Amiga con derecho
Capitulo 1: 13 años
BELLA POV
Hoy era un día especial. No tenía idea de cómo, pero lo presentía. Me había levantado con más ánimos de los que normalmente tenía. Eso significaba que hoy pasaría algo bueno. O simplemente mis ánimos se debían a que era viernes…
Traté de ser optimista e imaginar que se trataba de un día especial.
Salté de mi cama, fui al baño, me di una ducha y vestí para la escuela. Hoy vendría a buscarme una vecina. La mejor amiga de mi mamá.
Ellas llevaban siendo amigas desde hace mucho tiempo, según nos han contado, desde que iban a la primaria. Su amistad perduró la secundaria, preparatoria, universidad y aun sigue. Decidieron vivir en el mismo vecindario para no tener que separarse, eso me parecía muy tierno por parte de ellas y yo deseaba tener una amistad así.
Y más o menos la tenía, el hijo de Esme, la mejor amiga de mi madre, era mi mejor amigo. Estamos juntos desde que nacimos y no volvimos a separarnos. Él no solo era mi mejor amigo, era mi hermano, mi confidente. Cualquier cosa que me inquietara se la contaba y él hacía lo mismo conmigo. Íbamos a los mismos lados juntos. Era una hermosa amistad la que teníamos
Bajé corriendo las escaleras a toda prisa hacia la cocina. Allí estaban mis padres. Charlie, leyendo el periódico y Renée sirviendo el desayuno. Los saludé a ambos con un beso y me dispuse a desayunar.
-Esme está a punto de venir- dijo mi madre mirando el reloj de la pared. Y como si fuera una vidente, un claxon sonó afuera.
Tomé mi mochila y salí corriendo hacia el soleado día, otra señal del que el día iba a ser bueno. Allí estaba un mercedes negro esperándome. Mi amigo bajó del auto y abrió mi puerta con una sonrisa.
-Buenos días, Bella- me saludó con un beso en mi mejilla.
-Buenos días, Edward- le respondí y entré al auto-. Hola, Esme.
-Hola, cariño- me saludó y volvió a tocar la bocina, despidiéndose de mi madre.
El trayecto a la escuela fue entre conversaciones banales, pero podía ver que Edward quería preguntarme algo, cada dos minutos me miraba serio y luego miraba hacia otro lado. Esme nos despidió y se marchó. En cuanto bajamos del auto Edward habló.
-¿Qué tienes?- preguntó mirando hacia el frente.
-¿Qué tengo de que?- le miré sin comprender.
-Te ves… extraña- frunció el ceño.
-¿Extraña bien o mal?- miré mi ropa pensando que quizás tenía algo mal puesto, o peor, me había olvidado de algo.
-Extraña bien- aclaró-. Te ves muy animada.
-Oh- exclamé entendiendo-. No lo sé, simplemente me levanté así- sonreí de solo imaginar mi extraño buen humor.
Edward bufó y metió una mano dentro de su pantalón.
-Tú no pareces estar muy bien- comenté mirándolo.
-Naaa- negó-. Solo siento que algo va a suceder y no sé si bueno o malo.
Eso me dejó desconcertada, no entendía como era que ambos pudiéramos sentir las mismas cosas. Esta era una de las muchas veces en que algo así nos pasaba. Sentíamos lo que el otro podía llegar a sentir. Dedujimos que eso era por estar juntos tanto tiempo.
-Yo siento lo mismo- le dije-. Quizás nos pase algo bueno a los dos.
Él me miró y me sonrió de esa manera que hacía que todas las niñas se derritieran o hicieran pipi. Pero a mí no me movía absolutamente nada.
-Sí, quizás tengas razón.
.
.
.
Las clases pasaron con rapidez y la percepción se hacía cada vez más grande. Estaba ansiosa de que aquello que tanto esperaba llegara pronto.
Y así fue…
Me encontraba guardando mis cosas en mi casillero cuando Edward me advirtió de alguien se acercaba a nosotros.
-El idiota de Newton viene hacia aquí ¿Lo espanto?- preguntó poniéndose derecho.
-¡No!- susurré haciendo que se pusiera más a la defensiva-. Edward- gruñí advirtiéndole.
-Bien, estaré afuera si me necesitas- masculló y se largó en el momento justo que Mike apareció.
-Hola, Bella- me saludó pasando una mano por su cabello rubio.
Me sentí embobada por un segundo, un segundo que me pareció una eternidad. Me le quede viendo como si fuese un dios bajado del cielo en un haz de luz dorada y un coro de ángeles cantando de fondo. Cuando creí que ya había pasado demasiado tiempo mirándolo decidí saludarle con un torpe tartamudeo.
-Bueno… quería preguntarte algo- dijo rascando su cabeza.
-Dime- le alenté con voz chillona.
-¿Te gustaría salir conmigo mañana?- preguntó vacilante y yo sentí como el suelo desaparecía.
No podía creer que Mike Newton me estuviera pidiendo salir a una cita, realmente no me lo esperaba, era algo que no le sucedía a cualquiera. Pocas tenían ese privilegio y yo ahora era una de ellas.
-Sí, sí, claro- acepté sin aire.
-Perfecto- sonrió victorioso.
-¿A las siete?- terminé yo.
-A las siete- asintió y besó mi mejilla.
Se despidió con la mano y se marchó caminando por el pasillo. Yo solo lo pude observar como una tarada. En ese momento escuché gritos y me zarandearon de un lado a otro.
-No puedo creerlo- dije sin caer aun.
-Eres tan afortunada, Bella- dijo mi amiga Jane.
- Te envidio- me golpeo juguetonamente Angela.
-Creo que alguien no va a estar muy contenta cuando se entere- murmuró Kate pasando un brazo por mis hombro.
Las cuatro nos giramos para encontrar la mirada asesina de la ex novia de Mike, Jessica Stanley. Ellos había cortado hacia un par de semanas, mejor dicho, Mike había terminado con ella. Jessica no estaba del todo contenta por ello y según se rumoreaba por los pasillos, ella aun seguía insistiendo a Mike que volvieran.
-Eso no importa- dijo Jane restándole importancia-. Lo importante es que nuestra Bella va a recibir su primer beso.
Mis amigas gritaron y aplaudieron, mientras que yo estaba completamente pálida y sorprendida por sus palabras.
Yo no esperaba que en mi primera cita debiera de besar, es decir, esta era mi primera cita y tenía entendido que se besa a un chico cuando teníamos más de una cita.
-Chicas… yo….- comencé sintiéndome tonta.
-Vamos, Bella- Kate rodó los ojos-. No vengas con eso de no en la primera cita,
-Pero…
-Nada de peros- sentenció Angela haciendo que cerrara mi boca de inmediato-. Míralo de esta manera, Bella- comenzó sonriéndome-. Imagina que si todo sale bien él va a besarte y que mejor que alardear a los demás de que en tu primera cita ustedes se besaron.
-Además de que ya es hora de que tengas tú primer beso- completó Jane-. Nosotras ya lo hemos recibido y no esperamos a que tú te unas al club.
Las chicas siguieron hablando y alardeando de sus primeros besos, me contaron sus experiencias y como debía de hacerlo yo. Pero no escuchaba, no estaba prestando atención, me encontraba ajena a cualquier cosa que me decían.
La emoción ahora me había dejado, me sentía desorientada e inexperta…
¿Y si besaba mal? ¿Y si la cita salía mal y no me besaba? Sería el hazme reír por toda la semana… error ¡Por toda lo que quedaba de escuela! Se burlarían de mí…
-¿Bella?- escuché a alguien llamarme, enfoqué mi vista para ver una mano moverse delante de mis ojos-. ¡Hey! Volviste a la tierra- se burló.
-Basta- dije molesta quitando su mano.
-Wow… ¿Qué paso con toda esas buenas vibraciones de la mañana?- siguió bromeando.
-Aun están… pero opacadas por el miedo- confesé mirándolo con temor.
-¿Qué paso? ¿Ese idiota te hiso algo?- su tono burlón desapareció para ser reemplazado por uno preocupado.
-No, no- negué rápidamente.
Estaba por contarle las cosas cuando el auto de mi mama llegó y nos llamó a que subiéramos. Le dije que le contaría más tarde, que él no debía de preocuparse. Teníamos que cambiar la cara, de lo contrario nuestros padres se darían cuenta y comenzarían a interrogarnos. Y no sería agradable contarle a Charlie sobre mi primera cita y mi primer beso. Eso probablemente lo haría ponerse furioso y querer aniquilar a mi cita.
Edward asintió y subió al auto. Mi madre nos saludó efusivamente y comenzó a preguntarnos sobre nuestro día. Mi ánimo regresó al recordar mi cita, pero no iba a contarle a ambos, se los diría en cuanto estuviéramos a solas.
En cuanto llegamos a nuestras casas Edward esperó a que mi madre entrara para hablar…
-¿Y bien?- preguntó serio.
-Hablamos en la noche- dije y el bufó enojado- ¿Vienes a mi casa o voy a la tuya?
Él se colocó la mochila al hombro y comenzó a cruzar la calle.
-Vienes tú- lo escuché mascullar antes de cerrar la puerta de su casa de un portazo.
Sabía que estaba enojado, a él no le agradaba que yo le ocultara cosas y mucho menos andarme rogando para que le contara. En especial si el tema estaba involucrado con Mike, ellos dos tenían una extraña competencia desde que iban a Kínder, aunque no entendía por qué.
Suspirando entré en mi casa, pero no alcancé a llegar a mi cuarto, ya que mi madre me estaba esperando en la sala con su típico porte de Yo se que algo hiciste o te paso,sus brazos estaban cruzados a la altura de su pecho y su semblante serio.
-¿Hay algo que quieras compartir con tu madre?- cuestionó alzando una ceja.
No pude evitarlo, salté sobre el sillón y comencé a contarle lo que había omitido en el auto.
Mi madre se había puesto a chillar y saltar como una niña de mi edad. Había ocasiones en las que mi madre se comportaba como una niña pequeña, y yo como una adulta. Papá solía decir que cambiábamos de roles, o que nuestras mentes cambiaban de cuerpo.
-Pero hay un problema- dije dejando la euforia de lado y concentrándome en mi problema.
-¿Cuál, cariño?- me miró preocupada.
-¿Qué tal si me besa? ¿Qué debo hacer? ¿Cómo se si lo estoy haciendo bien? ¿Cuándo se que realmente él lo quiere?...
-Bien, bien. Entiendo- respondió ella con una risita, parando mi torrente de preguntas- Bella, esas cosas no puedes premeditarlas o ensayarlas.
-Gracias, madre. Tus palabras han hecho que el velo de la ignorancia cayera de mis ojos- dije con exagerado sarcasmo.
Mi madre rodó los ojos y se rió.
-No, Bella. Lo que trato de decir es que eso no puedes saberlo, simplemente se da y tú tienes que dejarte llevar, sintiendo, experimentando y actuando lo más natura posible.
Extrañamente sus palabras me hicieron sentir un poco mejor. Aunque no contestaban ninguna de mis preguntas pero había sido de ayuda y lograron calmarme. Besé la mejilla de mi madre y salí corriendo hacia mi cuarto.
Busque una nueva muda de ropa y fui al baño para darme una rápida ducha y así salir hacia la casa de Edward. Hoy era viernes, por lo tanto era nuestra noche de películas. Era una especie de ritual desde que teníamos 5 años. Nos turnábamos en las casas y veíamos películas y comíamos porquerías hasta cansarnos.
Esperé a que fueran las ocho de la noche y salí corriendo de mi casa hacia la de mi amigo. Esme abrió mi puerta y me dijo que Edward estaba esperándome en su cuarto, como siempre nos decía que no nos desveláramos.
Salté las escaleras y corrí por el pasillo hasta llegar al cuarto de Edward, abrí su puerta, sin tocar y entre encontrándolo junto al televisor.
-Hola de nuevo- saludé emocionada. Él ni siquiera devolvió el saludo, tampoco me miro-. Bueno, parece que alguien sigue de mal humor- le piqué sabiendo que eso detonaría una tonta pelea, pero él siguió ignorándome.
Preparó el equipo con las películas y se sentó en los almohadones que había en el suelo, cruzó sus brazos a la altura del pecho y miró el televisor fijamente.
-Oh, vamos, Edward- pedí suspirando y sentándome a su lado- ¿No vas a hablarme?
Hice un puchero demasiado exagerado el cual arrancó una sonrisa del rostro de mi serio amigo. Me tomó en brazos y me tiró al suelo, donde comenzó a hacerme cosquillas.
Rodé por el suelo riéndome a carcajadas mientras sus dedos me torturaban y yo le rogaba que se detuviera. Él solo lo hiso cuando estaba comenzando a lloriquear, mi cara estaba roja y mis ojos desbordados de lágrimas.
Se acostó a mi lado riendo conmigo y sobando mi adolorida panza. Esto era lo mejor de las peleas, las reconciliaciones, y casi siempre eran las mismas, cosquillas, torpes palabras de disculpas, o pequeñas flores arrancadas del suelo o de algún vecino.
-¿Y bien?- preguntó cuando estuve un poco más calmada.
-Mike me pidió una cita- contesté soñadoramente.
Edward bufó y se recostó en los almohadones.
-¿Y?- arqueó una ceja.
-¿Y qué?- me hice la desentendida.
-No te hagas la tonta conmigo, Bella- estrechó sus ojos-. Sé que algo más pasó y quiero que me digas.
Entonces lo pensé. Edward podría ayudarme con este dilema mío. Él podría ayudarme más que mi madre, tenía mi misma edad y sobre todo ¡Era un niño! Él sabría como actuaria Mike. Me senté derecha y lo miré fijamente, él tenía esa mirada decidida en sus ojos, esa que aceptaría cualquier cosa con tal de ayudarme.
-Necesito tu ayuda.
-¿Para espantar a Mike?- preguntó emocionado.
-No- rodé los ojos-. Para besarlo…- murmuré en voz baja.
-¡Puaj!- exclamó asqueado-. Bella ¿Cómo puedes querer besar a ese tipo?
-Yo no cuestiono con quien te besas- arqueé una ceja, enojada.
-Touché.
-¿Vas a ayudarme si o no?- pregunte ya cansada.
Edward se reacomodó en los almohadones con sus brazos detrás de su cabeza y una sonrisa socarrona en su boca.
-Es muy sencillo, Bella- movió sus cejas de arriba abajo-. Solo debes cerrar tus ojos, apretar tu boca con la del tipo y dejar que todo fluya.
-Haces que parezca fácil- gemí tapando mi cara con una almohada.
-Es porque lo es- soltó una risita-. Tú te estás complicando sola.
-¿Tengo que recordarte que los hombres, en estas ocasiones, son los que dan el primer paso? ¿Debo aclararte que esta es mi primera cita, y beso,, y que no tengo la menor idea de qué hacer?
Espere cualquier cosa, menos que él comenzara a reírse a carcajadas. Mi vergüenza y rubor comenzaron a incrementar hasta que me enojé y comencé a golpearlo fuertemente con el almohadón.
-¡Te pido ayuda y tú te me ríes!- grité sin dejar de golpearlo-. Piérdete- gruñí y me levanté del suelo.
Estaba a punto de salir de la habitación cuando él me tomó por la cintura y me sentó en la alfombra nuevamente.
-Lo siento, lo siento- dijo entre risitas-. Bien, de acuerdo, voy a ayudarte.
-¿Tienes algún consejo?- pregunté excitada.
-No- negó rápidamente-. Te voy a enseñar como besar.
Su respuesta fue tan simple y su sonrisa tan encantadora que me dejaron deslumbrada por primera vez.
Edward comenzó a explicarme como él, y la mayoría de los chicos, besaban a sus citas. Había agarrado un oso de peluche como objeto de práctica y lo había babeado en todo su hociquito
-¿Entendiste?- me preguntó tratando de secar el muñeco.
-Sí, creo que si- dije no muy convencida. Aunque en realidad me preguntaba si Mike o yo terminaríamos babeados como el muñeco.
-Bien, ya te di lo teórico. Vamos a lo práctico- sonrió y dejó el muñeco a un lado.
-¿Cómo a lo práctico?- pregunté asustada. Esto no estaba dentro de la ayuda que yo necesitaba.
-Voy a demostrarte como se besa- dijo con demasiado obviedad.
-Pero…- comencé a objetar, pero él me interrumpió.
-Vamos, Bella. Soy tu único mejor amigo varón. Por lo tanto el único para ayudarte- él tenía un punto-. Además será un beso de amigos, nada más- otro punto.
-Bien- asentí sin estar muy segura.
-Bueno, primero que nada, los chicos somos los que tomamos la iniciativa, como tu dijiste- dijo y esperó a que yo asintiera. Lo hice-. Tomar la iniciativa es acercarnos lentamente…- y así lo hiso-. Luego tomamos sus rostros en nuestras manos- sus manos subieron y se colocaron en cada mejilla, extrañamente sus manos ardían-. En ese momento ustedes nos dan la señal de que así lo quieren…
-Cerrando los ojos- terminé cerrando mis ojos.
-Exacto- susurró y sentí su aliento chocar en mi rostro-. Ahora solo esperas a que sus labios te toquen y te dejas llevar…
Su voz se desvaneció y a mi me pareció una eternidad la espera hasta que sus labios rozaron los míos. Una extraña corriente sacudió mi columna mientras mis labios ardían por su toque. Instintivamente mi boca se abrió y comenzó a moverse junto a la de Edward, en un baile dulce y suave. Una de mis manos se movió por si sola y fue hacia su pequeña mandíbula, donde la apreté atrayéndolo un poco más hacia mí. Sus manos bajaron hasta mi cintura y la apretaron suavemente.
Estaba por abrazarlo por completo cuando tocaron la puerta y Esme entró en la habitación con una bandeja llena de comida chatarra.
-¡Hola!- saludó efusivamente para luego mirarnos extrañada.
Edward y yo estábamos sentados en diferentes partes de la habitación, completamente alejados el uno del otro. Él mirando por la ventana y yo sentada en el suelo con un almohadón en mi regazo. No entendí como pudo moverse tan rápido.
-¿Pasa algo?- nos preguntó dejando la bandeja frente a mí-. Bella, estas muy colorada ¿Estás bien?- puso una mano en mi frente y sentí mi cara arder aun más.
-Sí, sí, solo que…
-Bella va a salir con Newton- dijo Edward desviando la atención de Esme.
-¡Oh! ¡Eso es genial!- exclamó mirándome nuevamente.
-Sí, le estaba contando a Edward- le miré apenada.
-También va a recibir su primer beso- dijo mirando a su madre, su cara parecía estar normal, pero yo aun veía un leve sonrojo.
-¿Renée ya lo sabe?- preguntó Esme.
-Sí, fue la primera a quien se lo conté- asentí.
Esme chilló y salió de la habitación gritando que hablaría con ella. Edward y yo nos quedamos nuevamente solos en un incómodo silencio. Mis manos estaban mojadas por el sudor y mis dedos dolían de tanto retorcerlos.
-Supongo que ya entendiste que hacer- dijo luego de varios minutos.
-Si…umm…gracias- lo miré sintiendo mis mejillas calentarse nuevamente.
-No hay de que- se encogió de hombros y se sentó a mi lado de nuevo-. Para eso estamos los amigos.
Puso la película y traté de mirarla, pero no podía, no cuando había pasado eso entre nosotros. Nos habíamos besado, yo le había dado mi primer beso a Edward y… había sido maravilloso.
Quería volver a repetirlo, quería saber si Mike besaría igual, quería saber si todos los besos se sentirían igual de bien. Eso no lo sabía, no hasta mañana.
Me desperté acostada sobre las piernas de Edward, con una manta cubriendo mis piernas. Edward estaba recostado en los almohadones con una mano en mi cabello. Él aun seguía dormido. Me senté estirándome un poco, miré el reloj, ya era el medio día…
La noche anterior solo habíamos comido y visto las películas, en ningún momento hablamos, al menos yo no podía, me sentía avergonzada.
Me levanté lo mas silenciosamente que pude, para no despertarlo. Pero apenas me puse en pie él abrió sus ojos.
-¿Qué hora es?- preguntó tallando sus ojos.
-Las doce.
-¿Ya te vas?- me miró desde el suelo.
-Si- asentí y comencé a marcharme.
-Espera- me detuvo y se levantó del suelo hasta quedar frente a mí-. Quiero ver si lo aprendiste bien.
Lo miré sin comprender, y sin darme tiempo a nada su boca chocó con la mía con un beso igual que el anterior, tierno… dulce. Esta vez mis brazos se enroscaron en su cuello y los suyos en mi cintura.
Esto no era algo que dos niños de nuestra edad debían de estar haciendo y menos siendo mejores amigos. Pero se sentía bien y él solo lo hacía para ayudarme.
-Suerte- murmuró apoyando su frente en la mía.
-La voy a necesitar- le sonreí y besé su boca una última vez.
Salí corriendo de su casa con el corazón agitado alegremente. Mi primer beso había sido fantastico y está feliz de que hubiera sido Edward el primero. Ahora solo esperaba emocionada que mi beso con Mike fuera igual o mejor.
Él fue puntual a la hora de recogerme, formal con mis padres, y prometiéndole a mi padre que me traería a una hora prudente. Caminamos por la calle hasta llegar al auto donde su madre nos esperaba. Eso fue un poco patético, pero no podía esperar a que me viniera a buscar en auto propio cuando no podía tener licencia y mi padre estaría feliz de castigarlo y suspender nuestra cita.
Antes de subir al auto miré la ventana de la habitación de Edward, estaban las luces apagadas, pero me pareció ver que la cortina se movió. No quise imaginar que él me estaría espiando, por lo que subí al coche y recé por que la cita fuera perfecta….
.
.
.
Estuvo lejos de serla.
La mamá de Mike no se había alejado de nosotros en ningún momento. Estaba sobre nosotros, más bien sobre Mike, vigilándolo a que se comportara y fuera gentil conmigo.
A la hora del beso… fue todo un fiasco y total desilusión. Estuvo muy lejos de acelerarme el pulso y hacerme sentir las cosas maravillosas que había experimentado con Edward. Su boca chocaba con la mía en vez de acariciarla. El beso fue torpe y baboso, nada delicado y gentil. Cuando Mike hubo terminado tuve las terribles ganas de secarme su saliva de mis comisuras, pero eso sería grosero, por lo que me contuve hasta llegar a casa.
En mis siguientes citas seguí experimentado los mismo. Ningún chico estaba cerca de besar como Edward. Eran buenos, y mucho mejores que otros, pero no sentía absolutamente nada.
Entonces comprendí que los besos eran únicos y diferentes.
Y también que nadie besaba como Edward, jamás nadie lo superaría.
-Oigan- llamé la atención de mis amigas mientras estábamos en el almuerzo-. Si tu mejor amigo te besa ¿Qué pasaría a ser?
Todas ellas me miraron con ojos abiertos por la sorpresa.
-¿Te has besado con Edward?- preguntó Kate atónica.
-¡No!- mentí demasiado bien-. Solo tengo curiosidad.
-Bueno- respondió Jane rascando su mentón-. Aquellos mejores amigos que pasan la línea pero sin ser formales, se les llaman "amigos con derecho"
-¿Amigos con derecho?- pregunté sin comprender.
-Si- asintió Angela-. Siguen siendo amigos, pero se permiten ciertas derechos que no compartirían con otros amigos.
-¿Qué tipos de derechos?
-Ya sabes… besos, sexo, sexo oral- enumeró Kate sonriendo malignamente-. Pero sin pasar la línea emocional.
Yo no podía creer lo que ella estaba diciendo.
No podía creer el título que ahora llevaríamos Edward y yo.
Éramos amigos con derecho. Nosotros habíamos cruzado la línea de la amistad. Pero sin ir más allá.
Y a mí me parecía bien.
No hay comentarios:
Publicar un comentario