria.
-Que te ame no quiere decir que sea idiota- dije con mi mejor tono enfadado.
Bella se encogió en su lugar y me miró arrepentida. Muy pocas veces me enfadaba con ella, para no decir que eran nulas. Quise abrazarla y decirle que todo era una broma, pero me contuve. Ella tenía que saber lo mucho que me preocupaba. Lo mucho que la amaba. No podía pasar por esos sentimientos.
-Lo siento- murmuró arrepentida.
Esta situación me había hecho recordar cuando ella era una niña y me había montado una broma de esconderse. El susto que me había dado aquella vez.
-Lo acepto, pero no me es suficiente- caminé pasando de ella, hacia las escaleras-. Tendrás que hacer meritos.
Ella me miró boquiabierta. A pesar de que sus pensamientos me eran ocultos podía saber que era lo que pasaba por su mente. Realmente no me creía, pensaba que era una broma.
-Podrías empezar arreglando la habitación- le señalé con un dedo el cuarto y terminé de bajar las escaleras sonriendo satisfactoriamente por la perplejidad en el rostro de mi novia.
Al llegar a la sala me topé con las miradas de mis hermanos. Tanto Emmett como Jasper estaban sonriendo abiertamente con sus pulgares en alto. Estaban orgullosos de que no me dejara caer en las redes de Bella. Aunque debía de admitir que no faltaba mucho para ello. En cambio Rosalie y Alice me miraban con enfado, ellas estaban de acuerdo con castigar a Bella por la que nos había hecho pasar, pero pensaban que mi actitud había sido un poco, demasiada, exagerada actitud machista y no debía de haberla tratado de aquel modo.
Yo también pensaba que había sido un poco duro con ella ¿Y quién más que yo no quería ir corriendo hacia mi cuarto y hacerle el amor durante toda la noche pidiendo perdón? Encogiéndome de hombros pasé de todos ellos y fui hacia mi tan preciado piano donde me senté y comencé a tocar la canción favorita de Esme. Podía escuchar a Bella refunfuñar en nuestra habitación y eso me elevaba el ego.
Sonriendo maliciosamente pensé en los próximos castigos.
Tenía que hacer uno que ella no olvidara, que recordara siempre que intentara pasarme por alto como si mi opinión y sentimientos no importaran.
Llámenme machista, o como ustedes quieran. Pero la amo y soy capaz de hacer mucho por ella.

Cap 10- DMNAMM

Capitulo 10
EDWARD POV
Sus dedos recorrían mi pecho, al igual que sus labios, haciendo que me estremeciera bajo su tacto. Era tan placentero y tan adictivo, que no me importaba pasar el resto de la eternidad dentro de una cama con Bella. Si hace doce años atrás me hubieran dicho esto, yo aún estaría riendo a carcajadas por las ocurrencias. Sin embargo ahora no comprendía cómo pude haber vivido tanto tiempo sin Bella.
Solté un lento y largo gemido al sentir las manos de Bella en mi entrepierna.
-¿En que estas pensando?- susurró en mi oído, mientras me masajeaba-. Pareces distraído y eso me ofende, cuando te estoy mimando.
-Solo pensaba en ti- murmuré apretando los dientes-. No me estas mimando, amor. Me estas torturando.
La tomé por la cintura y con un giro rápido nos cambié de posición. Ella soltó una risita que fue reemplazada por un delicioso gimiendo cuando me enteré en ella. No le di tiempo a que me dijera nada, simplemente me limité a darle placer tanto a ella, como a mí.
Apoyé mis manos a cada lado de su cuerpo y empujé aun más fuerte. Ella cerró sus ojos y arqueó su espalda, soltando jadeos y suspiros. Sus manos fueron subiendo por mis brazos, pasando por mis hombros, subiendo por mi cuello hasta finalmente mi cabello, donde se aferró a el y lo tironeó para acercarme a su boca. La devoré gozando de los suspiros que soltaba cuando nos soltábamos.
-Edward…-gimió abrazándome fuertemente, sentí como sus paredes internas se contraían.
Enterré mi cara en su cuello e inexplicablemente me dieron ganas de morder algo, y lo primero que tenía a mi alcance era su cuello. Hundí mis dientes en su piel, provocando que ambos explotáramos.
De inmediato me di cuenta de lo que había hecho, me alejé de ella bruscamente y la observé con pánico, Su cuerpo se convulsionaba, sus ojos y manos estaban apretados fuertemente.
-¿Bella? ¿Amor estas bien?- susurré acariciando su mejilla. Ella simplemente asintió mordiendo su labio-. Lo siento tanto, no me di…
-Estoy bien- susurró, luego abrió sus ojos-. Ese fue…-se rió y me volvió a abrazar-. No tengo palabras- susurró en mi oído.
-¿No te duele?- le pregunté besando la mordida que le había dado.
-No- acarició mi cabello-. Parecía como esas novelas de vampiros- se rió.
-Se supone que debías de tener sangre y así ambos sentiríamos lo que el otro siente- me acosté sobre mi espalda y ella se inclinó sobre mi pecho.
-La falta de sangre se lo reemplazó la ponzoña- me miró con una sonrisa-. Fue el detonador del exquisito climax.
-Me alegro que te gustara- bese su frente-. Pero no lo voy a hacer de nuevo- pasé un dedo por su ceño fruncido-. Tampoco voy a llenarte de mordidas el cuerpo y no me agrada sabiendo que la ponzoña no da placer.
-Que sobre protector y exagerado eres- se burló y me besó apasionadamente.
.
-Hay algo que no está bien- dijo Carlisle desde el sillón.
Todos estábamos pasando una tarde en familia, viendo la tele, en realidad viendo como Alice y Emmett peleaba para dominar el control remoto y determinar que veríamos. Rosalie se limaba distraídamente las uñas, Jasper se divertía con añadir enojo a su pareja y a Emmett. Carlisle y Esme se mantenía leyendo un libro los dos juntos. Mientras que yo y Bella nos limitábamos a repartirnos cariños y palabras de amor. Sonará gay pero es algo de lo que nunca me cansaría.
Todos dejamos nuestros juegos en cuanto Carlisle habló.
-¿A qué te refieres?- le preguntó Jasper.
-No quiero ser un brujo, pero…- miró a Esme y esta le reprochó con la mirada que no dijera nada, pero él le contestó con una mirada de disculpas, luego se volvió a todos nosotros-. Los Vulturis están demasiado callados.
Mis oídos se llenaron de los pensamientos de todos, menos los de Bella. Últimamente ella me dejaba escucharla cuando no quería que nadie supiera lo que estábamos hablando. Se le había hecho una costumbre desactivar su escudo. Pero ahora su mente estaba en silencio. La miré y ella solo se encogió de hombros, acurrucándose en mi pecho.
-Es mejor así Carlisle- respondió Bella, quebrando el silencio-. Es mejor no nombrarlos, estoy segura de que pueden oírlo todo a todas distancias.
-¿Piensas que pueden venir por ti?- le preguntó con seriedad.
-No lo creo- su pequeño cuerpo se había tensado-. Ellos no le prestarían atención a alguien tan insignificante como yo. Mis poderes no son de algo que a ellos les atraiga.
-Y si así lo hicieran, no permitiría que se acercaran- le aseguré apretándola contra mí.
-Ya saltó el defensor del pueblo- me molestó Emmett. Simplemente lo ignore.
-No puedes contra toda su guardia…-comenzó y su cuerpo se estremeció-. Ni siquiera con Sebastian…
-No pelearía solo, Bella- agregó mi hermano y golpeó sus puños.
-Podemos cambiar de tema- interrumpió Esme, molesta.
-No especules cosas que no van a pasar, Carlisle- Rosalie volvió a su tarea con las uñas-. Para eso tenemos a Alice- levantó la vista y le sonrió a la enana.
-Eso es verdad- asintió y le arrebató el control a Emmett-. Pueden que estén muy callados, pero sabré si algo traman- se golpeó la frente con sus dedos y saltó hacia el regazo de Jasper.
-Tienes razón, Alice- asintió mi padre más relajado y volvió a su lectura.
Me acomodé en mi asiento y abracé a Bella, su cuerpo aun estaba tenso. La miré con interrogación, ella solo me sonrió y apoyó su cabeza en mi hombro. Otra vez tenía la sensación de que algo me ocultaba, pero no sabía que era.
La tarde de películas terminó cuando Rosalie y Emmett se metieron- dios-sabe-donde- a hacer sus cochinadas. Carlisle y Esme se volvieron un poco pasionales en el sillón, raro en frente nuestro y Alice y Jasper estaban en su propia burbuja. Ya no soportaba tener que estar en medio de mis familiares en esos momentos. Tenía a Bella, pero me gustaba más compartirlo con ella a solas.
Sin más la levanté en brazos y le llevé a nuestro cuarto. La dejé en la cama y puse música para tratar de aplacar los sonidos extraños. Ella me sonrió y gateó hasta llegar a mí. Me abrazó por la cintura y me empujó con ella a la cama.
-Mmm ¿Bella?- la llamé no muy seguro de querer hablar, pero tenía que hacerlo.
-¿Si?- me empujó suavemente hasta acostarme en el colchón y ella sentarse en mi estómago.
-¿Confías en mí?- le pregunte con seriedad.
-Por supuesto que sí- frunció su ceño.
-Entonces contéstame ¿Por qué te pusiste tan nerviosa con lo que Carlisle dijo?- me senté derecho y la senté en la cama.
-Bueno…-mordió su labio-. Es que la verdad, no quiero saber más nada con esos vampiros- miró sus manos-. En especial con Sebastian, tengo miedo de lo que él pueda llegar a hacer- levantó su cabeza, sus ojos reflejaban miedo, pánico, dolor-. No sé qué haría si él te hiciera algo- negó con la cabeza-. No quiero pensarlo, simplemente no quiero- su voz se quebró y la atraje a mí.
-Yo moriría si te hicieran algo de nuevo- le susurré.
-Tengo miedo, Edward- me abrazó fuerte, su cuerpo temblaba-. Tengo miedo de que vuelvan por mí y tú…- gimió con dolor.
-Eso no va a pasar- acuné su rostro entre mis manos y clavé mi mirada en la suya-. Yo no voy a permitir que ellos te lleven a ningún lado- besé sus labios-. Y ya escuchaste a Alice, ella está pendiente de ellos.
-Algún día van a venir…- murmuró con terror-. Lo sé.
-Entonces vamos a estar preparados.
-Pero…
-Basta, Bella- la sacudí un poco-. Nada va a pasar mientras estés conmigo, por qué no voy a dejar que nada pase ¿entendido?
Ella solo asintió y volvió a abrazarme. La rodeé con mis brazos y la acuné hasta que se había calmado. Aun no sabía si esta era la razón por la que Bella estaba actuando medianamente raro. Sin embargo me preocupaban las palabras de Carlisle, Él conocía a los Vulturis, había estado una temporada con ellos. Pero aun así lo que le había dicho a Bella era verdad, no dejaría que nadie se la llevara.
Ella era mía y nadie ni nada la iba a apartar de mi lado.
.
BELLA POV
No importaba cuantas palabras consoladoras y caricias me diera. Yo aun tenía miedo por lo que podían llegarle a hacer mi familia esos bastardos. En especial a Edward. Él definitivamente era mi pareja, la persona que desde el principio estaba destinada para mí. De solo pensar en lo que le podrían llegar a hacer el corazón y el pecho comenzaban a dolerme de tal manera que me quitaba la respiración.
La conclusión más sencilla y que hasta un niño se podría dar cuenta, era que no podía vivir sin Edward. Por lo que había tomado la decisión de abandonarlo si eso hacía a los Vulturis feliz. Podría irme feliz sabiendo que él estaba vivo, quizás no feliz, pero estaría vivo y eso era todo lo que yo necesitaba.
Aun recuerdo la visita de Sebastian. Fue hacía solo un par de días atrás. El muy maldito había aparecido en el instituto, había ocultado su aroma y su plan para que nadie pudiera reconocerlo. En pocas palabras se había comido los poderes de Caroline y Héctor, los había matado. Y estaba segura de que si mi familia se oponía todos terminarían muertos.
Sacudí mi cabeza y abracé aun más fuerte el cuerpo de Edward. Él me preguntó si me encontraba bien ¿Qué podía decirle?...
-Estoy bien- besé su pecho.
-¿Por qué me bloqueas?- sonó disgustado y eso me hiso reír, a él le molestaba que yo ocultara mis pensamientos.
-Son privados ¿sabes?
-Me da la sensación que me ocultas algo.
-Paranoico- bromeé y me subí sobre su estómago.
Me sonrió pasando sus manos por mis caderas, levantándolas ligeramente para ponerme sobre su ya palpitante erección. Solté una risita, era insaciable y eso me encantaba. Me encantaba complacerlo, hacerlo sentir bien, maravillarme de su rostro al momento de llegar al máximo placer. Su respiración agitada, sus gemidos, en especial sus gruñidos. Edward era perfecto y era mío.
Por eso mismo no podía permitir que me lo arrebataran, que lo mataran. Haría lo que sea para mantenerlo vivo, no me importaba si eso significaba alejarlo de mi.
.
-¿Dónde está Jacob?- preguntó Alice mirando, aburrida, la cafetería.
-¿A quién le importa?- murmuró Edward en mi Hombro.
-Ahora que lo dices, hace tiempo que no lo veo- dije girando para mirar la cafetería.
-Y es mejor así- me apretó contra su costado y suspiró en mi cuello.
-Estoy de acuerdo con Edward- dijo Rosalie mirando con asco su comida-. El chico apesta, por lo que terminas apestando tu Bella.
-Para mí no apesta- fruncí el ceño-. Además Jake es muy amable y gracioso.
-No hagas comentarios de otro chico cuando tu novio te esta abrazando- gruñó Edward enderezándose.
-Solo digo la verdad- me encogí de hombros y bese su mejilla.
EL timbre sonó y todos nos levantamos para ir a nuestras clases. Edward y yo íbamos tomados de las manos mientras hablábamos de tonterías. De pronto sentí un olor fuerte que quemó mi nariz, Edward también lo sintió ya que arrugó su rostro en una mueca de asco. Inmediatamente me puso detrás de él…
-Lobo- murmuró por lo bajo.
-¿Qué pasa?- pregunté haciendo puntita de pie para mirar sobre el hombro de Edward.
Él estaba tenso, podía notarlo y miraba fijamente a…
-¿Jake?- pregunte atónica por el enorme hombre que tenía frente a mí.
Era grande, musculoso, su cabello estaba corto y estaba vestido con pocas ropas. Él me miraba con desprecio, con odio y con dolor. Intenté acercarme a él pero Edward me lo impidió.
-Ella no te mintió en nada- habló Edward.
-Sal de mi cabeza, chupasangre- dijo entre dientes apretados.
-¿Qué está pasando?- volví a preguntar- ¿Jake, que pasa?
-¿Quieres saber qué pasa?- entrecerró los ojos y me apuntó con un dedo-. Tú me mentiste, al igual que todos en este pueblo.
-¿De qué estás hablando?- su acusación me dolía ¿acaso se había dado cuenta de lo que éramos?
-¡No te hagas la mosca muerta, sanguijuela!- me gritó
-¡No te atrevas a hablarle de ese modo!- le devolvió Edward a punto de abalanzarse contra Jacob.
Gracias a dios no había nadie en el pasillo, pero pronto alguien vendría por el escándalo que se estaba armando. Tomé el brazo de Edward y lo halé contra mí.
-No tengo idea de lo que estás diciendo- no lo miré me dolía aun sus palabras-. Edward, tenemos que ir a clases- lo empujé hacia nuestra clase.
-Supongo que ella sabe el tratado- siguió hablando Jacob-. De todos modos no me fio de él, todos son unos monstruos.
Edward me empujó suavemente y arremetió contra Jacob, saliendo fuera del instituto. Los seguí asustada por lo que Edward podría hacerle a mi amigo, los encontré forcejeando hacia el bosque. Me sorprendía ver a Jacob luchando con Edward sin resultar lastimado.
Edward lo empujó fuertemente estrellándolo contra un árbol, este se partió
-¡Edward!- corrí hacia él y lo abracé por la cintura para que se detuviera y busqué con la mirada el cuerpo de Jake, pero me sorprendí y asusté al encontrarme con un enorme lobo de pelaje marrón rojizo.
Este ladeó la cabeza y nos mostró sus dientes, afilados y puntiagudos. La respiración se había quedado en mi garganta y los ojos me dolían por estar tan abiertos. Jamás había creído en las historias que se escuchaban en el castillo referente a que los hombres lobos existieran.
El lobo tiró sus orejas hacia atrás y se agazapó. Inmediatamente me supe entre medio de ellos, levantando mis manos para pararlos.
-¡Ya basta!- espeté, terriblemente asustada.
Jacob y Edward se detuvieron pero no dejaron de mirase con odio y rabia. Bajé mis brazos y encaré a Jacob, aun incapaz de salir de mi asombro. No podía creer que el chico de cabello largo, flacucho y de sonrisa radiante, se había convertido en algo totalmente diferente.
-Bella no sabía nada de esto- habló Edward. Jacob gruñó fuertemente-. ¿Y qué quieres que haga? ¡No entiende tu lenguaje de perro!- exclamó enfadado.
-¿Qué es lo que pasa?- le pregunté a Edward.
-Jacob está molesto porque le mentiste-bufó cruzándose de brazos.
-Yo no te mentí Jake- intenté acercarme pero él soltó un zarpazo.
-Atrévete a tocarla y te juro que romperé tu cuello- amenazó Edward a punto de echarse sobre el lobo-. No podemos andar por el mundo contando lo que somos…
-Además no conoces lo que me pasó a mí, Jake- bajé la mirada y sentí como la mano de Edward se entrelazaba con la mía-. A mí me engañaron para llegar a esta forma- sentí al lobo resoplar.
-No entiende nada- bufó Edward-. Sin embargo no aceptará escucharte, es demasiado cabezota.
-Como sea- me erguí y levanté la barbilla-. Si yo hubiera sido humana tu no me habrías contado este cambio- entrecerré los ojos-. Así que estamos a mano.
Tiré de la mano de Edward para volverlo hacia el instituto. Si Jacob no me quería escuchar y me trataba como lo hacía, no merecía la pena malgastar el tiempo. El lobo gruñó y se dio media vuelta hacia el bosque, y eso me dolió, había perdido a mi amigo, al único.
No era que no considerada a los demás como mis amigos, ellos eran mi familia y mis amigos, pero Jake era diferente, era mi amigo "humano" al que yo no sentía el deseo de matarle. Pero ahora ya no era mi amigo ni humano, era un hombre lobo, uno que estaba hecho para acecinarnos a nosotros.
-El perro está confundido-susurró Edward a mi lado-. Estaba enamorado de ti, por eso es que se siente tan dolido.
-Ya no importa, Edward- negué con la cabeza y apreté su mano.
-A ti si te importa, le considerabas tu amigo- se detuvo, obligándome a detenerme.
-Eso era antes- me negué a mirarlo.
Tiró de mi mano y me obligó a mirarlo, sus ojos eran severos, pero no conmigo, más bien parecían para sí mismo. Podía ver que a él no le agradaba para nada estarme consolando con respecto a Jacob. Pero era un buen novio y amigo, me consolaba en todo…
-Cuando el chucho se sienta mejor, vendrá a hablarte- levantó una mano y la pasó por mi mejilla-. Escúchalo, es un niño- negó con la cabeza mientras suspiraba-. Él también te escuchara.
-Eres muy amable a pesar de que no te cae bien- pasé mis brazos por su cuello.
-Si fuera por mí, te alejaría de aquel mocoso- besó mi frente-. Pero no puedo porque es tu amigo y el también te considera su amiga.
-De acuerdo- me mordí el labio- ¿Qué vamos a hacer ahora?
-Sería demasiado extraño que entráramos en la clase los dos juntos- sonrió de la manera que a mí me encanta.
-Somos hermanos, no sería extraño- le bromeé
-Pues para ellos sí, pensaran que estuvimos haciendo otras cosas.
-Entonces vayamos a hacer lo que supuestamente piensan- sugerí meneando mis cejas.
En un segundo estuve en sus brazos y corriendo a toda velocidad hacia nuestra casa. Donde nadie nos molestaría.
.
-¿Se puede saber qué demonios ha pasado?- preguntó Alice en cuando llegó del instituto.
-¿Qué quieres decir?- le tomó el pelo Edward.
-El por qué sus futuros desaparecieron de un momento a otro- se planto frente a nosotros, impidiendo que viéramos la televisión-. Y porque Edward estaba peleando con un lobo…
Nos miramos con Edward arqueando una ceja.
-Estamos bien- dijo el encogiéndose de hombros-. Supongo que viste lo que estábamos haciendo- sonrió con malicia.
-Desgraciadamente vi un poco de eso- sacudió la cabeza y se estremeció-. Pero apreciaría que me contaran lo demás.
-Jacob es un hombre lobo- soltó Edward y todos contuvieron el aliento.
-¡Lo sabia!- exclamó Rosalie-. Vamos, páguenme- extendió su mano hacia arriba mientras Emmett y Jasper murmuraban enojados y sacaban el dinero.
-así que es un lobito- murmuró para sí misma mientras se dejaba caer en un sillón.
-Alice tu también tienes que pagarme- le recordó Rosalie.
-Ahora no Rose, estoy pensando- hizo un gesto con la mano mientras seguía mirando hacia la nada.
-No me importa, perdiste y debes pagarme- golpeó con su zapato el suelo, completamente enojada.
-Rose, Alice está pensando el por qué no se lo vio venir lo de Jacob- le explicó Edward.
-Cierto- coincidió Alice-. No lo entiendo se supone que lo veo todo, pero cuando aquel incidente sucedió sus futuros desaparecieron para mí- nos miro a Edward y a mí.
-Como también no debiste de ver que Jacob está parado fuera de nuestra casa- murmuró Edward sin despegar los ojos de Alice.
Me levanté de un saltó y corrí hacia el ventanal del frente. Y allí a unos metros de la casa estaba Jacob, sin camisa y con su cuerpo musculoso. Me miraba con ojos duros, levantó una mano y me llamó con su dedo.
Sin siquiera pensarlo dos veces abrí la puerta y salí al porche.
-¿Podemos hablar?- preguntó con voz suave-. A solas.
Miré por sobre mi hombro y me encontré con toda mi familia mirando con desconfianza a Jacob. Carlisle tenía una mano en mi hombro, reteniéndome a dar un paso.
-Tienes diez minutos, chucho- dijo Edward sacando la mano de Carlisle-. Ni un minuto más, y te conste de que vuelva en una pieza.
-Tú no me das ordenes- Jacob alzó la barbilla-. Ella es quien decide si quiere venir y cuanto tiempo quedarse.
-Tiene razón- tomé las manos de Edward y le obligué a que me mirara.
-Escuchaste a Alice, no sabré absolutamente nada si te pasa algo.
-No me va a pasar nada- le aseguré.
Edward respiró fuertemente por su nariz, pasando su mirada de Jacob a mí. Claramente no quería dejarme ir. Le apreté sus manos para que me mirara únicamente a mí. Cerró los ojos y asintió, me besó rápidamente y entró en la casa.
Genial, quizás arreglarías las cosas con Jacob, pero era obvio que Edward se había molestado conmigo.
Con un suspiro me giré y comencé a caminar hacia Jacob.

Cap 9- DMNAMM

Capitulo 9
EDWARD POV
-Elena…- dije sorprendido al notar la ola de deseo que recorría mi cuerpo.
Lo prendía y me hacía endurecer de inmediato, a la vez sentía miedo, miedo de lo que era capaz de hacer si no me controlaba como debía. Tomé lo primero que tenía cerca, por suerte era Bella, La tomé por la cintura y la pegué a mi cuerpo.
-¿Quién es?-preguntó Bella sin dejar de mirar a Elena.
-Elena- se presentó con una sonrisa encantadora, eso produjo que otra ola de placer me hiciera estremecer-¿Y tu…?
-La novia de Edward- murmuró Bella entre dientes apretados.
-Oh, no sabía que estabas comprometido- volvió su vista hacia mí-. Esto se pondrá interesante.
-Sí, somos novios- agregué como tonto.
Para mi suerte llegó Jasper, controló un poco las olas de placer, aunque él también parecía afectado.
-Tiempo sin verte, Elena- la saludó tenso, pues sabía que algo tramaba.
-Estábamos cazando y decidí pasar a visitarlos- se encogió de hombros, mientras se balanceaba como una niña pequeña.
-Lindo de tu parte- logró decir mi hermano-¿Pasamos a la sala? Te esperan para saludar- le tendió la mano hacia la habitación donde estaban los demás.
Podía escuchar en la mente de Carlisle y Emmett lo preocupados que estaban con esa amenaza en la casa. Rosalie y Alice ya quería quemarla y bailar desnudas alrededor de la fogata, muy originales, como brujas. Mientras que Esme se mantenía en una calma increíble, por alguna razón no se dejaba perturbar con la llegada de Elena a la casa, como los demás.
Una vez que Elena siguió a Jasper a la sala, tomé a Bella en brazos y la subí a nuestra habitación. La dejé en la cama y cerré la puerta con cerrojo. Estúpido, lo sé, pero no se me ocurría otra cosa.
-¿Qué pasa?- preguntó Bella, molesta.
-Nada, solo…quiero estar más tiempo contigo- le sonreí de me mejor manera, pero ella no me creyó y se cruzó de brazos arqueando una ceja-. Ok, te diré y estoy en un grave problema- me rendí.
-¿Quién es esa tal, Elena? ¿Alguna amante pasada?- cuestionó muy, muy, molesta.
-¡Claro que…!- lo medite un poco-. ¡Ni siquiera terminé lo que estábamos haciendo!- exclamé, grave error porque Bella me miró aun más molesta-. Bella, no es lo que piensas…-comencé a decirle, para calmarla.
-¿Entonces qué es? Porque de verdad no te entiendo- masculló.
-Esa mujer es una bruja- me dejé caer a la cama-. Tiene un don parecido al de Jasper, pero el de ella es limitado y es uno solo- le expliqué.
-¿Cuál?-preguntó ahora relajada.
-El don de hacer sentir deseos de solo verla- solté conteniendo la respiración-. Yo anteriormente la había rechazado, había caído y la terminé por dejar- expliqué, a medida que hablaba Bella fruncía su ceño-. Fue la vez que nos conectamos.
-Oh.
-Ese día ella llegó con unos compañeros y trató de seducirnos a todos- me acosté en la cama, tapando mis ojos con mí brazo-. Cuando me conecté contigo no quise volver a estar con ella, sabiendo el poder que tenía y se marcho.
Esperé a que Bella dijera algo, pero se mantenía callada, y yo no me atrevía a mirarla. Por lo que seguí hablando, como un cobarde.
-Ahora mismo está maquinando ideas para hacer que me abandones- mi voz sonó asustada-. En cuanto me vio comenzó a mandarme olas de placer y no sé si…
En ese momento sentí el delicado cuerpo de Bella sentado sobre mis caderas. Mi brazo fue removido de mi cara, junto con el otro, hacia arriba de mi cabeza. La miré con miedo, en realidad no sabía que esperar, pero me sorprendió al encontrarla sonriendo pícaramente. Eran estos los momentos, junto con algunos otro, en los que deseaba poder leerle la mente. Y como si ella me hubiera escuchado pude escucharla en mi cabeza…
-Entonces vamos a mostrarle que tan bien usamos su poder-su voz sonaba tan ronca en mi cabeza, que quise escucharla en mis oídos.
Le sonreí e intenté soltar mis brazos para tocarla, pero me lo impidió.
-Esta noche déjame a mí encargarme de esto- susurró en mi oído, lo que hizo que me estremeciera.
-Entonces no estás molesta-sondeé.
-Bastante- me miró con ojos negro-. Pero no contigo.
-Perfecto-le sonreí y me devoró la boca.
Era increíble lo desatada que se había puesto mi Bella. Desde que lo había hecho por primera vez en el prado, y otras cuatro en el camino, no había manera de pararla. Y no era la única, yo tampoco podía despegar mis manos de su cuerpo, o besar sus deliciosos labios. Me encantaba verla removerse bajo mi cuerpo, escucharla suspirar o nombrarme. Era lo mejor que en mi vida de vampiro pude siquiera imaginar. Me sentía como un adolescente, todas hormonas y calentura, y, por supuesto, una hermosa novia que cooperaba conmigo.
Esa noche lo hicimos unas tres veces, una tras otra, ¿lo mejor? No me sentía cansado, quería más. Emmett en repetidas ocasiones nos gruñía para que paráramos, ya que le sacábamos la concentración sobre Rosalie. En realidad no era nuestra culpa, más bien suya por escucharnos.
-Una de las mejores noches de mi vida-suspiro Bella contra mi pecho.
-Sin duda- asentí mientras la estrechaba más contra mí.
-¿Podrías enumerar tus noches?- me preguntó y se acomodó sobre mi pecho para mirarme.
-Todas desde que te conocí- le sonreí y ella rodó los ojos, con una sonrisa
-Era pequeña en ese entonces.
-Pero cuando llegaste a la casa y te vi dormir-suspire y la recordé, tan pequeña e indefensa… tan humana-. Esa fue la primera noche.
-Pedófilo- se rió y golpeó juguetonamente mi hombro.
-Dime ¿Cuál fue la tuya?- pregunté arqueando una ceja.
-Cuando te conocí-confesó sonriéndome con dulzura.
La atraje hacia mis labios y la bese con todo el amor que le profesaba. Era suave, lento, sin prisas ni lujuria. Solo amor.
-¡Dejen de besuquearse!-grito Alice desde afuera-¡Es hora de ir al instituto!
De mala gana tuvimos que separarnos y vestirnos. Realmente no tenía deseos de salir de la cama, más si Bella estaba conmigo y me acompañaba. Mi mente maquinaba tantas cosas para hacer con ella ahí adentro…
-¿En qué piensas?-preguntó Bella desde mi espalda.
Pasó sus manos por mi pecho y comenzó a abotonar mi camisa. Su cabeza estaba apoyada en mi hombro, mirándome por el espejo. Apoyé mi cabeza en la suya y le sonreí. Me encantaba la imagen, tan natural, tan dulce…
-En lo bien que me hace tenerte a mi lado-le contesté al tiempo que me giraba y la abrazaba.
-A mí también me hace feliz tenerte a mi lado- me contentó con una dulce sonrisa.
Estaba por besarla, pero nos tuvieron que interrumpir, quien más que Emmett…
-Ya es suficiente- bufó y cargó a Bella-. Ya me han colmado la paciencia- decía mientras bajaba las escaleras con Bella al hombro, quien se reía a carcajadas-. Han estado abotonados todo el maldito día de ayer- gruñó.
-¡Emmett!-le regañó Esme al escuchar que nos comparaba con los perros.
-¡Pero si es verdad, Esme!- se defendió-. Desde que salieron del instituto hasta hace un par de horas, tu hijo promedio no ha salido del….
-Ni se te ocurra decir semejante vulgaridad- le amenacé, aunque me estaba divirtiendo.
-Entonces no lo hagas- cerró la puerta de su Jeep y caminó hacia el lado del conductor.
-Simplemente presta más atención en Rosalie en vez de lo que Bella hace- le reproché abriendo la puerta donde estaba Bella-. Te recuerdo que ella ya no es una niña.
-Crecí, Emmett- dijo ella tirándose a mis brazos.
-¿Qué haces?- preguntaron los tres mirando cómo me a llevaba a mi auto.
-Voy al instituto con mi novia- dije con obviedad.
Entramos al auto siendo observados por nuestros hermanos, excepto Alice, quien nos sonreía. Los saludamos y pisé el acelerador a fondo. En pocos minutos nos encontramos en el instituto. Cuando baje de mi auto, todos me miraban, obviamente nadie me esperaba hasta dentro de un mes. Los hombres, amigos de Mike, me miraban con odio y sus pensamientos eran de solo insultos, pero también tenían la imagen del hombro de su amigo, no querían ponerse en mi camino. Eso me hiso sonreír con suficiencia, al menos habían captado el mensaje de "no te acerques a Bella o sufrirás las consecuencias".
Por otra parte las mujeres se alegraban de mi llegaba, demasiado, algunas planeaban invitarme a salir o tirar sus libros delante de mí, solo para que les sonriera. Pero en cuanto Bella me tomó de la mano y me besó, las pobres muchachas se desilusionaron y hasta algunas lloraron. En cierto modo era cómico.
-Si ellos deben saber que soy tuya, entonces ellas deben saber que eres mío- susurró contra mis labios.
-Definitivamente-asentí y la acorralé contra la puerta de mi auto.
-Recuerden que estamos en el instituto- nos interrumpió Emmett.
-Tú lo hiciste en el baño de hombre, el gimnasio, la cafetería, el salón de música, de biología….
-¡Suficiente!-me gruñó interrumpiéndome y entró al instituto echando humo, mientras Rosalie se reía.
-¿De verdad lo hicieron en todos esos lados?- me preguntó Bella con cara de asco.
-Y eso que no terminé de seguir la lista- le guiñé un ojo y pasé mi brazo por sus hombro.
Las clases pasaron con total normalidad y aburrimiento. Cada clase la compartía con Bella y era realmente reconfortante ver como había logrado avanzar con el olor a sangre de los humanos. Se la notaba más natural en el aula de clases, a comparación del primer día. Pero se seguía aferrando a mi brazo cuando teníamos que caminar por los atestados pasillos, de clase en clase.
Cuando alguien chocaba con ella distraídamente, su cuerpo se tensaba al máximo y la podía escuchar gruñir, sus ojos se volvían negros. Era un poco difícil tener que controlarla y más con tanta gente rodeándonos, por lo que en el tercer periodo la había besado para distraerla, por suerte eso funcionaba.
-A veces pienso que no sé si voy a lograr superarlo-me dijo a la hora del almuerzo.
-Desde ya estás haciendo un buen trabajo, amor- le acaricié la cabeza, tratando de animarla, no me gustaba verla abatida.
-Aun no puedo caminar con normalidad- cerró los ojos y negó con la cabeza-. Anteriormente caminaba con Jasper e íbamos a las clases juntos, pero ahora….
-¿Quieres que te siga acompañando?-le pregunté mirando a mi hermano que asentía a acompañarla.
-No- lo miró y le sonrió-. Quiero que me acompañes tú.
-No es problema para mí- le sonreí y bese su frente.
-Tu lograrás salir de esta más rápido, Bella-le apremió mi hermano-. No hace mucho que te alimentas de humanos, será más fácil.
-Gracias-le sonrió ampliamente y continuamos hablando de trivialidades.
Las clases terminaron y yo me tuve que quedar en la sala de castigos, obviamente para cumplir con el trato de mi padre y el director. A Bella no le permitían quedarse conmigo. Mi ángel había protestado por ello, pero el director se negó rotundamente, también le había prohibido quedarse en el auto a esperarme.
-¡No es justo!- fue lo último que dijo antes de que Emmett y Jasper se la llevaran.
Con un suspiro me reacomodé en la silla cerrando los cuadernos donde me había dejado tareas, sencillas, para mí claro. Tenía que pasar unas buenas tres horas en el maldito salón pero aceptaba esto antes que estar toda la mañana sin Bella, tres horas no eran nada…
-¿Por qué estas castigado, Edward?- habló una voz familiar desde la puerta.
Con temor me levanté del asiento y retrocedí al ver a Elena recostada en la puerta. Estaba tan concentrado pensando en Bella que no la había escuchado entrar ni sus pensamientos. Me miraba con deseo, sus ojos subían y bajaban por mi cuerpo, hasta clavarse en mi entrepierna la cual palpito contra mi voluntad.
-¿Cómo entraste aquí?
-Como si no pudiéramos entrar a cualquier lugar-seguía mirando mi entrepierna mientras se mordía el labio inferior.
-Como sea, lárgate- le espeté intentando ponerme firme.
-Vamos, Edward-ronroneó acercándose a mí- ¿Nunca se te pasó por la cabeza hacerlo en una escuela?
-No- contesté rápidamente.
-Créeme, es realmente excitante- me miró y sentí como mi cuerpo se estremecía de placer…
-No me interesa- dije con dificultad.
-Va a ser muy divertido- susurró y tiró sus brazos hacia mi cuello, acorralándome contra la pared.
-Tengo novia- le recordé.
-Y tú me rechazaste- me recordó.
-No estoy interesado en mujeres que me manipulan- intenté soltarme, pero su cuerpo pegado al mío…me costaba pensar.
-¿Sabías que…al estar emparejado mi don es más poderoso?- murmuró en mi oído, luego mordió mi lóbulo.
Involuntariamente solté un gemido, no podía contenerme más, mi cuerpo me pedía a que descargara toda la energía sexual que tenía. Aunque mi cabeza me decía que no debía, que ella me estaba controlando, que eso significaría engañar a Bella…
Bella…no podía hacerle esto a ella, no podía dejar que mi cuerpo me dominara. Esto era como beber sangre, mi mente me dominaba, no mi deseo.
-No te resistas, Edward- murmuró Elena metiendo sus manos debajo de mi camisa.
-Aléjate…de…mí….- dije con dificultad, sus caricias me daban asco, pero podía sentir su poder recorrer mi cuerpo.
Mi cuerpo temblaba, me dolía, me sentía entumecido. No podía mover mis extremidades, pero si podía sentir el cuerpo de Elena sobre mí. Sus manos, su boca…era asqueroso, realmente lo era, pero no podía moverme…
Cerré los ojos e intenté pensar en otra cosa, mientras no tuviera que verla, las cosas terminarían pronto. De repente dejé de sentir el cuerpo de Elena y un fuerte gruñido retumbó por toda la habitación. Abrí mis ojos y suspiré aliviado de ver a Bella agazapada en dirección a Elena. Aun no podía moverme.
-¡¿Por qué demonios tienes que interrumpir siempre?-chilló Elena, también agazapándose.
-Por que cuido lo que es mío, bruja- gruñó Bella y se abalanzó sobre Elena.
Pero mis hermanos a detuvieron a ambas en el aire. Rosalie sostenía a Bella, con cierta dificultad y Emmett a Elena. Jasper se había acercado a mí e intentaba calmarme, pero por alguna razón no podía.
-¿Qué es lo que me hizo?- pregunté entre dientes.
-Ella es como un afrodisiaco, también te paraliza para dominarte- me miró con comprensión-. Eso ya no está en mis manos.
-¡Jasper!-llamó Rosalie que ya no podía con Bella.
-Bella es la única que puede sacarte de ese problema- me dijo Alice acariciando mi cabello-. A menos que quieras acostarte con otra…
-Jamás….en la vida- apoyé mi cabeza en la pared, no me había dado cuenta de que estaba tirado en el suelo.
-Bien- asintió y se paró-. Saquemos a la perra antes de que el profesor despierte.
Emmett le tapó la boca a Elena y la sacó a rastras del aula, dejándonos a Bella y a mí solos. Mi cuerpo aun temblaba y el deseo me carcomía, se me pasó una imagen de American Pie si no lograba saciarme, lo peor era que no podía mover un solo musculo.
Bella se acercó a mí y se sentó en el suelo, me miraba triste como si le doliera verme en este estado.
-Lamento no poder controlarme.
-Peor hubiera sido que llegara tarde- acarició mi cabello y gemí ruidosamente.
-Por favor, Bella-casi lloriqueé necesito.
Me sonrió de una manera tan demoniaca y sexy que no entiendo como no me vine en ese momento. Se acercó a mí con deliberada lentitud a besarme, no podía controlarme, devoré sus labios en cuanto la tuve a mi alcance. Ni siquiera podía mover mis manos para tocarla.
Los dedos de Bella acariciaban mi cabello, era la sensación tan maravillosa y aliviadora podía sentir que mi cuerpo se relajaba con cada caricia. Se sentó sobre mis piernas, estaba justo sobre mi entrepierna. Su boca dejo mis labios y bajó por mi cuello, mientras sus manos abrían mi camisa y acariciaba mi pecho. Su boca siguió bajando por mis hombros, mi pecho, por mi estómago hasta la cintura del pantalón.
-Bella…-gemí su nombre al imaginar lo que su boca podría llegar hacerme.
-¿Qué, Edward?-me peguntó con malicia.
-No estoy para previas- le dije con exasperación.
-¿Entonces qué quieres?- ronroneó refregándose hasta mis labios de nuevo.
-Quiero estar dentro de ti- gruñí y logré mover mis manos hacia el pantalón de Bella.
Con desesperación le saqué el pantalón y rompí su ropa interior, sus manos desataron mi pantalón y liberaron mi miembro que ya no soportaba mas están encerrado. De un solo movimiento entré en mi amada, ambos soltamos un gemido de satisfacción. Mi cuerpo automáticamente se relajo y logré recuperar el control. Nos levanté a ambos y crucé el aula en un latido, la coloqué en el escritorio del profesor y comencé a salir y entrar de ella sin control, sin compasión.
Esta era la primera que poseía a Bella de una manera tan bruta, tan animal. Desde que habíamos comenzado a hacerlo eran momentos maravillosos, tiernos, dulces. Pero en la condición que estaba ahora no podía ser tierno, necesitaba descargarme, únicamente con Bella.
Bella sofocaba sus gemidos en mi hombro. Podía sentirla tensarse, pronto llegaría y yo también. No podía continuar con esto, necesitaba descargarme. Bella ahogó un grito y se desmoronó en la mesa. Yo aun no había terminado, pero no me faltaba tanto, solo unas penetraciones más y termine tendido sobre ella.
-Increíble- susurró mi ángel.
-Hubiera preferido hacerlo de otra manera-ahora no podía siquiera ponerme en pie, estaba agotado.
-Fue rudo, pero maravilloso- besó mi mejilla y acarició mi espalda.
-Te use como si fueras una muñeca inflable- la mire con culpa, Bella era mejor que cualquier cosa.
-Tenías que descargarte y mientras me usaras a mí, no me importaba- acarició mis mejillas y besó delicadamente mis labios.
Tuvo que salir por la ventana a medio vestir ya que el profesor estaba volviendo a ver si yo había terminado mis deberes. Mientras ella se iba, yo terminaba de acomodar el aula que había quedado en pésimas condiciones. El escritorio había quedado abollado en la esquina, donde había dejado a Bella sentada.
-Cullen-me saludó el profesor mientras caminaba hacia la mesa.
Miró la abolladura y luego me miró a mí, desvié la cabeza para ocultar la sonrisa. Aun sentía mi cuerpo adormecido, pero me sentía mucho mejor a como me había dejado anteriormente. El profesor se preguntó por aquella abolladura y me miró como si fuera el culpable. En realidad lo era, pero de eso no tenía que enterarse.
-¿Terminaste los deberes?- preguntó con recelo.
-Si- me levanté con un poco de esfuerzo y le entregué las hojas.
-Bien- miró su reloj-. Puedes marcharte entonces.
-Gracias- tomé mi mochila y salí pitando fuera del aula y del instituto.
Cuando llegué al aparcamiento me encontré con Bella sentada en el capo de mi auto. El único que estaba en el lugar. Sus piernas se balanceaban y miraba el cielo nocturno con semblante triste. Caminé con cierta lentitud hacia donde ella estaba, mientras más me acercaba, más me dolía ver lo triste que se encontraba, no entendía porque, pero iba a preguntárselo. Eso me hiso recordar el incidente de hacía dos días.
-Hey- solté una vez que estuve a su lado, ni siquiera me había sentido venir. Ella saltó ligeramente y me miró sorprendida.
-Hey- me sonrió- ¿Cómo te encuentras?
-Mucho mejor- me apoyé en sus piernas-. Gracias.
-No hay de que- se acercó y me besó con dulzura.
-¿Qué tienes?-le pregunté curioso.
-¿Humm?- me miró confundida.
-Estabas en la luna recién- acaricié su mejilla-. Te veías triste.
-No me pasa nada- desvió su mirada de la mía, claramente mintiendo.
-Sabes que eres mala mintiendo- le recordé haciendo que me mirara.
-De verdad…
-El otro día también te veías extraña- le recordé- ¿No confías en mí?
-¡Claro que sí!-exclamó ofendida.
-Entonces dime que tienes- le rogué.
Ella soltó un suspiro y miró hacia el instituto, luego a mí.
-¿Podemos hablar en otro lado?- me preguntó y yo asentí.
La bajé del auto y le abrí la puerta del copiloto. Con cierta ansiedad, y dificultad, caminé hacia mi puerta. Le pregunté a donde quería que fuéramos, pero me contestó a cualquier lado, menos a nuestra casa. El único lugar que se me ocurría era nuestro prado, el único lugar donde estaríamos tranquilos y que nadie nos escucharía.
Durante el camino la noté distante, miraba fijamente la ventana, su semblante era sombría pero ya no tan triste como el de hacía unos minutos. La intriga me estaba volviendo loco ¿Qué era lo que la hacía poner de esa manera? En cuando llegamos aparqué el auto y salimos corriendo hacia el prado. Esta vez sin juegos, ni siquiera yo me encontraba con ánimos para jugar.
Ella llegó primero y se sentó en el suelo, me miró y palmeó la hierba para que me uniera a ella. Me senté en frente y esperé a que empezara a hablar.
-Yo…-empezó y cerró la boca, cerró los ojos y tomó aire.
-Me estas asustando- dije con miedo.
-Aquella vez, que me dijiste que me amabas…bueno- pasó una mano por sus cabellos-. Me dijiste que no importara que pasara, que me amaras siempre-me recordó y yo le asentí-. Esas palabras también me las dijo Felix- me miró con esos ojos tristes.
La miré confundido, sin entender muy bien que quería decirme.
-Yo le había dicho que también le amaba, que yo no estaba bajo la influenza de Chelsea, sin embargo…-se detuvo y tomó mis manos, jugando con mis dedos-. Ahora entiendo que nunca sentí algo que no fuera cariño hacia él. Le mentí le hice creer hasta la muerte que yo le amaba.
-Y eso te trastorna- le afirmé y ella asintió.
-Él fue demasiado bueno conmigo, en todo. Siempre me acompañó y… murió por mí- su cuerpo temblaba al igual que su voz.
-No quiero que sigas pensando en eso, Bella- la atraje a mi cuerpo.
-Es que me es imposible- negó con la cabeza-. A veces me pongo a pensar en lo que hubiera pasado si Tanya no me delataba.
-Todo sería normal- dije acariciando su cabello.
-Lo más probable es que nunca hubiéramos estado juntos- me miró a través de sus largas pestañas.
-No lo creo- le dije-. De algún modo me hubiera enamorado y te habría seguido, tenía pensado hacer eso para cuando crecieras- le comenté con una sonrisa-. Hasta un cierto tiempo te habría seguido viendo en persona, pero no podía levantar sospechas de que nunca envejecíamos, así que me iba a tener que conformar con mirarte de lejos, cuidarte- bese su entrecejo confundido-. Y estoy seguro que me habría enamorado como ahora, pero serías humana.
-¿Te habrías tomado tantas molestias?- me preguntó perpleja.
-Por supuesto que sí- le aseguré-. Siempre fuiste lo más importante para mí, y prometí que siempre te velaría ¿Cómo no lo voy a hacer?
-Eres increíble- negó y se rió.
-Te amo- le recordé-. Y no estoy bajo la influencia de nadie, y tú tampoco- sus ojos se mostraron tristes nuevamente-. Y estoy seguro de que Felix sentía lo mismo.
Ella sonrió de manera melancólica y enrolló sus brazos en mi cuello para besarme larga de apasionadamente. Le correspondí de inmediato y la tumbé en la hierba. No tenía el deseo de tomarla, como últimamente sentía y al parecer ella tampoco. Estos eran momentos en que solo nos dedicábamos a besarnos, uno de los mejores momentos.
Por alguna razón no estaba del todo tranquilo con la explicación de Bella, algo me decía que ella estaba intranquila por otra cosa. Algo que no me quería decir y que la ponía mal. Sin embargo no iba a seguirla molestando con preguntas, iba a dejarlo pasar pero estaría atento a cualquier cosa.